Dahlia había sido creada por una rencorosa hechicera que deseaba dar una lección a los hombres.

La había creado a partir de barro y de plumas de cuervo y se había asegurado de no añadir ningún tipo de sentimiento.

Dahlia no poseía corazón alguno. La bruja la había moldeado con el mayor esmero posible para poder convertirla en la mujer más bella que un hombre pudiese ambicionar, pero, por dentro no distaba mucho de ser una muñeca sin alma ni voluntad propia.

Tenía una sola misión y debía cumplirla sin importar el cómo.

Tenía que atrapar a las personas impuras que se entregaban al engaño y a la perdición.

La hechicera terminó por darle vida a la hermosa figura con su último hálito. Las malas lenguas solían decir que le había entregado su alma al diablo.

Lo primero que hizo Dahlia fue emitir un graznido antes de descubrir a la bruja inerte a sus pies.

Afortunadamente, hemos logrado obtener esta gran cantidad de información gracias al diario que la criatura guardaba en el cajón de su cómoda.

Y estoy dispuesto a hacer todo cuanto esté en mi mano para salvar a Dahlia.