La ciudad del caos (relato independiente Leiriu)

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Eyyy acá llego con un nuevo relato de Dereth y Ellete, que como ya saben es de un tipo maloso  al que ellette quiere vencer con un grupo de héroes, pero se acaban enredando en una relación de amor y desamor muy particular.

Chan! Acá va !

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Se habrán dicho muchas cosas, se habrán escrito muchos libros, pero mientras tu corazón no lo sienta, nada sabrán del amor verdadero.

 

Es difícil hablar sobre lo que es el amor, o lo que no es. Algunos recurren a metáforas verdaderamente maravillosas que te llegan al corazón y a las que le encuentras cierto sentido, otros recurren a la experiencia para parangonar el amor con ella. Otros simplemente te miran a los ojos y te dicen “Estoy enamorado”... y esto será probablemente lo más cercano que estés de él si no lo has sentido nunca. Es que el solo hecho de comparar con otra cosa el amor le quita todo el sentido que tiene, intenta explicar en términos reales algo que no pertenece a la realidad, que va más allá de ella y todo lo imaginable, no tiene caso. El amor es magia, es sueño, es un sin sentido, pero uno que irónicamente termina dándole a tu vida todo el sentido que necesita.

Es todo y nada al mismo tiempo, dependiendo de cómo lo mires, dependiendo de si lo vives o no. Hoy para él era su todo aunque no quería reconocerlo, así como tampoco quería aceptar su existencia. Resultaba extraño y confuso el encontrar algo nuevo en un mundo que parecía haberle entregado todo lo que podía entregarle y que sin embargo, lo abofeteaba con esto, demostrándole que nunca podría tener todo bajo su control. Como una burla que le hacía notar que si ni siquiera podía con sus propios sentimientos menos aún podría con lo demás.

Cierra los ojos, intentando encontrarle sentido y haciendo el mismo proceso que muchos otros han hecho, pero al igual que los demás poco y nada pudo encontrar y engañarse a sí mismo era demasiado, no podía hacerlo, lo había intentado y fracasado estrepitosamente como si las mentiras cortaran cualquier esperanza de entendimiento.

<<¿Qué se supone que estoy haciendo?>> Se preguntaba aunque se seguía dejando llevar hasta que sus propias inseguridades le ganaban a la entrega. Ahora mismo se lo preguntaba, pero continuaba con lo planeado… le divertía pensar en lo que haría con ella, mientras se inventaba excusas para que estos encuentros tuvieran algún sentido para el plan que se supone lo guiaba.

—Me intriga saber dónde conseguiste la capa— Rompió el silencio reinante la voz de Ellette. Siempre se ocultaban para estar juntos en un sitio apartada, donde nadie más pudiera encontrarlos, donde no hubieran miradas ajenas sobre ellos criticando sus actos, u oídos extraños que pusieran en tela de juicio sus palabras.

—¿Importa?

—No se trata de si importa o no, sino que del viaje que ha llevado… Me gusta saber estas cosas, me ayuda a visualizar su historia y cómo son realmente.— Volvió a hablar mirándolo a los ojos, diciéndole con los suyos que no hablaba solo de la prenda de vestir, que quería ver más allá de él también.

—¿No puedes saber cómo es simplemente viéndola? – Había acercado la capa hasta que quedara a pocos centímetros de ella, pero la mirada del hada no cambiaba, había vivido demasiado con él como para no comprender a estas alturas cuando un tema lo incomodaba e intentaba dejarlo de lado.

—No lo sé, siento que me oculta muchas cosas…que es más de lo que me dejas ver, que no es solo una herramienta. Que es más que un simple propósito, si tuviera corazón quizás incluso sería más de lo que muestra.— Apartó la capa de su lado sin cambiar de actitud

—Saca esa idea de tu cabeza, no es bueno que le des vueltas a estas cosas… generalmente no te sirven de nada. – Ellette resopló.

—¿Es otra de las enseñanzas de tus clases de arte?

—Lo es – Sonrió satisfecho.

—Soy de la clase de alumna que se opone a los maestros…

—¿Qué dices tú entonces?

—Que puede que sea verdad lo que dices, pero le prestas demasiada atención al “generalmente” en vez de mirar el otro lado. Hay esperanza y luz, pero tú solo miras la oscuridad.— Ante su comentario Dereth volvió a sonreír. Las esperanzas y la luz lo perseguían casi tanto como la oscuridad, su alrededor era muy particular.

—El tiempo me dará a razón… ahora seguiremos tu formación – Dijo antes de envolverlos en la capa y trasladarse a otro lugar. Como si las distancias hicieran que olvidaran… quizás no era así, pero sí serviría para distraerlos. Así viajaron hasta llegar a una nueva ciudad, apartada de todo lo que sucedía para ellos.

¿Qué mejor lugar para distraerlos que éste? Era una ciudad llena de movimiento y ruido por doquier, con cientos de personas moviéndose hacia un lado y el otro, perdiéndose entre la multitud. Todas ellas con ropa extravagante que las distinguían y al mismo tiempo mantenían  el anonimato que la propia ciudad y su dinámica otorgaban. Los edificios eran iguales a sus habitantes, cada uno de ellos único y diferente, nada tenía sentido ni seguía algún tipo de lógica, ni siquiera los seres que estaban presentes parecían tenerlo… sus movimientos no tenían objetivo, a veces a mitad de camino se detenían y retrocedían; casi como si el aroma dulzón que impregnaba todo el lugar los embriagara y dejara en un estado de locura y confusión.

—Vamos a resaltar acá si seguimos así— Habló Dereth tomando del brazo al hada,  siguiendo a parte de la multitud antes de adentrarse en un callejón.

—¿Qué es este lugar?

—¿Acaso no lo sabes con solo verlo? – Ellette se veía tan confundida como cualquiera de los otros allí – Es la ciudad del caos Ellette, acá confluyen seres de todas las razas, incluso humanos, y bueno hacen lo que sea que estén haciendo.

—No entiendo, por qué existe un lugar así – Preguntó recibiendo uno de los pañuelos que le pasaba el elfo oscuro.

—Todos necesitan un lugar, acá habitan los que no tienen ninguno…a decir verdad es solo una ciudad de paso, es extraño que alguien se quede acá para siempre.

—¡Eso no explica su existencia! Esto es extraño…

—Esto es único Ellette, además solo somos turistas, no hay nada que temer.

—No tengo miedo – Lo fulminó con la mirada, adoptando una posición más firme.

—Bien – Contestó entregándole la última de las prendas al hada que a estas alturas ya tenía en sus manos un sinfín de pañuelos y accesorios.

—¿Qué es todo esto?

—Tu ropa para la ciudad del caos— Respondió luego de ubicarse detrás del hada, donde comenzó a sacar el vestido de la misma.

—¿Qué crees que haces?– Cuestionó seria, demasiado a decir verdad, escondiendo el escalofrío que le producía el tenerlo tan cerca y en esta situación. Le hubiera gustado decir que solo indignada, pero era más que eso, no le gustaba que la tocara, o quizás le gustaba más de lo quería aceptar. No era indignación solamente, era sentirse vulnerable. Era el hecho de ser consciente de que contenía la respiración cuando sus manos se posaban sobre su cuerpo.

—Estoy ayudándote a que no te reconozcan como ajena al lugar. No te preocupes, no abusaré de ti – Habló tranquilamente mientras seguía haciendo de vestuarista, con una velocidad digna de la más lenta de las hormigas. La estaba torturando a ella y a sí mismo también, mientras procuraba sacar el vestido y cubrir el cuerpo del hada con las telas que esta sostenía en sus manos.

—Podría hacerlo yo misma…

—Podrías, pero ahora sostienes los implementos, así que yo me encargaré – Y así, nuevamente volvieron a  guardar silencio. Ellette encontró nuevas razones para odiarlo, mientras se torturaba con los deseos de que dejara de lado el vestirla y  la abrazara, la tocara y cumpliera las promesas que su tacto ofrecía.

—¿Qué hay de ti? ¿Yo te vestiré después?

—Oh no, yo ya estoy listo – Le susurró en el oído mientras terminaba de colocarle un collar de colores vivos encima, que combinaba con el top Calipso y dorado que llevaba encima.— Observa – Se plantó frente a ella, y hasta el momento seguía igual, pero pronto de un rápido movimiento dio vuelta su chaqueta mostrando una roja, y sacó un sombrero bastante ridículo que finalmente puso en su cabeza.

—Te ves muy ridículo.

—Tú también.

—¡¡Porque me has vestido tú!!

—Ellette, claro que sí… mira a tu alrededor. Todos acá visten ridículamente… ridículamente mirándolo desde una perspectiva poco artística. A decir verdad a mí me parecen muy interesantes.

—Te estás burlando de mí – Habló esta vez sonrojándose un poco. No le gustaba verse ridícula, menos frente a él.

—Solo un poco, pero tú también lo haces conmigo…

— A ti te da igual.

— A ti también debería darte igual pequeña… El que lleves esto o plumas o lo que sea, no cambiará nada de lo que eres. – Posó sus manos en los hombros de Ellette mientras decía esto y la miraba fijamente — Tú ya tienes tu sentido, así que da igual.

—¿Qué quieres decir?

—Esta gente, no tiene claro lo que quiere ni lo que son, llenan con extravagancia los espacios que deja su propio vacío interior. Si a ellos les dijeras que son unos ridículos les afectaría quizás, porque estarías criticando lo que son en realidad, pero tú eres más que ropa… o el intento de ropa que ahora llevas puesto.— Sin quererlo ambos acabaron sonriendo esta vez —  A mi favor, me esforcé mucho.

—Sigue pareciéndome injusto que no pueda ayudar a tu cambio de look, yo también soy una artista ¡Creí que me habías reconocido!

—Será para otra ocasión – Dijo comenzando a caminar y saliendo del callejón donde estaban. Entrando nuevamente a las avenidas atiborradas de personas –Por cierto – Tomo una de sus manos – No te apartes de mí, hablo en serio.

Anduvieron entre el gentío unos minutos, siguiendo el ritmo apresurado de todos los presentes, antes de que el hada se diera cuenta de que varios los seguían. Allá hacia donde ellos se dirigían, el grupo de antes los seguía, el mismo grupo que poco a poco parecía ir aumentando.

—Nos están siguiendo… — Comentó Ellette mirando hacia atrás, Dereth seguía con la mirada fija hacia adelante.

—Claro que lo hacen, nosotros tenemos lo que ellos quieren – Susurró tomando con más fuerza la mano del hada, ahora más que nunca temía que se apartara de su lado.

—¿¿Qué es lo que ellos quieren?? – Sonrío de medio lado, acelerando el paso, casi corriendo.— ¡¡Dereth, dime!!

—Un camino – Finalmente habló antes de que entraran a unas ruinas adornadas con flores y telas de colores.

—¿Por qué estamos haciendo esto?

— Porque has sido escogida para protagonizar uno de los rituales más especiales que existen Ellette, es uno realmente particular…

— ¿Qué tanto?

— Solo un artista lo puede hacer y tú eres la única artista que conozco y reconozco como tal –Se detuvo un momento — ¿Estás dispuesta?

—¿Es otra de tus clases?

— Es mucho más que eso Ellette… ya están llegando, ¿aceptas o no?

—¿Qué tengo que hacer?— El elfo sonrió y volvió a andar, hasta llegar esta vez hasta lo que parecía una estructura elevada, desde donde se podía ver llegar a todo el grupo que iba tras ellos, que ahora incluía a más personas que antes, parecía que la mayoría del pueblo estaba allí.

—Demuéstrame por qué le debo prestar menos atención al “generalmente” – Ellette seguía igual de confundida que antes. A veces llegaba a pensar que el elfo hablaba de esa forma solo para molestarla, para que no supiera a dónde dirigirse, para cegarla… pero luego caía en que quizás, quizás se intentaba cegar a sí mismo y evitar que ella ganara – Hoy se abren las puertas del lugar, todos van a intentar salir… pero sin saber qué hacer y en su estado actual no durarían demasiado. Para alguien que favorece la oscuridad como yo no debería estar permitido interferir, pero ya sabes, esta ciudad es solo caos así que acá no gobierna ninguna ley que en el resto del mundo sí.

—¿Qué puedo hacer entonces? – Preguntó observando cómo volvían a la actitud de antes, de cierta forma le parecían patéticos, muy patéticos. No sabía qué pretendía Dereth mostrándole todo esto y menos poniendo la vida de todos ellos en sus manos… Eso sin contar que la idea de un Dereth que se preocupara del destino de todos ellos no dejaba de parecerle sospechosa.

— Arte, Ellette… a estas alturas solo queda ser un artista – Dijo antes de alzar la voz para hacerse oír entre todos los murmullos sin sentido que reinaban en las ruinas — ¡¡Guarden silencio!! – Increíblemente todos siguieron su orden – Hoy podrán salir de este lugar, pero solo serán libres si esta mujer, si esta mujer es capaz de satisfacer a Baghrá – El silencio continuó, pero por un momento todos ellos compartieron un objetivo antes de volver a lo de antes, como si en ese instante volvieran a tener consciencia de lo que eran y quienes eran. Y más importante aún de lo que querían ahora, y eso era escapar.

—Esto no está bien, me estas engañando Dereth… ¡acá hay algo más!

—Como todo en la vida, pero esta vez no estoy mintiendo… Baghrá es una artista nata, la más cruel y genial de todas, a ella no puedes satisfacerla con cualquier tontería— Habló serio sacando del sombrero que antes llevaba puesto unos pinceles y pintura, pintura tan roja como la tela del accesorio.

—No pienso hacer cualquier tontería… pero ¿en serio no me vas a dar ninguna pista? Eres un pésimo profesor.— Medito uno segundos Dereth antes de hablar.

—Ya te lo dije, tú enfócate en demostrarme por qué no me debo fijar solo en el generalmente, por qué debería creer en la luz y todas esas cosas.

Y aunque nada aun estaba del todo claro, de alguna forma supo qué hacer, o tal vez simplemente se dejó guiar por el instinto y por lo que decía su corazón. Pintó y dibujó sin detenerse, haciendo incluso dibujos sobre la ropa del elfo que hacía lo mismo que ella sobre la piedra y el resto del lugar, moviéndose por toda la ruina, saltando a las personas que se transformaban en verdaderos obstáculos para la labor creadora, Ellette iba incluso más allá dejando su arte también en la gente, mientras sin quererlo se le escapaba una risita idiota de los labios. Así siguieron un rato, en el que incluso Dereth se dejó seducir por la magia que la creación comenzaba a formar en el lugar, para finalmente volver al punto de partida, donde se reencontraron. Los dos eran un desastre.

—Reíste –

—¿Y? – Delineaba el rostro del hada con el pincel que todavía tenía en la mano.

—Eso me da la razón, hay esperanza – Hizo lo mismo que él— No intentes ocultarlo Dereth, no he leído tu corazón, pero puedo leer tus gestos… — Continuó pintando, esta vez sus pómulos.

—Tal vez la haya… — Alcanzó a decir antes que todo el lugar comenzara a temblar y la pintura a deshacerse, cayendo como polvo de hada desde las rocas y las personas, menos de Ellette y Dereth, como si aquella magia no los afectara… o quizás ya lo había hecho y eran inmunes— Haz hecho bien Ellette—La felicitó antes de atraerla hacia sí para abrazarla y evitar que cayera – lo lograste, mira que era difícil – Comentó viendo como las grandes portones comenzaban a abrirse y la gente a salir de ahí, esta vez desnudas. Cada una de ellas distintas, pero ya no por sus trajes. El elfo sonrió, Ellette también… en realidad era un espectáculo sorprendente, como si todos ellos fueran ángeles envueltos en una nebulosa casi celestial, a estas alturas al hada le parecía irrisorio el haberlos visto antes tan patéticos y sin vida.

—¿Qué es todo esto?

—Esto es el verdadero poder del arte Ellette – Habló sin apartarla – Es lo que has logrado, por eso eres mi única artista.— Sin quererlo el hada se puso a llorar en silencio, no estaba triste, era solo que todo lo que estaba sucediendo la emocionaba. Era más de lo que esperaba.

—¿Cómo puedo liberarte a ti? – Esta vez no usó un pincel, sino que sus manos recorrieron su rostro, analizando sus facciones.

—Es complicado – Suspiró alejando las manos del hada. El lugar poco a poco volvía a la normalidad, ellos nunca lo harían.

—Tú siempre lo haces todo más complicado aún.—Él ahora acariciaba a Ellette, esparciendo con sus dedos la pintura que antes había dejado alojada en su cara.

—Y tú eres de esas personas que hacen que todo parezca tan simple… —Y como si lo hubiera estado deseando desde siempre y al mismo tiempo como el impulso que era, la besó. Había algo cálido en ella que no podía encontrar en nada ni nadie más, algo especial que hacía que el alejarse fuera una locura, un crimen, una blasfemia. Que hacía quela razón se le escapara de las manos y decidiera ella misma no volver atontada por la sola presencia del hada. El lugar volvía por completo a la tranquilidad y como si la maldición volviera con esto, también volvía el juicio del elfo. —… Pero las cosas no son simples Tenemos que volver –

—Eres un cobarde Dereth, es eso, o simplemente eres un cabrón.

—Mi fama ya te debe inducir a saber cuál de las dos alternativas es la correcta – Siguió hablando mientras volvía a envolverlos en la capa, no sin antes ver cómo desde el otro lado volvían a entrar personas. Condenados. Habían diversas jaulas, y formas de liberarse, esta era una de las peores.

—No vuelvas a venir o te mataré Dereth… — Fue lo primero que dijo el hada al volver al bosque del principio, él como si no la hubiera oído siguió adelante, para sacarle los pañuelos y demás prendas quela vestían — ¡¡Y aléjate!! – Lo fulminó con la mirada apartándolo, y sacándose ella misma las telas. – Estoy hablando en serio Dereth, no vuelvas… no vuelvas… — Repitió su advertencia, esta vez con el vestido que momentos atrás le había arrebatado a Dereth y sacándose la pintura del rostro.

—No tengo miedo, puedes estar segura que volveré… hasta que lleguemos al campo de idriles lo haré— Ignorándolo Ellette siguió su camino, aunque llegaba a ser obvio por su expresión que lo había oído.

—Por cierto— Habló otra vez—  quién era realmente esa tal Baghrá – Se detuvo y volvió la vista a Dereth, él le devolvió la mirada, pero demoró en hablar.

—Es la Diosa del amor Ellette, la más caprichosa de todas.

—Estás jugando conmigo— Declaró con voz trémula, entre la seguridad y los deseos de que no fuera solo eso.

—Todo sería más fácil si fuera solo eso… — Contestó, alejándose él, Ellette no lo seguiría y el tampoco iría hasta ella a confesarle la verdad. Nunca lo haría… y si el odio mata, el negar el amor es aún peor. Él tarde o temprano lo descubriría.

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Gracias por leer <3

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