Ambición, venganza, ira y orgullo; estas son las causantes de miles de catástrofes en el mundo, y más allá de él, en una dimensión desconocida, estos son los sentimientos y emociones que desencadenaron el terror en todo un reino.

Hace mucho tiempo en un reino llamado Lógverting, dos hermanos hijos de un Rey, entrenaban para alcanzar un día el poder que le fue confiado a los herederos del trono por generaciones. Cuenta la leyenda que este poder fue otorgado por los dioses, y daba al gobernante la capacidad de dominar la vida. Por generaciones, cada heredero al trono entrenaba sus habilidades físicas, mentales, y emocionales, para así, llegado a una cierta edad, adquirir el poder que le había sido confiado.

Estos dos hermanos entrenaron juntos hombro a hombro, con la fiel convicción de que algún día, recibirían aquel poder; sin embargo, el día de la coronación se llevaron una desagradable sorpresa, puesto que, solo uno de ellos podría gobernar el reino, y, por tanto, solo uno de ellos recibiría el galardón de los dioses. El derecho de gobernar, tal y como lo estipulaban los sagrados manuscritos, le tocaba al hijo mayor del rey.

Éste, al ver la grandeza y magnificencia que estaba a punto de recibir, humilló a su hermano, y con soberbia y ambición, ascendió la escalinata de piedra hasta el trono donde sería coronado. Su padre, el rey, al ver los negativos sentimientos de su hijo, se dio cuenta que su mente y sus emociones no estaban preparadas para dirigir un reino, por lo tanto, lo despojo de su derecho a gobernar y se lo entregó a su hermano menor, quien con humildad y agradecimiento aceptó el cargo que llevaría desde ese momento sobre sus hombros.

El hermano mayor, al ver lo que su padre había hecho, y sintiéndose abruptamente despreciado, tomó una de las espadas del soldado más próximo a él y se lo enterró en el corazón de su padre. La sangre del rey manchó el trono sagrado, y aquel trono puro y blanco se tornó mágicamente de un color escarlata, al mismo momento, unas letras cursivas y doradas comenzaron a escribirse en la pared detrás del trono.

"Por la ira y la venganza, un trono fue despojado. Con la muerte se ha manchado la pureza de un reino, y el trono blanco no será restaurado hasta que la humildad y el amor en el estén sentados."

Eran las palabras escritas por los mismos dioses, quienes al ver la atrocidad que el hijo mayor del rey había cometido contra su padre, se sintieron profundamente ofendidos. Al ver lo que estaba ocurriendo y a su esposo muerto en el suelo del trono, la reina, tomó la más difícil decisión, ordenó a los guardias reales castigar a su hijo mayor con el peor de los castigos, ordenó que echaran al príncipe al pozo oscuro del bosque negro, unas tierras que yacían sobre el submundo, lugar que albergaba el caos, miedo y oscuridad.

Y aunque este joven príncipe suplicó una y otra vez a su madre que le otorgara cualquier otro castigo menos ese, la reina miró a su hijo sin compasión, viendo en él un monstruo, una abominación que debía de ser erradicada del reino; de esa forma, daría ejemplo también a los demás súbditos, de que nadie, ni siquiera un príncipe, podría burlar las leyes puestas por los dioses, y mucho menos romper la paz que hasta ese día se había disfrutado en el reino.

Con gran dolor, el menor de los hijos se sentó en el trono, y la esperanza de que algún día la pureza del reino volviera a surgir, se elevó con su reinado. Los súbditos del difunto rey de Lógverting se reunieron en el bosque para dar su último adiós; hadas, elfos, cazadores, soldados y plebeyos, todos reunidos juntos, unidos, viendo como la naturaleza prendía fuego mágicamente al cuerpo del rey.

Sin embargo, allá, en las afueras del reino, en las tierras más peligrosas, más allá del portón blanco que daba entrada al reino de Lógverting, se oían los gritos de un muchacho antes de ser lanzado a un pozo oscuro de fuego. El hijo mayor de la reina fue lanzado al submundo, un lugar que en el planeta tierra es conocido por... Infierno.

La reina creía que con la amenaza de su hijo fuera del reino, sus problemas habían acabado; sin embargo, no imaginaba que los problemas recién acababan de empezar. Lo que la reina no sabía, era que el submundo estaba dominado por su propio Dios, un Dios malvado y perverso, que se alimentaba de las energías negativas de los habitantes de Lógverting, un Dios, que lo único que quería era venganza, venganza de los dioses y sus amados mortales por no tomarlo en cuenta ni adorarlo. En un reino donde cada día se esforzaban por mantener la paz y la armonía, un Dios como este no tenía muchas oportunidades de persistir, sus fuerzas se estaban acabando, y el Dios, se estaba desvaneciendo.

Al ver al muchacho devastado en el suelo del submundo, el Dios notó un enorme dolor, ira, y deseo de venganza; se dio cuenta que, con una energía así, podría subsistir mucho tiempo, llevando él también a cabo, su venganza contra los mortales. Por eso, dotó al muchacho de un poder inigualable, el poder de dominar la muerte más allá de cualquier forma de comprensión humana, permitió que el joven sea capaz de crear criaturas que desencadenen el caos, destrucción, dolor, angustia y opresión. Pero también, le dio la oportunidad de crear un sucesor, alguien que cuando él muriera, se encargara de seguir sus pasos y completar su venganza; así, el Dios se aseguró de tener una infinita reserva de energía maligna con que alimentarse.

Y de esa forma, ambos hermanos reinaron, sobre la vida y la muerte, uno con luz y el otro en total oscuridad. El hermano menor reinó confiando que algún día, llegaría aquel héroe que restauraría la pureza ancestral del reino; sin embargo, el mayor esperaba a las sombras del submundo con su pequeña hija, una bruja, el momento de salir y destruir todo cuanto sus tropas de monstruos pudieran a su paso.

Con esa venganza... comienza nuestra historia.

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Quise traer ante ustedes una historia que ha estado en mi cabeza durante años, y al fin me decidí a compartirla al mundo. Espero que le den mucho amor y me ayuden votando la historia. 

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FELIZ SEMANA MIS AMORES! ❤