¿El Futuro Rey de los Piratas?

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La soledad es el precio de la libertad.❞


𝐋𝐀𝐒 𝐒𝐄𝐑𝐏𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄𝐒, siempre me han parecido animales sumamente majestuosos e hipnóticos.

Tal vez sea aquella fascinación y devoción por aquellos reptiles cazadores que me llevó a optar este estilo de vida.

El estilo de vida de una mujer que cambia de mentiras como las serpientes de piel.

Pasé de una Dama de la alta sociedad, a una trabajadora de la Marina con un solo cambio de ropa y actitud. Es un talento natural que he perfeccionado con los años.

No lo olviden, los ojos son la condena de las personas, negándose a ver más allá de lo que su pupula les muestra y su pequeño e insípido cerebro puede procesar.

En esta vida, por más cruel que suene, lo que más importante es la apariencia.

──¡Te digo que la boda fue un desastre! La novia llegó tarde, el cura estaba borracho y el novio drogado. Fue un caos. ──me contó entre carcajadas mi "compañero" de trabajo, su risa era escandalosa y molesta, pero la necesidad de fingir me llevó a reír.

Solo bastó colocar un pie en la Marina para que la historia del personaje que interpreto en esta isla llegara a mi memoria como un huracán. Tal vez haya ayudado un poco la popularidad que mantenía en este lugar de corrupción -le gente hermosa siempre llama la atención-.

En esta Marina, comandada bajo el cargo de "Mano de Hacha" -un nombre ridículo si me lo preguntan-, era una joven de cabellos negros, alegre y popular que siempre estaba dispuesta a salir de fiesta y amante de las leyes y la verdad.

Creo que me dió una arcada, disculpen.

──¡Por las leyes, pero que locura! ──respondí riendo. ¿Creen que quedé muy obvio con lo de "por las leyes?.

Pero mis dudas se disiparon cuando el sujeto a mi lado asintió entre risas.

──¡Completamente! Debiste hacer asistido ──me respondió el enano éste, mientras abría la sala de mapas──. Pero dime, ¿por qué no estabas aquí?

Joder, ¿a ti qué te importa?

No hacia amistades verdaderas, no formaba vínculos, creaban identidades falsas y las mentiras adornaban cada palabra que salían de mis labios.

Aquella conducta que había decidido adaptar no era solo por mi historia criminal -aunque era un claro incentivo-, sino era por otra cosa, algo en mi propia personalidad que me impedía sucumbir ante al deseo humano de buscar relacionarse con los de su especie: detesto socializar.

──Oh, un familiar estaba enfermo y solo yo podía cuidarlo ──respondí fingiendo quebrar mi voz, mientras firmaba el registro de ingreso con uno de mis tantos nombres falsos: "Michelle"──. Regresé después de arreglar los detalles de su funeral.

La idea de alguien preocupándose por mi, la obligación de contarle a alguien mi vida y si estoy bien o mal, estar atada al tener que explicarle a alguien si me voy y por qué. La sola idea de tener a alguien esperándome, me agobiaba y me generaba la más grande de las repulciones.

──Oh, Michelle ──dijo con pena mi pase de entrada. Joder, la empatía me incómoda ¿podemos saltarnos esta parte? ──. Si necesitas a alguien con quién hablar o...

Lo corté mas no literalmente -por desgracia-, no podía seguir escuchando sus comentarios. La empatía me hacía sentir débil y, antes morir que volver a tener ese sentimientos inundando mis venas, no otra vez.

──¿Las armas están al fondo, no? ──pregunté, cambiando rápidamente de tema, y ante el desconcierto del contrario solté un suspiro y fingí mi mejor sonrisa nostálgica──. No te preocupes por mi, estoy bien y por lo menos se que ella no sufrió. Ahora hay que terminar este encargo.

Se suponía que nos mandaron a realizar un inventario de las armas y mapas del lugar.

Les dije que las cartas estaban a mi favor, aunque a hasta a mi me sorprende la magnitud, hasta parece que hice trampa.

Solo espero que el encargado de barajear el maso de mi vida no tenga la repentina necesidad de equilibrar las cosas.

Inventario, que actividad más fastidiosa y beneficiosa a la vez.

Si soy yo quien se encarga de decirle a los gordos corruptos de arriba la cantidad de armas del lugar, nadie sabrá cuántas robé y, ¡es más! Ni siquiera sospecharían de algún robo, después de todo, el papel mata rumores.

Hablando de matar, hace tiempo no lo hago. Que aburrido se ha vuelto mi rutina.

──Michelle, ¿estas emocionada por ver a Helmeppo? ──¿y ese quién carajos era?──. Según dice atrapó a un famoso cazarrecompensas que lo atacó y ahora el criminal esta siendo castigado. Esta atado bajo el sol sin agua ni alimento.

Wow, tortura humana. ¿Y yo soy la sádica criminal?

Pero más importante que la hipocresía de las leyes, ¿quién carajos era ese tal Pepo?

Joder Tanwen del pasado, ¿en qué mentira te metiste?

──¿Ah? ¿Por qué dices eso? ──pregunté soltando una pequeña risa, mientras escondía algunas municiones en en mi tela especial.

Yo soy fiel a mis armas, nunca salgo sin ellas e incluso las llevo puestas en este momento pero, ¿qué hay de malo en conseguir un poco de dinero a través del contrabando? Y, además, sirve para encontrar las próximas víctimas.

¡Es un ganar, ganar!

──Vamos, no te hagas la tonta ──dijo él con tono bromista, mientras se acercaba a donde estaba, obligándome a tomar papel y lápiz y fingir que cumplía mi lavor──. Todos en la Marina saben que él esta enamorado de ti.

Ah, genial, otro pretendiente. A este paso empiezo a preguntarme quién no se ha enamorado de mi -modestia aparte-.

Por suerte no tuve que responder a su pregunta de metiche -¿ya ven por qué no me relaciono con nadie?-, pues una voz se escuchó fuera del lugar y Mr. Pregunton pareció reconocerla.

Cuando salió de mi zona, terminé el inventario con rapidez y guardé las armas robadas. Debo irme, ya.

──Oye, tu fuiste la que me noqueó en el bar y robó mi uniforme ──dijo el Marin que me trajo al lugar, posteriormente escuché sonidos de pelea y un intento de alarma que jamás sonó.

Me escondí, esa no era mi pelea después de todo. O bueno, no lo era hasta que el idiota este abrió su bocota.

──¡Avisa a los demás que tenemos una intrusa, Michelle! ──justo después de revelar mi presencia en el lugar, se desmayó cuando recibió un golpe en su boca.

¿Se puede ser más imbécil?

La hermosa pelirroja comenzó a buscarme, tenía un palo de madera con el que era bastante ágil para defenderse.

Es una pena que el elemento sorpresa la haya dejado en ridículo.

Tengo un arma de la cual no les conté, principalmente porque no es filosa, pero si muy útil.

Se trata de una especie de pashmina de color rosa pálido y cuya función radica que, a diferencia de una pashmina normal es resistencia cual hierro, casi irrompible.

Es elástica, maleable y soporta hasta siete toneladas. Ay, es uno de mis grandes amores.

Cuando la pelirroja se acercó a mi posición, le proporcione una parada en las costillas que la desequilibrio y la obligó a apoyarse en la mesa de al frente, con mi pashmina le sujete la mano con el palo y la obligue a soltarlo, dí una vuelta para tomar mayor impulso y le die otra patada en el estómago justo cuando estaba a punto de atacarme.

El palo voló y cayó en mi mano izquierda, la derecha tenía el control de la pashmina y, por ende, de la mano de la intrusa. Usé mi propio peso y la obligue a recostarse en la mesa. El palo estaba en su cuello, ahorcándola, en un movimiento rápido mi pashmina ahora tenía el control de sus manos, y una de mis botas con cuchillas en sus plantilas, amenazaba con cortarle los tendones de su rodilla.

Estaba acorralada.

──¿Entrar a una base de la Marina? ──dije, más como una afirmación que pregunta, soltando sonidos de desaprobación mientras movía mi cabeza de lado a lado en negación──. Pero que descaro.

──¿Y tú quién eres? ──preguntó con brusquedad, y justo cuando trató de moverse, corté con sutileza su piel, específicamente su hueco poplíteo, dándole a entender que no era buena idea que se pusiera cómica.

──Yo no haría eso si fuera tu, zanahoria. ──respondí con burla, mientras pensaba en qué respuesta darle a su pregunta.

No había sacado mis abanicos, a penas y ella me había visto, mi identidad estaba intacta, podría entregarla y ganar algún tipo de recompensa en el proceso.

Pero eso me pondría en el ojo de esta Marina y no se me haría fácil escapar como hasta ahora.

Pero darle una respuesta no fue necesario, perdí el tiempo pensando, pues un ¿hombre? ¿chico? ¿niño? No tengo idea, cayó del techo, destruyendo una mesa en el proceso.

──¿Ese es tu compañero? ─le pregunté a la ladrona, mirando con una ceja alzada al chico.

──Yo no tengo ningún compañero ──respondió la chica con brusquedad, aún forcejeando estúpidamente ¿qué no entendió la advertencia? ──. Trabajo sola.

El chico caído del techo tenía ropa vieja  -era pobre-, un sombrero de paja que, se notaba que había pasado por mucho, rulos en su cabello y una cicatriz debajo del ojo.

──Perdonen, no quería asustarlas ──se disculpó el desconocido, pero vaya que educado──. Soy Monckey D. Luffy, el futuro rey de los piratas.

Si no estuviéramos en medio de un robo, hubiera reído. ¿𝐄𝐥 𝐅𝐮𝐭𝐮𝐫𝐨 𝐑𝐞𝐲 𝐝𝐞 𝐋𝐨𝐬 𝐏𝐢𝐫𝐚𝐭𝐚𝐬? Ridículo.

──Felicidades niño ──le respondí, restándole importancia a su presencia──. Ahora, ¿qué quieres?

──Tú ──ahora se dirigió a la pelirroja atada debajo de mi. ¿Ahora soy un impuesto o por qué me evade? ──. Tu también estas buscando al mapa que lleva a La Gran Ruta.

Esperen, ¿"La Gran Ruta"? ¿Eso existe de verdad?

Jalé a la pelirroja con la pashmina, ahora estaba derecha y miraba cara a cara al Luffy éste.

──¿Lo que dice el niño granjero es verdad? ──le pregunté, haciendo más presión en su cuello con su palo.

Luffy pareció ofenderse, porque frunció el ceño.

──¡Oye! Yo no soy ningún granjero, soy un pirata. ──respondió, hinchando el pecho con orgullo.

Rodé los ojos ante su comentario, ahora cualquiera es pirata, hasta un granjero todo cuchi como él.

¿Cómo habíamos llegado a esto?

Estaba burlándome internamente de que ese tal Luffy quería volverse un pirata y conseguir el tan preciado One Piece.

Y en un parpadeo, hice un trato con la pelirroja -de nombre Nami-,  de robar juntas el mapa y luego venderselo a Luffy.

¿Qué clase de trama descabellada y convencional es esta?

No se crean, no iba en confiar en un par de extraños así tan fácil. Cabía la posibilidad de que fuesen socios y, en realidad, todo esto era un plan para joderme.

Razón por la cual le corté por "error" la mejilla a Nami al cerrar el trato, por desgracia no me dió tiempo de hacer lo mismo con Luffy. Pero ya conseguiré la oportunidad, no dejaré que su futuro quede en un misterio para mi, no otra vez.

──¿Me repites tu plan? ──pregunté a Nami mientras caminábamos por los pasillos de la Marina con Mr. Soñador Luffy siguiéndonos.

──Mi plan era robar el mapa sin que superan que lo robe. Ahora no lo se. ──respondió ella, y solté un soplido.

──A ver, nena, no eres la única a la cual sus planes se vieron frustrados por un vaquero. ──le respondí a Nami, frenando su caminar.

──¡Ya te dije que soy un pirata, no un vaquero! ──dijo el vaquero, haciendo un puchero. Parecía un niño pequeño al que no le alimentaban su esquizofrenia.

──Lo que digas, niño ──respondí restándole por completo importancia a las palabras de Luffy, dirigiendo mi vista de nuevo a los ojos azules de Nami──. Así que ponte las pilas y piensa rápido en un plan.

Nami clavó sus ojos en los míos, más no me veía a mi, parecía buscar un plan oculto entre la oscuridad de mis ojos.

Por desgracia, antes de que Nami pudiera responder Luffy intervino, de nuevo -este chico nació con un loro atorado en la garganta-, y una disputa comenzó entre Nami y él.

Solté un suspiro y me alejé de ellos, era ridículo escuchar la conversación de un niño y una adolescente.

Genial, ahora me relacioné con pobres y ladrones que, además, pelean.

Entonces, sus palabras se volvieron lejanas y fueron opacadas por el sonido de unas pisadas no muy lejos del lugar. Rápidamente tomé a los dos peleeones de sus ropas viejas y nos escondí tras una puerta vacía.

Los Marines pasaron de largo de nuestro escondite, al parecer los rezos funcionaron.

Cuando salimos revisé que nadie más apareciera mágicamente por el lugar y, de reojo, puede notar como a Nami le invadió el instinto de responsabilidad y se paró frente a Luffy con una expresión severa.

──Escucha, no puedes andar por ahí como si nada, te van a descubrir y, por ende, a nosotras. ──dijo Nami, tomando a Luffy por los hombros. Vaya, uno de los dos si tiene el cerebro en funcionamiento.

Yo solo me encontraba de brazos cruzandos asistiendo, deacuerdo con las palabras de Nami.

Seamos sinceros, Luffy parecía un niño en un parque de diversiones, no un pirata a punto de robar el mapa más buscado en todos los mares.

Seguimos caminando, ¿tan lejos estaba la oficina de ese tal Mano de Hacha? Me dolía los pies ya.

Oh, joder.

¿Han escuchando la expresión "el sapo muere por la lengua"? ¿No? Bueno, esa frase representa exactamente mi situación. Solo me pregunté internamente cuánto más había que esperar para llegar a la oficina del jefe de este nido de corrupción y, ¡boom! Aparece frente a nosotros.

Debería comenzar a pensar dónde estaría el chico de cabellos verde a ver si lo invoco de igual forma.

── Oh, Michelle, volviste ──las palabras de Mano de Hacha me sacaron de mis suposiciones. ¿Acaso él conocía al personaje que interpreto?──. Mi hijo estuvo triste por tu partida, se pondrá contento al saber que volviste.

Vaquero y ladrona se me quedaron viendo, esperando una respuesta de mi parte. ¿Pero qué respuesta esperan que haga? No se quién coño es el hijo de éste, y si me pongo a recordar a todas las que personas a las que le he gustando seguiremos aquí por un largo tiempo.

── Oh, si, regresé y traje a una amiga. ──respondí, evitando su pregunta mientras abrazaba por los hombros a Nami.

──Señor. ──saludó ella con voz firme, pero al tener mis manos sobre ella puede notar que temblaba. Así que la sacudí un poco, en un gesto amistoso, para que no se notara.

──¿Entonces eres amiga de Michelle? ──preguntó Mano de Hacha y colocó el motivo de su apodo en el cuello de la contraria.

Nami tragó en seco, clavó sus ojos en el contrario y respondió con seguridad, vaya que es buena. Aproveché esta distracción y le coloque las esposas a Luffy quien, estaba muy ocupado atento a la conversación como para notarlo.

──¿Y él quién es? ──preguntó Mano de Hacha, en referencia a Luffy justo cuando terminé de colocarle las esposas y mi brazo derecho estaba en candado con el suyo.

Pero que eficacia, Tanwen, me beso a mi misma.

──Es un criminal, lo encontramos haciendo disturbios y lo arrestamos. ──respondió Nami con seguridad, aprovechando el descuido del rubio para robarle las llaves. Lo repito, es buena.

──Si, ellas son grandiosas ──respondió Luffy con una sonrisa y su entusiasmo que, sospechaba que ya era normal. Clavé mis uñas en el brazo de Luffy, para que se diera cuenta de las miradas de los presentes y arreglara su cagada──. Digo, son buenas atrapando a criminales como yo. Odio a la Marina.

Ahora yo quería reír, era tan tierna su actuación que no era creíble.

──No se crea, jefe, es un experto de la adulación y manipulación. Lo encontramos estafando a viejitos con esa cara de "yo no fuí". ──agregué, ganándome la mirada y asentimiento del mayor. Tenía que arreglar la pésima actuación de Luffy.

──Muy bien, llevenlo al calabazo ──dijo Mano de Hacha, alejándose de nosotros y permitiéndonos respirar correctamente──. Cuando termines ahí, Tanwen, pasa por la habitación de Helmeppo, estará feliz de verte.

No me molestó que insinuara que viera a su hijo, me molestó lo fácil que fue convencerlo, la poca atención que le puso a la situación. ¡Ni siquiera vió las malditas esposas!

Su ego le impedía hacer un buen trabajo y, eso, me daba asco.

──¡Eres increíble, Nami! ──el grito de Luffy me sacó de mis pensamientos, solo para darme cuenta que Nami le mostraba orgullosa la llave que le había robado al grandote──. Deberías unirte a mi tripulación de piratas y, tu también Michelle, ¡la forma en la que manejaron la situación fue grandiosa! Ni siquiera me dí cuenta cuando me colocaste las esposas.

Cuando dijo eso, recordé lo que hice y me dispuse a quitárselas.

──Escucha esto, yo no seré jamás una pirata. Los piratas son horribles y los odio. ──las palabras de Nami eran crueles, pero su mirada mostraba dolor, dolor ante el pasado. Algo le pasó a esta niña.

──No todos los piratas son malos. ──dijo Luffy con seguridad una vez le quité las esposas. Él en definitiva vivía en un mundo paralelo.

──Todos los piratas lo son. ──habló Nami con seguridad, y su mirada solo me confirmó que había algo que no contaba -era obvio si apenas nos conocíamos-, pero era algo malo, traumático incluso.

──Dices eso porque aún no me conoces. ──habló Luffy con seguridad hacia el cuerpo lejano de Nami. Su mirada brillaba y su sonrisa parecía inquebrantable.

No pude evitar soltar una risa, enserio parecía un niño pequeño.

──¿De qué te ríes? ──me retó, con el ceño fruncido.

──Perdona, pareces muy seguro de lo que dices. ──le respondí, mientras seguíamos caminando, detrás de Nami.

──¡Lo estoy! Yo soy un pirata distinto, el pirata que será el Rey De Los piratas. ──respondió seguro, haciendo una pose con sus manos difícil de describir.

Volví a reír, me sentía como una hermana mayor que escucha las historias de su hermanito.

¿Así se habrá sentido él cuando le hablaba?

──Bueno, si lo haces, espero que ser la contramaestre de tu barco ──no se por qué aquellas palabras salieron con tanta amabilidad. Tal vez era el hecho de que no creía que fuese capaz, de que solo era un sueño imposible, pero aún así, sonreí, sonreí como hace mucho no lo hacía──. Por cierto, mi nombre es Tanwen, no Michelle.

Si me preguntaran en ese momento por qué le dije mi nombre real en vez de uno falso, o seguir con aquel, no tendría una respuesta concreta. Que tal vez algo en la seguridad de sus palabras, en su sonrisa, me hizo confiar que tal vez no era como todos los corruptos que había matado, que era diferente.

Si me preguntan ahora, les diré que, aún en esa entonces y, sin saberlo del todo, sentía que Luffy decía la verdad, que cumpliría su palabra y, en el fondo la soledad comenzó a hacerme peso y el sentir que podía formar un hogar o una familia, esa tonta necesidad humana de buscar aliarse con los suyos, estaba desesperada por salir del entierro donde la había metido.

──Es un placer, Tanwen, la contramaestre de mi barco.

HOLAAA 💗

Contramaestre: es es quien dirá las órdenes del segundo. Es quien más se acerca a los hombres motivándolos y organizando los diferentes grupos para coordinar las diferentes acciones. Cuando hay una disputa entre los diferentes piratas, es el mediador. También tiene derecho a castigar a estos hombres como el maestro artillero para que reine el orden.

¿Les gustó el capítulo?

Ya es oficial que en el próximo capítulo ocurrirá el encuentro entre Zoro y Tanwen ‼️‼️

¿Cómo creen que reaccione Zoro cuando la vea? ¡Leo sus teorías!

Estoy pensando hacer una playlist para el libro, ¿qué canciones recomiendan?

La frase del principio pertenece a: Carmen Díez de Ribera.

Recuerden pasarse por mi cuenta de tiktok donde hay videos del libro, no sean malos 👺

Los quiero, nos vemos en el próximo capítulo 💗

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