Eran las 3:00am y aquel chico moreno de ojos marrones con 16 años de Las Mercedes aún no podía dormir, le ardían los ojos por las lagrimas que había derramado y el brillo de su celular no le ayudaba.

Normalmente Daniel no lloraba por sus problemas, que normalmente eran los mismos una vida controlada por otros. Pero hoy no lloraba solo por su sufrimiento si no por su novia, Mellisa era una chica maravillosa, atlética, amable ella era perfecta el realmente la quería, pero no la amaba, algo que ella si hacía. Se veía desde lejos cuanto lo amaba y se veía feliz a su lado, pero el simplemente no sentía lo mismo, tal vez al principio pero el tiempo fue pasando y empezó a perder sentimientos.

Daniel creía que la mejor manera de dejarla era esperar a graduarse y cuando tenga que irse a la universidad terminarle diciéndole que no era bueno en las relaciones a larga distancia, era cruel pero al menos así no tendría que terminarle diciéndole que toda la relación fue una mentira.

Por el otro lado su novia era el único lazo social estable que tenía, si le terminaba directamente tal ves no podrían ser amigos después y se quedaría completamente solo, y aparte tendría que explicarle a sus familiares porque rompió con esa chica tan maravillosa, con solo pensarlo le daban escalofríos, le reprocharían una y otra vez lo estupido que era, y si llegaba a enamorarse de alguien más pasarían todo el día comparándolos diciendo como Mellisa era mejor, y aunque su excusa de "relaciones a distancia" no le salvaría de toda la humillación, algunos de sus familiares sobrentenderían que el chico quería centrarse en sus estudios.

La mezcla de todas estos pensamientos y futuros escenarios le impedían dormir, como acurrucado en sus sábanas no iba a lograr nada decidió pararse y sacar algo de la parte de abajo de su cama.

Era un bolso de cuero el cual contenía ciertas imágenes divinas de Alquazu, Hisoll, y Tellus. Durante toda su vida le enseñaron a no adorar a los dioses, que la religión de estos era una estafa y una mentira y que no debía creer en ellos. Pero aunque Daniel no creía en ellos, le daban cierta esperanza, tal ves si existieran y sus oraciones serían respondidas, y si no al menos podía tener falsas esperanzas.

Saco las imagenes de los dioses y las puso enfrente a el, aparte de las imágenes el maletín contenía incienso y un pequeño plato para poner ofrendas, Daniel no tenía nada para ofrecer y no creía que sería apropiado poner los cigarrillos que tenía en su cajón.

Colocó el plato y el incienso enfrente de las imágenes y junto sus manos enfrente a su pecho. No pedía algo en específico, era una mezcla de todo. "ayúdame a ser el mejor" "ayúdame con mi problemas", "podrías hacerme libre", "me gustaría que mi vida fuera un poco más emocionante" eran susurros en su mente.

Una vez todos sus deseos fueron dichos guardo todo en el maletín que había comprado en un bazar del año pasado. Se lo había comprado a una vendedora que insistía que lo comprara no para rezar, si no porque las ilustraciones de los dioses fueron dibujadas de una manera exquisita y que le bajaría el precio a uno muy barato, aunque Daniel no era un artista y no tenía ningún interés en convertirse en uno, siempre había sentido una gran atracción por el arte y sus diferentes ramas, y como el precio era razonable lo compró.

Desde ahí solo se disponía a mirar las imágenes, sin duda eran bonitas y le encantaba verlas puesto que tenían un montón de detalles que no se notaban la primera vez, al principio creía que la imagen de Hisoll era una simple silueta, después de dio cuenta que no era tan simple, su figura se distorsionaba en ciertas partes tomando forma de fuego y uniéndose al montón de llamas que rodeaban a la deidad, que ciertas de estas "llamas" en realidad eran rostros de feroces tigres, cada ves que veía un nuevo detalle se llenaba de orgullo y placer, esto porque normalmente cuando las sacaba era porque se sentía mal, como en esta noche.

Al principio no les rezaba solo las trataba como imágenes bonitas, pero no fue una noche en la cual se sentía particularmente mal debido a ciertos malentendidos entre el y su padre que les empezó a rezar, y era más por desesperación que de adoración.

Volviendo a la actualidad Daniel ahora se encontraba acostado en su cama mirando al techo, el sueño poco a poco le llegaba, sus párpados volviéndose más pesados, lentamente se dio la vuelta para caer en un profundo sueño.

Abrió los ojos lentamente, estaba en una especie de sendero, aunque era de noche y las estrellas y la luna habían salido, Daniel podía ver como si fuera de día.

El chico empezó a caminar por el sendero, una brisa desconocida levantando las hojas y pasándole por los costados, después de caminar un rato vio un puente, no era muy largo y unía al sendero con una playa, abajo del puente de encontraba un vacío negro e infinito, al principio el chico no quería cruzarlo debido a su miedo a caer en el vacío, pero después se dio cuenta que esto era solo un sueño nada malo podía pasarle.

El chico agarró los dos lados del puente, se movía ligeramente por el viento que pasaba, el chico empezó a caminar por el estrecho puente, a medida que avanzaba más se tambaleaba, llegó a un punto en el cual se balanceaba como un columpio, la persona al final del puente parecía completamente inconsciente de lo que estaba pasando tras suyo, ni siquiera la brisa hacía que su ropa se moviera, como una estatua plantada a final del puente.

Las tablas debajo de sus pies empezaron a romperse, Daniel se aferró a las cuerdas y intento seguir caminando, moviéndose de lado a lado debido al movimiento brusco del puente.

El movimiento del puente se hizo más fuerte tirando a Daniel al otro extremo del puente, sus piernas le fallaron y calló en las tablas del puente sosteniéndose a la cuerda con una sola mano, intento pararse pero el violento movimiento del puente no lo dejaba, no fue cuando el puente dio un último movimiento que la mano de Daniel no dio para más y se soltó, dejándolo caer al vacío.

"¿Es esto lo que quieres?"

"Creo que si"