Capítulo 1: Nueva rutina

JULIET

Ha pasado una semana desde que estamos viviendo con mis abuelos.

Extraño a Louis, extraño mi casa y extraño a mi familia.

Sé que ahora veo más seguido a mis tíos, mis primos y abuelos, pero siento que no sólo se ha ido papá, sino que también se ha ido mamá.

Casi no sale de su cuarto y come muy poco, creo que ella jamás pensó que se separarían y lo peor de todo es que cuando intento hablar con ella, no me responde.

Sé que de alguna manera ella piensa que es mi culpa. Seguro cree que no fui la hija que ellos merecían, que fallé de alguna manera y eso me duele.

Ella no es la única a la que abandonaron. Mi padre también me dejó a mí, pero eso parece habérsele olvidado.

Lo único bueno es que de a poco voy poniéndome al día con el instituto y hacer las tareas mantiene mi mente ocupada.

Cierro mi cuaderno de matemáticas y decido tomar un pequeño descanso.

Creo que me hará bien tomar una siesta.

(...)

Cuando despierto, veo la hora y me doy cuenta que son las cinco de la tarde.

Decido bajar y buscar algo para comer. A mi abuela le encanta hacer galletas caseras, así que sonrío ante la perspectiva de tomar unas cuantas.

Mamá no me podrá quitar esto, ella solía decirme que estaba algo gorda, aun cuando hacía mucho ejercicio. Solía estar en varios talleres del instituto, porque mamá decía que me haría bien.

Planeo seguir saliendo a correr de vez en cuando, pero ahora mis estudios van primero.

Así que bajo y veo que mis abuelos están sentados en el sillón y ríen por algo que uno de ellos dice, seguro están viendo alguna película.

–Oh, cariño. ¿No nos quieres acompañar? Creo que podría gustarte –dice mi abuela en cuanto me ve

–No sé cuántas veces he visto esta película, a tu abuela le encanta –dice el abuelo sonriendo

–Oh, y tú cada una de esas veces has llorado. También te gusta –dice mi abuela divertida

Veo la pantalla y enseguida sé cuál es la película. Es Titanic.

–Creo que podría acompañarlos un momento, pero ¿puedo ir a buscar galletas? –pregunto con algo de vergüenza

Sé que es mi abuela, pero es una costumbre que tengo desde hace un tiempo.

–Por supuesto que sí, mi niña. Puedes comer las galletas que tú quieras. Supongo que ya aburrí a tu tía con ellas. Así que me alegra que alguien las aprecie.

Me dirijo a la cocina y saco unas tres galletas, en cuanto me llega el olor de una de ellas, enseguida la lleva a mi boca y creo que siento una felicidad indescriptible.

Así que me dirijo a la puerta de la habitación de mamá y lo intento de nuevo:

– ¿Mamá? –Pregunto, pero como siempre no hay respuesta –Venía a ofrecerte galletas, las hizo la abuela y están muy ricas, ¿puedo pasar?

Espero unos segundos y al no obtener respuesta, abro la puerta.

En cuanto entro a la habitación, veo que están las cortinas cerradas y todo está muy oscuro, camino hasta la cama y veo que está durmiendo.

Dejo el plato con las galletas en su mesita de noche y le doy un beso en la cabeza. La tapo bien y me retiro.

Detesto verla así.

(...)

Luego de ver la película con mis abuelos, subí a mi habitación y terminé de hacer algunas tareas.

Sophie me había dicho que podíamos hacerlas juntas, aunque también me dijo que estarían sus amigos y a pesar de que se han mostrado amables conmigo, decliné la oferta.

Estoy agradecida con ella, enserio, pero a veces aún me siento abrumada por tantos cambios y no mentiré, a veces me gusta estar sola.

Aunque claro, extraño estar con Louis.

Es mi mejor amigo y siento que lo necesito más que nunca. Nos hemos mandado mensajes, pero no es lo mismo que estar con él en persona.

Echo de menos sus abrazos y que me diga que todo estará bien. Lo decía con tanta convicción que yo le creía, pero jamás esperé estar tan lejos de él.

Como no tengo planes por ahora y ya es tarde, enciendo la televisión y busco alguna película. De esa manera me sentiré menos sola.

Me acuesto en mi cama y en algún momento me termino quedando dormida.

Al parecer esta será mi nueva rutina de ahora en adelante.