Capítulo 1 - Te fuiste

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Despertó. Su visión estaba borrosa, con el insoportable zumbido sonando en sus orejas. Apenas podía distinguir el alrededor, pero al voltear a un lado, vio a su amiga siendo arrastrada fuera del auto.

Quería hacer algo, pero no tenía fuerzas para ni siquiera mover un músculo. María observaba como su amiga era llevada por ese horrible ser amarillo, aquél que asesinó a sus otras amigas. Sintió algo bajando por su frente. Se la tocó. Sangre. El golpe que recibió contra el volante había sido muy fuerte.

Su vista fue aclarándose con el pasar de los segundos. Miró al frente, y abrió los ojos como platos. El oso antropomorfico alzaba su mano, mostrándole algo. La cabeza de su amiga. Lo único que hizo el ser fue abrir su boca, dejando ver sus afilados colmillos.

María: ¡¡¡AAAAHHHH!!! ¡¡¡NO PUEDE SER!!! -*Trata de encender el auto*- ¡¡¡NO, POR FAVOR!!! ¡¡¡ENCIENDE!!! ¡¡¡POR FAVOR, ENCIENDE!!! -*Llorando*

El oso amarillo comenzó a acercarse lentamente. María trataba de todo para encender el auto, pero cada vez que lo intentaba, este volvía a apagarse. Luego, el ser le lanzó la cabeza de su amiga al auto, manchando el parabrisas de sangre.

María: ¡¡¡AAAHHH!!! ¡¡¡NO!!! ¡¡¡NO PUEDE SER!!! -*Llorando*- ¡¡¡NO, JESS!!! ¡¡¡NO PUEDE SER!!!

Los limpiaparabrisas comenzaban a limpiar la sangre del parabrisas, pero estos solo lo manchaban aún más, hasta el punto de no poder ver. Lo único que se veía era como el oso se acercaba. María vio esto e intentó salir del auto, pero el monstruo la tomó del brazo, clavando sus garras en el proceso.

María: ¡¡¡NO, NO!!! ¡¡¡NO, POR FAVOR!!! ¡¡¡NO!!! -*Forcejeando*- ¡¡¡NO!!!

Aquél monstruo lo único que hizo fue estrellarle la cabeza contra el parabrisas, para luego tirarla al suelo. María intentaba levantarse y caminar, pero ya no tenía fuerzas como para mover un solo músculo. El oso la tomó del cuello y la levantó en el aire, mientras gruñía y mostraba sus colmillos, todos cubiertos de sangre.

María: No... Por favor...

De repente, se escuchó el sonido del claxon de un auto. El oso volteó. Otro auto se acercaba a toda velocidad, conducido por un joven con heridas en el rostro. Parecía furioso.

Christopher Robin: ¡¡¡PUDRETE!!!

Al instante, ambos autos chocaron, con el oso amarillo entre los dos autos. Este estaba tirado en el parabrisas, con los ojos cerrados. Parecía no tener señales de vida. Christopher salió del auto, aún observando a la criatura. Le daba pena ver a su amigo de la infancia de ese modo, pero ya no tenía otra alternativa. Notó a María tirada a un lado del vehículo. Se acercó a ella.

Christopher Robin: Oye, ¿estás bien? Oye, oye. -*María despierta asustada*- Tranquila, todo está bien. Mirame, está bien. Ya pasó. Mirame. Todo terminó Eres María, ¿no?

María: Sí...

Christopher Robin: ¿Puedes caminar? ¿Sí?

María: Sí...

Christopher Robin: Muy bien, vamos.

Justo cuando Christopher ayudó a la chica a levantarse, oyeron un gruñido. Ambos jovenes voltearon. El oso amarillo había despertado y trataba de liberarse desesperadamente. María gritó asustada.

Christopher Robin: ¡Deprisa! ¡Rápido! ¡Rápido! ¡Tranquila! ¡Vamos, levantate, vamos!

María: ¡Me duele mi pierna!

Ambos trataban de ayudarse mutuamente para avanzar, pero les era imposible. Sus heridas les impedían caminar aún más. El oso rápidamente separó los dos autos para liberarse, luego comenzó a avanzar hacia ellos lentamente, sacando un cuchillo de su bolsillo.

De pronto, uno de los autos estalló, provocando un enorme fuego. Los dos jovenes ya no podían avanzar más y cayeron al suelo. El oso ya se encontraba a escasos metros de ellos, y lo siguiente que hizo fue tomar a María del cuello.

Christopher Robin: ¡No! ¡No, no, no! ¡Pooh! ¡Pooh! ¡¿Por qué no la dejas ir?! -*Llorando*- ¡¿Por qué estás haciendo esto?!

María: ¡¡¡AYUDA!!!

Christopher Robin: ¡¿Por qué no te detienes?! ¡Es a mí a quien quieres! ¡Déjala! ¡Ya lastimaste a mucha gente, Pooh! ¡Por favor!

Pooh solo se quedaba viendo a Christopher con algo que parecía odio. Pero, esas palabras parecían surtir efecto. El oso bajaba su cuchillo lentamente.

Christopher Robin: Estás recordando cómo eran las cosas, ¿verdad? Puedes detenerte. Tu bondad... sigue ahí, Pooh. Detente. Sé que te cause mucho dolor. Sólo déjala ir, por favor. -*Pooh aumenta el agarre en el cuelll de María*- ¡Me quedaré! Lo haré. Llévame en su lugar, por favor.

María: ¡No, no lo hagas! ¡Te matará!

Christopher Robin: Tú me salvaste. Ahora es mi turno. Confía en mí... Pooh... Déjala ir, y yo voy a quedarme por siempre. Llévame en su lugar.

Esas palabras parecían hacer efecto en Pooh. Lucía pensativo. Recordaba todos los momentos que pasó con Christopher. Su expresión de pronto cambio. Ahora lucía enojado. Ya no había vuelta atrás.

Pooh: Te fuiste... -*Usa su cuchillo para cortarle la garganta a María*

Christopher Robin: ¡¡¡NOOOOOOOOO!!!

Al instante, el oso soltó a María. Esta cayó frente a Christopher, quien rápidamente corrió a socorrerla con lágrimas en los ojos. Pooh solamente se los quedaba viendo con odio. Su expresión no cambiaba. Su agarre en el cuchillo aumentó.

María: Ve-Vete...

Finalmente, María se quedó mirando a Christopher con los ojos completamente abiertos, sin señales de vida. Christopher se la quedó viendo, pero luego miró a su viejo amigo. Pooh se acercaba lentamente, aún sosteniendo el cuchillo. Christopher no tuvo otra alternativa que levantarse e irse corriendo.

Volteó a mirar por última vez. Pooh, su viejo amigo de la infancia, apuñalaba con frustración el cadáver de María. Se notaba la intensidad y la fuera en su acción. Fue en ese momento que Christopher lo entendió. El Winnie-the-Pooh que conoció en su infancia se había ido. Ahora era un monstruo. Huyó corriendo.

Continuará...

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