IV

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INFERNO
Capítulo 7

En la habitación en penumbra, donde la luz de las velas pasa por debajo de la vieja puerta de madera, Risoku, la pobre joven de ojos verdes se encuentra encerrada, sentada al borde de la cama, llorando mientras sus manos cubren su rostro. No saber cómo resolver la situación realmente le parece tan complicado, incluso muy difícil escapar de la realidad que sufre.

—Permiso —el sonido de la puerta tocando, acompañado de la voz del chico semiarraigado, hace que Risoku reaccione y se seque las lágrimas de los ojos con sus manos y antebrazos apresuradamente.

—Adelante —asintió mientras recupera su perfil de persona tranquila.

El largo crujido de la madera hace eco en la habitación cuando el chico abre lentamente la puerta. A través de la oscuridad, distinguió la espalda de la humana sentada en la cama. Él no necesita leerle la mente (a pesar de que tiene consciencia de que le ha puesto un hechizo antitelepático) para saber que no quiere mirarlo a los ojos.

—¿Qué se le ofrece? —Risoku preguntó.

—Um... ¿hablar? —respondió Kodoku.

—¿Era una pregunta o una respuesta? —ella inquirió, mirándolo por encima del hombro y con una ceja arqueada.

—No importa. ¿Tienes otra pregunta que hacerme?

—¿Qué quieres? No creo que estás aquí para hablar, es obvio que no te agrado —Risoku dejó de mirarlo y se hizo un ovillo.

—Yuki me obligó a charlar contigo. Quiere que me disculpe por lo que te dije. Aunque claro, si no me disculpo no me dejará cenar en paz.

—Tú solo piensas en la cena. Por eso viniste aquí, ¿verdad?

—¿Qué? ¿Lo que te dije antes te dolió solo porque es verdad?

—¡Sí! —exclamó Risoku y se vuelve hacia él, con una mirada exasperada. Kodoku se lleva la sorpresa por su reacción tan repentina, aunque era de esperarse —¡¿Qué?! ¡¿Crees que es fácil soportar el dolor toda la vida?! Solo traté de seguir adelante, tener una vida feliz. No es mi culpa que las personas sean como son, ¿y por eso tienes que hablarme tan cruel conmigo, igual que los demás solo por ser humana?

—Soy un demonio, humana. ¿Qué esperabas de mí? —Dijo con voz cínica —Solo porque decidí ayudarte, ¿crees que mereces que yo te trate bien, con respecto?

—Al menos ten un poco de cortesía, ¿sabes? Lo... Lo crees o no, los humanos tenemos algo tan especial que ningún ser no tiene: el corazón y el alma. Nos permite sentir y apreciar la vida por corta que sea. Verás, cada momento es algo único... De verdad, la vida es bella si la ves desde otra perspectiva, ¿no la ves tú también?

—No, lo único que aprendí de niño sobre los humanos fue que ellos pueden derramar sangre en nombre del señor, por justicia, por venganza o simplemente por rabia psicótica. Eso es un hecho.

—¿Pero entonces, por qué los demonios hacen lo que hacen? No tuvimos la culpa en primer lugar. Se manifestaron desde el principio y nos masacran a todos, seamos inocentes o no.

—Estás equivocada —respondió Kodoku con seriedad. Luego se levanta de la cama y se para frente a la niña de ojos verdes —Si tenían algo que ver, especialmente conmigo.

—Co... ¿Cómo qué? —Risoku se pone nerviosa, ya que no puede negar que la actitud del chico es intimidante.

—Todo culpan al diablo. ¡Ja! Son completas patrañas. La humanidad, la especie que se creía superior, antes de que existieran los demonios, ¿qué hacían? ¿Se amaban unos a otros? No. Vivieron en peleas generación tras generación. ¿A eso lo llaman paz? Su "paz" es guerra. Miren cómo dejaron al mundo y sus consecuencias: pobreza extrema, hambre y muerte. Solo les digo que ustedes son el resultado de este mundo podrido por su culpa.

—¡YA BASTA! —gritó Risoku, las lágrimas brotaban de sus ojos y también apretaba los puños con ira —¡Ya no soporto escuchar tus groseras palabras! ¿Me escuchaste, monstruo?

Enojado, Kodoku hace un movimiento repentino agarrándola del cuello y dejándola de puntillas. Los ojos de la chica, que antes estaban enojados, rápidamente se llenaron de pánico.

—¡Escúchame, maldita humana! —Kodoku amenazó por lo bajo —No dejaré que alguien tan insignificante como tú me grite así. Será mejor que te ubiques...

Mientras tanto, preocupada y alarmada, Yuki irrumpe en la habitación pateando la puerta tras escuchar los gritos.

—¡¿Qué está sucediendo?! —La peliblanca vio como su hermano agarra del cuello a la ojiverde, mientras que ella intenta librarse de él —¡Kodoku, suéltala!

Kodoku la soltó de inmediato, dejándola caer al suelo. Risoku se agarra la garganta tosiendo mientras trata de recuperar el aliento con dificultad.

—¡Qué diablos, Kodoku! ¿Te has vuelto loco? —Yuki protestó enojada. Kodoku no dice nada y se aleja —¡Oye, no, no, no, no! ¡Los problemas no se escapan, se asumen! —Yuki protestó enojada.

El brazo de Kodoku se enciende al rojo vivo, quemando un poco la mano de Yuki.

—¡Auch! —la peliblanca agita la mano quejándose.

Cuando Yuki soltó la mano de Kodoku, notó que él no se atreve a mirarla a los ojos, como si perdiera el coraje de hacerlo. Kodoku se va en búsqueda de un espacio alto y solitario para poder reflexionar en ello.

Grosse Handelsstadt
Eiserne Nation

Mientras tanto, en la entrada del pueblo, cerca de la mercadería, los fuertes vientos nocturnos recorren parte de la basura que está en las frías calles, atravesando tiendas y puestos completamente cerrados hasta llegar a las paredes de un edificio de ladrillo de tres pisos, el mismo que Kodoku y Yuki subieron anteriormente durante el día.

En el balcón estarían dos de los guardias de Tetsu en el puesto de vigilancia, charlando con un colega que fue despedido por las heridas que recibió, así como por su "negligencia". El exguardia, llamado Iván, aún insistía en que alguien le golpeó por sorpresa y luego lo lanzaron del edificio, que por cierto fue un milagro que sobreviviera, aunque ha recibido ciertas heridas, como fractura del brazo derecho, por ejemplo.

—No entiendo, realmente no sé cómo, pero... sé que alguien me golpeó y me caí del edificio —insistía Iván, el exguardia.

—¡Jajaja! Sí, por supuesto —rió su amigo, quien tenía una rubia barba en su rostro —. Te conozco Iván, está claro que bebiste un buen vino, te mareaste y terminaste cayéndote del edificio. Te ganaste las heridas de la caída, es lógico que así sea.

—Un misterio o una torpeza, que importa, ya no puedes volver al trabajo —respondió el otro guardia joven, haciendo que Iván se desanimara aún más de lo que ya está.

—Mierda, es verdad —Iván se rascó la nuca.

—Pero no te preocupes, para eso nos tienes —recordó feliz su amigo barbudo —. La próxima vez que nos veamos, juntaremos todo el dinero para ofrecerte la mejor comida y bebida. Considéralo como la mejor despedida de tu trabajo, por lo menos en cualquier caso.—Y no te olvides de las mujeres, je, je —se rió burlonamente su compañero joven.

La noche no solo será larga, también será sangrienta para estos desdichados. La risa de los hombres desapareció inmediatamente después de que la cabeza, del joven amigo guardia, fuera devorada de un solo mordisco por un enorme perro demonio de 110 kilos. La pesadilla se hizo realidad para los dos hombres, viendo el cuerpo sin vida y sin cabeza de su amigo yaciendo en el suelo, desangrándose. La bestia asesina mordía el cráneo, despellejando la piel con sus dientes afilados para luego escupir el resto de los huesos del cráneo a un lado.

—¡Oh, mierda...! —el guardia barbudo quedó horrorizado.

Antes de que este moviera un solo dedo, otro perro demoniaco lo empuja con su hocico, aventándolo fuera del edificio. La caía fue tan dura, ya que el guardia se rompió el tobillo y la muñeca en el impacto.

Pero no termina ahí, ya que la bestia cae del edificio para silenciar el grito del guardia tirado en el suelo, arrancándole el cuello con sus afilados y enormes dientes para luego devorárselo junto con los otros perros demoníacos que lo acompañan en su festín.

Iván respira desesperadamente, el miedo comienza a nublarle la mente, ya que todo parece estar pasando muy rápido.

¡Te tengo, bolsa de carne!

El hombre se voltea para llevarse una desagradable sorpresa: detrás está lo que la gente lo llaman "El Hombre Lobo": un demonio bestial que devora por la noche junto con sus canes monstruosos. El lobo agarra al hombre por el cuello y lo hiere llevándolo con fuerza contra la pared. En un débil intento por liberarse y escapar de las garras del lobo antropomórfico, Iván cedió al darse cuenta de que estaba rodeado de varios perros demoníacos y hambrientos.

—¡No! Por favor...! ¡Piedad! —Iván suplicaba.

—¡Silencio! —interrumpió el lobo con su voz grave y amenazante —Quiero hacerte una pregunta: ¿Dónde está el Príncipe? —le muestra un pergamino que en lienzo ilustra a un joven de cabello oscuro, con una bufanda roja alrededor del cuello.

—¡No sé...! ¡Ahgr! —trató de hablar, pero el lobo lo inmoviliza contra la pared, lo que le hace sentir un dolor aplastante.

—¡No me mientas! Puedo sentir su olor en ti, es obvio que el Príncipe estuvo aquí. Última oportunidad para que te salves el culo de mis mascotas, ¿dónde está el príncipe? —alzó la voz mientras enseñaba los dientes, gruñendo de impaciencia.

Al no tener idea del aquel joven que el hombre lobo busca, Iván se orinaba mientras lloraba por la perdición. Luego comenzó a gritar a todo pulmón mientras cundía en pánico.

—¡AYUDA! ¡QUE ALGUIEN ME AYUDE!

—Entonces eres hombre muerto —aseveró el demonio —. ¡Muchachos!

El demonio arrojó al pobre hombre cerca de los perros. De inmediato, los perros grotescamente monstruosos se abalanzaron y comenzaron a devorárselo, empezando a mutilarle las extremidades hasta descuartizarlo por completo, dejándolo irreconocible.

—¿Lo encontraste? —a través de un telecomunicador en forma de una esfera cristalina pequeña, Erick le pregunta al lobo y este le responde lo siguiente:

—Ese crio es muy listo usando el hechizo antitelepático, pero jamás engañará el olfato de mis fieles mascotas. Así que puedo decir que se encuentra muy cerca de aquí.

Bien, pero recuerda: el rey lo quiere vivo.

—Vale, lo que tú digas, capullo —deja la esfera y se dirige a sus mascotas que casi terminan de devorar al cadáver de Iván —¡Oigan, sabandijas! —los perros se detuvieron para prestarle atención —busquen al niño y tráiganmelo vivo. ¡Vamos, olfateen y búsquenlo!

Las bestias olfateaban y rastreaban en búsqueda del príncipe, abandonando el lugar dejando que la luna brillara sobre el charco de sangre, carne y huesos de los tres desafortunados.

MIENTRAS TANTO...
Aldea abandonada de Grosse Handelsstadt

En lo alto de la torre de agua, Kodoku se recostó sobre el estanque de madera mientras observaba la luna y las estrellas. Tomaba profundos respiros y dejaba que el frío viento lo acariciara mientras reflexionaba sobre lo sucedido. A pesar de que su orgullo le dijera lo contrario, su conciencia sabía que había que disculparse y resolver el problema, por lo que, de repente, se levantó de mala gana y se lanzó de la torre, aterrizando sin problemas.

Suspiró y entró nuevamente en la casa. Todo estaba en calma; la cena todavía estaba fresca en el comedor, pero su hermana no estaba a la vista. Al acercarse a su habitación, la puerta estaba entreabierta, y se podía escuchar a Yuki y Risoku conversando en voz baja.

Kodoku entró a la habitación, mientras Yuki estaba sentada junto a Risoku, tomándole la mano, consolándola, ella veía a su hermano con una mirada furiosa y no sabía si realmente estaba molesta por lo que le hizo con Risoku o porque le quemó su mano a propósito.

—Yuki, ¿puedo quedarme a solas con la chica? Quiero hablar con ella —pidió Kodoku. Yuki lo miró con desconfianza.

—¿Seguro? —preguntó, alargando la palabra.

—Sí.

—¿Seeeguro? —volvió a preguntar, pero con un tono que alargaba la palabra más.

—Sí... —murmuró fastidiado.

—Bueno, espero que hayas bajado tus humos, ¿entendido? —se levanta de la cama y se va de la habitación, al mismo tiempo que cierra la puerta, dejándolos completamente solos. El chico liberó un largo suspiro, pero de repente Yuki abre la puerta nuevamente y les dice de broma: —Pero no hagan cosas raras, ¿okey? Especialmente a jugar al papá y mamá.

—¡Yuki! —reclamó Kodoku entre dientes.

Ella se ríe y cierra la puerta, dejándolos solos. Realmente esa niña no cambia, aunque haya pasado una inconveniencia de su hermano y la campesina, ella todavía tiene un alto estado optimista.

Entonces, la mirada de Kodoku se encuentra con la de Risoku, viéndola como ella esperaba lo que quería que él dijera, lo que ella esperaba oír y no se equivocó en lo esperado.

—Escucha, sé que fui duro contigo. Lo siento, ¿sí? Realmente la cagué —sus puños cerrados temblaban.

El miedo que sentía la chica de ojos verdes desaparece cuando se da cuenta de que el pelinegro siente algo que le dolía por dentro, como una empatía.

—Está bien, te disculpo —respondió Risoku en un tono suave y le dio una pequeña sonrisa —. Si quieres podemos hablar un rato.

—¿Y qué hay de la cena? —preguntó con los brazos cruzados.

—Podemos comer aquí. Claro..., si quieres.

El chico bajó los brazos y luego salió de la habitación, dejando la puerta abierta. Por su parte, Risoku pensó en muchas cosas: que si él no quería hablar y realmente quería terminar su cena, o quizás si quería, pero después de cenar primero. Ella no lo sabe exactamente, pero de alguna manera, comenzó a sentirse un poco mal porque él la dejó sola. Sin embargo, para su sorpresa, Kodoku no tardó en regresar, pero esta vez con los dos platos de carne de jabalí en sus manos. Con el pie, cerró la puerta para tener privacidad. Sin duda, él ha sido convencido.

—Bueno... —Kodoku camina hacia ella, sentándose a su lado en su cama, al mismo tiempo que le entrega su plato. Risoku lo acepta amablemente —¿De qué quieres hablar?

—Bu... Bueno, viniendo de un demonio como tú, es raro que tengas amabilidad de una humana como yo —decía ella.

La razón de por qué Risoku tenía nervios, es porque está muy consciente de que está frente a un arraigado, cosa que son las pesadillas del ser humano en ese mundo.

—Qué manera de imitarme, ¿eh? —Kodoku frunce el ceño.

—Lo siento —se encogió de hombros avergonzada. Aunque claro, lo que dijo ella fue irónico para el chico —. Es solo que... ¡Es verdad! Pensé que mi vida sería más miserable de lo que ya es —con su mano, Risoku se lleva un trozo de carne a la boca.

—¿"De lo que ya es"? —preguntó curioso.

—Eeh..., es algo... complicado —se entristeció, pero lo desvió con otro tema—. Oye, me he preguntado: ¿Por qué querían renunciar a las órdenes del Diablo?

—¿"El diablo"? ¿Te refieres al Rey Demonio? Él no es el "diablo" en realidad, el Rey del Unterwel es el primer arraigado que existió.

—¿El "primer arraigado" dices? —Risoku hizo un gesto con las preguntas que se hacía a sí mismo —¿Y cuál es la diferencia entre "Rey Demonio" y "El Diablo"? ¿No son la misma persona?

—No exactamente: el diablo es un espíritu maligno como lo llaman en la religión. Pero el Rey Demonio es el apodo que los humanos lo llamaron al primer arraigado hace siglos. Pero no son los mismos. Nosotros, los arraigados, somos seres sobrenaturales y físicos, guiados por una entidad muy poderosa para esclavizar, torturar y masacrar vidas humanas.

—Así que el, Rey Demonio, ¿cuál es su nombre?

—Aranhold, el Rey Demonio, el primer Arraigado, Señor Demonio y general de todos los monstruos que lo siguen. También es mi padre.

La chica de ojos verdes se atragantó con la carne que se comía, ya que se ha sorprendido mucho al saber que está sentada justo al lado de un hijo del ser mas temible de la humanidad.

—¡Vaya! —Risoku logró comer la carne mientras se golpeaba el pecho para aliviarse un poco —B... Bueno, no sabía que realmente que eres el hijo del Rey Demonio. Otra cosa, tu madre... ¿tu madre era humana?

—Así es. Cuesta creerlo, el amor de mis padres hizo posible mi existencia, sin olvidar a mi estúpida hermana.

En ese entonces, en el comedor, Yuki estornudó de repente.

—¡Siento que están hablando de mí! —gritó Yuki.

—¡Cállate y termina tu cena! —Kodoku grita desde la habitación.

Risoku se ríe un poco, a pesar de que sean mitad arraigados, la otra mitad explica mucho porque se llevan muy bien como hermanos, igual que los humanos.

—Pero, si el Rey Demonio es tu padre, ¿por qué decidiste renunciar? —Risoku preguntó.

—Simple: mi hermana y yo nos cansamos de secuestrar vidas inocentes para alimentarlo. Es todo —respondió Kodoku mientras cerraba los ojos, tomando un bocado de la carne.

—¿De verdad querían renunciar? —lanza otra pregunta más. Kodoku esperó a ingerir su comida primero antes de responderle molesto:

—Esto ya parece un interrogatorio, haces demasiadas preguntas.

—Lo siento, no quise molestarte.

Kodoku abre los ojos para mirar con curiosidad a Risoku, viéndola como esta miraba su plato con media carne de jabalí, cuestionándose si abstenerse de cenar o no. No hace falta que le lea la mente para que el chico sepa que ella sigue echándose la culpa y quejándose de las molestias que le está causando. Kodoku suspira y dice:

—Está bien, te lo contaré: renunciamos porque queríamos dejar de matar a personas inocentes. Cuando tienes una conciencia humana, es difícil hacer el trabajo sucio por la carga moral. Aunque me lave las manos, siento que las manchas de sangre que terminaron en ellas, de los crímenes que he hecho, nunca desaparecen. Si llevas el peso de esas almas atormentadas, que claman justicia por las fechorías que hicimos, sería una tortura. créeme, no es bello. En ningún momento.

Risoku está casi sin palabras, no puede creer que un joven de la misma edad que ella, y una niña aparentemente simpática, puedan matar a tantos inocentes y sentir remordimiento de haberlo hecho. Tiene sentido, dado que han renunciado a su rey.

—Ahora déjame hacerte una pregunta —dijo Kodoku, llamando la atención de Risoku por completo.—¿S-sí? —tragó saliva cuando sus nervios comenzaron a aumentar.

—Sí, ¿Cómo terminaste huérfana y sobreviviste en estos tiempos? Según en el pergamino que habla de ti, dice que eres una campesina perdida. Así que dime, ¿Cómo terminaste así?

—Um..., mi... ¿mi vida?

Risoku se pone tan nerviosa y ansiosa al mismo tiempo, aunque también afligida muchos recuerdos hermosos y dolorosos emergen en su memoria de su pasado. Su corazón comenzó a acelerarse, ya que por fin, alguien le pregunta tal cosa, después de tanto tiempo.

DOS AÑOS ANTES...
En algún lugar de los campos de Eiserne Nation

Hace dos años, la pequeña de ojos verdes de origen asiático y de 13 años, vivía una vida apretada y sencilla como campesina junto a sus padres. A pesar de que sus cultivos daban frutos en abundancia, sus padres no solían ganar mucho dinero vendiendo verduras en el mercado, limitándose a esperar a que algún día, cuando a los clientes les gustasen sus productos, les hicieran reconocer y así tendrían éxito en la venta.

La fe en Dios era lo que les daba la voluntad para mantenerse firmes contra la vida dura que vivían, sin importar las circunstancias.

La pequeña Risoku estaba jugando con una muñeca de trapo que le había hecho su propio padre. Él le dijo que tuviera cuidado de no ser demasiado brusca con la muñeca, de lo contrario terminaría rompiéndose muy fácilmente. En medio de la diversión, Risoku comenzó a decir que su sueño era casarse con alguien, que no importaba si era rico o no, porque lo único que ella estaba buscando era un hombre que la amara con toda la eternidad, al igual que su madre amaba a su padre.

Mientras Risoku jugaba con sus muñecos, los unía en el matrimonio con cajas y piedras en el suelo como si estuvieran en una iglesia.

Cuando cayó el atardecer, la pequeña Risoku regresa con sus padres y los encuentra con caras de desánimo y decepción, porque no pudieron vender todas sus verduras. A pesar de la falta de éxito en la venta de verduras, sus padres se les iluminan los rostros al verla, y agradecen de tener una hija que los motiva a seguir adelante, a pesar de las dificultades.

Ese mismo día fueron los últimos abrazos que la pequeña ojiverde recibiría de sus padres.

En una fría noche de invierno, en la vieja cabaña del prado, cerca de un arroyo, la pequeña Risoku dormía cómodamente en su cama. Fue su madre la que la despertó repentinamente, con un rostro temeroso. La niña estaba completamente confundida, ya que no sabía qué estaba ocurriendo. Sin embargo, a través de las cortinas de la ventana, podía ver luces amarillas y una muchedumbre enfadada. En ese momento, ella comenzó a entrar en pánico, pero su madre la tranquilizó de manera suave, sin hacerla entrar en pánico:

—Cariño, ven —llamó su madre con un tono asustada.

—Mamá, ¿qué pasa? ¿Qué son esos ruidos? Tengo miedo.

—No, mi amor, no te preocupes. Todo estará bien. Ahora escúchame —sacó de sus bolsillos un saquito lleno de monedas y se lo dio a su hija—. Quiero que vayas al mercado y compres muchas frutas y alimentos. No me importa si es de noche o si las tiendas están cerradas. Simplemente espera hasta que abran el mercado el día siguiente. Pero, por favor, no vuelvas aquí por nada del mundo, ¿de acuerdo, cariño?

—Pero, mamá, ¿qué está pasando? No quiero dejar esta casa, no quiero dejarte.

—No te preocupes, mi amor. Quiero que sepas que, desde lo más profundo de nuestro corazón, te amamos con toda el alma.

—Mamá... —Risoku comienza a humedecer sus ojos, mientras recibía un beso en la frente de su madre.

—Vamos, vete —agarró la mano de su hija y la ayudó a saltar por la ventana—. ¡Vamos, Risoku! —gritó su madre, a la misma vez que miraba cómo su hija corría a través del bosque, metiéndose entre la hierba y los árboles.

Mientras corría por el bosque, Risoku escuchó los gritos de su madre y su padre retumbando por todo el lugar. Miró atrás y vio el verdadero infierno.

—No... ¡No! —Risoku exclamó de terror, mientras veía cómo su casa estaba siendo pasto de las llamas y sus padres eran torturados de manera brutal por la muchedumbre.

La pequeña ojiverde no tenía idea sobre el motivo del ataque a sus padres. La única cosa que veía era la crueldad y el sadismo de la multitud que disfrutaba viéndolos morir. Las palabras del pastor sonaban como un eco en sus oídos: "¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios! ¡Por haber matado a dos siervos del diablo! ¡Por haber matado a dos demonios!"

Risoku no daba crédito a lo que estaba viendo. No podía comprender cómo una pareja inocente y gentil como sus padres pudieran ser confundidos con demonios. No podía creer que los hubieran matado de esa manera tan atroz.

A pesar de la dureza y la rudeza que la vida le estaba presentando, Risoku decidió seguir adelante. A los 13 años, se dio cuenta de que su dolor no era un problema, era su realidad. La idea más clara que tenía en su cabeza era la de encontrar un lugar en el que pertenecer, un hogar en el que fuera bienvenida y aceptada.

EN EL PRESENTE...

Kodoku se percató de que la chica de ojos verdes estaba al borde de las lágrimas y notó cómo sus manos se aferraban con fuerza a la sábana, mientras sus ojos esmeraldas lloraban sin poder evitarlo.

—Así que, no tenías miedo de morir —dijo Kodoku —porque ya no tenías nada que perder, la gente asesinó a tus padres y los creyeron demonios, sin tener pruebas de eso. Y todo el mundo dice que los demonios son los únicos malos en el mundo.

Risoku no sabía muy bien qué decir, no podía creer que ella estuviese charlando con un demonio. Pero Kodoku era diferente, la había ayudado sin esperar nada a cambio. Tal vez sus padres estaban equivocados al pensar que todos los demonios eran los únicos malos del mundo.

—Pero, ¿qué eres exactamente? —preguntó Risoku —Es solo que, si los demonios son realmente seres malvados y matan a los humanos a sangre fría, ¿por qué estás siendo amable conmigo?

—Para ser honesto, no tengo idea. Solo sé que le estoy haciendo un favor a mi hermana o algo así. Si no fuera por ella, ya estarías muerta.

—Ya veo... —Risoku no dijo más, mientras miraba firmemente su comida.

Luego de terminar la cena en poco tiempo antes de que se enfriara la carne, Kodoku declaró:

—Bueno, creo que la conversación ha terminado aquí.

Sin embargo, antes de que Kodoku pudiera levantarse para irse, Risoku comenzó a hablar:

—Una pregunta más, Kodoku. Entiendo que quieras dejar de matar humanos, pero... ¿Por qué los odias? —preguntó de manera seria mientras acariciaba su cabello corto sintiéndose algo avergonzada.

—No pienso contártelo —se negó Kodoku, mirando a un lado.

—No es por decir hipócrita, no te lo tomes a mal, pero... Yo te respondí una pregunta que era personal para mí. ¿No deberías responder a la mía también, para ser justo?

Kodoku se tomó un momento para pensarlo. ¿Por qué debería contarle a la chica la razón por la que odia a los humanos? ¿Por qué contarle a una campesina que apenas conoce por un día? Todo era parte de un trato mutuo: ella le había respondido una pregunta, que realmente era muy personal para ella, y eso a pesar de que él, técnicamente, es un desconocido para ella. No quiere ser hipócrita al no responder a la pregunta, pero tampoco le gusta contar muchas cosas personales con nadie, lo que le dejaba en dudas.

—Bueno... La razón...

Antes de que Kodoku continuara con su historia, de pronto se alarmó y agarró a Risoku por los brazos antes de zambullirse junto a ella para alejarse rápidamente de la ventana. De repente, un perro monstruoso irrumpió por la ventana y la destrozó por completo mientras entraba en la habitación con ferocidad, casi hiriendo a los chicos con los escombros afilados de la ventana rota. Kodoku, con reflejos de relámpago, empujó a Risoku hacia un lado antes de rodar en la dirección opuesta, esquivando los ataques del perro bestial. Luego se puso de pie de un salto y cegó al perro demoníaco con una ráfaga de fuego, apuntando directamente a sus ojos. El perro cegado aulló de agonía, corriendo por la habitación mientras destruía la cama y los cajones del interior.

En ese momento, Risoku mira lo que estaba sucediendo y grita de terror, mientras Kodoku mira fijamente y le grita:

—¡Chica, vete ahora mismo!

La ojiverde no lo piensa dos veces y se aleja huyendo de la habitación, pero torpemente choca con Yuki, quien la niña también se alarmó y quería entrar en la habitación para averiguar qué estaba sucediendo, y ambas terminan cayendo al suelo.

—¡Ouch! —se quejó Yuki.—¿Qué pasó?

—¡Corre! —Risoku se pone de pie y se aleja de la habitación.

Cuando Risoku intenta escapar de la casa, otra bestia demoniaca entra violentamente por la puerta principal. Ella se resbala al intentar frenar el paso y cae sentada contra el suelo, horrorizada. La bestia da un salto para devorarla, pero recibe un flechazo en el ojo derecho, de parte de Yuki, muriendo instantáneamente y su cuerpo se desliza cerca de los pies de la ojiverde.

—Eso estuvo cerca —dijo Yuki mientras preparaba otra flecha y apuntaba hacia las ventanas.—Quédate cerca mio, Ris.

Mientras tanto, dentro de la habitación, Kodoku actúa muy rápido tomando el hocico de la bestia y, con sus propias manos, utiliza toda la fuerza para abrir la boca del perro. El animal se sacude para tratar de deshacerse de él, pero Kodoku lo logra y, montado en la espalda del animal, con toda su fuerza, le abre el hocico. La bestia grita mientras se sacude violentamente, pero el joven consigue partirle el hocico con una expresión de rabia en su rostro. La parte superior de la boca del perro termina tocando su propia frente y se desploma en el suelo. Kodoku respira pesadamente mientras observa sus manos cortadas por los afilados dientes del animal.

—¡Kodoku! —dijo Yuki al observar a su hermano.

—¿Qué son estas cosas? —preguntó Risoku atemorizada mientras indicaba las criaturas muertas quienes irrumpieron las puertas y ventanas.

—Canes infernales —dijo Kodoku mientras recogía su espada que estaba al lado del comedor—, nos encontraron.

—Príncipe —todos dirigieron la mirada hacia la puerta principal tras escuchar la voz del hombre lobo —, te he estado buscando.

Otros perros monstruosos irrumpieron las demás puertas y ventanas, destruyendo todo a su paso hasta rodear a los chicos. Yuki apuntaba con su arco a las bestias feroces mientras Kodoku les ahuyentaba con su espada envuelta de fuego. Risoku, temblando de miedo, cayó de rodillas en el suelo mientras observaba como los animales respiraban pesadamente, babeando y al acecho de una presa, pero completamente bajo las órdenes del lobo antropomórfico.

—Calma, mis feligreses —dijo el lobo—; ya muy pronto se llevarán la cereza del pastel.

—Si estos perros le ponen una uña encima a ellas, te juro que los mataré a todos y eso incluye a ti —amenazó Kodoku con firmeza.

—¿Qué puedo decirte, mi querido príncipe? Yo solo te buscaba —dijo el lobo mientras se acercaba a ellos—, pero veo que no estás cumpliendo tu trabajo. Durante el recorrido, he alimentado a mis mascotas matando a los humanos. Si no quieres que tus amiguitas sean devoradas y sacien el hambre de mis bestias, será mejor que vayas a ver al rey. Así que Considera esto como una manera pacífica de que te rindas y me acompañes.

—No —dijo Kodoku sosteniendo firmemente su afilada espada—, ¿quién te crees que eres para darme órdenes? ¿Acaso no sabes quién soy?

—Quizás querrás decir: "quién fuiste". Ultima advertencia, príncipe. 

—Aún la respuesta sigue siendo no, animal.

—Tú lo dijiste —al alzó la mano y gritó —¡Es hora de la carnicería!

CONTINUARÁ...
Fin del capítulo 4

Onagami Risoku
Der verlorene Bauer

CAZA DE BRUJAS
Aprendí mucho sobre la "caza de brujas" en Eiserne Nation durante la Era de la Muerte. Los humanos temían a los demonios y al poder que tenían, y la caza de brujas fue una respuesta cruel y despiadada. Miles de personas fueron victimas de esta práctica, incluyendo inocentes que solo eran sospechosas de ser demonios. Era una época oscura y cruel que nunca olvidaré.

"REY DEMONIO"
El primer arraigado fue un ser titánico llamado "El rey Demonio", mi papá. Era capaz de manipular el fuego a su antojo y cambió el rumbo de la historia en la "Era de la Muerte". El Rey Demonio fue el líder de los arraigados en la guerra y era capaz de destruir pueblos enteros en cenizas con su control absoluto del fuego. A pesar de su brutalidad, fue un líder, un general poderoso y temido que lideró a su ejército con mano de hierro. Su capacidad de control sobre el fuego le valió el apodo de "Rey Demonio" y se convirtió en la mayor amenaza para la humanidad en la "Era de la Muerte".

NOTA DE YUKI #02
Desde que tuve mi primer clase de cocina en el orfanato, me di cuenta de que no soy muy buena en eso. El profesor nos dijo que la carne era la base de la cocina, pero yo no estoy en lo cierto. En primer lugar, no me gusta la carne porque es cruel matar animales solo por comer. Además, la venta de la carne es terrible para el medio ambiente. Para mí, ser vegetariana no es solo una cuestión de comer más saludablemente, es también un acto de amor y compasión hacia los animales y la naturaleza. Espero que en el futuro más personas se den cuenta de esto y se unan a mí en mi elección de no consumir carne. ¡No al maltrato animal! >:u

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