Capitulo 3

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Dos horas. Dos horas buscando a esos mutantes y estoy más que lejos de encontrarlos.

El frío, hambre y cansanciohacia de mi humor no uno de los mejores. Y poniéndole la cereza al pastel, Jane no contestaba mis llamadas.

Por lo que aquí me tienen, sentada en el techo de un edificio a la espera que Jane, e incluso Karai, den señales de vida.

Jane pov.

Llevo media hora persiguiendo a esas tortugas y no se cansan de correr.

Ellos son cuatro. La tortuga de bandana azul parece ser el líder.

Vi mi oportunidad de atacar cuando se detuvieron a descansar, hasta que dos personas desconocidas aparecieron. Se acercaron a las tortugas y empezaron hablar animadamente.

Cuando me preparaba por segunda vez a atacar siento como alguien me toma del brazo y me jala hacia atrás.

¿Alguien más que quiera aparecer para que pueda decir "la tercera es la vencida"?

―Ni siquiera lo pienses. Yo seré la única encargada de destruirlos.

―¿En verdad creés que vas a detenerme?―. Me zafé de su agarre―Destructor me ordenó destruirlas y eso voy a hacer.

―He pasado mucho tiempo tratando de atraparlos, y no dejaré una recién llegada se interpongas.

―No veo que hayas hecho un excelente trabajo, Karai.

Ella simplemente rodó los ojos, estirando su brazo para empujar mi hombro y hacerme a un lado. Se acercó a la terraza para corroborar que todo estuviera en orden, pero al ver que sus ojos se abrieron notablemente, me acerqué a ver que sucedida.

Las tortugas se habían ido.

―Genial, por tu culpa escaparon.

Bajamos del edificio al lugar donde antes estaban las tortugas.

―¿Mi culpa?―exclamé una vez que bajamos a tierra―. La que me detuvo en primer lugar fuiste tú.

―Ahora debemos buscarlos... donde estarán.

―Que te parece si buscas detrás de ti.

Cuatro tortugas salieron de entre las sombras, seguidos de una chica pelirroja y un chico armado con objetos de deportes.

Karai atacó a la tortuga de bandana azul, dejándome al resto a mí.

―Donnie déjame pelear con ella
―. La chica pelirroja detuvo a la tortuga de bandana morada―  Quiero poner en práctica mis habilidades de kunoichi.

―No lo sé April...―expresó dubitativo, pero esa duda desapareció cuando la pelirroja le hizo ojitos, haciéndolo ceder.

Ella tomo un tensen y lo abrió ante mí.

―Es muy bonito, ¿Sabes cómo usarlo?

Ella gruñó, y guiada por el mal humor repentino, atacó por mero impulso.

Sus movimientos eran tortes y muy lentos. Estos sólo iban en diagonal, lo que me resultó bastante sencillo esquivarlos.

Por unos instantes me concentré en la pelea entre Karai y la otra tortuga, y por estar mirando aquello, mi contrincante aprovechó para golpearme en la cara. Retrocedi por la sorpresa del golpe tocandome la boca, verificando que ningún diente estuviera roto.

―Buen golpe―. Masajee mi mandíbula―. Ahora me toca a mí.

Mi puño impacto contra su mejilla, tomándola por sorpresa. Ella retrocedió luciendo adolorida, cosa que aproveche para lanzar una patada directo a su pecho, haciéndola caer. Se paró con dificultar y volvió a atacar.

Seguí golpeándola hasta que uno de mis golpes se dirigió justo en su estómago haciéndola caer.

El de bandana violeta gritó y me ataco, seguido de la tortuga con los nunchakus.

El de bandana violeta intentaba golpearme con uno de los extremos de su arma, pero logré arrebatarle el boo y procedí a golpearlo con ella, e hice lo mismo con su compañero.

Ahora quedaba el chico de cabello oscuro.

Ambos nos quedamos enfrentados, y él saco un palo de hockey. Hice girar el bastón de madera que traía en mis manos y empezamos a combatir.

Nuestra pelea parecía un duelo de espada, ya que el único ruido que se escuchaba era el de nuestros palos golpeándose mutuamente. El chico logró tirarme, puso su pie en mi pecho y estaba a punto de golpearme con su bastón de hockey

Cerré los ojos esperando el impacto, pero el golpe jamás llegó.

Victoria pov

Quedarme aquí sentada no resolvería nada, así que seguí buscando.

Corría por los tejados esperando ver a esas tortugas, y como no había nada arriba, decidí seguir abajo. Bajé hacia la ascera y seguí mi ruta a gran velocidad hasta detenerme en un poste de luz en una esquina,

Desde el interior de un callejón frente mío podían distinguirse sombras. Esas sombras eran de personas peleando. Cuando me acerqué vi que esas no eran personas… sino tortugas, y no estaban solas, sino que ellos estaban combatiendo con Karai y Jane.

Mis ojos se posaron sobre una escena en particular: Jane siendo a punto de ser golpeada por un jugador de hockey. No dudé ni un instange en abalanzarme sobre él y empujarlo contra la pared más cercana.

Tomé el bastón con el que planeaba golpear a mi hermana, y antes que siquiera pudiera recuperarse del impacto, golpee su cabeza con él.

El chico se había desmayado, y cosa que aproveche para acercarme a Jane para ayudarla.

―¿Estás bien?―. Le ofrecí mi mano, pero ella la rechazó. Jane no era precisamenge de esas personas que piden ayuda, ni tampoco le gustaba recibirla… salvo que ella la pida.

―De nada...―Le hablé a su espalda, aunque al igual que ella, me ignoró por completo.

Centré mi atención hacia lo que ella veía: Karai combatiendo con dos tortugas.

Una de ellas tenía dos katanas y una bandana azul, mientras que el segundo se movía con mucha más rapidez, su bandana era de color rojo y tenía como arma el sai.

Sus ojos eran de un inusual verde brillante, y junto a su expresión seria y brazos contraídos, le daban ese aspecto rudo bastante natural.

Y otra vez me encuentro divagando.

Me entretuve tanto mirando a esa tortuga que no me di cuenta del ruido de unas sirenas; era la policía. Nuestra pelea paro inmediatamente, y las tortugas se agruparon alrededor de los dos chicos.

―Vámonos― ordenó Karai, y subimos por unas escaleras de emergencia de un edificio.

Ya en el techo miré hacia abajo, y vi como dos tortugas se llevaban al chico inconsciente. Sin siquiera saberlo, conecte miradas con la tortuga del sai. Mantuvimos la mirada por unos segundos hasta que él sonrió.

―¡Victoria!

Jane me hacía gestos para que me apurara, con Karai corriendo en la distancia. Cuando volví mi vista hacia abajo ellos ya se habían ido.

La tortuga de ojos verdes se había ido.

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