14. Carroña

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Al cabo de unas horas, la presencia de los muertos ya solo era una posibilidad, logararon apartarse de los bosques y nuevamente entraron en las autopistas.
La enorme serpiente de asfalto seguía y seguía durante varios kilómetros, ya incluso estaba atardeciendo, la vista era bastante agradable, el arrebol se dibujaba en el cielo, el viento soplaba y agitaba todo con vocanadas frescas, y en la lejanía, el sonido de la naturaleza era todo, una inmensidad sin igual.

—Muy pronto oscurecerá, y necesitaremos un lugar para dormir —habló Ben.

—Lo sé —Adam extendió el mapa—. Pero no habrá civilización hasta unos cuantos kilómetros, si no encontramos nada, deberemos descansar al aire libre.

—No suena tan mal —mencionó Luis, aspiró una gran cantidad de aire y suspiró tranquilamente—. Es muy pacífico aquí afuera.

—Solo es la fachada —habló Cole al escucharlos—. Estando afuera prácticamente debes dormir con un ojo abierto.

—Uy, que alarmista suenas, Cole —contestó Luis, buscó entre su mochila hasta que sacó una manzana, comenzó a comerla.

—Como sea, debemos buscar refugio lo antes posible, se acevcina una tormenta —avisó y siguió mirando hacia el frente.

—¿Bromeas? —inquirió Blake al ver el cielo normal.

Siguieron avanzando un rato más, la noche ya comenzaba a cobrar terreno. Adam se acercó a Steven, lucía agotado, sujetó su mochila y la echó en su espalda.

—Oye —exclamó al sentir el tirón.

—Tranquilo, Steven, yo te ayudo.

—Puedo yo solo.

—¿En serio? Porque parece que te vas a desmayar —bromeó y el niño se puso rojo.

—Es... es que nunca había caminando tanto.

—Yo tampoco —buscó en su mochila y le ofreció una botella con agua. Él la aceptó—. Y, ¿cómo lo llevas?

—Es genial, jamás había salido de la comunidad, es toda una aventura —parecía que nada podía menguar su espíritu.

—Miren —exclamó Ben. Justo a un par de kilómetros a la derecha de la carretera, se comenzaba a vislumbrar una serie de estructuras—. Parece una granja.

Cole sacó sus binoculares y observó, efectivamente era una granja. Apretó el mentón y pensó qué debían hacer.

—Muy bien, creo que podemos descansar en el granero, al menos si no queremos toparnos con otra sorpresa desagradable como hace rato.

Para cuando la noche tomó posesión del día, todos habían llegado a la granja, parecía inhabitada. Llegaron al granero y lo abrieron, la estructura de madera solo contenía en su interior paja y algunas herramientas de trabajo.

—Bien, gente, pónganse cómodos —dejó su mochila en el suelo.
Todos comenzaron a buscar un sitio en el cual descansar. Entonces la lluvia llegó, una tormenta ligera que azotó todo el lugar.

—Hay que hacer una fogata —dijo Luis.

—No, sería contraproducente encender fuego en un espacio cerrado, llamaríamos la atención o incluso podríamos crear un incendio, por hoy solo podremos encender lámparas y linternas —enunció Nicolas.

—Genial —se dejó caer en una gran pila de paja.

El resto de la noche se fue en ellos charlando, comiendo un poco, descansando y finalmente algunos cayendo profundamente dormidos. Cole era quien vigilaba desde el segundo piso del lugar. Por su parte, Adam no lograba dormir, parecía que desde que ella se había ido, su descanso se había marchado con ella.

No se forzó a dormir, en su lugar, se dispuso a simplemente descansar y reponer energías, mientras escuchaba la lluvia caer. Observó como las gotas se iluminaban por la luz de la luna y pasaban fugazmente a través de las brechas en la madera, suspiró y cerró el cierre de su chaqueta, estaba haciendo bastante frío.

Su lobo comenzó a chillar, lo vio levantarse y buscar un montón de paja, se acostó en él y pareció calmarse un poco. Adam se quedó mirando al techo nuevamente, en eso escuchó como algo se movía, Beth apareció en su campo de visión, llevaba una manta que había encontrado, sonrió ligeramente.
Entonces caminó hacia él, se agachó y acomodó la paja, finalmente se acostó a su lado.

—No puedo dormir —dijo, y abrazó a Adam, él se estremeció—. Creo que tú tampoco.

—No... eh... yo no tengo mucho sueño.

—Todo el tiempo estás pensando, deberías relajar tu cerebro un poco y... pensar en otras cosas.

—Creo que la desaparición de Alicia me tiene dando vueltas a la cabeza demasiado —pasó lentamente su brazo por encima de su hombro y la abrazó también.

—Adam...

—¿Sí? —la miró hacia abajo.

—¿Qué era lo que no pudiste decirme... en la Enfermería?

—Solo... no era la gran cosa.

—¿Seguro? Parecía importante.

—Solo quería despedirme.

—Sí, te ibas a ir, me ibas a dejar sola.

—No es eso. No quería arriesgarte y ponerte en peligro.

—Puedo tomar mis propias desiciones, ¿sabes?

—Lo sé, lo siento.

—No importa. Me alegra estar aquí.

—¿Aún con la posibilidad de morir a cualquier instante? —observó su blanquecina piel, entonces un trueno estalló en la lejanía, iluminando todo por unos segundos.

—Aún con esa posibilidad —dejó escapar una pequeña carcajada.

—Beth yo... —ella lo detuvo, posando su índice sobre su boca, sonrió, se acercó a él y lo besó.

—Ya no digas nada —reposó su cabeza sobre su pecho y cerró sus ojos. Adam acarició su cabello mientras lentamente una sonrisa se dibujaba en él, cerró sus ojos y finalmente logró dormir.

Despertó cuando un objeto le cayó encima, era una bolsa que contenía un sándwich y unas cuantas uvas.

—Ya despierta —habló Ben, se levantó y vio a todos empacando sus cosas, era hora de irse.
Se levantó y aún somnoliento comenzó a guardar sus cosas.

—Bien, hay que registrar la zona —habló Cole—. Ben, Adam, vengan conmigo, hay que revisar la casa. Nicolas, Luis, vi un pozo ayer, vayan a revisarlo y vean si pueden conseguir agua.

—¿Dónde está Beth?

—Salió con Steven, iban a revisar en los alrededores.

—Bien —volteó hacia su lobo—. Ven, amigo, ayúdanos.

Salieron del granero y se encaminaron a la gran y deteriorada casa que yacía frente a ellos. La fachada lucía igual que la mayoría de las casas en aquel entonces, mientras subían los pequeños escalones hacia la puerta, la madera chilló.

—Bien, ¿listos? —Cole sacó un cuchillo. Ambos asintieron.
Giró la perilla y sorpresivamente la puerta se encontraba abierta. Entraron a la casa, el lugar estaba polvoriento y bastante abandonado, se dispersaron un poco y comenzaron a buscar.
Adam y Apolo se adelantaron y comenzaron a buscar en la planta alta, mientras subían las escaleras realmente no había nada interesante, solamente suciedad sobre las paredes. Comenzaron a buscar en las habitaciones y nada, escuchó unos pasos atrás de él y rápidamente sacó su machete. Entonces Ben apareció.

—Tranquilo, estoy parcialmente desarmado —alzó las manos. Adam guardó su machete.

—¿Encontraron algo?

—No realmente —siguieron buscando.
Adam dio un paso, y escuchó la madera crujir, extrañado miró el suelo y se percató de una especie de abertura, se agachó y la sujetó, basta fue su sorpresa al encontrar un escondite en el suelo.

—Ben, mira esto —su amigo se agachó junto a él, Adam metió sus manos en el compartimento y sacó una escopeta sin culata.

—Cielos —tomó el arma. Siguió sacando cosas, adentro de aquel escondite había también un par de pistolas, cajas de balas, algunas botellas de agua y una brújula.

—¿Encontraron algo útil? —habló Cole, Ben le mostró la escopeta—. Diablos —exclamó entre risas.

—Alguien debió guardar esto aquí.

—No es todo —habló Adam—. Se agachó debajo de la cama y sacó una bolsa negra. La rompió, y de su interior sacó un bate cubierto de clavos, y un fusil AR-15 con algunos cargadores.

—Mierda, quien vivía aquí tenía todo un arsenal —mencionó Ben.

—¿Quién dice que aún no vive aquí? —Cole se levantó y les mostró una envoltura de una barra de granola, parecía reciente.

—Mierda, hay que decirle a los demás.

Mientras el grupo se dispersaba, Christhine y Blake volvían luego de revisar los alrededores del lugar.

—Adelántate, tengo que hacer algo —dijo ella. Blake se giró confundido.

—¿De qué hablas? Anda, muévete.

—Ve tú, en un momento te alcanzo.

—Me estás comenzando a poner nervioso.

—Tengo que orinar, Blake —soltó, apenada—. Ahora que ya sabes, por favor dame algo de privacidad.

—Oh, diablos, lo siento, yo... bueno, te dejo para que hagas tus cosas.

—Gracias —mencionó, ya quitada de la pena. Blake comenzó a alejarse. Chrsithine aprovechó que estaba tras un gran árbol, bajó sus pantalones y con cierta molestia comenzó a orinar.
Entonces escuchó algo en los arbustos, miró temerosa, no había nada, suspiró, pero nuevamente lo escuchó—. ¿Blake? ¿Chicos? Basta, no es gracioso.

El crujido de los arbustos la alarmó por completo, rápidamente se subió los pantalones y se dispuso a correr, cuando alguien la atrapó.
Ella gritó.

—Cierra la boca —habló el hombre que la había apresado, la sujetó con firmeza y colocó un cuchillo sobre su garganta.

—¡Christhine! —Blake llegó a toda prisa, desenfundó una Glock de 19 milímetros y apuntó a su captor—. ¡Déjala ir!

—¡Blake, Blake ayúdame! —imploró ella, aquel hombre apretó más la navaja.

—¡Cierra la boca! —rugió, histérico, apuntó el cuchillo contra Blake—. ¡No se acerquen!

Los demás habían llegado a toda prisa una vez que escucharon el escándalo, todos alzaron sus armas contra él.

—Déjala, ya —Cole bombeó la escopeta y apuntó.

—¡Bajen sus armas, todos, o le cortaré el cuello! —aquel hombre, de aspecto sucio y desagradable miró a todos con temor, parecía desequilibrado y exageradamente temeroso.

—Oye —habló Adam—. Tranquilo —alzó su arma—, solo queremos a nuestra amiga, te prometo que no te haremos nada.

—¡Suelten sus armas!

—Está bien, está bien... chicos —los demás dudaron en reaccionar, pero finalmente hicieron caso. Una vez que todos comenzaron a dejar sus armas sobre el suelo, aquel hombre pareció tranquilizarse.
Entonces Blake alzó su pistola y disparó, la bala impactó justo contra su frente. El hombre cayó, Christhine gritó y salió corriendo justo a los brazos de su salvador.

—¡Gracias, gracias, gracias!

—Ey... tranquila, ya pasó —comenzó a calmarla.

—Pusiste a Christhine en peligro, pudo morir —reclamó Nicolas bastante enfadado.

—Conozco lo impulsivo que es Blake, sabía que no se quedaría de brazos cruzados —respondió acercándose al cadáver.

—Eso es una locura...

—¿De dónde salió? —dudó Luis.

—Apareció de la nada —dijo Christhine ya más tranquila.

—Tal vez no esté solo, debemos irnos, ahora.

Adam se agachó ante el cadáver del sujeto, sus ropajes harapientos y su aspecto visualmente descuidado le hizo saber al instante que no era miembro de ninguna comunidad, tal vez solo era un errante que viajaba de aquí hacia allá buscando su lugar en el mundo.
Le quitó su mochila y comenzó a buscar en ella, la mayoría de lo que tenía adentro solo era basura inservible u objetos de poco valor. Lo único que podía ser medianamente útil era una cantimplora con algo de agua, una navaja de supervivencia y un mapa. Dejó la mochila y comenzó a caminar junto a sus compañeros, cuando algo sonó, fue imposible de no detectar y a la vez de no reconocer, era el inconfundible sonido de algo causando interferencia.

—¿Qué es eso? —preguntó Nicolas. Adam regresó al cadáver del sujeto y de entre su ropa extrajo un radio.
Levantó el aparato y trató de escuchar.

¿Will? ¿Will estás ahí? —habló una distorsionada voz tras la radio.

—Mierda, Adam, deja eso —dijo Cole.

¡Ey! Will, ¿dónde está Will?

—Hay que irnos —dejó la radio y se encaminó hacia con sus amigos.

Will, vamos por ti.

—Carajo —exclamó. Todos tomaron sus cosas y abandonaron la granja finalmente.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro