—Mhn...Ah...Haruna...Debemos irnos...

—¿Por qué?

—Ya casi acaban las clases.

—Pero aún no lo hacen.—Respondió, entrando más profundo en su novia.

—¡Mierda! ¡Haruna! ¡No lo hagas para evitar irnos!

—Espera a que el timbre suene...

—No.

—Anda...

Haruna y Tsuki llevaban toda una clase follando en el baño de la escuela, después de todo, es la última materia antes de que el horario escolar termine, así que a nadie le importa. Mucho menos a esas dos calenturientas.

Ni si quiera le dió tiempo de responder cuando el timbre sonó, anunciando el fin de las clases por hoy.

—¿Ves? Ya sonó.

—¡Argh!

Al salir, comenzaron a escucharse gritos alarmados por los pasillos, llamándolas.

—¡HARUNA! ¡TSUKI!

Ambas se miraron con los ojos abiertos, confundidas. La voz era tan fuerte y tan cortada—pues parecía que la persona que gritaba estaba llorando—que no podían identificar quien gritaba. Hasta que apareció por el pasillo en el que se encontraban.

—¡¿Sua?!

—¡Chicas! ¡Tienen que venir! ¡Ahora!—El aspecto de la mayor era tan desconcertante, pálido y alarmado que las japonesas no dudaron en seguirla.

Al llegar a el piso inferior—y el más bajo—se encontraron con todas sus amigas acompañadas de algunos maestros rodeando la puerta de los baños inferiores.

—¿Qué pasa?

—Es-es que...

—¡Mataron a Suhyeon!—Gritó Haram, mientras lloraba.