Cap 4

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Los siguientes en enterarse de todo esa misma noche al regresar a casa, después que marcharan los invitados, fueron Rita y el señor Lynn, y por boca del propio Lincoln.

Habiéndose enterado sus amigos, sus hermanas, principalmente Clyde, el arrepentido joven resolvió ya no mantener oculto su crimen por más tiempo. En parte sintió alivio por haberse quitado tal peso de encima, teniendo de por si que acarrear con el peso de la culpa. ¡La insoportable culpa!

Lynn Jr. lo sintió mucho por su hermano, pero ya no había más que pudiera hacer por él. En cuanto corroboró su versión de la historia se ganó un buen regaño por parte de sus padres y dos fines de semana sin salir por haberlo encubierto. No obstante a ella le fue bien en comparación a Lincoln. Más que sólo llamarle la atención, sus padres si que se encargaron de ponerlo en su sitio.

–¡¿Hiciste qué?! –llegó a gritarle el señor Lynn–. ¡¿Acaso tienes estiércol en el cerebro?!

–¡No puedo creer que hayas hecho algo tan despreciable! –vociferó Rita, soltándole Ipso facto una buena cachetada: ¡Plaf!–.¡Acostarte con la novia de tu amigo, teniendo tú una propia y dentro de la escuela! ¡¿Qué tienes que decir en tu defensa?!

–Que tampoco yo me lo creo –sollozó Lincoln al excusarse. Avergonzado sería poco decir. Lo que más deseaba en ese momento era que la tierra se abriese y se lo tragase, cuanto menos.

Sus hermanas menores atestiguaban como le aplicaban su correctivo asomándose del barandal en el piso de arriba, puesto que su padre les había ordenado dejarlos a solas. A la bofetada siguió un tirón de orejas con el que su madre lo doblegó haciendo que se hincara y rogara por piedad.

–¡Ay!... ¡Aya ya ya yay...!

–¡Espero que hayas usado protección! –gruñó la mujer enfurruñada–. ¡Que donde Chloe y tú me den un nieto ahora te aplastaré! ¡No es broma! ¡Te estamparé contra el piso y me sentaré encima de ti hasta dejarte como un tubo de pasta de dientes acabado!

–¡Que si usamos protección! –chilló Lincoln–. ¡Chloe llevaba un paquete de preservativos en su bolso!... ¡YAAAAY...!

–¡Es todo! ¡Estás castigado por los próximos cuatro meses! ¡Sin salidas, ni televisión, ni computador, ni teléfono, ni videojuegos, ni amigos, y sólo podrás usar la van para ir a la escuela y llevar y traer a tus hermanas de sus actividades, nada más! ¡¿Has entendido?!

–¡Pero la van es mía!... ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!...

–¡¿QUÉ DIJISTE, ESTUPIDO?!

–¡Que si, mamá, lo que tú digas; pero ya suéltame, por favor! ¡Me vas a arrancar la oreja...! ¡YAAAHHY...!

***

La peor parte vino minutos más tarde, cuando Charlie Uggo lo contactó desde Tennessee por video llamada. Sólo por esa ocasión Rita le permitió contestarle y de manera breve, nada más para avisarle a su novia que iban a estar incomunicados hasta nuevo aviso.

Igual, con lo que se dijo...

¡Lincoln Loud! ¡¿Es cierto lo que me acaba de decir Stella?! ¡¿Que te revolcaste con Chloe en el gimnasio?!

Acorralado, con sus padres vigilándolo atrás del sillón y la laptop en sus rodillas, el infeliz se dignó a asentir con la cabeza.

–Si, es verdad... –confesó–. ¡Pero puedo explicarlo!

Hazlo, por favor.

–Pues... Este... Ella me estuvo buscando por semanas y yo no supe que hacer; así que traté de evitarla y hacer de cuenta que no pasaba nada, hasta hace unos días que me emboscó aprovechando que estaba solo esperando a Lynn en el estacionamiento de la prepa. Me condujo al almacén con engaños, me acorraló, se quitó la blusa, se me montó encima, me empezó a besar en el cuello y... Supongo que me dejé llevar por el calor del momento... Lo lamento tanto.

¡Lamentarlo no basta! –rugió Charlie. Parecía en cualquier momento su mano iba a atravesar el monitor para agarrarlo del pescuezo y estrujar hasta que dejase de respirar–. ¡No sólo me fuiste infiel, traicionaste a tu mejor amigo! ¡Eso fue horrible!

–Lo se –siguió lamentándose Lincoln–. Soy un idiota.

¡Creí conocerte, creí que eras un buen amigo y un buen novio! ¡Por eso te dí una oportunidad y me esforcé en que lo nuestro siguiera funcionando a distancia; hasta me estaba reservando para entregarme a ti en su momento, y tú lo echas todo a perder en un minuto de calentura! ¡Eres un cerdo!

–Mi negrita linda...

¡No quiero que me digas así, nunca más! ¡¿Oíste?! ¡No quiero que me hables, no quiero que me vuelvas a llamar, ni siquiera que te atrevas a mirarme! ¡No te atrevas a verme, ni a pensar en mi! ¡Lo que hiciste no tiene nombre! ¡Esto se acabó! ¡Tú y yo terminamos!

–¡¿Qué?!

¡Adiós para siempre, Lincoln Loud! ¡Te prometo que me olvidaré de ti lo antes posible!

Con esto dicho, Charlie finalizó la videollamada con Lincoln. Este se resignó a cerrar la laptop y entregársela a sus padres, quienes habían relajado sus caras de enfado ante lo que acababa de suceder.

De allí subió a la planta alta, donde sus hermanas se dispersaron presurosas a sus respectivas habitaciones para que no descubriera que lo habían estado espiando. Aunque de todos modos sabía que habían estado haciéndolo y no le importó en absoluto.

El resto de la noche se la pasó llorando con la cabeza hundida en la almohada, pero procuró hacerlo en silencio para no molestar a nadie. Ya había echo enojar a muchos y aun le faltaba cargar con el enfado de varios más.

***

Bajo la solemne amenaza de que le quitarían las llaves de su van si llegaba a desobedecer, el siguiente lunes Lincoln repartió a sus hermanas en sus respectivas escuelas. Lily, Lisa y las gemelas en la primaria y Lucy en la secundaria. Después cogió rumbo a la preparatoria en compañía de Lynn.

Al llegar supo le esperaba un mal día por delante, empezando con la no tan agradable sorpresa de toparse a Chloe en el estacionamiento.

–Hola, guapo –lo saludó dedicándole una picara mirada.

No obstante esta vez si hizo un mejor esfuerzo a los anteriores al pasarla de largo ignorándola por completo. De resto, a donde fuera todos lo miraban con odio y desprecio. En los pasillos, en las aulas, en el laboratorio, en el gimnasio, en todos lados. La noticia había llegado a todos en poco tiempo, como sólo llegaría a suceder en un pueblo tan pequeño como Royal Woods. Seguro los chicos se lo habrían contado a sus novias y ellas a sus amigas y así sucesivamente.

Durante las clases le estuvieron aventando aviones y bolas de papel con notas de insultos y hasta de amenazas. En gimnasia nadie lo quiso en su equipo para la partida de quemados. A cierta hora que abrió su casillero, se encontró con la desagradable sorpresa que alguien lo había rellenado con pudín rancio que habría introducido por entre las rejillas de la puerta, con lo que sus cuadernos de apuntes y libros de texto quedaron todos manchados y pegajosos.

Para colmo, el profesorado se hacía de la vista gorda, y aun así Lincoln era el primero en reconocer que todo esto y lo que demás viniera se le estaba muy bien empleado.

Tampoco protestó a la hora del almuerzo, cuando la cocinera hurgó en su oído y le embarró un taco de cera en su porción de macarrones con queso delante suyo.

–Bon appétit, puerco.

De ahí cogió rumbo a su mesa de siempre a reunirse con sus amigos y sus parejas, entre las que ya no se contaba a Chloe. Con ella tampoco nadie se quiso juntar por lo que le tocó ocupar una mesa aparte, sólo que a diferencia de Lincoln no se dejó afectar por tal cosa.

Los que si estaban en la mesa predilecta le dedicaban palabras de consuelo a Clyde, que se lamentaba suspirando como Lucy mientras repasaba la conversa que había sostenido con su ahora exnovia, a la que había ido a ver la noche del viernes tras abandonar la casa del que ya no sabía si seguir considerando su mejor amigo.

Flashback.

–Chloe, ¿es cierto lo que dicen?–había indagado cuando esta le permitió entrada a su casa–. ¿Tuviste intimidad carnal con Lincoln?

–Ya no soy una niña, Clyde –había afirmado ella, sin ningún remordimiento–. Soy una mujer, necesito pasión en mi vida, necesito un hombre de verdad y Dios sabe que ese no eres tú.

–Bueno... –se excusó Clyde–. Es que no sabía que estabas lista para que tú y yo... Avanzáramos tanto. Supongo que la culpa es mía por no haberte prestado la suficiente atención, y por eso me disculpo.

–¡¿Cómo que te disculpas?! –en su propia indignación, Chloe lo agarró del cuello de su camisa y lo condujo para fuera–. ¿Yo te engaño y tú te disculpas conmigo? Clyde McBride, eres tan patético que me das vergüenza.

–Yo no estoy de acuerdo, pero respeto tu honestidad.

–Adiós, Clyde.

–Te am...

¡KAPOOW!

Luego de que Chloe le cerrase la puerta en la cara, Clyde arrojó la pulsera bañada en oro blanco de su nona en el primer bote de basura que encontró y regresó a su casa cabizbajo.

Fin del flashback.

–Chloe rompió conmigo –terminó de contar a sus amigos.

–Hay, cuánto lo siento, Clyde –lo consoló Stella–. Sólo me puedo imaginar lo que debes estar sintiendo.

–Está bien –suspiró sin mas.

–¡¿Cómo que está bien?! –repuso Liam.

–¡Tu novia y tu mejor amigo te traicionaron! –reiteró Rusty.

–Clyde, ¿no te das cuenta? –señaló Jordan–. Por esta razón fue que Chloe terminó contigo. No tienes ninguna pasión. A veces una mujer quiere ver que su hombre sea un hombre. ¡Tienes que responder un poco, tienes que ponerte rudo...!

¡Plaf!

En esas azotó la superficie de la mesa con las palmas al dirigirse a su novio.

–¡Liam, te esperó en el baño de chicas de inmediato!

–¿El baño de chicas?

–¡Ya me oíste, y no me hagas esperar!

–Eh... Bueno, los veo después, chicos... Je je... Oye, que cosa... Esto de Lincoln y Chloe, ¿no?

–Hola.

Hablando del traidor, y que asomó apenas Jordan salió de la cafetería a paso acelerado con Liam siguiéndola de cerca.

–¿Puedo sentarme?

Clyde mantuvo la cabeza gacha mientras que Zach, Rusty, Stella y Kat lo miraron entre los cuatro en silencio con cara de póker, y en silencio los cuatro al tiempo señalaron a las otras puertas de la cafetería que daban al exterior.

Con esto Lincoln tuvo claro que la respuesta era un rotundo "No" y que tampoco era bienvenido en el grupo. Así que dio media vuelta y abandonó la estancia sin chistar.

Cuando pasó junto a la mesa que ocupaba Chloe, esta ofreció darle lugar, para mayor desagrado e indignación de todos en la cafetería; pero Lincoln tampoco le hizo caso esta vez.

Fuera halló muchas mesas a escoger, puesto que nadie quiso comer al aire libre ese día que hacía mucho frío.

Ya habiendo ocupado un lugar empezó a picotear los macarrones que no tuvieran cerumen cuando, como una especie de acto de justicia divina, un relámpago azotó los cielos dando paso a una llovizna torrencial que lo dejó calado hasta los huesos. Sin embargo no se movió de donde estaba. No hasta que oyó la voz de Oliver llamándolos a él y a Chloe por los altavoces.

Chloe Curda, Lincoln Loud, preséntense a la oficina de la directora Rivers de inmediato. Chloe Curda, Lincoln Loud, preséntense a la oficina de la directora...

Camino a acatar el llamado, el joven peliblanco siguió lamentándose arrepentido de lo que había hecho, con la certeza de que lo que fuera le esperara también se lo tendría bien merecido.

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