Una nueva profecía (parte 2)

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En Lógverting las cosas no marchaban nada bien, desde que Bella había asumido el poder, la oscuridad, la violencia y la muerte asechaban a cada habitante del reino.

La putrefacción de las criaturas del Averno destruía la vida en la naturaleza poco a poco, las cosechas de los aldeanos producían cada vez menos, los demonios se alimentaban de cualquiera que infringiera las reglas, estaba prohibido hablar siquiera de los gobernantes anteriores, y muchos de los aldeanos eran llevados al palacio para ser interrogados por Bella acerca de los príncipes.

Ella aún desconocía la existencia de Eleanor, y esa era el arma secreta de todos; sin embargo, los aldeanos interrogados sufrían cada vez más, todos ellos estaban dispuestos a entregar sus vidas a cambio de mantener en secreto la ubicación de los príncipes, y otros, aunque quisieran salvarse y decírselo, no sabían con exactitud dónde encontrarlos.

Una noche, un brillo segador iluminó las bibliotecas del palacio, ahuyentando a los demonios que se encontraban a 10 metros a la redonda. Bella se enteró de esto, los aldeanos vieron aquel brillo dorado surgiendo de las ventanas e iluminando Lógverting como hace mucho no se veía, la esperanza en ellos aumentó, a pesar de que no sabían lo que era, sabían que no era algo malo, y eso, hizo que la ira de la diosa también aumentara.

Ella sí sabía lo que era, había estado presente el día hace muchos eones cuando sus hermanos los dioses crearon el libro de las profecías, y aquel brillo profundo solo significaba una cosa: una nueva profecía se había escrito y algo le hizo sentir que no sería bueno para ella.

Avanzó con determinación rumbo a la biblioteca apagando el brillo a medida que se acercaba, cuando llegó, encontró el libro y lo abrió justamente donde la nueva profecía se había escrito. Al leerlo, lanzó un grito iracundo que se escuchó por todo Lógverting, provocando nuevamente el pánico en los aldeanos, y una profunda ansiedad en sus bestias demoníacas.

Al otro día ordenó a sus vasallos mitad humano y mitad lobos, que esparcieran la profecía a todo el pueblo de Lógverting, pero a su vez, acompañada de una advertencia.

—ESCUCHEN LO QUE LES DICE SU PODEROSA REINA BELLA! —pregonaba un muchacho a quien muchos de los aldeanos conocían, era Luca, aquel joven soldado que creyeron muerto cuando se perdió buscando la flor en las tierras de Karakum— UNA NUEVA PROFECÍA SE HA ESCRITO, Y ES LA SIGUIENTE: —añadió abriendo un rollo de papiro en sus manos, dispuesto a leer.

"La llama de la vida y el poder del dragón se unirán para vencer a la muerte.

Tres herederos limpiarán el trono.

Dos gobernarán, uno se perderá, y en la tierra sin magia hallarán su destino."

Terminó de leer provocando un murmullo en todos los aldeanos que se habían reunido alrededor de la fuente del pueblo.

—¡ESTO ES LO QUE LES DICE SU REINA! — volvió a hablar levantando la voz para hacerse oír sobre los murmullos ansiosos de las personas— PUEBLO MALAGRADECIDO, LES CONCEDO EL PRIVILEGIO DE VIVIR, Y ¿ASÍ ES CÓMO ME PAGAN? ¿OCULTANDO AL TERCER HEREDERO AL TRONO? TRAIGAN ANTE MÍ A LOS PRÍNCIPES Y A ESE TERCER HEREDERO, O CUALQUIER INFORMACIÓN DE SU PARADERO, Y LES PERDONARÉ ESTA OFENSA CON SUS VIDAS, DE LO CONTRARIO, PREPÁRENSE PARA SU INMINENTE ANIQUILACIÓN —continuó Luca desatando un profundo silencio entre todos los presentes - TIENEN UNA SEMANA - sentenció y luego se marchó.

Un elfo que estaba vestido de túnica gris y capucha para ocultarse entre la multitud, fue rápidamente a alertar a su reina.

***

James no imaginaba lo que en ese momento se desataba en Lógverting a causa de su desaparición, junto con la de sus hermanos.

La disputa con Elliot lo había dejado muy nervioso, tenía ganas de romper cada cosa que se cruzaba en su paso, pero se contuvo, ya que, tenía un estratégico plan en mente.

Caminó rumbo al palacio de la reina Elin, puesto que, comprendió que tener a Elliot de enemigo le perjudicaba muchísimo si no tenía a la reina de su lado, por lo que decidió aceptar su oferta, y no rechazaría su amistad.

Aaron tenía razón, si James dudaba de sus sentimientos hacia Elin, mayor mal le haría no aceptar una amistad entre ambos y descubrir qué era exactamente lo que sentía por ella. Entró al palacio sin dificultad, debido a que todos los elfos sabían quién era él, y sabían que la reina se enfurecería muchísimo si no le permitieran la entrada.

A pesar del pase libre que tenía en su palacio, no sabía dónde se encontraría la reina, así que pidió a una de las elfinas que desempeñaban el papel de damas de compañía de la reina, que le avisaran de su presencia

Pasaron unos minutos desde que la elfina se marchó con una boba sonrisa dejando a James parado en el recibidor, esperando a que Elin bajara. Esperó mucho, y tuvo el presentimiento de que ella ya no vendría porque se había enojado con él por haberla dejado hablando sola en la biblioteca. Pero entonces la vio bajar, llevaba un vestido color crema precioso que se le ajustaba a la cintura, tenía un escote en V algo pronunciado, con el corte perfecto, ni tan indecoroso, ni tan modesto, y que se unía a unas cintas anchas que terminaban atándose en su cuello, dejando ver sus delicados y suaves brazos; la falda del vestido era larga, rozando el suelo a medida que avanzaba y se transparentaba desde la mitad de sus muslos para abajo. Llevaba el cabello plateado suelto, adornado por su corona, y unas pulseras en formas de ramas con hojas que se contorneaban por su delicado brazo.

James la vio bajar las escaleras con mucha delicadeza. Elin era una dama en todos los sentidos posibles, mostraba seguridad y dureza, tenía el carácter que se necesitaba para gobernar a todo un reino, pero sin abandonar la delicadeza, sutileza y hermosura que caracterizaba a una mujer. Por un momento, James olvidó que estaba allí para aceptar ser solamente su amigo, y quedó embelesado con la belleza de esta reina.

—Creí que no volvería a verte por aquí después de nuestra charla en la biblioteca —comentó Elin con una sonrisa terminando de bajar los últimos peldaños de la escalera.

—Los libros son buenos —bromeó— de hecho —le dio una mano cuando estaba a punto de llegar a él— aunque el conocimiento que se esconde en esas bibliotecas me intriga mucho, temo que hoy he venido junto a usted —añadió dedicándole una sonrisa, una que, junto a la mirada que le dedicaba, escondían muchas intenciones.

—¿Y a qué debo esta grata visita? —preguntó ella caminando frente a él y dirigiéndose a la parte trasera del palacio.

—He decidido aceptar su trato —respondió juntando sus manos detrás de su espalda — vengo a ofrecerte mi amistad —añadió caminando detrás de ella.

—Debo decir que me sorprendes James, y eso rara vez pasa —sonrió ella, abriendo una puerta que daba paso a un precioso jardín.

—Bueno, me han dicho que soy un ser único —bromeó él y la siguió, observando el lugar y quedando maravillado por las diferentes plantas que ella tenía—, ¡guau! Que preciosidad —susurró.

—¿Qué cosa? —preguntó Elin girándose a mirarlo.

—Tú, por supuesto —contestó James con una sonrisa y guiñándole un ojo.

Ella se limitó a reír, y siguió caminando. James, sin embargo, volteaba sobre sí mismo para ver las diferentes plantas y diseños que contenía el lugar; enredaderas de rosas blancas y rosadas adornaban el pasillo que llevaba al centro del jardín, donde una enorme fuente con una gran estatua de hada le daba un aire diferente al lugar. A una considerable distancia de la puerta por la que entraron, se encontraba un lago, donde sauces llorones rodeaban la orilla, sumergiendo sus gajos en el agua.

Los arbustos del jardín estaban podados en forma de pino, y de los árboles más grandes orquídeas preciosas daban color a ese verde jardín; garzas blancas bajaban en el lago a beber agua, y mientras caminaban, James notó que había unas escaleras que lo conducían al lago.

Quizás Elin notó sus ganas de dirigirse hacia ahí, porque tomo el curso de las escaleras, y mientras caminaban por el pasillo que llevaba a ellas, unas luciérnagas les rodearon dándoles una luz diferente, ya que las ramas del sauce no dejaban que entrara mucha luz del sol.

—Esto es precioso —susurró James.

—Lo es —asintió ella —y eres el primero en siglos en estar aquí - comentó algo desanimada.

—No te creo —reaccionó él—¿Cómo es que no lo ven si están en Dryadalis?

—Porque no está afuera, este jardín está oculto en mi palacio —respondió ella mirándolo para observar su reacción.

—¿Cómo...? —comenzó a decir James, pero luego cayó en la cuenta — Magia— se respondió a sí mismo — ¿Quieres decir que nadie ha estado aquí nunca? — preguntó maravillado.

—No diría nadie — defendió acercándose a la orilla del lago, el cual estaba protegido por un barandal de mármol —han sido pocos los que han visto mi santuario — añadió recostando su espalda por la barandilla y mirando a James —mi hermano Elliot, mis damas de compañía y obviamente yo —contó con amargura.

—No tienes muchos amigos ¿verdad? — preguntó James acercándose a ella y poniendo uno de sus mechones de cabello detrás de su oreja.

—Los elfos no solemos confiar en nadie, sabemos que hasta nuestra propia sombra puede traicionarnos —afirmó dándose la vuelta y quedando de espaldas a James.

Traición, sombra, elfos oscuros... todo eso volvió a su mente, y de nuevo lo invadió aquella seriedad. Se ubicó a lado de Elin y puso las manos en la barandilla mirando el lago.

—James —lo llamó ella con suavidad.

—¿Hmm? — dijo él sin mirarla.

—Te he observado lo suficiente como para darme cuenta que algo te preocupa — comentó poniendo una mano sobre la de él, — ¿quieres decirme qué tienes?

Lo dudó, quería saber más, quería confiar en ella, quería ser de verdad su amigo y no solo por conveniencia, pero ella había sido sincera. "Los elfos no solemos confiar en nadie", eso había dicho, y si ella no podía confiar en nadie, ¿por qué James debería confiar en ella? Aunque si Elin no confiaba en él, ¿qué estaba haciendo allí? No, ella confiaba en él, le había abierto las puertas de su palacio, de sus lugares secretos y quizás hasta de su corazón. Se merecía que él le contara lo que estaba sucediendo, y, además, si ella no quisiera hablar de los elfos oscuros con él, comprendería la verdadera gravedad del asunto y sería suficiente para investigar la forma de prevenir cualquier posible amenaza.

Se lo contó todo, desde que había estado en el límite de Dryadalis cerca del bosque de los muertos, hasta que escuchaba en su mente una voz que lo incitaba a la locura. No se guardó nada con ella, ni siquiera que aquel día que se vieron en la biblioteca, él le había mentido.

Para su suerte, ella lo entendió; entendió que él quería buscar ayuda, pero su orgullo y honor no lo dejaban, entendió que no le había mentido por maldad, sino solo para protegerse, y, además, entendió que él solamente quería ayudar. Así que Elin se lo contó. Vio en él su sinceridad, y ella decidió serlo también.

—Acompáñame —suplicó Elin, caminando hacia un banco de hierro que se encontraba en la orilla del lago, junto a un árbol de sauce.

James la siguió, en silencio.

—Debiste acudir a mí desde el principio —comentó limpiando unas hojas caídas del árbol —pero entiendo por qué no lo hiciste — añadió antes de que él dijera algo —te contaré sobre los elfos oscuros — aceptó —por tu protección —agregó señalándolo.

—¿Gracias? — dijo él en una sonrisa sentándose a su lado.

—Antes que todo, voy a decirte algo importante, no quiero que los busques — advirtió — no es una orden, es una petición, pero si quieres que no me arrepienta de habértelo contado, pensarás dos veces en mí antes de adentrarte de nuevo a ese bosque.

—Esta bien Elin — aceptó él recostando su cabeza en el respaldo y mirando al cielo — ahora dime, por favor, ¿Quiénes son los elfos oscuros?

—Hace mucho, mucho tiempo —James ahogó una risita, ya que ella comenzó a contarlo como si fuera un cuento para niños —cuando los elfos fuimos creados, nos dividieron en tres secciones: los nobles — se señaló a sí misma y a la población de afuera, aunque estos no se veían desde ahí — trabajamos la tierra y cuidamos de ella, nuestro poder reside en la naturaleza, y por si no lo notaste, somos amantes de la belleza y ostentosos por excelencia.

—Nooooo — bromeó él con sarcasmo y logró sacarle a Elin una sonrisa.

—Los elfos oscuros, por otro lado, toman lo que quieren y arriesgan sus vidas con la promesa de gloria, poder y riquezas —continuó ella contando — se les confió el privilegio como guardianes de la noche eterna —he hizo una mueca extraña en su rostro recordando algo.

—Un momento —interrumpió James — ¿no era acaso ese el trabajo de los Isis? —preguntó confundido.

—No — contestó negando con la cabeza — los Isis son guardianes de la luna, el invierno, y la llama púrpura que solo los dioses sabrán para que funciona.

—Pero... ¿para qué hace falta cuidar la luna? —se llevó la mano al puente de la nariz y se masajeo suavemente soltando un suspiro— es mi pueblo y no se nada de ellos, ¿cómo se supone que gobernaría un reino si es que me elegían?

—Los Isis no cuidaban la luna en sí, sino las noches —comentó, pero al ver que él seguía sin entender, siguió — las noches de luna, y en principal las de luna llena, conservan un poder mágico muy especial, poderes que solo los Isis conocen, pero si se usan mal, podrían causar terribles desastres, por eso fueron nombrados cuidadores de la luna, absorbiendo su magia cada noche en un ritual y guardando ese poder — esperó un momento para observar la reacción del príncipe, y, al ver que esté comenzaba a comprender, continuó contándole la historia —los elfos oscuros, en cambio, fueron nombrados como los cuidadores de la oscuridad de la noche, de ahí su nombre, ya que, se encargaban de que los poderes de la oscuridad y los terrores que en ella habitaba no atormentaran a nadie — contó.

—Noche eterna... noches de luna... mi cabeza da muchas vueltas Elin — dijo él sonriendo.

—A ver, —expresó buscando la forma de explicarle —si una noche llueve, o está nublado, no se consigue ver la luna, y su poder no baja a la tierra, entonces los Isis no están obligados a hacer su ritual porque no tienen magia que canalizar — explicó —pero, aun así, sigue siendo noche, hay oscuridad y los elfos oscuros tienen mayor fuerza para cumplir su cometido.

—Oh... —asintió— pero, ¿qué pasó con ellos? Y, ¿por qué es tan peligroso que vaya a ese bosque?—preguntó aún sin entender la gravedad de todo eso.

—Los elfos oscuros se revelaron contra los otros reinos, y contra los mismos dioses — explicó— ambicionaban un mundo donde solo ellos dominen, y la noche sea verdaderamente eterna, destruyendo a la luz del día, de esa forma, encarnaron la maldad más pura que se vio nunca en esta tierra; se convirtieron en una raza retorcida y maligna que se deleitaba con el sufrimiento de otros — comentó poniendo mucha seriedad en cada una de sus palabras —¿quieres saber por qué no debes ir a ese bosque? Porque ellos aún están ahí, bajo la oscuridad del bosque, en las penumbras de su propia miseria, aguardan el día que puedan encarnar un cuerpo diurno y venir a acabar con la paz de la tierra — añadió con severidad.

—Creo que les ganaron la oportunidad— expresó James sarcásticamente.

Todo aquello era demasiado para procesar, había mucha maldad en la tierra y él no estaba enterado ni de la mitad de las cosas que habían sucedido, ni de las amenazas que azotaban al reino. Quería dejar de oírla, quería descansar su mente, y olvidar el hecho de que había otro grupo de asesinos sanguinarios que amenazaban a su reino; pero no podía, ese espíritu de elfo que había visto en el bosque, se había metido en su mente, y estaba causándole muchos sentimientos que un rey de Lógverting no debería sentir jamás.

—Son maestros de retorcer las palabras para su beneficio — continuó contándole Elin — negocian y rompen alianzas sin tener en cuenta las consecuencias, no permiten que la piedad les impida cumplir sus objetivos, y es por eso, que debes cuidarte de ellos — advirtió— fuiste lo suficientemente insensato como para permitir que uno de ellos invadiera tu mente, ahora provoca en ti sentimientos oscuros y perversos, debes aprender a controlarte y a alejarlos de tu mente, no puedes enfrentarte a Bella en ese estado, o sería no solo tu perdición, sino que también, la de todo el reino —argumentó — si vuelves al bosque de los muertos, estarías a su merced, y ni siquiera yo, podría hacer algo para ayudarte.

—¿Y ahora puedes? —preguntó él sintiendo un frío invadir su cuerpo.

—Quizás pueda hacer algo —sentenció.

Y en eso, a los lejos, el sonido de un cuerno se escuchó; era el llamado que usaban para alertar a la reina de algo malo se acercaba, y Dryadalis ya no era un lugar seguro.

***

Nota de la autora:

Se vienen muchas cosas desde ahora. Parece que Bella va a causar ciertos dramas, (más de lo que ya ha causado jaja). Cuéntenme que opinan de todo y esto, y ajá, también de Elin y James jaja les estoy dando lo que piden jaja solo que no se emociones, porque ya saben que no soy de escribir finales felices jajaja.

Recuerden que estoy activa en Twitter e Instagram, por si quieren ir a seguirme por allá y así mantenerse informados de todos los detalles de la historia. En todas mis redes estoy como @abigailgb20así que los espero.

Besos élficos para todos. Mua!

Abi.G

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