Alianza

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La voz de la reina Elin era dulce, pero a su vez inspiraba grandeza y respeto. Cuando los príncipes hicieron un ademán de inclinarse ante ella, con un movimiento mágico de sus manos los irguió.

—Quiero una Alianza —dijo levantándose de su trono y caminando hasta ellos—, no sumisión —continuó—. Pero me alegra saber que me pronuncian respeto, esas son las cualidades que los hacen nobles y valientes líderes honorables.

—Disculpe majestad —dijo James—, quizás sea muy importuna mi pregunta, pero creo que hablo también en nombre de mi hermano —lo miró y Aaron asintió— cuando le pido que por favor responda y aclare nuestras dudas.

—Todo a su tiempo James, todo a su tiempo —respondió ella con serenidad.

—No quiero sonar alarmado, pero creo que no hay tiempo —insistió Aaron—, nuestro pueblo está siendo atacado por una diosa loca que ha desintegrado a mi tío con solo desearlo.

—Por tu pueblo en estos momentos me temo que ya nada puedo hacer, ahora mismo los demonios de Bella están devorando las almas de los soldados que siguieron ayudando a tu padre.

—Padre... —susurró James.

Por un momento, aunque tenían clara la batalla que se desarrollaba en Lógverting, la maravillosa tierra de los elfos los había dejado deslumbrados, hasta tal grado que no habían pensado en su padre o en su madre. Cuando el suelo los succionó, su padre estaba a punto de ser carbonizado por la Diosa, y su madre, ella... si los soldados habían sido derrotados, eso quería decir que su madre tampoco estaba a salvo.

—¿Cómo sabe todo eso? —inquirió James— ¿Dónde está mi madre?

La reina Elin, muy triste, negó con la cabeza.

—Me temo que la reina Anna también fue víctima de este terrible destino.

—¿Cómo...? —preguntó Aaron con los ojos llorosos.

—El conocimiento de los hechos no siempre es bueno, príncipe Aaron, la precipitación y la felicidad no siempre son las armas de un hombre sabio.

—¿Feliz? ¿Cómo se supone que seré feliz? —reaccionó furioso— Mis padres han muerto, mi pueblo sufre y mi hermana... —se detuvo en seco al decirlo.

—¡Oh por los dioses! —reaccionó James muy alarmado— Nuestra hermana —dijo— ¿sabe dónde está mi hermana? Por favor, dígame que ella no...

—Tranquilo, ella está bien —lo interrumpió la reina—. Más que nosotros quizás, —añadió Elin— Imhotep la ha enviado a un mundo totalmente diferente al nuestro, en ese mundo no ven la magia con los mismos ojos que la vemos nosotros, y si lo hacen... bueno, creo que quizás no les importe mucho.

—Ni siquiera gobernar hemos podido hacer bien —dijo James al escucharla, derrumbándose en el suelo.

—¿Pierdes tan rápido las esperanzas? ¿Crees que los hubiera transportado hasta mi reino si no hubiera nada más para hacer? —La reina Elin le hablaba a James con demasiada dulzura y paciencia, más que a Aaron, incluso se podría decir.

Quizás se debía a que James era más respetuoso con ella; o quizás, solo quizás, la reina pareció sentir cierto afecto por él. Si ese era el caso, no parecía molestarle a James, ya que miraba a Elin con más fascinación con cada palabra que añadía.

—¿Qué se puede hacer? —Preguntó poniéndose de pie y mirándola a los ojos.

—De momento, entrenarlos. —Respondió mirando a Elliot— Ya sé que conocen a Elliot, él los entrenará, les dará un hogar donde instalarse y formarán parte de mi reino ahora.

—Vaya... —dijo Aaron con sorpresa.

—Gracias —. Enfatizó James.

—Tengo elfos de incógnito en el reino de Lógverting, su padre los aceptó cuando previmos un posible ataque por parte de Sebastián, y aunque no esperábamos que terminara en esto, si preveíamos unas cuantas bajas; por ello acordamos la protección de los tres herederos —contó—. Ustedes deberían haber ido con Imhotep, dónde él los enviaría al mundo al cual envió a su hermana, pero dadas las circunstancias y viendo el profundo deseo de Bella por asesinarlos, tomé mis propias decisiones y los traje a mi reino, creo que fue lo mejor que pude hacer en estos momentos.

Mientras la reina Elin explicaba todo eso, los príncipes la miraban sorprendidos, saber que el destino que estaba previsto para ellos era dejar la tierra que tanto amaban y donde habían crecido, los dejó perplejos; sin embargo, Elin pareció no notarlo y siguió con sus explicaciones.

—Preguntaron cómo es que no habían encontrado este lugar antes ¿cierto? —Ellos asintieron—. Muy simple, mi reino está oculto para todos, a no ser que yo invite a alguien o ese alguien sea un elfo, en tal caso, los elfos pueden entrar y salir cuando les apetezca. El reino de Dryadalis está oculto para todos, y no importa cuánto se empeñen en encontrarlo, no importa cuanta magia oscura utilicen, si yo no he aceptado que ingrese a mi reino, ese alguien no encontrará Dryadalis jamás, incluso si ese alguien, —enfatizó— es un dios.

—Entonces... —habló James saliendo de su ensimismamiento y creando una hipótesis—¿Por qué enviarnos lejos, a otro mundo totalmente diferente? Cuando podríamos habernos quedado aquí con usted, si así como lo cuenta, no hay lugar más seguro que Dradylis.

—Dryadalis —lo corrigió Elin—, e incluso mi reino, aunque te parezca extraño, puede fallar. —Dijo tajante.

—¿Cómo? —preguntó Aaron.

—Los elfos son muy fáciles de persuadir y de comprar; nos fascina el lujo, la riqueza, la sabiduría, todo lo bello de la vida lo queremos multiplicado 3 veces más. En ocasiones así, se nos hace difícil pensar en el bienestar de los demás, y podemos dañar a muchas personas con nuestras decisiones, incluso a todo un reino. —Explicó Elin con mucha seriedad.

—Sigo sin entender muy bien el punto —dijo Aaron un tanto apenado.

—Creo que lo que quiere decir... —comenzó a intentar explicarle su hermano.

—Lo que quiero decir, príncipes —dijo Elin haciéndose oír, aunque no le hacía falta, porque sabía cómo atraer naturalmente la atención de los demás—, es que incluso la seguridad de mi reino se ve amenazada si alguno de los elfos que viven en Lógverting deciden en determinado momento venderse a Bella a cambio de todo lo que ella puede ofrecerles.

—¿Lo harían? —preguntó James con indignación—. Después de todo lo que Bella ha hecho ¿serían capaces de venderse a ella?

—Que no te sorprenda cuando lo hagan —le advirtió Elin y comenzó a caminar rumbo a la salida—, doy por sentado que me siguen —advirtió sin mirar atrás.

—A pesar de que agradecemos todo lo que nos ha dicho... —dijo Aaron con cierta inseguridad, quizás temiendo la reacción de la reina o porque tal vez se sentía apenado por no entender muy bien lo que estaba pasando— ¿para qué debemos entrenar? Usted cree que no todo está perdido, ¿no es así?

—Y es que es así —insistió la reina—. Anteriormente les he dicho que quería una alianza—, contó—, verán... ustedes aún pueden recuperar el reino, pero para ello necesitan ir eliminando las tropas de Bella poco a poco —comenzó a explicar toda esa estrategia mientras se ponía a caminar por el borde del río con las manos entrecruzadas en su espalda—. Y si, la diosa es muy poderosa —añadió mientras reponía a una flor que se estaba marchitando—, pero ella no tiene lo que ustedes sí.

—¿Qué es...? —preguntó James.

—La fuente naciente del poder de la vida —respondió Elin con un tono de voz que daba a entender que ellos debían ya haberlo sabido—, Bella solo sabe asesinar, solo sabe destruir aquello que se ha creado, y si construye algo, es a base de la destrucción de algo más. Como es lógico, todo lo que se construye destruyendo la vida de alguien más, no durará mucho; y Bella tiene fecha de caducidad. Como se ha construido un cuerpo mortal, ha abierto una brecha que ella todavía desconoce entre su cuerpo mortal y su espíritu inmortal.

—¿Quieres decir que podemos matarla? — preguntó Aaron con emoción, y con un brillo en los ojos que asemejaba su expresión al deseo de venganza.

—Cuidado con las emociones que dejas desarrollar en tu interior —le advirtió Elin—, y tú también príncipe James —dijo como si pudiera leerle el pensamiento y emociones— recuerden que fueron los motivos de que todo esto comenzara.

—Lo siento —murmuró apenado Aaron, y James solo asintió con la cabeza.

—¿Matarla? Creo que no, además, la muerte sería un castigo muy leve para un ser tan vil.

—¿Entonces qué podemos hacer? —preguntó James, quien para ese momento ya estaba lo suficientemente intrigado.

—Sin el poder de la vida, el cuerpo mortal de Bella no está unido a su cuerpo inmortal, lo que quiere decir, que si separamos cuerpo y alma confinaríamos a Bella a un solo estado; por lo que propongo que al separarla la dejemos en su estado mortal, donde sus poderes serán menores, incluso si existe la suerte, sus poderes serían anulados.

—¿Y enserio no se podría matar? —James formulaba planes en su cabeza a medida que Elin explicaba.

—Quizás si se pueda, pero sería peligroso. No estoy hablando de matar su alma inmortal, estoy hablando de encerrarla en el Averno donde los dioses ya la habían encerrado, y si asesinamos su cuerpo mortal, hay una gran probabilidad de que vuelva a habitar el antiguo, y ese mi querido James, sería el peor error que pudiésemos cometer.

Por un momento olvidaron todo lo demás, olvidaron que eran seres mortales, que su peor enemigo era una diosa asesina, y que su pueblo estaba en manos de ese enemigo. Había una oportunidad de recuperar el reino, había una brecha para asesinar a la diosa de la muerte, e iban a usarla.



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Nuevo capítuloooooo.

Espero que ustedes al igual que yo se emocionen tanto con esta historia. 

Déjenme saber que les pareció este nuevo capítulo, y si ven futuro entre James y Elin jaja. 

Les mando un enooooorme abrazo.

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