Daeli

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El temblar de sus huesos, el olor a cenizas y a sangre fueron lo último que el chico recordaba antes de que todo se tiñera de negro.

Le dolía la cabeza y no sabía en donde se encontraba, estaba en una especie de montaña con mucho viento. Su cuerpo boca-abajo contra la tierra.

"Lamento que tu primera ves sea así" susurro alguien.

El cuerpo de Daniel se tensó, y usó las fuerzas que le quedaban para ponerse boca-arriba.

"No tengas miedo" susurro el sujeto desconocido.

"Al fin y al cabo tu pediste esto"

Se podía percibir que alguien se estaba acercando a Daniel, sin embargo no se escuchaban pisadas.

Una pequeña brisa levantó a Daniel como una hoja poniéndolo en sus pies, el chico uso lo que le quedaba de fuerza para no derrumbarse nuevamente. Alguien se materializó mágicamente frente a el.

Era una delgada mujer joven de piel extremadamente pálida, tan pálida que se veía transparente, con ojos grises sin iris, su cara parecía a la de una estatua antigua, tenía un sencillo vestido de seda con mangas largas, su cabello blanco liso y largo se extendía hasta el suelo.

Antes de que Daniel reaccionara la mujer habló en tono autoritario.

"Yo soy Vaeli diosa del viento, y de la dirección, patrona de los desamparados"

Su expresión sería se derritió de la nada y esbozó una amable sonrisa.

"Creo que no sabes quién soy" dijo "nunca les ha importado representarme en las pinturas, y a decir verdad a mi tampoco"

"¿En donde estoy?" Gritó el muchacho.

"Físicamente estás en el bosque corriendo como un salvaje" dijo con una sonrisa, "y espiritualmente en uno de mis lugares favoritos"

La diosa se percató de que el chico seguía confundido.

"Yo oí tus plegarias, estuviste por un largo rato pidiendo una y otra vez, siempre era lo mismo" dijo, su voz había tomado un dulce tono de melancolía.

"Yo vi cómo era tu vida, no era triste, pero tampoco feliz, un constante ciclo de apatía y aburrimiento" sus ojos grises mirando al chico directamente.

"Así que decidí ayudarte"

"¡Me transformaste en un monstruo!" Exclamó el chico.

"¿Acaso no has oído de que después de la tormenta hay calma?"

El chico miró sus ojos vacíos incrédulo, parecía que la diosa no se daba cuenta de lo grave de la situación.

"Sufrirás, pero poco a poco te recuperarás y tendrás lo que siempre quisiste" la diosa se acercaba más y más al chico.

"Yo te daré lo que siempre quisiste"  ya al frente de el agarro su muñeca.

"Te daré un propósito" posicionó su palma en la parte interior de su muñeca.

"Así que vuela mi pequeño Dali" presionó su mano contra la muñeca de el chico, un brillo cegador empezaba a salir de su mano.

"Se que algún día te convertirás en un hermoso Adelius"

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