El Baile Invernal

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Arnold y Gerald sintieron un vuelco en el estomago al descubrir quienes eran los chicos que se encontraban de pie frente a ellos. De un momento a otro, los deseos de correr despavoridos para solo dejar una estela de polvo por detrás como la típica escena de dibujos animados; llegaron muy de golpe, como una ventisca de aire fresco al abrir una ventana pero directo a los pensamientos de la pareja de nuevos mejores amigos. Sin embargo, sus piernas paralizadas por el miedo se los impidieron. Lo único que les quedaba era rezar y esperar a que un milagro sucediera.

—¡Miren muchachos! Miren quien fue el que se atrevió a regresar después de que quiso humillar públicamente al rey de este lugar. —Dijo Brainy descaradamente, mientras que los bravucones de quinto se limitaron solo a reír—. ¡Y por si eso no fuera suficiente, mi estimado ex compañero de la 127 también está aquí! ¡Gerald! ¿Cómo has estado mi viejo amigo? ¿No me extrañaste cabeza de cepillo?

—¿Estas bromeando Brainy? ¿Cómo podría extrañar a una sabandija como tú? Si hay algo que no me hubiera gustado volver a ver en toda mi vida; esa sería tu horrible cara de mono amaestrado.

—Esas palabras me ponen un poco triste mi querido amigo Gerald. Me destrozan el corazón. ¿No me digas que aun me guardas rencor por lo de tu pececillo dorado?

—¿Pececillo dorado? ¿Cual pececillo dorado? ¿Qué le hiciste al pez de Gerald, animal? —Gritó Arnold—. ¡Responde!

—Digamos... Que ganó un pase gratis al maravilloso mundo subterráneo de las cloacas de Hillwood. Pero no te preocupes, ya que viajó en primera clase en aerolíneas inodoro. —Echó a reír.

—¡Eres un monstruo, Brainy! ¿Cómo pudiste ser capaz hacerle eso a un animal indefenso? —Arnold enseñó los dientes y se lanzó hacia Brainy pero fue interceptado rápidamente por Wolfgang.

—Lo hice porque tengo la posibilidad Arnoldo y te sugiero que cuides más de tus palabras cuando te refieras a mí melenudo. Yo puedo hacer lo que quiera porque soy inmune a cualquier clase de regaño, falta o recriminación por parte de cualquiera de los incrédulos maestros de esta miserable escuela y eso incluye al benevolente pero a la vez ingenuo director Wartz.

—¡Eres un...!

De repente, Arnold sintió un ligero toque en el hombro por parte de su amigo.

—Déjalo así Arnold, gracias por tratar de ayudarme, pero él tiene razón. No podemos hacerle nada.

Arnold gruñó de impotencia.

—Será mejor que tú ni siquiera te atrevas a abrir esa bocota que tienes, Johanssen. —Brainy trató de callarlo—. Ya que una vez que termine con el cabeza de balón; tú serás el siguiente. De hecho, tú ya ocupas el segundo lugar en mi lista personal de enemigos. Pero por ahora, dejemos que los perdedores gocen del baile, no queremos causar un tremendo alboroto siendo aun tan temprano. Así que disfrútenlo, porque al terminar serán todos míos.

Brainy comenzó a reír nuevamente cual villano principal de película de acción de bajo presupuesto, cuando en ese momento y de improviso; la puerta del salón perteneciente al cuarto grado se abrió de golpe, acertándole a Brainy un porrazo directo en el rostro, dejándolo inconsciente sobre el piso y llamando la atención de los chicos y chicas que pasaban por el pasillo, los cuales se limitaban a murmurar sobre lo sucedido y otros pocos a reírse de lo acontecido al chico vanidoso.

—¿Quién fue el idiota que se puso frente a la puerta? —Preguntó la chica uniceja frunciendo el ceño y saliendo del salón en donde se había cambiado de ropa—. Que quede muy claro que yo no me haré responsable por los daños físicos y psicológicos ocasionados.

—¡Es ella! ¡Es la chica demonio! —Alertó Mickey.

—¡Vámonos de aquí muchachos! —Gritó Wolfgang echando a correr por el pasillo.

Los bravucones huyeron, dejando a su jefe y contratista indefenso sobre el suelo como un saco de patatas común y corriente o una bolsa de basura olvidada por el camión recogedor.

—¿Se puede saber que les pasa a esos sujetos? ¿Qué no son los tres tarados que nos molestaron en el callejón?

—¡Gracias a dios que llegaste Helga! Si no hubiera sido por ti, nosotros... —Gerald calló de repente.

—Gerald tiene razón. —Arnold se puso de pie—. Si no hubiera sido por esa intervención tan oportuna, nosotros...

Tanto Arnold como Gerald no pudieron completar adecuadamente la frase, ya que se quedaron completamente estupefactos, mudos y con la mandíbula a punto de dislocarse en cuando vieron a la chica rubia con su nueva y totalmente cambiada apariencia luego de haber cruzado por aquella puerta de color azul que tenía grabada en el dintel la leyenda de "Cuarto Grado". Para ellos y para muchos otros chicos que la llegaron a ver, podría considerarse como la más fiel representación de un verdadero ángel sobre la tierra. <<¿Quién es esa chica? ¡Nunca la había visto! ¡Qué hermosa es! ¿En qué clase esta?>> Los comentarios no se hicieron esperar por parte de los alumnos a su alrededor, los cuales fueron totalmente ignorados por la joven Pataki, ya que la única opinión que realmente le importaba escuchar era la del chico con cabeza de balón. Caminó hacia él graciosamente, levantando su vestido con sutileza para que este no se arrastrara por el suelo. En cuanto Arnold la tuvo enfrente, este comenzó a sudar y a soltar palabras aleatorias al aire, como si fuera una especie de concurso. Tartamudeó y las mariposas en el estomago ahora parecían dragones escupiendo fuego. Arnold jamás pensó vivir lo suficiente para ver a una Helga aun más hermosa que la que vio en aquel día de San Valentín anterior.

—¡Estoy lista! —Dijo la chica apenada con una sonrisa tan bella y tan dulce, que era capaz de hacer desmayar a la hilera completa de muchachos que la observaban y que se encelaban fuertemente de Arnold debido a la escena presenciada—. ¿Qué tal me veo? Espero... Espero que te guste y que no te moleste que haya abierto tu mochila para sacar la zapatilla faltante, Arnold.

Helga se veía completamente hermosa, como si no fuera perteneciente a este planeta. Lucía un hermoso vestido de noche, el mismo que había pasado a recoger a su casa por la tarde. El vestido era de color rojo carmín intenso, el cual le quedaba perfecto, como si hubiera sido mandado a hacer para cubrir a la perfección las medidas de la chica. Su largo cabello de mechones rubios se encontraba recogido y era adornado por un par de flores blancas que fungían como adorno, para finalmente complementar todo con el par de zapatillas rojas que utilizó el mismo día que conoció a Arnold.

—Te vez... Te vez... Te vez increíblemente radiante. —Dijo Arnold mientras que varios corazones danzaban alrededor de su cabeza.

—Gracias. —Dijo la rubia con las mejillas coloradas—. Y Arnold... Hay algo que quiero decirte...

El corazón de Arnold comenzó a latir muy rápido después de que Helga le soltó la bomba. De repente, una ligera música suave se empezó a escuchar en los adentros de Arnold sintiendo que las palabras que tanto ansiaba escuchar por fin se harían realidad. Fue en ese momento cuando Helga finalmente lo dijo.

—Arnold... Yo... Quería decirte que... ¿No tendrás pensado asistir al baile con esas ropas o sí?

Arnold pudo apreciar el momento exacto en el que la confortable música dejo de sonar gracias al violento barrido del disco de vinilo imaginario para hacerlo volver a la realidad, ya que en efecto la chica tenía razón. Arnold se observó la ropa solo para encontrarse con la desgracia de que aun tenia puesta su ropa invernal y de que había olvidado por completo su propio Smoking en su armario de la casa de huéspedes; probablemente debido a que los miles de pensamientos que Arnold tenía en su cabeza con respecto a los recientes acontecimientos tenían a su cerebro hecho todo un desastre.

—¡Oh no! ¿Qué voy a hacer ahora? No puedo regresarme a mi casa para ir por mi traje con esa tormenta allá afuera. —Dijo aterrado, llevándose las manos a la cabeza.

—Arnold, comienzo a creer que no eres tan listo como lo imagine en un principio. —Comento la chica Pataki llevándose las manos a la cintura—. Pero en fin, creo que no nos queda otra opción. ¿Por qué no tomas el traje de Brainy? Creo que ya no lo va a necesitar. Ese pobre idiota no creo que se levante sino hasta el día de mañana.

—¡¿Qué?! No, no quiero meterme en más problemas con el de los que ya tengo. Sería un suicidio.

—¡Vamos Arnold! Ya no puedes meterte en más problemas con él que con los que ya tienes encima, será solo por una noche o a menos claro que quieras ser el hazmerreír de toda la escuela por el resto de tus años que te quedan aquí.

Arnold reflexionó sobre la posibilidad y aunque le dio miles de vueltas al asunto, sabía que a fin de cuentas no le quedaba otra opción viable si es que quería salvar su propia reputación y darle una velada más que mágica a la chica parada frente a él.

—De acuerdo... De acuerdo... Me pondré el traje de Brainy.

—¡Genial! Ahora solo tienes que quítale la camisa, el saco, la corbata, los pantalones y los zapatos y será mejor que te mantengas alejado de sus calzoncillos.

—Gracias por las recomendaciones Helga... —Dijo Arnold en un tono crispado—. No tardare, si el baile da comienzo adelántense por favor, enseguida los alcanzare.

Arnold se metió al salón con el cuerpo inerte de Brainy, arrastrándolo por el suelo para así comenzar a quitarle la ropa.

—¡Dios mío! Esto es asqueroso y repugnante. No puedo creer que Helga me haya convencido de hacer esto. No quiero ni ver.

Fue así, como poco a poco; el chico vanidoso se quedó únicamente en ropa interior mientras que Arnold comenzaba a tomar la forma de un autentico caballero digno para la ocasión con cada prenda que se ponía. Vestido con el elegante Smoking de color negro de Brainy, camisa blanca impecable, un singular moño a la altura del cuello, pantalones planchados cuidadosamente y zapatos relucientes como un diamante. Al terminar de vestirse, la inconfundible voz del director Wartz sonó por medio de los altavoces colocados sobre el pasillo y en cada uno de los salones.

"Muy bien estudiantes de la primaria 118, el gimnasio será abierto inmediatamente para dar comienzo con las actividades del baile anual de invierno, y así celebrar el inicio de las tan añoradas vacaciones y el final de un maravilloso año lleno de bajas y altas (Bajas subrayado con rojo) Así que disfruten de este baile hecho en honor a todos ustedes y a su dedicación mostrada durante este periodo."

Los jóvenes distribuidos por toda la escuela gritaron al unísono y se dirigieron emocionados hacia el gimnasio ubicado a un costado del edificio principal. La mayoría haciendo gala de sus atuendos o presumiendo a sus respectivas parejas, aunque otros no tan afortunados tuvieron que pasar por un momento amargo al invitar a uno de los chicos o chicas menos populares con el simple hecho de que no se sintieran solos. Mientras tanto, Arnold salió del aula con su nueva apariencia, la cual hizo que a Helga le brillaran los ojos.

—¡Vaya! ¡Qué diferencia! Ahora sí que te vez mucho más encantador cabeza de balón. "Grrrrrr". —Helga imitó el rugido de un tigre—. Ahora ya sé cómo será cuando me case.

—¡Que cosas dices Helga! En realidad no es para tanto, aunque aprecio mucho tus comentarios y... —Se sonrojó—. ¡Espera! ¿Qué fue lo que dijiste al final?

—Nada, no tiene importancia lo que dije, yo no recuerdo haber dicho algo más... Ahora... ¿Nos vamos? —Disimuló la joven fingiendo no saber de qué le hablaban.

—Me sorprende lo bien que te quedó el traje de ese engreído, viejo. —Comentó Gerald.

—Debe ser porque Brainy y yo tenemos exactamente la misma talla, aunque lo más asqueroso de todo es que aun puedo sentir su calor corporal en el traje.

Justo en el momento en el que se disponían a partir hacia el gimnasio, Helga tomó la mano de Arnold entre sus pequeños dedos. Acto en el cual Arnold no pudo evitar sonrojarse aun más de lo que ya estaba.

—Recuerda que deben pensar que soy tu novia o de lo contrario no funcionara.

—Sí, de acuerdo... —Dijo Arnold casi al borde del desmayo. Cosa que tal vez hubiese preferido antes de toparse con cierta persona con la cual aun tenía un pequeño asunto pendiente por resolver.

Tanto Arnold como Helga y Gerald se quedaron quietos tras ver como una chica con el rostro ensombrecido les impedía el paso, una chica que usaba un vestido tan encantador como el de Helga pero en un color verde Jade, con su cabello portando dos coletas caídas a los lados y adornadas con una cinta del mismo color a su vestido en el extremo de cada una. Frente a ellos, se encontraba la chica campirana más linda de toda la primaria 118, esperando escuchar una simple explicación por parte del chico de los cabellos alborotados y rubios.

-o-

—Arnold... ¿Puedes decirme que significa esto? ¿Por qué esa chica desconocida te está tomando de la mano? ¿Quién es ella? —Lila dijo en un tono extremadamente molesto.

—¡Lila, me da gusto que pudieras venir, Stinky y Sid ya deben de estar adentro, aunque a decir verdad no los he visto desde que llegue!

—¡No me cambies el tema! —Gritó, espantando a Arnold y obligándolo a echar el cuerpo hacia atrás—. Te pregunte acerca de quién rayos es esa tipa que te tiene agarrado de la mano.

—¿Tipa? —Helga reaccionó extrañada—. Escúchame bien princesa no sé quién diablos te crees que eres pero a mí me hablas con el respeto que me merezco.

—¡Tú no te metas uniceja! —Gritó Lila con una furia más grande.

—¡Lila trata de tranquilizarte! —Dijo Arnold.

—¡Ohh! ¿Así que tú eres Lila? ¿La supuesta y autoproclamada noviecilla campirana de este chico con cabeza de balón? —Helga dijo en tono sarcástico y se cruzó de brazos.

—¡Así es! —Contesto la chica de trenzas.

—Espera Lila, yo nunca acepte ser tal cosa. —Se defendió Arnold.

—¿Pero qué estás diciendo Arnold? Ambos sabemos que somos el uno para el otro, además prometiste traerme al baile contigo como tu pareja.

—Aguarda un momento Lila... Creo que no me entendiste. Yo te sugerí en primer lugar que te unieras a Stinky, a Sid y a mí, para pasar el baile estando todos juntos como amigos, yo en ningún momento mencioné algo referente a traerte como a una pareja sentimental.

—Pero... ¿Entonces qué fue lo que paso con ese beso que nos dimos en mi casa y con aquellas palabras que me dijiste, haciendo referencia a que yo te gustaba?

—Escucha Lila, tengo que admitir que me llegaste a gustar alguna vez. Sin embargo, al final descubrí que mi corazón le pertenecía a otra persona y esa es la razón por la cual al final decidí rechazar ese beso tuyo al final y cualquier otra forma de cariño de tu parte hacia mí durante todo el día. Además... Que eso también explica el ataque de ansiedad que sufrí en la cafetería al medio día. Lo siento Lila, me agradas mucho pero no de esa forma... Si me lo preguntas, en cuanto a esos términos, tu solo me agradas pero nada más.

Arnold cerró la boca, después haber recibido una fuerte cachetada por parte de Lila, a la cual se le salieron unas cuantas lágrimas haciendo que el maquillaje que esta tenía puesto sobre los ojos se corriera y manchara sus mejillas.

—Lo siento Lila, no quería que esto terminara así...

Arnold se adentró en sus propios pensamientos para charlar consigo mismo.

*Pero... ¿De qué otra forma pudo haber terminado todo esto? Desde que me di cuenta de que este mundo no era normal, asumí que cualquier cosa, por mas ilógica que resultara posible, esta podría llegar a pasar. Para empezar... ¿Lila enamorada de mi? ¡Qué locura! La Lila real no se enamoraría de mí ni aunque fuera el último chico sobre la tierra, ella lo había dejado bien claro hace tiempo ¿O no? << Tu no me gustas, gustas, solo me gustas >> Esas habían sido sus hirientes palabras para rechazar y escudarse de mis sentimientos, su salida de emergencia a todo lo que yo le proponía. Por más que luché y traté de gustarle, jamás aceptó mi corazón el cual se lo había dado en bandeja de plata. Mientras que por el otro lado, una chica mandona y prepotente llamada Helga me amaba en secreto, pero que escondía sus sentimientos tal vez por el temor hacia mí de ser rechazada... A decir verdad no la culpo, pero jamás llegue a pensar que algo así pudiera estar pasando bajo mis narices, si no noté ninguna de las señales que me daba debo de estar completamente ciego, empezando por aquel día de San Valentín. Ese día pude conocer a la verdadera Helga sin ninguna clase de mascaras; era hermosa, sincera y segura de sí misma, en pocas palabras; la chica perfecta. Ese fue el día, en el que finalmente abrió su corazón logrando cosas importantes, ya que gracias a ella pude olvidar mi obsesión hacia a esa otra chica que me llamaba la atención en aquel entonces: Ruth McDougal. La vida es un poco curiosa, ya que como Helga me dijo esa vez en el Chey Paris, el mejor regalo puede llegar de modo inesperado. Y ahora que conozco a la verdadera Helga, puedo decir abiertamente que me ha gustado mucho lo que he visto en ella. En ella he podido encontrar todo lo que siempre había querido.*

*¿Elegir entre el amor de Lila o el de Helga? No cabe duda de que hasta hace unos meses; Lila se hubiera llevado el cien por ciento de los votos. Pero ahora, al conocer la verdad, Helga se ha levantado como la absoluta vencedora de mi corazón. No sé qué es lo que vaya a pasar de ahora en adelante, si podré regresar o no a mi mundo, pero mi elección ya está tomada. Sea cual sea el mundo en el que me quede, Helga es la chica con la que quiero pasar mi niñez, mi adolescencia y si es posible... Mi vida adulta también. Lo lamento Lila, pero ni siquiera en este mundo, en el que tus sentimientos son completamente opuestos a tu otro yo, sería capaz de hacerte feliz. Tal vez algún día encuentres a alguien más que pueda cumplir a la perfección con ese rol tan importante. De hecho, eso es algo que me gustaría mucho poder ver, me gustaría verte un día tomada de la mano con otro chico mientras que ambos se toman un helado de chocolate en la fuente de sodas. Sin embargo, si hay algo que me ha quedado completamente claro en estos últimos días en los que todo ha sucedido tan rápido, es que ese chico no puedo ser yo.*

Arnold regresó en sí, mientras que Lila echó a llorar con tremenda fuerza. Acto seguido, Arnold tomó a Helga de la mano y se la llevó consigo hacia el lugar donde el baile se estaba desarrollando sin decir una palabra más, en ese momento Gerald actuó rápidamente.

—Disculpa... ¿Tu nombre es Lila no es así?

—¡Sí...! —Respondió la chica limpiándose las lágrimas.

—¿Quieres tomar un poco de agua?

—Solo quiero sentarme un momento, gracias.

—Permíteme acompañarte entonces.

—¿Cómo te llamas?

—Soy Gerald, Gerald Johanssen a sus servicios mi lady.

Gerald le dirigió una señal con la cabeza a Arnold indicándole que no se preocupara por nada y que el cuidaría de la chica campirana con el corazón roto. Mientras tanto, Arnold y Helga entraron en aquel espacio amplio dedicado especialmente para las actividades físicas, donde el baile invernal se estaba llevando a cabo. Música fuerte para bailar de forma alocada, globos, mesas llenas de toda clase de bocadillos y el clásico ponche que nunca puede faltar en ninguna reunión o evento similar. La pareja hizo acto de presencia abriendo la puerta del lugar que se encontraba casi a oscuras, provocando que la luz del exterior se filtrara y llamando la atención de la mayoría de los presentes. Entre murmullos y susurros, se comenzaron a escuchar comentarios como: <<¡Wow! ¿Ese es Arnold? ¿Y quién es la chica que lo acompaña? ¡Es muy bella!>> La impresión fue tal, que incluso algunas parejas se olvidaron del baile para contemplarlos a ellos, lo cual probablemente provocó diversos rompimientos dentro de la pista cuando los chicos se fijaron únicamente en Helga e ignorando por completo a sus respectivas parejas. Arnold y Helga sintieron todo el peso de las miradas sobre sus hombros, por lo que se sonrojaron de la vergüenza que pasaron en el momento.

—Arnold... ¿Por qué todos estos fenómenos de tu escuela se nos quedan viendo?

—Como te dije hace unos momentos... No están acostumbrados a ver a una chica tan bella como tú.

Helga suspiro y sonrío enamorada.

—¡Arnold...! ¡Oye Arnold...! ¡Por aquí...! —Gritó Stinky desde la lejanía cercano a un de las mesas con comida, agitando su brazo en todo lo alto como una señal para que su amigo lo viera.

—¡Mira Helga, quiero presentarte a unos cuantos amigos!

—Me parece bien, solo espero que no sean tan extraños y bobos como todos los que he conocido hasta el momento.

—Descuida, ellos te agradaran.

La pareja llegó hasta donde estaban el par de mejor amigos de Arnold, al menos en este mundo.

—¡Oye Arnold! ¿Qué fue lo que pasó contigo en la cafetería? ¿Por qué saliste corriendo como un loco desquiciado hacia fuera de la escuela? —Preguntó Stinky.

—Así es Arnold, nos diste un gran susto. —Agregó Sid—. Incluso uno más grande que el que nos diste el miércoles en la salida. ¿Estás seguro de no haberte contagiado de ese virus tan extraño?

—¡Pero qué disparates dicen chicos! —Rió disimuladamente—. No me he contagiado o enfermado de ningún tipo de enfermedad, lo que en verdad pasó fue que... Como puedo explicarlo...

Arnold divagó en su mente hasta que lo único que se le ocurrió para salir de las preguntas indiscretas de sus amigos fue resaltar la mano con la que tenia sujetando a Helga.

—¡Ohh! Ahora entiendo, siendo de esa forma creo que cualquiera se hubiera comportado así por una chica tan bonita. — Dijo Stinky.

—¡No cabe la menor duda! —Sid complementó a su amigo.

—¿Sabes Arnold? Creo que tienes razón, creo que tus amigos no son tan desagradables después de todo. —Confesó la chica.

—Entonces tú debes ser Helga Pataki, la chica que Arnold estaba tan desesperado por encontrar, y ahora que te conozco permíteme decirte que eres encantadora. —Declaró Sid.

—¡Sí! Así es, soy Helga G. Pataki, encantada de conocerlos.

—¡Mucho gusto en conocerte! Mi nombre es Stinky y este enano narizón de gorra verde a mi lado es Sid.

Helga saludo con la mano al mismo tiempo que Arnold Habló.

—Bueno chicos, llevare a Helga a bailar unas cuantas piezas. Nos vemos después. ¿De acuerdo?

Los dos chicos asintieron con la cabeza en señal de estar completamente de acuerdo con la propuesta. Sin embargo, Helga había comenzado a sudar frío, por lo que le pidió a Arnold que si en vez de bailar primero iban por un poco de ponche a una de las tantas mesas dentro del recinto para refrescarse lo cual extrañó un poco a Arnold. No obstante, el chico aceptó sin preguntar cosas de más. Pasaron unos minutos y Helga ya llevaba alrededor de una docena de vasos de ponche bebidos. Arnold la miraba con rareza notándola muy nerviosa.

—¿Helga estas bien? Te noto un poco pálida.

—¿Pálida? ¡No! ¿Cómo crees? ¡Para nada! Es solo que después de tantas emociones vividas juntas en un solo día, pueden hacer estragos en el cuerpo de una chica frágil como yo... ¡Sí, eso es!

—Helga, después de haber sido testigo de cómo te encargabas de esos enormes e intimidantes chicos de quinto grado por ti misma en un parpadeo, de ninguna manera puedo considerarte como a una chica frágil. ¿Segura que estas bien?

—¡Sí, Arnold! ¡Estoy bien, confía en mí! —Dijo acariciando la mano del chico.

—¿Entonces qué tal si bailamos? —Propuso Arnold.

—De acuerdo, pero... ¡Pero antes mira eso Arnold! —Helga señalo la mesa de al lado con su dedo índice—. Hay bocadillos de queso, ven conmigo rápido antes de que se acaben.

Arnold obedeció, cumpliendo todos los caprichos de su acompañante pero sin dejar de sentir que algo andaba increíblemente mal. El baile transcurría con normalidad para casi todos, pero un poco mejor para algunos y un poco peor para otros. Harold y la gran Patty bailaban románticamente en el centro de la pista, a pesar de encontrarse en una dimensión paralela su cariño no había cambiado en lo absoluto, no como en el caso de Curly el cual le daba continuos celos a Rhonda al estar bailando con docenas de chicas distintas. Gerald había logrado lo que aparentemente parecía imposible, sacarle una sonrisa a Lila y animarla a bailar con él para olvidar sus penas. Mientras tanto, las cosas empeoraban para el chico con cabeza de balón, este miró su reloj, el cual indicaba sobre su pantalla digital las ocho treinta de la noche, el baile ya había comenzado desde hace hora y media y aun no había podido convencer a Helga para que bailara con él. Cada vez que Arnold se lo proponía, la chica rubia ponía toda clase de pretextos ridículos para hacer mejor algo totalmente diferente u optarse por tomar asiento y continuar comiendo, poniendo a su vez el pretexto estar demasiado cansada como para realizar dicha actividad, inclusive durante los bailes lentos. Fue entonces, cuando Helga se quedó charlando con un par de amigas nuevas, las cuales en esa dimensión alterna parecían ser inseparables, mientras que una era casi el mismo reflejo de la Helga que Arnold conocía pero con su agresividad multiplicada por veinte, la otra presentaba rasgos de ser de ascendencia japonesa. Gloria y Phoebe parecían pasarla muy bien junto a Helga, ya que desde el comienzo de la plática parecía como si las tres ya conocieran de toda la vida. Arnold contemplaba al trió de chicas mostrándose abatid. En ese momento Sid y Stinky aparecieron de nuevo.

—¿Qué te pasa Arnold? Pareces triste. —Preguntó Sid.

—Bueno... En realidad creo que podría decirse que Helga y yo tenemos un grave problema que aun no conozco, por alguna razón desde que el baile comenzó Helga ha estado tratando de evitarme toda la noche, no sé qué es lo que le ocurre. —Respondió Arnold.

—Las mujeres son las criaturas mas misteriosas y extrañas que existen sobre la faz de la tierra, un día pueden amarte y al otro clavarte un cuchillo en la espalda. —Pronunció Stinky—. Ok. Tal vez exagere un poco con el último punto.

—¡Pero todo iba tan bien...! No logro entender que está pasando y no quiere darme una simple respuesta. —Suspiró.

—¿Sabes Arnold? Debes hacer valer tu opinión en todo lugar y en todo momento, una chica no puede hacer como que no te escucha, fingir que nada sucede e ignorarte así como así. Te sugiero que vayas en este instante, la tomes de las manos y la obligues a darte una explicación coherente. Sigue este consejo Arnold, no dejes de verla a los ojos ni un solo segundo, ella no soportara la presión.

—¡Cielos Sid! Eso es muy profundo... ¿En donde aprendiste eso?

—Mi padre siempre me lo dice cuando está a punto de terminar una relación.

—¿Y le ha funcionado?

—Si le funcionara, entonces creo que ya hubiera dejado de decirlo desde hace mucho tiempo. ¿No te parece?

Arnold lo miró con cara de pocos amigos.

—En ese caso tendré que hacer que funcione, no tengo otra opción si es que quiero obtener una respuesta clara y precisa. —Dijo Arnold, aplastando su vaso vacío plástico de ponche con la ayuda de su mano derecha para ir con determinación hacia la posición de Helga.

Arnold llegó hacia donde el trió de chicas platicaban desprendidamente, tomó a su pareja de la mano y la alejó, pero no sin antes de disculparse con las dos amigas, explicándoles a medias el motivo de su repentina partida. Arnold la llevó hacia una esquina del lugar acorralándola y exigiendo una explicación.

—¡Muy bien Helga tenemos que hablar ahora mismo!

—Fuiste muy brusco al traerme aquí de ese modo Arnold. ¿Qué es lo que te pasa?

—¡No! ¿Qué es lo que te pasa a ti? Has estado evitándome durante todo el baile y no has aceptado el bailar una sola pieza conmigo. ¿Puedo preguntar por qué?

—¡No sé de qué estás hablando! —Dijo Helga, evitando la mirada de Arnold.

—Sabes perfectamente de lo que hablo Helga, no te hagas la inocente conmigo... ¿Dime qué es lo que ocurre? ¿Acaso no llené tus expectativas? ¿Acaso hay algo de lo que te avergüence? ¿O acaso hay alguien más de por medio?

—¡No...! ¡Es solo que...!

—¿Es solo que...? Tú dijiste que fingirías ser mi novia para ayudarme a regresar a mi propio mundo, pero siendo completamente sincero contigo desde que llegamos al baile no has actuado propiamente como tal. Y por lo tanto necesito que me des ahora mismo una explicación coherente y creíble al respecto.

—Es solo que...

—¡Ya dilo de una vez Helga! ¿Cuál es el verdadero problema?

—Es solo que... ¡No quiero perderte de nuevo! —Helga gritó sintiéndose atrapada.

—¿Qué? —Preguntó Arnold confundido.

—No quiero perderte, Arnold... No quiero... No quiero... —Las lágrimas comenzaron a rodar por sus coloradas mejillas.

—¿No quieres perderme?

—¡Así es...! —Helga cayó de rodillas al piso—. Soy una idiota y una egoísta, ni siquiera merezco ser llamada tu novia fingida, ni mucho menos tú amiga. Perdóname... Arnold.

—¿A qué te refieres Helga? ¿De qué estás hablando? —Se hincó y colocó su mano en su hombro.

—Al principio te dije que aceptaría fingir ser tu novia y ver de qué manera podíamos regresarte a tu propio mundo. Sin embargo, de alguna manera en el transcurso del día de hoy me fui enamorando lentamente de ti. No sé cómo fue que paso, pero ahora me doy cuenta de que mis sentimientos son reales y realmente me gustas mucho Arnold, me gustas mucho y sé también que esos sentimientos son mutuos, se que te gusto. Es por eso que en mis deseos más egoístas traté de apartarme lo más posible de ti... Porque sabía que si ambos bailábamos sobre esa pista tú terminarías desapareciendo de mi vida. No sé si puedas perdonarme Arnold, aunque sé que no me lo merezco...

De repente y sin verlo venir, Helga recibió un cálido y tierno abrazo por parte de Arnold, el cual además de abrazarla con todas sus fuerzas, también comenzó a acariciar su cabello de arriba hacia abajo.

—No tienes porque disculparte conmigo... —Dijo Arnold sin dejar de abrazarla.

—Pero lo que traté de hacerte fue horrible. —Helga continuó el dialogo secándose las lagrimas.

—No fue algo horrible... No en el sentido objetivo de la palabra, ya que gracias a ese gesto tuyo puedo comprender que realmente te importo y significo mucho para ti. Lo que hiciste vale más de lo que tú piensas aun sin haberlo hablado conmigo.

—Gracias... Pero aun así no puedo dejar de sentirme culpable por lo que hice.

—No te preocupes por nada Helga... Lo digo enserio... Tan enserio, que no te pienso obligar a bailar conmigo esta noche si es que así no lo deseas. No tienes porque hacerlo.

—Pero... No podrás volver a tu mundo.

—¡Sí! Eso lo se... —Arnold miró la pista de baile—. Pero si mi misión es quedarme aquí para cuidarte... Entonces lo haré con todo el gusto del mundo afrontando las consecuencias que sean necesarias.

—Arnold... —Murmuró la rubia, terminando con el abrazo para mirarlo a los ojos.

En ese momento, una voz formal y educada se escucho en todo lo alto del podio que estaba cerca de la pista de baile. Sobre este, el Sr. Simmons había tomado control del micrófono para dirigir unas palabras hacia el público una vez que la canción que hasta ese momento se escuchaba había terminado.

—Este ha sido un baile de invierno realmente maravilloso niños, a decir verdad nunca me imagine que las cosas no se fueran a salir de control como ya ha pasado en años anteriores. En fin, ahora que ya hemos llegado casi al final de la velada, pondremos una canción que irá dirigida especialmente para las parejas que se encuentran muy enamoradas. Así que sin más preámbulos... ¡Que corra esa música Director Wartz! —Dijo, para finalmente darle la señal al director Wartz, el cual había fungido como el DJ durante todo el baile.

—Arnold... Ese es el momento de nuestra entrada...

—¿Qué quieres decir Helga?

—Quiero... Quiero bailar esa canción contigo Arnold.

—Pero Helga... ¿Estás segura de que esto es lo que quieres?

—¡Sí! Prefiero guardar en mi cabeza un simple recuerdo maravilloso y para siempre... Que arrepentirme después por no haber hecho lo correcto cuando tuve la oportunidad de hacerlo. ¡Vamos Arnold! La canción ya está a punto de comenzar.

—Helga... —Arnold suspiró.

La pareja de rubios fue y se ubicó justo en el centro de la pista de baile. Arnold la sujetó suavemente de la cintura con su mano derecha, mientras que la tomaba de la mano con la izquierda. Por su parte, Helga se sostenía del hombro de Arnold con su mano izquierda y con la derecha tenia sujeta firmemente la mano del chico. La bola disco se encontraba girando sobre sus cabezas, mientras que las luces en forma de láser se encendieron dejando ver todos los colores del arco iris a la vez que cambiaban de color al ritmo de la música, la cual había iniciado con un solo de piano muy reconfortante y romántico. Todas las parejas se movieron al mismo tiempo cuando la voz tenue de la artista comenzó a recitar las primeras letras de la primera estrofa.

("If You and Me" – "Juris")

 

Here I am, standing close to you

And it's still so far away,

So many times, I tried to say,

But my heart was afraid.

 

Look at you is all that I can do,

Like a silly girl, I stare

'Coz you might leave me when I reveal,

What my heart is really feeling.

Arnold y Helga bailaban despacio, dando pequeñas vueltas sobre sí mismos y mirándose directamente a los ojos, manteniendo cierta distancia y sosteniendo una mirada de amor puro e inocente que solo dos niños enamorados de diez años podían tener.

If I could just say the words,

All the secrets in my heart and in my soul you'll hear,

Will you take me in your arms or let me go,

Our lovely days will they just fade like whispers in the wind?

 

If I could just say the words,

All the secrets in my heart and in my soul you'll hear,

Can't you see the love I hide slip through my eyes,

This silly girl so scared she just can't say "I Love you."

El tiempo se detuvo para los dos niños dentro de la pista. Tanto, que no dejaban de mirarse el uno al otro, como si fueran los únicos habitantes en el mundo entero. Pequeños destellos los cubrían de pies a cabeza, mientras la música se acoplaba a sus pasos. Desde lo lejos, Sid y Stinky los observaban complacidos como también lo hacían Gerald y Lila, la cual aparentemente ya había superado levemente su decepción amorosa que tuvo por un lapso pequeño con el chico con cabeza de balón, indicando que Gerald había hecho un buen trabajo.

Here I am, holding on to fate,

What we have may never change

'Coz you might leave me when I reveal,

My lips will seal the love I'm hiding.

 

If I could just say the words,

All the secrets in my heart and in my soul you'll hear,

Will you take me in your arms or let me go,

Our lovely days will they just fade like whispers in the wind?

 

If I could just say the words,

All the secrets in my heart and in my soul you'll hear,

Can't you see the love I hide slip through my eyes,

This silly girl so scared she just can't say "I Love you."

—Arnold... Hay algo... Que... Que quiero decirte... —Helga le susurró, acercando sus labios al oído del chico.

—Helga... También hay algo que quiero decirte... —La abrazó y así siguieron bailando.

—Quisiera cambiar algunos puntos de mi plan, Arnold... Pero no sé si te parezcan los más adecuados.

—¿De qué se trata? —Preguntó el chico.

—Quisiera... Quisiera cambiar la parte en la que dice que fingiré que soy tu novia, ya que... Ya no quiero seguir fingiendo más, ya no quiero seguir dándoles la espalda a los sentimientos tan profundos que tengo hacia ti... Quisiera que el hecho de convertirme en tu novia se volviera una realidad. Lo he deseado tanto desde que me diste el mejor día de San Valentín de toda mi vida.

—Me encanta la idea Helga... Me gustaría mucho que lo hicieras, sería un gran honor para mí el que fueras mi novia.

—Arnold... —Suspiró.

If I could just say the words,

All the secrets in my heart and in my soul you'll hear,

Can't you see the love I hide slip through my eyes,

This silly girl so scared she just can't say "I Love you."

La letra de la canción había terminado y solo quedaba por escuchar el resto del solo de piano que incitaba a las parejas a darse el beso final sobre la pista. Arnold y Helga entendieron bien esa señal, por lo que Arnold miró muy dentro de los ojos de Helga y ella dentro de los de Arnold. Ambos chicos se perdieron uno dentro del otro y sus corazones comenzaron a latir a mil por hora. A los pocos segundos de terminar la música, Arnold finalmente optó por cerrar los ojos y acercó lentamente su rostro al de Helga y esta no retrocedió, la emoción dentro de su corazón hizo que la chica imitara los movimientos faciales de su compañero.

Sus caras ahora estaban a pocos centímetros mientras abocinaban sus labios, el beso que tanto habían esperado y retenido por tanto tiempo, por fin estaba a punto de germinar, dando paso al amor incondicional de una nueva pareja que había nacido para demostrarse su cariño hasta el final de los tiempos. Finalmente, la música terminó con el repasar de las teclas del piano y los labios de Arnold y Helga ya se estaban rozando, haciendo que cada uno sintiera el aliento del otro. Sin embargo, aquella muestra de amor verdadero finalmente no pudo ser concretada en su totalidad. Porque fue justo en ese momento, cuando sucedió la tragedia.


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