𝐢𝐢𝐢. the inner eye and lessons

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


capítulo tres
EL OJO INTERIOR Y CLASES

Aurora se levantó temprano para la primera mañana de clases. O al menos tan temprano como pudo. Se puso el uniforme y se arremangó la parte superior de la falda, se metió la camisa blanca dentro de la falda y cogió el jersey. Se miró rápidamente en el espejo y, satisfecha, salió de su dormitorio.

Se dirigió al Gran Comedor. Se sentó y saludó rápidamente a Fred y George, que se habían unido a ellos esta mañana. Harry estaba claramente de mal humor.

—¿Qué pasa contigo? —preguntó ella, lanzándole una mirada—. ¿Descubriste que otro profesor tiene a Voldemort creciendo en la parte de atrás de su cabeza?

—No, fue Malfoy —le explica Ron—. Es difícil de creer que ustedes dos seáis primos. Sois tan opuestos.

Ni siquiera se molestó en preguntar qué había hecho esta vez.

—Ese imbécil —dijo George sin alterarse— no estaba tan gallito ayer por la noche, cuando los dementores se acercaron a la parte del tren en que estábamos. Vino corriendo a nuestro compartimento, ¿verdad, Fred?

—Casi se moja encima —dijo Fred, mirando con desprecio a Malfoy.

—Yo tampoco estaba muy contento —reconoció George—. Son horribles esos dementores...

—Se le hiela a uno la sangre, ¿verdad? —dijo Fred.

—Pero no os desmayasteis, ¿a que no? —dijo Harry en voz baja.

—Harry, podría haberle pasado a cualquiera. Ése es literalmente el trabajo de los dementores —le dice Aurora, haciendo que él la mire brevemente. Se inclinó sobre la mesa y le sacudió la cabeza—. ¡Te quitan toda la felicidad!

—Tiene razón —menciona George, apartando la mirada de Aurora—. Mi padre tuvo que ir una vez a Azkaban. Y dijo que era el lugar más horrible en que había estado. Regresó débil y tembloroso... Los dementores absorben la alegría del lugar en que están. La mayoría de los presos se vuelven locos allí.

Aurora miró hacia abajo. Así que eso es por lo que había pasado su padre todos los días mientras estuvo allí.

—De cualquier modo, veremos lo contento que se pone Malfoy después del primer partido de quidditch —menciona Fred—. Gryffindor contra Slytherin, primer partido de la temporada, ¿os acordáis?

Tanto Harry como Aurora estaban en el equipo. Él llevaba en él desde primer año, y ella desde el año pasado. Esto fue sólo porque el último cazador dejó la escuela. Los dos gemelos les enviaron sonrisas antes de irse.

Hermione se aprendía su nuevo horario:

—Bien, hoy comenzamos asignaturas nuevas —dijo alegremente.

—Oh, qué divertido —dice Aurora sarcásticamente, se lo quita suavemente de las manos, y lo mira. Estaba apuntada a diez clases—. Te han estropeado el horario. Te han apuntado a demasiadas asignaturas.

Ante esto, la castaña le lanza una mirada antes de contestar.

—Ya me apañaré. Lo he concertado con la profesora McGonagall.

—Pero mira —Ron se lo quitó de las manos—, ¿ves la mañana de hoy? A las nueve Adivinación y Estudios Muggles y... —Ron se acercó más al horario, sin podérselo creer—, mira, Aritmancia, todo a las nueve. Sé que eres muy buena estudiante, Hermione, pero no hay nadie capaz de tanto. ¿Cómo vas a estar en tres clases a la vez?

Casi parecía que a veces Ron disfrutaba molestando a Hermione, aunque ella no parecía notarlo.

—No seas tonto —dijo Hermione bruscamente—, por supuesto que no voy a estar en tres clases a la vez.

—Bueno, entonces...

—Pásame la mermelada —le pidió Hermione.

—Pero...

—¿Y a ti qué te importa si mi horario está un poco apretado, Ron? —dijo Hermione—. Ya te he dicho que lo he arreglado todo con la profesora McGonagall.

Harry y Aurora intercambiaron miradas.

—Como sea —dice ella, dirigiéndose a Harry mientras los otros dos se fulminan con la mirada—. ¿Estás emocionado por tener a Hagrid como nuestro profesor? Yo sí.

—Sí, bastante. Hagrid será el hada de los Gryffindor, a diferencia de Snape —explicó Harry—. Ojalá podamos ganar más puntos de la casa este año, y ganar la copa.

Los tres salieron hacia Adivinación, pensando que sería fácil de encontrar. Después de unos largos veinte minutos de carrera, y de engañar a un caballero-retrato para que les indicara dónde estaba la clase, encontraron el aula. Aurora se sentó en el suelo encima de un pequeño cojín con una bola de cristal y una taza de té encima de la mesita frente a ella.

—Bienvenidos, queridos. En este cuarto, exploraréis el misterioso arte de la Adivinación. En este cuarto, descubriréis si sois poseedores de la Visión. Hola, soy la profesora Trelawney. Juntos vamos a sumergirnos en los misterios del futuro. Uno tiene el don o no lo tiene. No se puede adivinar en las páginas de un libro. Los libros sólo nublan los ojos interiores de uno.

Los ojos de Aurora miraban fijamente a la mujer; un tupido pelo castaño enmarcaba su rostro, con unas gafas del tamaño de una taza de té sentadas en su larga y puntiaguda nariz.

—Vaya sarta de bobadas —dice Hermione de repente.

La cara de Ron se convirtió en confusión mientras miraba hacia ella.

—¿De dónde has salido tú?

¿Yo? He estado aquí todo el rato.

—No, no es verdad...

—Ron, por favor, estoy tratando de escuchar esto —interrumpió Aurora.

Harry resopló. La chica levantó una ceja y se volvió hacia él. Sus labios estaban en una línea apretada y trataba de no reírse. «¿Perdona?». Cuando se volvió hacia ella, le hizo un gesto para que hablara.

—Tú nunca escuchas en ninguna de nuestras clases —dijo él con toda naturalidad y una ceja arqueada—. A menos que alguien se haya apoderado de tu mente, esto te da exactamente igual.

Aurora no tuvo tiempo de responder, ya que la profesora Trelawney se acercó a su mesa y, con un rápido movimiento, la golpeó haciéndolos saltar a todos. Ella dejó escapar un fuerte ruido, Harry rebotó hacia atrás, Hermione se encendió y Ron escupió.

—¡¿Qué demonios?!

—Tu aura da paso a la muerte, ¿estás en el más allá? Ahí te veo yo. Los posos, dime qué ves.

Aurora sonrió burlona.

—Aw Ronny, tu Aurora da paso a la muerte.

Ron murmuró algunas blasfemias en voz baja antes de empezar a hablar.

—Por favor, no empieces con los juegos de palabras-

—No lo voy a hacer, no te preocupes —Aurora puso los ojos en blanco—. Sólo mantén tu aura bajo control y todo estará bien. .

Dean y Seamus le chocaron los cinco.

—Bueno. Veo que Harry tiene una cruz torcida —respondió Ron a la profesora, consultando Disipar las nieblas del futuro—, significa agobio y sufrimiento. Y que podría brillar el sol-- eso es felicidad. Ósea... que vas a sufrir, pero eso te va a dar bastante felicidad.

Pervertido —un codazo en las costillas por parte de Hermione le hizo soltar un quejido

—Déjame ver eso, querido —le dijo a Ron, en tono recriminatorio, y le quitó la taza de Harry. Todos se quedaron en silencio, expectantes.

La profesora Trelawney miraba fijamente la taza de té, girándola en sentido contrario a las agujas del reloj.

—El halcón... querido —gritó Trelawney a Harry—, tienes un enemigo mortal.

«Eh, ¿Voldemort?», pensó Aurora.

Aurora observó cómo las hojas se convertían rápidamente en una calavera.

—La calavera... peligro en tu camino...

Una vez más, las hojas cambiaron.

—Oh, mi pobre niño... Muchacho... Tú tienes el Grim.

—¿Crin? ¿Tiene una crin?

—No crin, idiota. El Grim.

—"Adopta la forma de un perro espectral gigante, uno de los más oscuros augurios. Es un presagio... de muerte." —Lavender Brown comenzó a explicarlo en el fondo de la clase.

—N-No creo que se parezca a un Grim —dijo Hermione rotundamente.

La profesora Trelawney examinó a Hermione con creciente desagrado.

—Perdona que te lo diga, querida, pero percibo muy poca aura a tu alrededor. Muy poca receptividad a las resonancias del futuro. Los libros no lo son todo en la vida.

Aurora se quedó con la boca abierta.

—Sólo voy a coger mis cosas-

Hermione la miró por un momento contemplando antes de levantarse y con un rápido movimiento empujó la bola de cristal al suelo. Aurora dio un salto al escuchar el sonido, lo que hizo que se le cayera la taza que tenía en la mano, salpicando en múltiples pedazos.

—Hermione, ¡quería quedarme con esta taza! —brama mientras la castaña se va.

La lección terminó en breve y todos recogieron sus tazas y se las entregaron a la profesora antes de salir del aula, excepto Aurora, que se quedó con su taza agrietada.

—Aurora, querida, por favor, tráeme esas tazas de té... —justo cuando salía por la puerta la mujer la llamó para que volviera.

—Por eso no voy a clase —murmura mientras recoge las pocas tazas.

Aurora miró fijamente una de ellas y fue a entregársela a la profesora mientras el resto de los alumnos salían de la clase. Vio cómo las hojas se convertían lentamente en un corazón palpitante. Lo miró una vez más y vio que, efectivamente, era un corazón palpitante.

( No había visto eso antes )

—Profesora, ¿qué es esta lectura?

Se dio la vuelta mientras ella miraba la taza de té, su labio inferior se formó hacia abajo, y sus rasgos se arrugaron en un suspiro mientras sus ojos se cristalizaban.

—Mi amor, te pareces mucho a tu madre. Ella también poseía el don. Aunque sus poderes pueden haber sacado lo mejor de ella a veces.

Aurora se detuvo en seco. Tragando un fuerte jadeo, miró a la mujer mientras se acercaba. Sus ojos grises salpicados de esperanza. ¿Su madre? Nunca había escuchado a nadie hablar de su madre, por eso su reacción fue tan tardía.

—¿Conocía a mi madre?

—Oh, sí, yo fui una de las que le habló de sus poderes.

«¿Poderes? ¿Como Magia? ¿Pero nadie llama poderes a la Magia hoy en día?».

—No sé exactamente a qué te refieres. Sí, mi familia materna es de buenos magos y brujas. Pero, ¿a qué te refieres con poder?

Aurora sintió que su mano izquierda se movía. Lo ignoró.

—El poder de la resur-

¡Godric! Aurora, ¿quieres darte prisa? —interrumpió Ron mientras asomaba la cabeza por la puerta, con Harry a su lado, haciendo un gesto hacia el pasillo—, a la profesora McGonagall le dará un ataque si llegamos tarde.

Y desgraciadamente para Aurora, nunca obtuvo su respuesta, hasta dos años después.


Aurora estaba sentada al fondo de la clase de Transformaciones con la cara hundida entre las manos. Sabía que tenía una mirada agitada presente en su rostro.

¿La profesora Trelawney conocía a su madre? Aunque no se había preocupado mucho por su madre (o eso se decía a sí misma), le seguía interesando.

Aunque parecía psicótica, ¿por qué iba a mentir sobre algo así?

Nunca supo nada de su madre. Las únicas personas que conocía que hablarían de ella eran sus abuelos.

Estaba tan absorta en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta de que la profesora McGonagall se había transformado en una gata atigrada con marcas de gafas alrededor de los ojos.

Algo que Aurora siempre ha encontrado interesante.

El pensamiento de que un ser humano pueda convertirse en un animal era algo a lo que nunca se acostumbraría. Deseaba convertirse en uno más que nada, pero la ley no lo permitía hasta que no tuvieras más de dieciocho años. Pero las reglas nunca la detuvieron.

—¿Qué os pasa hoy? —preguntó la profesora McGonagall, recuperando la normalidad con un pequeño estallido y mirándolos—. No es que tenga importancia, pero es la primera vez que mi transformación no consigue arrancar un aplauso de la clase.

—Bien. Me ofrezco voluntaria —Aurora frunce el ceño y luego le ofrece a la profesora un solo aplauso antes de volver a sentarse, desplomándose en su asiento.

Todos se volvieron hacia Harry, pero nadie dijo nada. Hermione levantó la mano.

—Por favor, profesora. Acabamos de salir de nuestra primera clase de Adivinación y... hemos estado leyendo las hojas de té y...

—¡Ah, claro! —exclamó la profesora McGonagall, frunciendo el entrecejo de repente—. No tiene que decir nada más, señorita Granger. Decidme, ¿quién de vosotros morirá este año?

Todos la miraron fijamente.

—Yo —la voz de Harry surgió desde el otro lado del aula.

Aurora casi podía imaginarlo poniendo los ojos en blanco.

Aurora se agitó el pelo.

—Harry, hay muchas más posibilidades de que muera yo en los próximos cinco o seis años con mis peligrosas habilidades y la necesidad de salvar a otros.

—Ya veo —dijo la profesora McGonagall, clavando en Harry sus ojos brillantes y redondos como canicas—. Pues tendrías que saber, Potter, que Sybill Trelawney, desde que llegó a este colegio, predice la muerte de un alumno cada año. Ninguno ha muerto todavía. Ver augurios de muerte es su forma favorita de dar la bienvenida a una nueva promoción de alumnos. Si no fuera porque nunca hablo mal de mis colegas... —La profesora McGonagall se detuvo en mitad de la frase y los alumnos vieron que su nariz se había puesto blanca. Prosiguió con más calma—: La adivinación es una de las ramas más imprecisas de la magia.

—Profesora Gon Gon, por eso usted es mi profesora favorita —la voz de Aurora retumbó desde el fondo de la clase mientras se recostaba en su silla con una mueca.

—Gracias, señorita Black, por el comentario —dijo ella estrictamente, aunque con una pequeña sonrisa en la comisura de los labios.

La clase transcurrió sin problemas después de eso, y en la siguiente clase estaban afuera parados en un círculo irregular en un área con candado. Una fresca brisa pasó a través de sus brazos, considerando que estaban afuera no era sorprendente, además del hecho de que Aurora sólo llevaba la camisa blanca de la escuela.

—Dame un abrazo —menciona Aurora a Harry, quien extendió sus brazos sonriendo.

—¿Por qué?

—Sólo quiero uno tuyo.

Ron alzó una ceja.

—¿Puedo tener uno yo también?

—No —dijeron Aurora y Harry al mismo tiempo.

Hermione seguía enfadada.

—La profesora Trelawney es una broma como profesora.

—Esa sí que es una buena mentalista —dijo Aurora apartándose del pecho palpitante de Harry—. Ya oíste lo que dijo la profesora Gon Gon, predice la muerte de un alumno cada año, y dijo que la adivinación es una de las ramas más imprecisas de la magia. No sabía que Gon Gon pudiera ser tan salvaje.

Por favor, ¿podrías empezar a llamarla McGonagall? Y Aurora, no es completamente inerrante, esa lección es una sarta de bobadas de todos modos —la cara de Hermione se convirtió en una mirada de asco.

Harry y Aurora compartieron una mirada.

—Sólo estás enfadada porque no eres buena en eso —replicó Ron.

Mientras los dos discutían, Harry y Aurora hablaban de sus mechones perfectos. Su tema favorito.

—Todo el mundo dice que tengo el mejor pelo. Quiero decir, vamos, míralo —se señala a sí misma y luego se agacha suavemente y entrelaza su mano y la de Harry, colocando la mano del chico a un lado de su cabeza. El azabache dudó en mover su mano—. Mira. ¡Prácticamente se cepilla solo ahora!

—Aritmancia es muchísimo mejor y te equivocas Ronald, no me importa si tengo éxito o no en una clase de tan bajo nivel... a diferencia de ti.

Ron resopló.

—Creo que la adivinación es algo muy impreciso —continuó Hermione aunque Aurora deseó que no lo hubiera hecho debido al volumen de su voz—, si quieres saber mi opinión, creo que hay que hacer muchas conjeturas.

—No había nada de impreciso en el Grim que se dibujó en la taza —dijo Ron acalorado, entrecerrando los ojos en su dirección.

—Aritmancia es al mismo tiempo que...

—¡Acercaos todos a la cerca! Aseguraos de que tenéis buena visión. Lo primero que tenéis que hacer es abrir los libros...

Instruyó Hagrid cortando lo que Aurora iba a decir acerca de que las dos materias eran al mismo tiempo.

Hagrid había sido el cuidador del colegio desde su primer año. Era una de las muchas personas de Hogwarts a las que los Gryffinfour confiaban muchas cosas. Estaba bastante nervioso por ser profesor en Hogwarts, esta mañana en el desayuno dijo que llevaba despierto desde las cinco de la mañana.

—Dios, esto va de mal en peor. Verás cuando mi padre se entere de que éste inútil nos da clase —siseó Draco desde el otro lado del pequeño espacio de hierba, con los ojos entrecerrados hacia Hagrid, que intentaba bajar algo del cielo.

Aurora se adelantó con los brazos cruzados mientras una chispa de ira se acumulaba en su interior, una ira que no tuvo ninguna intención de controlar.

—¿Cómo está tu padre, Draco? ¿Sigue siendo un imbécil bueno para nada como su hijo? —resistió el impulso de sacar su varita.

Draco giró bruscamente la cabeza hacia ella.

—No hables así de mi padre. Al menos mi padre no ha estado en prisión.

Aurora se llevó una mano al corazón, burlona.

Todavía no, pero estoy segura de que desde que Sirius escapó de Azkaban hay una celda de repuesto.

—Traidora a la sangre.

Harry caminó hacia adelante mientras miraba con rabia al chico de pelo rubio platinado.

—Cállate, Malfoy.

Extrañamente, los ojos de Draco se abrieron de par en par mientras retrocedía asustado, y con un dedo tembloroso señalaba detrás de Harry.

¡Un dementor! ¡Un dementor!

Harry, que había expresado su temor hacia los dementores, se giró de inmediato, sólo para ver nada, una fuerte carcajada provino del trío de Slytherin, Draco, Blaise y Crabbe, que se subieron las capuchas de las túnicas sobre la cabeza.

Aurora estiró la mano, agarró una rama del árbol, y la lanzó con precisión sobre Draco, tirando su manzana al suelo.

Draco bajó la mirada parar mirar la manzana en el suelo.

—¿Por qué has hecho eso?

—No lo sé —se aleja, extendiendo las manos con una sonrisilla—. Está bien, sin embargo, estoy segura de que tú y las manzanas hacéis un montón de cosas juntos en vuestro tiempo libre.

Un segundo después, sus risas fueron interrumpidas cuando una gran criatura bajó volando del cielo. Una sonrisa se dibujó en sus rasgos mientras agradecía en silencio a Harry, cuyas mejillas estaban sonrojadas.

Aurora miró a la criatura que acababa de bajar volando frente a ellos, sin dar un paso atrás. Tenía el cuerpo, las patas traseras y la cola de caballo, pero las patas delanteras, las alas y la cabeza de águila gigante. El pico era del color del acero y los ojos de un naranja brillante. Las garras de sus patas delanteras eran de quince centímetros cada una y parecían armas mortales. Llevaba un collar de cuero grueso alrededor del cuello, atado a una larga cadena. Hagrid sostenía en sus grandes manos el extremo de la cadena.

Aurora se dio la vuelta viendo como las únicas personas que seguían en su sitio eran ella y Harry. Miró hacia atrás, hacia Hermione y Ron, sus ojos se abrieron de par en par mientras lo hacía, sus manos estaban de alguna manera entrelazadas, y en un segundo, cuando se dieron cuenta, separaron sus manos mientras miraban hacia otro lado.

Hagrid explicó que la criatura se llamaba Hipogrifo, lo que también supuso conocer las reglas ; 1 . Los hipogrifos son muy orgullosos y se molestan con mucha facilidad, por lo tanto, nunca ofender a uno porque puede ser lo último que hagas. 2. Esperar siempre a que la criatura haga el primer movimiento. Luego explicó cómo manejar a uno.

—Eh, bien, ¿quién quiere ser el primero?

Como respuesta, la mayoría de la clase se alejó aún más.

—¿Nadie? —preguntó Hagrid con voz suplicante.

—Oh no, estoy a punto de tomar otra decisión despreocupada sin pensar —murmuró Aurora.

Harry fue a detenerla rápidamente pero ella habló:

—Yo lo haré.

Aurora se adelantó con una sonrisa arrogante mientras se pavoneaba hacia la cerca.

No era una sorpresa para nadie que ella hubiera sorprendido voluntariamente para hacer algo arriesgado. Mientras se acercaba y trepaba por la cerca del prado.

—Espera. Yo también lo haré —Harry se adelantó y saltó la cerca, acercándose hasta situarse al lado de Aurora, que estaba de pie con un aspecto diez veces más seguro que él.

Hermione y Ron intercambiaron una mirada.

—Sabía que querías hacerlo —dijo Aurora con una sonrisa perezosa en dirección a Harry.

Harry no respondió, sólo se pasó una mano por el pelo con una leve sonrisa.

—¡Muy bien chicos! —gritó Hagrid—. Veamos cómo os lleváis con Buckbeak.

—Tranquilos ahora —advirtió Hagrid mientras señalaba a la criatura—, ya tenéis contacto visual, ahora intentad no parpadear. Los hipogrifos no confían en ti si parpadeas demasiado...

Aurora se quedó mirándolo dando un pequeño parpadeo cada pocos segundos.

Harry no parpadeó durante unos treinta segundos, haciendo que empezaran a irritarse hasta que Aurora le dio un codazo en el costado con una pequeña sonrisa.

Harry y Aurora hicieron una pequeña reverencia.

Alargó la mano vacilante y acarició el lado de la cara de la criatura, un escalofrío subió por su mano izquierda cuando la criatura se acurrucó en el lado de su palma. Miró hacia Harry, que sonreía mientras hacía lo mismo, el hipogrifo cerró los ojos perezosamente.

La clase rompió en aplausos. Todos excepto Malfoy, Crabbe y Goyle, que parecían muy decepcionados.

—Bien, entonces, vosotros dos —dijo Hagrid sonriendo mientras juntaba sus manos—. ¡Creo que ahora os dejará montar!

Aurora sonrió y en pocos segundos Hagrid la subió a la criatura, con manos temblorosas envolvió con vacilación el cuello de la criatura.

Harry se quedó boquiabierto.

—Yo... eh... no.

—¿Asustado de perder tu masculinidad?

Se burló ella con una ceja levantada mientras extendía la mano hacia él. Harry solía ser tan imprudente como ella cuando se trataba de esas cosas.

Y a decir verdad, dondequiera que fuera Aurora, Harry la seguiría.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro