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Katia

La vibración de mi celular encima de la mesa de noche me hace abrir los ojos abruptamente. ¡Qué jodienda! Quiero dormir un poco más, pero la insistencia de la vibración no me lo permite. De mala gana lo tomo en mis manos, observo la pantalla y es un número no registrado.

—Hello?— Contesto con la voz ronca.

—¿Hablo con la chica rubia que era novia de Charlotte?— La voz masculina del otro lado de la línea suena a molestia y a desespero.

—¿Quién habla?

—Mira, te diré las cosas de manera sencilla. Me llamo Rodrigo, soy el ex de Rebeca, la puta con la que está tu ex. Necesito hablar contigo sobre ellas.

Esta vez, salgo por completo de mi adormilamiento y me siento en la cama.

—¿Ajá? ¿Qué quiere? ¿Cómo tiene mi número?

—Cómo lo obtuve no es lo importante... Lo importante es lo que quiero. Y yo quiero a mi ex de vuelta y tú quieres a la tuya también... Propongo unirnos para lograrlo.

—¿No que es una puta? ¿Por qué querrías volver con ella?

—Eso no le importa.

—Mire, no niego que estoy mordía por lo de esa relación, pero no me interesa unirme a hombres como tú. Así que no pierda su tiempo. Adiós.

Sin más, cuelgo la llamada. Pongo los ojos en blanco. Claro que quiero fastidiar a Rebeca... Claro que no soporto la idea que esté con ella, pero no me uniré a un hombre para ello. Yo puedo solita.

Me doy una ducha. Posteriormente observo la hora en el reloj. ¡Son las cuatro de la tarde! Dios, no puedo seguir así.

Corto unos pedazos de fruta y mientras los degusto, le envío un mensaje a Lola, mi mejor amiga.

Hey, ¿qué haces? ¿Salimos hoy?

Espero impaciente su respuesta. No soporto la idea de estar sola. La tengo solo a ella...

Lo siento... Paso. Tengo cosas que hacer.

Fue su respuesta. Maldigo en mis adentros. Últimamente no quiere salir conmigo y pone cada cuatro excusas.

Me visto y decido ir sola a algún sitio a beber. Sí, se me antoja ir a emborracharme a las putas seis de la tarde.

Salgo de mi apartamento, uno de tres que tengo, hacia el Viejo San Juan. Este queda frente a la Bahía Urbana, por lo tanto puedo ir a pies en busca de la diversión.

En diez minutos me encuentro a segundos de llegar a mi lugar favorito para beber. Justo cuando estoy a punto de llegar, ante mis ojos aparece la novia de mi ex, Luna. Ruedo los ojos cuando la veo. Hubo un tiempo en el que disfrutaba burlarme de ella por su sobrepeso. Jamás imaginé que Felipe tuviera esos gustos tan... enormes. Debo admitir que es bonita de cara... Sé que la jodo demasiado, pero admito que es linda. Ya está, lo dije, sí, es hermosa y eso me molesta aún más. Aunque claro, solo lo admito para mí misma. La fastidio porque sé que Felipe la ama. Está enamorado y eso me da rabia. Envidio cómo la mira... Cómo la defiende. Hubo un tiempo en el que él hacía lo mismo por mí, pero yo no pude ni supe amarlo lo suficiente. No pude porque estaba enamorada de Charlotte; todavía la amo. A pesar de ello, él me brindaba compañía y calor... Me entendía como nadie. Fue egoísta lo que hice, no se lo merecía... Y aunque le pedí perdón mil veces, él nunca escuchó. Él creyó que solo jugaba con él. Al principio fui obligada por los papás de Charlotte, pero luego me di cuenta de lo bueno que era... Traté de decirle, pero estaba aterrada con las amenazas de los papás de Char. Nunca se lo dije porque no quería que pasara por lo mismo que yo. No quería que se desilusionara de sus padres, así como yo lo estaba de los míos. Bueno, más de lo que ya estaba cuando se enteró de que ellos lo planificaron.

Luna se percata de mi presencia y yo solo quiero pasar de largo e ignorarla, pero la muy... me da a propósito con su hombro. Me sacudo con brusquedad cuando recibo el empujón. ¡Uy, me bulle, me bulle! Paciencia Katia, paciencia que tú te has buscado que ella quiera matarte. Aunque yo soy de cascos calientes y ver esa sonrisa de suficiencia es más que suficiente para que saque el Chuky que hay en mí.

—Tal parece que tu tamaño no te permite pasar por la calle sin tropezar con la gente... Ten más cuidado gorda, que me has sacado el aire. Dios, puedes matar a alguien con ese peso. Estás hasta más gorda.

—Lo siento, es que tus huesos son tan pequeños que ni siquiera los vi.

—Mira gorda, será mejor que te vayas a atragantar de tacos y me dejes caminar en paz por la calle.

—Como quieras...

Mi lado infantil e inmaduro no quiere dejarla ir sin verla sulfurarse.

—Hey, ¿y ya Felipe se empachó de tanta carne? Tienes cara de que no te han dado sexo en mucho tiempo.

—Eso a ti no te importa, rubia— suelta despectivo—, pero ya que te mueres de curiosidad, pues te equivocas, Felipe me da lo que nunca te dio... Hoy tengo mucho más de lo que te ofreció, y gracias a mí, tiene lo que nunca le diste.

¿Qué sabe ella lo que le di o no? ¿Qué sabe ella de lo que en realidad pasó? Estoy harta de siempre quedar como la única mala... Me muerdo la lengua, pero esta gorda sigue hablando estupideces. Ya puedo sentir la rabia acumularse en mis entrañas. Su melosa voz se cuela en mis oídos y no aguanto más. En un arrebato de cólera hago mella para darle una bofetada. Ella me mira horrorizada. Siente miedo de mí, y para ser sincera yo también lo tengo. Me detiene la mano, y con la respiración entrecortada y en un tono nervioso me dice:

—No te atreverías pegarle a una mujer embarazada, ¿o sí?

Abro los ojos de par en par. ¿Está embarazada? ¿De Felipe? Algo en mí se quiebra. Felipe va en serio con Luna... Él de verdad me ha superado... Todos han decido seguir sus vidas... Mientras yo me ahogo en alcohol y muero en soledad. Sé que yo me lo busqué... Yo los alejé... Pero aún así duele... Duele demasiado. Disfrazo mi profunda tristeza con una sonrisa burlona y cara de asco, y en un impulso, sin pensarlo y sin sentirlo realmente, le digo:

—De ahora en adelante deberás tener cuidado, no vaya a ser que te tropieces y caigas y pierdas al monstruo; lo único que mantiene a Felipe atado a ti. Admito que fue una buena jugada, pero cuidado, podrías perder tu ficha.

Ella se voltea con ojos cristalizados y se va a todo escape calle abajo. Cierro los ojos con fuerza. Soy una maldita perra, lo sé... Lo sé.

***

De: Char <3

Déjame en paz, ¿quieres? Entiende que estoy enamorada de Rebeca... Entiende que ya no hay un nosotras... Este es el último mensaje que te envío. Te bloquearé de mi celular, así como lo hice de todas las redes sociales.

Para: Char <3

Por favor, Char... Te necesito. Por favor...

Envío el mensaje aunque sé que no recibiré respuesta... Sé que a estas alturas ya me ha bloqueado. Dios, estoy enferma... No soporto la idea de que ya no me ame... La necesito. Estoy sola, muy sola. Tengo que hacer algo para que vuelva. Para que se dé cuenta de que sigo siendo la misma de la que se enamoró.

Busco el registro de llamadas recibidas y veo el número del tal Rodrigo. No quisiera hacerlo, pero quiero recuperarla. Quiero alejarla de Rebeca... Sin pensarlo más, presiono el número en la pantalla táctil.

***
Rodrigo es un tipo común, ordinario y patético. Así como Rebeca. Admito que no es del todo feo, pero sé reconocer a los hombres machistas y prepotentes, y definitivamente este tipo lo es, y obviamente eso le resta nueve puntos en una escala de diez.

Él me estudia con la mirada y me incomoda.

—¿Y bien? ¿Qué tienes en mente?— Le pregunto nerviosa.

—Primero, debemos darle un golpe bajo a Rebeca. Ella guarda un gran secreto... Uno que es capaz de destrozar su relación con su hermana. Si quieres darle duro, hay que atacar a su hermana— dice con una sonrisa desquiciada.

Trago saliva en seco.

— A ver, ¿y qué saco yo de esto? ¿Cómo eso me acerca a Charlotte?

—Si Coral pierde la confianza en Rebeca, ella no querrá saber de nadie. Jamás a puesto a alguien primero que a su hermana... Cuando Charlotte sea desplazada por Rebeca, tú estarás para consolarla.

—No sé... A ver, ¿cuál es el secreto que según tú destrozará su relación con Coral?

—Ella le dijo que sus papás habían muerto en un accidente. Eso no es cierto, ambos viven. Ella me lo había dicho. No sabía quiénes eran, sin embargo. Me di la tarea de buscarlos hace unas semanas atrás y di con su padre.

—¿Por qué Rebeca ocultaría algo así?— Pregunto extrañada.

—Porque ella fue la culpable de que Familia la haya removido del hogar.

—¿Ajá? ¿Cómo así?

—Bueno, hablé con su padre y él me contó todo. Se está quedando en mi casa, en lo que planificábamos su reencuentro...

—Al grano, pendejo. Dime, ¿qué pasó para que el Departamento de Familia se llevara a Rebeca y a su hermana?

—Rebeca siempre ha estado mal de la chola... Ella inventó una historia a una maestra sobre que su papá le pegaba. Eso no era cierto... Rebeca se había provocado moretones en su piel y luego fue llorando a donde esa maestra. Rebeca, por alguna razón, odiaba a sus padres. Según me contó su padre, era porque cuando nació Coral ella se sintió desplazada.

—No lo creo... ¿Cómo una niña puede tener una mente tan maquiavélica? No te creo.

—Pues así fue... Si no hubiese sido así, dime, ¿por qué le mintió a Coral diciéndole que estaban muertos? ¿Por qué no le dijo la verdad?

—No lo sé... ¿Y cuál se supone que sea el plan?

—Hablarás con Coral y le sembrarás la duda... Le dirás lo que sabes a medias.

—¿Qué? ¿Por qué no tú?

—Porque esa nenita me odia... Si me ve no me dejaría ni cruzar media palabra cuando ya estará zumbándome puños a lo loco.

—No lo sé, debo pensarlo...

****

Llego a la corriente e inmunda casa de Rodrigo para decirle que ya hablé con Coral. Dios, espero estar haciendo algo bien a pesar del propósito que me llevó a contarle lo que sabía. Rebeca le negó la posibilidad de tener un papá. Rafael no se ve mala persona, aunque a veces intimida un poco.

La puerta principal está abierta y entro sin tocar. Escucho voces discutiendo en la sala y decido aproximarme sigilosamente para escuchar la razón de tanto alboroto.

—Haz lo que te de la gana con Coral, pero Rebeca no la tocas... Tengo planeado par de cosas con ella— escucho decir a Rodrigo.

—Te digo que no... Quiero a Rebeca para mí.

—Jodío enfermo, es tu hija...

—¿Y? Te dije que ella será mía.

—Ella es mi mujer... Fue mía primero. No le pondrás tus manos incestuosas encima.

Mi corazón late deprisa dentro de mi pecho. ¿Qué es lo que estoy oyendo? Abro los ojos con horror. ¿Qué hice? Dios, soy cómplice de unos enfermos. Me alejo lo más rápido que puedo de espaldas, pero cuando me volteo me tropiezo con una mesa, y el jarrón que se encontraba encima cae al suelo, haciéndose añicos. Tapo con mis manos mi boca, tratando de ahogar mi grito de susto.

Veo a Rodrigo acercarse y me muero de nervios.

—¿Qué haces aquí? ¿Hace cuánto llegaste?

—Eh... Recién llego... Yo solo... Eh me tropecé— digo torpemente sin ocultar mi nerviosismo.

—A mí no me engañas, pendeja. Lo escuchaste todo, ¿no es así?

Rafael se posa junto a Rodrigo, y yo empiezo a temblar como gelatina.

—¡Están locos! ¡Son unos enfermos! No voy a permitir que le hagan esas cosas horribles a Rebeca... — suelto sollozando.

—Mira pendejita, tú vas a hacer buche porque si no te va ir bien feo.

Rodrigo me aprisiona contra la pared apretando fuertemente mis hombros.

—Mira nenita, más vale que no abras tu asquerosa boca porque sino juro que mato a la negra esa que tanto amas. Te aseguro que no sería la primera muerte que me cargo encima— suelta Rafael.

Mis ojos se empañan con lágrimas y el terror se apodera de mi anatomía. No, no quiero que lastimen a mi Charlotte.

A continuación me encierran en una habitación y no me dejan salir. Estoy muerta del miedo y solo quiero correr a avisarle a Charlotte, a Coral, a Rebeca, a quién sea, del peligro que corren. Maldita sea, le di el número de este monstruo a Coral... La va a dañar, le hará algo horrible... ¿Qué he hecho?

¿Qué he hecho?

¿Qué he hecho?

¿Qué he hecho?

***
Luego de una semana entera sigo preguntándome lo mismo en la misma habitación. <¿Qué he hecho?>

Me mantengo viva a base de galletas saladas y agua, que el enfermo de Rodrigo me trae para que me "alimente"... Mi situación es asquerosa... No me he bañado... He tenido que hacer mis necesidades biológicas en el suelo. La peste que expide mi cuerpo y la habitación es repugnante y nauseabunda.

No estoy preocupada por mí... Me da lo mismo morir... Yo solo no puedo dejar de pensar en la rubia y en Rebeca. ¡Por mi culpa! Mi egoísmo, mi obsesión... Mi ignorancia han llevado a la desgracia a esas dos mujeres... No puedo tener el amor de Charlotte, no en estas circunstancias. Esto no era lo que yo quería.

El sonido de la puerta interrumpe mi charla interna. Doy un respingo asustada y me hago un ovillo en una esquina.

—Levántate puerca de corral, tenemos que ir a una boda.

—¿Qué?— Pregunto con timidez.

—Lo que oyes... Te vas a bañar, a arreglar y a ponerte bonita. Hoy veremos nuestro golpe magistral. Será divino y como Dios manda— dice burlón.

—No pienso ir... Mejor me quedo aquí pudriéndome.

—Aquí no tienes opciones.

—No. Voy. A. Ir. No quiero—. digo entre dientes.

A continuación se abalanza sobre mí y me toma por el cabello.

—Aquí no se trata de lo que tú quieres, pendejita. Vas a ir y punto.

Grito y pataleo tratando se soltarme de su agarre, pero este hombre es fuerte y yo estoy muy débil. Me lleva al baño a rastras y me exige que me bañe. Gracias a Dios que ha salido y no se ha quedado a observarme.

Debo admitir que es un alivio quitarme toda la mugre de mi cuerpo. Sollozando desenredo mi pelo con los dedos. Siento mis costillas y me sorprende todo lo que he bajado en una semana. Yo era muy flaca, pero no se me marcaban las costillas de esta manera. Tiemblo y sollozo debajo del agua. Sabía que la vida se vengaría de mí por haber sido tan caprichosa, egoísta, envidiosa y tan perra, pero no imaginaba que sería de esta manera.

Cuando salgo de bañarme, Rodrigo me ofrece un vestido que de seguro compró en Walmart. Me lo coloco y este me queda enorme.Le digo que me traiga la chaqueta de cuero que había dejado en mi auto y a los minutos me lo pongo por encima.

—¿Qué piensas hacer?

—Nada, solo veremos la cara de Rebeca cuando vea a su papá llevando a su hermana al altar.

—¿Qué? No... Por favor, ¿por qué me haces esto? ¿Por qué le haces esto a Rebeca?— Pregunto tratando de mantener a raya las lágrimas que amenazan con salir.

—¿Tú no querías joder a Rebeca y quedarte con Charlotte? Ya está, ya la tendrás para ti... Lesbiana asquerosa.

—Eres un maldito...

—No vengas, que tú también estás metida en esto.

—Porque me engañaste... Jamás mencionaste las verdaderas intenciones de ustedes... Enfermos. Degenerados...— digo alterada.

—¡Ya cállate...! Me pones en estrés— grita propinándome una cachetada.

Abro la boca con asombro y comienzo a temblar. Él me lleva a rastras al carro y vamos camino a la iglesia.

****

Rebeca sale corriendo... Su hermana grita para que vuelva. La gente comienza a murmurar. Por una fracción de segundo, Charlotte me mira. Me mira con odio... No como cuando la traicioné, aquella vez era decepción... Ahora es real y auténtico odio. No puedo soportarlo... Esto es demasiado para mí. Trato de salir corriendo en su dirección para advertirle. Están a tiempo de alejarse de Rafael... Pero Rodrigo me hala por el brazo y susurra en mi oído:

—¿A dónde mierdas crees que vas?

—¡Suéltame!— Grito tratando de liberarme de su agarre.

Veo cómo Charlotte se marcha y yo me desespero... Tengo que salir de aquí... Debo advertirle. Coral vuelve a gritar, captando la atención de Rodrigo. Aprovecho la distracción para soltarme de su agarre y salgo corriendo a toda prisa. Corro como si mi vida dependiera de ello. Corro hasta llegar a una esquina bastante alejada de la iglesia. Veo la guagua de la AMA y sin pensarlo me introduzco en ella.

Agitada me siento y cierro los ojos con fuerza tratando de aminorar los latidos de mi corazón desbocado. Necesito esconderme y luego comunicarme con Charlotte; o con alguien que les pueda advertir lo locos que están Rodrigo y Rafael.

Me bajo en la parada que me deja un poco más cerca de mi otro apartamento. Es obvio que no puedo regresar al que Rodrigo conoce. Pido un taxi con la mano. Le doy la dirección. Salgo corriendo por el vestíbulo, corro escaleras arriba y llego a la puerta que se abre con código. Presiono los dígitos de manera nerviosa y temblorosa. Una vez se abre, corro hacia el teléfono. Primero llamo a Charlotte. Maldición, ella bloqueo también este número... Hago memoria y trato de recordar el número de Felipe. Intento llamar varias veces y siempre me sale el buzón de voz. Sé que es su número porque es su voz quien contesta la grabadora. Entro en desespero y comienzo a llorar incontrolablemente.

Algo horrible pasará y yo tengo parte de la culpa.

***

Tres días han pasado y yo he permanecido encerrada en mi apartamento muerta del miedo... No me atrevo a salir... No quiero saber qué está pasando. No quiero enterarme que Rodrigo mató a Charlotte o si el padre de Rebeca la manchó a ella. No he salido de la cama, no me he bañado... No he hecho nada. Solo estoy en un estado de shock emocional y no tengo fuerzas para seguir. Soy débil, estúpida... Culpable.

El sonido del timbre del teléfono de mi apartamento me hace pegar un respingo. Me hago un ovillo muerta del miedo. El teléfono yace en la mesa de noche y no tengo el valor de contestar. ¿Y si es Rodrigo y me encierra de nuevo? El sonido no cesa... Sigue sonando insistentemente. Irritada lo tomo en mis manos, armándome de valor para contestar. Me quedo callada... No hablo. Una voz chillona comienza a atacarme desde la otra línea.

—¡Eres una cabrona, Katia! Sabía que estabas mal de la cabeza, pero lo que hiciste no tiene perdón. Sé que fuiste tú... Tú fuiste la culpable y estoy casi segura. Tu envidia no tiene límites. Vamos, que pensé que lo tuyo eran solo juegos infantiles, pero esta vez llegaste lejos... ¡Mataste a un inocente! ¡A un angelito!

—Lola, ¿de qué hablas? — Pregunto débil. Mi voz sale así mientras mi corazón retumba en mis oídos.

—¿Cómo que de qué hablo? Sé que estás envuelta en el accidente que acabó con la vida del bebé de mi prima y de Felipe. Esto es demasiado... ¿Cómo pudiste?— Pregunta sollozando.

—Lola yo no sabía... Te lo juro. ¿Qué pasó?

—Eso ya lo debes saber... ¡Te odio! Eres de lo peor... No sé cómo pude considerarte mi mejor amiga. Estás hueca... Eres una perra. Jamás vuelvas a buscarme... No vuelvas a acercarte a mi prima. Aún no se ha probado nada, y probablemente no pagues por tu crimen, pero sé que eres la culpable de toda esta tragedia. Púdrete, Katia.

Lola no me deja hablar y cuelga el teléfono. Dios mío, ¿qué he hecho? ¿Luna y Felipe perdieron a su bebé? No puede ser...

Sigo llorando hasta que me quedo dormida.

****
Escucho a lo lejos un sonido sordo. Como si estuvieran golpeando a una madera. Poco a poco mis sentidos se agudizan y me percato de que están tocando la puerta insistentemente. Abro los ojos abruptamente y me incorporo de igual forma.

—Katia Dillard, sé que estás ahí... Abre la maldita puerta o la tumbo.

No podría confundir esa voz... Es Charlotte quien toca la puerta con insistencia.

Con la poca fuerza que tiene me incorporo y me dirijo hacia la puerta. El corazón se me quiere salir por la boca, aún así tomo valor y giro el cerrojo. Quiero ver si está bien... Si no le ha pasado nada a ella.

Charlotte me mira desde el umbral con odio e intensidad. No soporto que me odie de esa forma... Con violencia me agarra de los hombros y me sacude.

—¿Qué haz hecho jodía loca? ¡Dime! ¿Por qué lo hiciste? ¿Tienes idea de lo haz provocado? Llegaste demasiado lejos. ¡El bebé de Felipe y Luna está muerto y la hermana de Rebeca también! Trajiste al hombre que estaba enfermo... Violó a Rebeca... La ultrajó... ¡Por poco la mata! Coral está muerta... ¿Qué clase de persona eres? ¡Jamás pensé que fueras una cabrona sin corazón! ¿Por qué? ¿Por qué?— Me grita sacudiéndome mientras llora de coraje y frustración.

Yo me quedo petrificada en mi lugar. Esto no puede ser real. Lágrimas comienzan a descender de mi rostro. Soy un monstruo...

—Perdóname... Perdóname, Charlotte...— digo arrodillada a sus pies.

—¿Qué? ¿Con qué descaro me pides perdón? Esto no es otro de tus juegos infantiles... Esto es serio y es lo peor que haz hecho... No tienes perdón, Katia.

—Escúchame... Tienes que escucharme... No me odies sin saber lo que pasó... Por favor... No me odies... No me odies.

No aguanto el dolor en mi pecho... Me siento débil... Mareada. Mi visión se nubla y solo veo puntos de colores a mi alrededor. De un momento a otro, todo se torna negro.

****

Percibo un fuerte olor en mi nariz. Estoy segura de que es alcohol. El olor va poco a poco despertando mis sentidos. En unos segundos soy capaz de abrir los ojos lentamente. Mis ojos se encuentran con unos marrones hermosos. De repente recuerdo todo lo que pasó, y abro los ojos como platos. Me siento y me hago un ovillo en la cama. ¿Me trajo hasta la cama? ¿Por qué estoy aquí? Lo último que recuerdo es haber sido aplastada con sus palabras de odio. Charlotte me odia... Ella me odia.

—Katia, ¿cuándo fue la última vez que comiste?

—Charlotte... Yo...

—Contéstame...

—No lo recuerdo.

Ella suspira profundamente y sale de la habitación. Sigo muy débil, no tengo fuerzas para detenerla... Cuando mis párpados comienzan a cerrarse, la veo entrar de nuevo con una bandeja en la mano.

—Tienes que comer. Te preparé unas sopas de arroz y bacalao.

—No tengo hambre... Solo quiero explicarte todo.

—Come primero y luego hablamos de tus acciones.

—Pero...

—Pero nada, come, maldita sea.

A regañadientes comienzo a comer. La verdad, a mi estómago le hacía falta sentir algo caliente. No me di cuenta de cuánta hambre tenía hasta que me llevé la primera cuchara de sopa a la boca. Comienzo a comer con desespero.

—Suave, que si no tenías nada en el estómago, te va a caer mal y luego vas a vomitar.

Avergonzada por mi comportamiento cavernícola, comienzo a disminuir la velocidad en la que me llevo las cucharadas de sopa a la boca.

Evito a toda costa contacto visual con Charlotte. No tengo el valor suficiente. Una vez termino todo el plato y me tomo el vaso de jugo de china, ella sonríe complacida. ¿Está sonriendo? Eso me hace sonreír de medio lado.

—Siempre te encantaron estas sopas...

Asiento suspirando.

—Gracias...— digo tímida.

Ella me mira aturdida y la entiendo. Yo nunca me comporté de esta manera... Siempre era segura, sarcástica, molesta o burlona. Ya no tengo ánimos de fingir como siempre lo he hecho.

—¿Por qué lo hiciste?— Me pregunta seria.

Suspiro mientras encuentro el valor para empezar.

—Yo no planifiqué nada... Yo... Aunque eso no quiere decir que no sea culpable...— Hago silencio. Charlotte me da una mirada exasperada indicándome que continué.

Comienzo a contarle todo desde el inicio. Cuando termino el relato ella llora al igual que yo. Me abraza y comienza a maldecir e insultar a Rodrigo en susurros.

—Katia, tienes que denunciarlo.

—¿Qué? No, no puedo hacerlo... No quiero.

—Debes hacerle pagar... Con tu declaración lo enviamos directo a la cárcel por haber planificado todo junto a Rafael... Tienes que decirle lo que ese enfermo te obligó a hacer.

—Lo hice para protegerte... No quería que nada malo te pasase.

—Haz lo correcto y ve a declarar.

—Lo haré para hacerle justicia a Coral... Sin embargo, no diré nada sobre el encierro... No soportaría declarar una y otra vez el horror vivido en esa habitación...

—Está bien... Como quieras. Yo estaré aquí... No estarás sola.

— ¿Me odias?

—No, Katia... No te odio.

****

Todos aprenden de a poco a lidiar con el dolor que ha causado toda esta pesadilla... Todos tratamos de levantarnos, pero se nos ha hecho difícil y muy duro. Todo esto ha afectado a demasiadas personas. Estos meses han sido demasiado... Y yo estoy afrontando todo esto sola. Charlotte viene de vez en cuando, pero solo cuando puede. Ella está ayudando a Rebeca con su dolor. Y lo entiendo.

La culpa me invade día y noche. La soledad me aplasta... Mi padre no sabe nada de lo que pasó, pues está Moscú en por motivos de negocios. Y aunque aún no lo perdono, tal vez él podría decirme que me quiere... Al menos, alguien me lo diría... Aunque fuera el padre que jugó con mis sentimientos de niña... El permitió que aquella amante me amenazara una y otra vez... Él no hizo nada por detenerla... Engañó a mi mamá...

Pienso en las últimas palabras que le dije antes de que muriera, y me siento miserable. Yo no merezco el amor de nadie...

Antes de llamar a la salvación... A la cura del dolor, le envío un mensaje a Charlotte... Necesito que sepa que la amo.

Te amo... Antes de partir quiero que lo sepas. Perdóname por todo el mal que te hice... Por favor, no me odies.

Las pastillas comienzan a descender por mi garganta una por una. Perdí la cuenta, pero ya siento mis párpados pesados. Sí, ya las tomé todas y ahora solo resta esperar a que acaben con mi miserable vida.

No sé cuánto ha pasado, pero ya la oscuridad está llegando. Me siento en las nubes. Es como si estuviera volando. Escucho una voz... Una voz angelical que pronuncia mi nombre. Sonrío cuando se aparece en mi campo de visión. No distingo sus rasgos claramente, pero sí puedo notar su color de piel. Es trigueño... Es un ángel de color. El ángel es negrito, así como Charlotte.

Mein engel...—pronuncio cuando el ángel me toma entre sus brazos, para juntos volar.

***
Bip, bip, bip...

Un irritante y constante pitido se adentra en mis oídos. No quiero abrir los ojos... Quiero seguir durmiendo sin soñar... Pero la curiosidad por saber en dónde estoy, me gana. Abro los ojos y descubro que estoy en un hospital. Inspecciono todo a mi alrededor. ¿Qué hago aquí? Miro a todos lados y descubro una melena rizada en mis pies. Charlotte duerme a mi pies; tiene la cabeza sobre el colchón y está en sentada en una silla al costado de la camilla de hospital. Siento pena por ella, la posición debe ser incómoda por demás.

—¿Cha–Charlotte?— La llamo y mi voz sale afónica. Carraspeo mi garganta y la llamo otra vez, haciéndome mi mayor esfuerzo para que adquiera un volumen más alto.

Ella se levanta sobresaltada de un brinco.

—¡Despertaste!— Exclama más allá de lo agotada, pero feliz de verme... con vida.

Los recuerdos me atacan... Se supone que no esté viva. Yo quise terminar con mi sufrimiento... Yo...

Charlotte se acerca, y con una mano seca las lágrimas que se escapan de mis ojos. La miro con atención. Luce ojerosa y cansada... Se nota las pocas horas de sueño que ha tenido por mi culpa.

Ella suelta una lágrima y yo me apresuro a removerla. Aprovecho y acaricio su rostro. Él era el ángel que me había tomado entre sus brazos.

—Me has salvado, mein engel...

****************







Y hasta aquí el capítulo extra... ¿Qué les pareció? Digan con honestidad... Lo prometido es deuda, mis amores. Jamás les he fallado, no se pueden quejar. 🙈

¿Saben? Se me ocurrió una idea... Ya la historia llegó a su final, y eso nadie lo cambiará, pero ¿qué tal si me dedico a hacer uno o dos capítulos adicionales en la historia? Serían de situaciones que no coloqué en la historia original . POR EJEMPLO, cuando Charlotte le presentó a su mamá a Rebeca... También, hay cosillas en este capítulo extra que se quedaron sueltas o la imaginación de ustedes... No sé, ustedes dirán.

Esto lo hago para aquellos que quieren seguir en esta historia. Ustedes saben que por ustedes hago lo que sea. Inclusive hacer un extra de 4.800 palabras, como este. 💋

Si no recibo comentarios, no importa; de todos modos ya la historia concluyó. Es solo que no quería abandonarlos y quiero complacerlos y hacerlos feliz. :D

De ustedes queda si hay o no capítulos extras. Si quieren que sea así, comenten abajo la situación que en la historia se mencionó, pero no se narró cómo sucedió. Y yo elijo la más atractiva. ¿Vale?

Pd. ¿Odian o comprenden a Katia? :) ¿Siguen odiándola? Díganme lo que sienten.

Ciao, hasta la próxima.

Si no quieren capítulos extras, no nos leeremos por aquí, sino en "Luna"...
Me despido de los que quieren que todo llegue a su fin, y les doy las gracias por llegar hasta aquí. Los quiero mucho mucho... En especial a @ClauMP, @Oruga1971 & @Okami_sempai8. <3

Y a los que arrancaron para la historia de "Luna", me despido hasta la próxima, bebés. 💋 No tengo fecha fija, pero prometo que nos leeremos pronto por allá.

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