Grandes descubrimientos

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Capítulo 22
Narra Monik

—¿Qué? ¿En serio harás esto? —dijo Jay.

Estaba muy cerca de su madre. Le sacaba al menos dos cabezas de altura, verlo en esa faceta de enojo fue algo que me intimidó un poco, me costaba creer que ese chico dulce y agradable que conocía fuese el mismo que el que tenía en frente en ese momento. Tan enojado, dejándose llevar por la furia, yo no podía pronunciar palabra alguna pues tenía miedo que me enfrentase como lo hacía con su madre. Sabía que él no le pondría un dedo encima jamás, pero estaba segura que le costaba controlarse. Sus puños continuaban apretados contra su cuerpo, su rostro ligeramente inclinado hacia su madre mirándola directamente a los ojos.

Entonces dijo algo. Algo muy inteligente que pareció calmar la situación.

—Si nosotros nos vamos ¿De qué vas a vivir? ¿Serás tú quien salga a mendigar? ¿De verdad crees poder hacerlo? Yo creo que no, no serás capaz de soportar las miradas de lástima de la gente, no aguantarás ni una hora sentada en el suelo y querrás irte cuando tengas que oir murmullos a tus espaldas sobre lo miserable que es la vida de un pobre.

Una fina lágrima calló por el rabillo de su ojo, y él mismo la borró de un tosco manotazo antes de que llegase a la mandíbula. Eso rompió algo dentro de mí, su dolor empezaba a ser mío.

Jayled y yo compartimos una conexión especial desde la primera vez que nos vimos. Antes de saber si era atracción, antes de que la chispa del amor surgiera en ambos, antes de todo eso, ya había conexión. No podíamos estar en un lugar sin ser el centro de las miradas, estando cerca el uno del otro contenía con todas mis fuerzas todos los sentimientos que tenía hacia él. Estaba segura que él sentía lo mismo. 

Después de unos eternos minutos de silencio su madre respondió:

—Está bien, olvidemos esto. Sólo, después no digas que no te lo dije. Estar con ella no te traerá más que problemas. —sentenció la madre señalándome.

Jay me miró también, y comencé a temblar ¿qué pasaría ahora? Temía al futuro más que a nada. Él había conseguido muy rápido hacer cambiar de opinión a su madre. Tenía algo, no sabía si era su voz, su dicción, en fin el caso es que con solo palabras conseguía muchas cosas.

La señora se adentró más en la casa y de un portazo se encerró en su mundo.

—En verdad siento que vieras todo eso. Siento haberte tratado mal, pero era necesario Monik debías irte, justo por eso. Mi madre nos amenazó con enviarnos lejos si volvía a vernos juntos. Créeme jamás quise alejarme de esa manera —explicó con desespero, como si me lo debiera.

Acababa de quitarme un peso de encima.

—¿En serio? ¿No te cansaste de mí, de mis defectos?  —susurré.

—Una vez te dije que te aceptaba como eras. Y como pudiste notar yo también tengo defectos y bastante terribles.

Sí, era cierto.

—Jay siento haber insistido y entrado aquí sin modales. ¡Qué maleducada he sido! Por un momento perdí la cabeza.

—¿Yo te hago perder la cabeza? —dijo un poco más bajo acercándose a mí.

Puso una mano en mi cintura y una corriente eléctrica me recorrió de pies a cabeza. Alcé la vista y me encontré con un rostro más relajado que el de pocos minutos antes. Luego caí en cuenta que estábamos en su casa aún. Cualquiera podría vernos, oh no, Elie quizás estaba escondida por algún lado observando.

—Jay estamos en tu casa —empujé de forma suave su pecho, no pareció importarle demasiado, seguía muy cerca —Salgamos tengo cosas que contarte —dije y eso pareció interesarle más.

—¡Agh está bien!

Salimos de la casa con suma cautela esperando que nadie haya visto la escena anterior.

...

—Jay me ha llegado el momento de ser sincera contigo. Tengo que contarte algo.

—¿Qué cosa?

—La razón de mis golpes —ya comenzaba a hablar de más.

En verdad quería decírselo, quería contarle todo de una vez sin más tropiezos. Tenía miedo, miedo de su reacción, miedo de lo que haría después de saberlo.

—Así que ya estás lista para decirme —me dijo cerrando los ojos y pasando sus manos por las cienes.

Estábamos sentados,  en un muro cualquiera de la ciudad. Ni siquiera sabía con exactitud que lugar era, pero luego de caminar unos minutos ahí nos detuvimos. Era un lugar bastante solitario y tranquilo, con silencio rotundo pero agradable. Pero ya saben que mis gustos no son muy normales que digamos. En realidad daba un poco de miedo, las construcciones eran altas con paredes mohosas y bastante decrépito todo pero aún así me gustaba. Me gustaba el ambiente solitario que tenia... alejado.

—Se trata de mi padre Jay, todo se trata de él. Se ha encargado de hacerme la vida miserable desde siempre. Mis recuerdos a su lado son de golpes, botellas volando por todas partes, paredes ralladas, vidrios en el suelo, gritos y sangre. Eso es todo.

Su rostro era la viva imagen del asombro.

—¿Hablas en serio? —preguntó —¿De verdad es tu padre quien te ha golpeado? ¿No estás demasiado mayor para eso?

Sus preguntas eran las mismas que me hacía yo. Una de ellas no quería responderla.

—Sí, es el —me limité a responder.

Agaché la cabeza y el sombrero tapó la visibilidad de mi rostro. Me daba vergüenza admitirlo.

—Justo ahora tengo ganas de ir a golpearlo yo mismo. Es que.. es que ¡¿Debería?! Ahora mismo me llevarás hacia tu casa y esto quedará solucionado —habló haciendo el típico gesto suyo.

Lo había notado, cuando estaba enojado Jayled caminaba de un lado a otro y tiraba de su propio cabello. Esos días le había crecido mucho.

—Jayled eso no cambiará nada.

—Entonces vayamos a la comisaría y denunciémoslo, eso sí que lo solucionará todo. Sí, hagámos eso...

—¡No! —espeté —¡¿Crees que no lo he intentado?! Cuando aviso a la policía los golpes se hacen más fuertes. 

—¿Has intentado escapar? —inquirió deteniendo su caminata y posicionándose frente a mí. Él parado y yo sentada.

—La última vez mi madre intentó escapar conmigo... Y este fue el resultado —respondí señalando mi cicatriz en la cara.

Cada marca de mi piel es obra suya. Mi madre estaba aún peor, pero a diferencia de mí, ella si logró escapar aunque... sola.

—¿Qué edad tenías cuando pasó eso?

—Siete años. Desde entonces no sé nada de mi madre.

Trece largos años habían pasado desde la última vez que la ví. Supongo que se artó de tanto sufrimiento, de tanta lucha. Me quedé pensativa por unos instantes, y Jay volvió a hablar.

—¿Por qué la policía no te ayuda? ¿De verdad les has contado?

—Jayled no hay nada que contar. Sólo de mirarme el rostro, los brazos, las piernas. TODO. Es evidente que no pude hacérmelo yo misma. Pero después de una exuberante suma de dinero la policía se cree lo que sea mi padre les cuente. Como que estoy mentalmente inestable, según él.

Me quedé vacía tras la última palabra. Un gran peso salió de mí.

—Monik confía en mí, te ayudaré. No se como, pero lo haré.

N/a
Holis amores. Perdón por no actualizar antes, estaba enferma. Aquí les dejo el capítulo espero que les haya gustado.

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