CHAPTER SEVEN ━ cordelia

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( コーデリア )
𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐒𝐄𝐕𝐄𝐍

El misterio del por qué Yui Komori era tan especial y transmitía aquellas vibras comenzaba a cobrar sentido para Perséfone. Al probar aquella pequeña gota de sangre de la humana, la esencia no se pudo ocultar: era la misma sangre que Cordelia Sakamaki.

No tenía idea de cómo o por qué pero Yui Komori poseía la sangre e incluso el alma de la primera esposa del rey vampiro, la mujer que asesinó a una de las diosas más importantes del Olimpo y que seguramente iría tras ella.

Debía conversar con Raito y sacarle toda la información que pudiera sobre su madre, necesitaba conocer como la habían asesinado ya que matar a un demonio no es tan fácil como podría sonar. Los demonios eran la especie más complicada para asesinar.

¿Acaso Cordelia había poseído el débil cuerpo de Yui? o... ¿alguien había traspasado el corazón aún latente de la princesa de los demonios y se lo colocó a una simple humana?

Sebastián le había hablado sobre esa posibilidad pero era casi nula, tendría que haberlo hecho al instante y antes de que Cordelia muriera. Entonces, realmente los Sakamaki no lograron asesinarla.

─¡Ah, que dolor de cabeza! ── Exclamó mientras recorría los pasillos de la mansión, tenía pensado entrar nuevamente a la habitación de aquella mujer para conseguir respuestas.

A mitad de camino, se encontró con nada más ni nada menos que con la novia de sacrificio, quien al verla caminar hacia ella simplemente agachó la mirada y apresuró su andar, intentando escapar de la deidad.

──¡Yui! espera, tengo que hacerte un par de preguntas. ── La detuvo la mayor, colocándose frente a ella. ──Tu también sientes curiosidad sobre por qué estás aquí, ¿no es así?

──N-no sé cómo podría ayudarte, Perséfone-chan, tengo tantas preguntas como tú y las respuestas no las sé. ── Murmuró la rubia. ──Estoy tan confundida sobre todo... ya no sé que es cierto o no en mi vida. Todo fue un engaño.

──¿No crees que si entramos a ese cuarto nuevamente ambas tendremos respuestas?── propuso la azabache, tomando la mano de la humana. ──Vamos, sígueme.

──Pero Perséfone-chan, nos meteremos en problemas si Reiji-san se entera... o tal vez alguno de los trillizos se entere.── Yui estaba asustada, ya estaba agotada de todas las cosas que le estaban ocurriendo y no quería tener más problemas.

──Tranquila, Komori, no pasará nada malo. Si nos llegarán a descubrir, asumiría toda responsabilidad, así que adelante.

Ambas mujeres llegaron sigilosamente a la zona prohibida de la mansión, ambas rezaban internamente que ninguno de los Sakamaki vinieran a buscarlas. Perséfone rompió la cadena con un simple toque y entraron a la antigua habitación de Cordelia, sintiendo unas malas vibras al instante que se adentraron.

Pero no sé encontraban solas en aquella enorme habitación, una sombra las veía silenciosamente en su escondite, todavía no era momento de atacarlas.

─Por aquí había un diario... el diario de mi padre. ── Murmuró la menor, buscando entre las estanterías viejas.

La deidad recorría el lugar buscando todo tipo de rasto o pista que pudiera serle de utilidad pero solo encontraba viejas joyas y vestidos, hasta que un diario violeta sobre la cama capturó su atención. ¿El diario íntimo de Cordelia? Lo tomó con delicadeza y lo abrió, definitivamente era el diario de aquella mujer ya que se encontraba firmado por ella misma.

"Querido diario,

El baile se acerca dentro de poco, el baile dónde el Inframundo y el reino bajo se unen para celebrar la primera luna roja del año. Mi compromiso se hará dentro de poco, mi padre aún no se decide con quién pero claramente tengo dos objetivos en la vista; Karlheinz y Hades. "

──Maldita bruja, tenías en la vista a mi padre desde hace rato...

"Estoy dispuesta a hacer todo lo posible para casarme con alguno de los dos, incluso si es necesario matar a un dios lo haré, ese es el precio de reinar.

Aunque hay algo que no nos permiten a nosotros los demonios casarnos con los dioses griegos, y es la existencia de la diosa Lilith, madre de los demonios. Primero, tengo que deshacerme de ella y luego de Perséfone.

La profecía era clara: Lilith reinará sobre todo y el Karma la ayudará. Tengo que detenerla antes que tome el reinado. Y, aunque en el baile de luna roja no consiga acercarme a Hades, me aseguraré de conseguir la famosa espada de Cronos."

─¿Qué es todo esto?... ¿acaso planeaba asesinarme a mi aquella noche? ── Perséfone estaba shockeada, arrancó aquella página del diario y la guardo en su sostén, iba a continuar leyendo el libro pero el grito de la otra fémina la interrumpió.

──¡Perséfone!

Una sombra enorme apareció en la habitación, una sombra del Tártaro. Rápidamente la griega salió disparada de la cama y tomó el brazo de la humana, saliendo ambas de allí rápidamente. Aunque huir de la sombra era en vano, ya que está comenzó a seguirlas.

La sombra comenzó a atacar, logrando rozar parte del brazo derecho de Perséfone, la herida comenzó a sangrar rápidamente y el ruido de las cosas rompiéndose llamo la atención de todos los Sakamaki.

──Yui, ¡baja ahora mismo!── Ordenó la inmortal mirando de reojo como unas espadas se encontraban a su costado. Debía llegar a ellas urgentemente, no podía usar sus poderes al estar desterrada. ──Mierda.

──¿¡Qué está ocurriendo, Perséfone!?

Con un veloz movimiento, mientras la sombra se acercaba a ella, la azabache logró llegar a dónde estaban las armas y tomó una larga espada. La única forma de asesinar a una sombra del Tártaro sin poder usar sus poderes era vertiendo icor de los familiares del Inframundo en ella, aunque no le agradaba la idea de usar su sangre en una mansión llena de vampiros era la única alternativa que le quedaba, o terminarían todos muertos, ya que no se trataba de una sombra cualquiera: era de rango especial.

Los Sakamaki y la Komori miraban la escena atónitos, jamás habían visto a una criatura de aquella clase y cuando la diosa del infierno rasgó su propio muslo con la espada la rubia soltó una exclamación.

──Are, sombra, ¿quién te ha liberado?── Protestó ella, tomando la espada con firmeza mientras se acercaba a la criatura. ──Eres inteligente, lo reconoceré, pero quieres atacarme cuando estoy indefensa ¿sabes que soy tu princesa, verdad?

La criatura arremetió contra ella pero en un rápido movimiento la sombra se convirtió en simples cenizas, cubriendo a Perséfone por completo de un líquido negro y espeso.

──Como odio hacer estas cosas, por amor a Gaia. ── Exclamó. ──Tranquilo muchachos, solo una pequeña sombra del Inframundo, ¡no es nada!── El olor al Icor llegó a las fosas nasales de los vampiros y las miradas de todos se clavaron en Perséfone. ──Oe, yo les recomendaría que se calmarán, tengo una espada y no me molestaría usarla para asesinarlos uno por uno. ── Aseguró ella, bajando las escaleras hacia la sala principal, tomando a Yui fuertemente del brazo para llevarla consigo. ──Sigan en lo suyo, ¡aquí no ocurrió absolutamente nada!

──¿A dónde vamos, Perséfone-chan?

──A mi habitación, están hambrientos y no quiero que te mierda por mi culpa. ── Admitió la inmortal, comenzó a sentir lastima por ella.

El par llegó a la habitación de la mayor, dónde se encerraron en el baño para no ser interrumpidas, además de que la griega necesitaba quitarse todo aquella sangre del cuerpo con rapidez, ya comenzaba a quemarle.

─¿Encontraste algo en la habitación? espero que no hayamos entrado en vano.── Pregunto Perséfone, quitándose toda la ropa sucia mientras se metía en la tina que lleno con anterioridad. ──Yo encontré algo interesante.

──Encontré el diario de mi padre, o bueno... de quién creía que era mi padre. Y cuenta absolutamente todo.── Las mejillas de Komori se tiñeron de rojo al ver a su compañera desnuda, por lo que decidió apartar la vista mientras se sentaba en el suelo, justo al lado de la tina. ──Según relata, me encontró en la puerta de su iglesia cubierta de sangre, estuve al borde de la muerte pero alguien hizo un transplante de corazón y logró salvarme.

Alguien me hizo un transplante de corazón...

─¿Transplante de corazón?── Inquirió confundida la contraria, limpiándose rápidamente.

──Eso es lo que dice mi padre... al igual que también dice que desde mi nacimiento yo soy propiedad de Karlheinz, el rey vampiro...

Transplante de corazón...

»──Poco después de que me encontró, un señor habló con él y anuncio que cuando cumpliera los 16 yo me convertiría en novia de sacrificio, ya que a esas edad mi cuerpo y corazón ya estaban listos para complacer al rey vampiro.

Mi cuerpo y corazón ya estaban listos...

Perséfone comenzó a entender todo y a medida que la rubia continuaba con su relato, comprendía todo a la perfección. Cordelia no solo no había muerto, sino que alguien había trasladado su corazón al cuerpo de Yui, la princesa de los demonios se tomó el tiempo necesario para poder reencarnar en un nuevo cuerpo humano y lo haría en la próxima luna roja que se acercaba en cuestión de tiempo.

──Yui... por todos los dioses, es por esa razón que ves a aquella mujer. Tu corazón le pertenece a ella. ── Exclamó, atónita. ──Ahora entiendo absolutamente todo, porqué tú escencia se sentía así, tu olor... finalmente comprendo porqué el alma de Cordelia jamás llegó al infierno o al Inframundo... Cordelia jamás murió, su alma está contigo y su corazón. Debo llamar a mi padre.

──¡P-Perséfone-chan! ¿A qué te refieres con que es su corazón?

──Tienes el corazón de la princesa de los demonios, la primera esposa de Karlheinz, Yui. Es por eso que le perteneces y es por eso que todos están locos por tu sangre. ── explicó rápidamente, saliendo de la tina y tomando una toalla para secarse de forma apresurada. ──Si estoy en lo cierto, todos estamos en grandes problemas. Puedes quedarte aquí un tiempo, tampoco te abuses y provoques que alguno de los idiotas destruya mi habitación, ¿si?

──P-Pero, Perséfone...── Antes de que pudiera decir algo, la recién nombrada salió del baño y entró nuevamente a su habitación.

Tomó un conjunto de ropa interior al azar y su clásica remera de 'Slipknot'. Algo le decía que ni su padre ni Karlheinz vendrían a la cena mensual después de todo lo ocurrido, tal vez ellos estaban detrás de esto. Abandonó el cuarto y bajó las escaleras con rapidez, ignorando a Reiji que seguramente la estaría buscando para regañarla y apenas llegó a la planta baja comenzó a buscar desesperada un teléfono. Su celular se había quedado sin batería y no esperaría a que esté prendiera para llamar a su progenitor.

──¿Qué necesitas, mujer obscena? ¿Acaso podrías ser un poco más silenciosa?── Se quejó Shu, quien se encontraba durmiendo en su sillón azul. ──Suficiente con el escándalo que provocaste hace un rato.

──Que tierno eres, vago, nos salve a todos por si lo olvidaste.── Protestó, acercándose a él. Se estaba olvidando de su herida aún abierta pero era tarde, el vampiro ya lo había notado. ──Necesito un teléfono, debo comunicarme con mi padre lo antes posible. ── Respondió, sentándose en un costado del sillón que el rubio estaba utilizando.

Aunque duro poco tiempo en aquél pequeño espacio ya que el primer Sakamaki la tomó de las muñecas y la colocó sobre él, impidiendo que saliera con facilidad.

──¿Acaso ya te enamoré, Shu?

──Vienes como si nada con la pierna sangrando...provocando, ¿y piensas que no te haré nada? ── Habló él, agarrándola fuertemente de la cintura mientras que con su otra mano rodeaba su cuello, sin ejercer demasiada fuerza. ──Ya todos sabemos que Raito te mordió... todo tu discurso de que nadie puede hacerlo lo echaste a perder, así que no esperes que me contenga ante tí.── Su mano en la cintura fue descendiendo lentamente hasta llegar a la herida en el muslo, donde mojó descaradamente sus dedos en el icor y los llevo a sus labios.

Perséfone rió, colocando sus manos en las mejillas del contrario.

──No te pongas celoso, bella durmiente. Sabes, me encantaría ser mordida por ti... ── Admitió sin una gota de vergüenza. Le gustó demasiado cuando Raito la mordió, tal vez disfrutaría igual o incluso mejor con el hermano mayor.

──¿Quién te dijo que te mordería?── Se burló él, soltando a la diosa griega, quien abrió los ojos levemente con sorpresa. ──Ahora vé, en teléfono está en mi habitación, ¿no era que tenías prisa, mujer lasciva?

Como lo suponía, ni su padre ni el rey vampiro habían respondido a su llamada, y eso que fueron varias llamadas, Perséfone era muy persistente. Rendida ante el fracaso, colgó el teléfono y salió de la habitación de Shu, caminando lentamente por el largo pasillo. Ya no comprendía absolutamente nada de lo que estaba por ocurrir.

──Por todo el Olimpo, me volveré loca si sigo así mucho tiempo.── Murmuro, llevando sus manos a su rostro. ──Me parece que no estoy aquí solo por un simple matrimonio, ¿qué me estará preparando el destino? ¿Perder toda mi cordura?

A pesar de estar absorta en sus pensamientos, pudo distinguir no muy lejos como una suave melodía de un piano sonaba. ¿Era algún truco de alguna sombra o algún Sakamaki sabía tocar aquel instrumento? Ya no confiaba en absolutamente nada, pero la curiosidad siempre fue más fuerte, por lo que decidió seguir el sonido.

Cuando encontró el salón de música, se recostó sobre el marco de la puerta, observando -sorprendida- como los dedos de Raito tocaban con agilidad las teclas del piano, creando una suave melodía.

──Are, princesa-chan, puedes tomar asiento aquí conmigo y admirarme más de cerca. ── Habló divertido el vampiro, sin apartar la vista del instrumento.

Perséfone sonrió y rápidamente se recostó en el asiento del piano, descansando su cabeza sobre el regazo del contrario, desde allí abajo tenía una perfecta vista del precioso rostro de él.

──No sabía que eras tan bueno tocando el piano... ¿acaso sabes tocar algún otro instrumento? ── pregunto ella, alzando su mano para jugar con los mechones de cabello rojo que colgaban a los lados del rostro de su compañero.

──¿De dónde crees que viene mi agilidad con los dedos, Perséfone?── Pregunto divertido, provocándole una risa escandalosa. ──También sé tocar el violín, ¿y tú, princesa? ¿O acaso esas manos solo sirven para masturbarte?

Ante aquella pregunta, el vampiro solo se ganó un codazo por parte de su compañera, quien se levantó de su regazo para observarlo desafiante.

──Al igual que tú, también sé tocar el piano y varios instrumentos más, pero no creo que logres alcanzarme en un dueto. ── se burló de él, quien en ese instante dejó de tocar para permitirle el paso a ella. ──Oh, ¿acaso quieres probarme?

──Todo tuyo, princesa-chan.

La griega tomó aire y dirigió sus dedos al piano, hacía bastante tiempo que no lo tocaba pero sabía que aún no perdía su toque. Así que, con un poco de miedo, comenzó a tocar 'The piano duet'

──El cadáver de la novia, que hermosa película. ── Susurró él, uniéndose al dueto a los pocos momentos.

Era la primera vez para ambos luego de tanto tiempo que disfrutaban tocar el piano y mientras lo hacían se notaba una química que iba más allá de lo carnal, los amantes lo sintieron aunque prefirieron guardar silencio por el momento. Mientras pasaba la parte de Raito, Perséfone lo observó de reojo. Jamás lo había visto con aquella serenidad, dejando su personalidad gatuna de lado, podía admitir que le atraía incluso más. El contrario hizo exactamente lo mismo, jamás había logrado ver a la griega disfrutando de algo tranquilamente, dejando su arrogante y orgullosa personalidad de lado.

Aquél dueto de piano había despertado algo en los dos, un sentimiento nuevo para ambos.

Finalmente, la última nota fue tocada por la fémina, quien volteo a ver a su compañero con una sonrisa en el rostro.

──Creo que hacemos un dueto realmente hermoso, ¿no lo crees, Perséfone-chan?

──Pienso lo mismo, Raito-kun.








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