Vacío. Eso es todo lo que hay debajo de mis pies: una caída de unos 10 pisos de altura.

Mi nombre es Nagito Komaeda, tengo 17 años y estoy a un paso de tirarme desde esta azotea.

¿La vida? No ha sido amable conmigo. Quisiera decir que es normal que sea tan horrible para alguien sin esperanza, tan inútil, tan basura como yo. Supongo que era pretencioso de mi parte esperar algo de amabilidad. Lo único que quería era recibir amor, ¿ni siquiera eso tengo permitido?

Me pregunto si la muerte será más cálida que la vida. ¿Lograré felicidad si lo abandono todo?

Mis piernas tiemblan mientras me aferro a la barandilla. Soy tan cobarde. No soy ni siquiera capaz de detener las lágrimas.

Mi respiración se acelera, el oxígeno no llega a mis pulmones. Me estoy ahogando mientras siento una punzada en el pecho.

¿Me da miedo la muerte? ¡Imposible! No hay nada que pueda echar de menos de estar vivo.

Doy el paso final hacia delante, y alguien tira de mí hacia atrás, evitando mi inminente caída. Puedo escucharlo respirar agitado mientras ambos tratamos de calmarnos.

- Komaeda... ¿Qué?

- Por favor, suéltame...

No me hables más. Te lo suplico, no me hagas retroceder.