Prólogo.

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Disclaimer: Esta historia es mía, sí, pero es un fanfic situado en el fantástico mundo de Harry Potter creado por J.K. Rowling, así que todos los derechos de esta saga los tiene ella y yo no obtengo ningún beneficio económico al utilizar su trabajo; vamos, que yo vivo de servir cafés, no de escribir fanfics :(.

Gracias por leer y os recuerdo que podéis encontrar esta historia también en mi cuenta de fanfiction.net: Lizze213.

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Prólogo:

Nunca en su vida se había sentido tan solo.

Había estado solo antes; en ocasiones incluso había querido desaparecer por esa sensación tan destructiva... pero en esos momentos lo estaba de verdad, desgarradoramente abandonado.

Draco suspiró y sacó de la caja que estaba a su lado un libro grueso y negro. En la portada estaba reflejado el título en un alfabeto que Draco no conocía, pero aun así sabía de sobra que era un libro de magia oscura. Esa era la clase de cosas que debía esconder en caso de que el Ministerio de Magia tuviera la brillante idea de registrar Malfoy Manor. Esa podía ser su ruina, el nombre de su familia no podía estar más estigmatizado en esos momentos y lo peor era que él tan sólo podía caminar con la cabeza alta ante eso, fingir que no le afectaba.

Sus padres se habían ido hacía un mes; una noche, simplemente, un grupo de mortífagos habían aparecido en la puerta de Malfoy Manor y habían dicho que el Señor Tenebroso los requería. A partir de ese momento, sus padres habían pasado a ser mortífagos activos en las líneas de Lord Voldemort y ya no podían arriesgarse a que nadie los viera tranquilamente por las calles de Londres o a que supieran dónde estaban. Pero Voldemort... tenía otros planes para Draco, él no iría junto a sus padres, no... su labor sería diferente.

Escondió el libro extraño en un armario viejo del sótano, protegido con un encantamiento antiguo; nadie podría abrirlo. Se aseguró de que el libro quedaba bien oculto, así como el resto de objetos tenebrosos que había escondido ya y volvió a agacharse para sacar una última cosa de la caja. Se asombró al ver que era un paquete envuelto en papel negro y brillante. Colgando de éste había una pequeña tarjetita también en papel negro y Draco la abrió, pudiendo reconocer que alguien había escrito unas palabras en cuidadas letras plateadas:

«Por favor, Abraxas, destruye toda esta basura».

-Walburga Black.

Draco miró el paquete con curiosidad de nuevo, sin saber por qué esa señora, que era de su familia lejana, le había mandado ese paquete a su abuelo pidiéndole que lo destruyera... y también se preguntó por qué éste no lo había hecho.

Rasgó el papel ligeramente y encontró que tenía entre sus manos un montón de cartas escritas en papel amarillento. Estuvo tentado de sacar una y conocer su contenido, pero exactamente en ese momento escuchó un carraspeo de garganta y el paquete se le resbaló de las manos. Se dio la vuelta rápidamente y sus ojos grises apreciaron con dificultad una figura que se ocultaba entre las sombras de esa oscura habitación situada en el sótano de Malfoy Manor. Sintió un escalofrío cuando la persona que estaba allí soltó una risita desagradable y enseguida reconoció a su tía Bellatrix.

—¿Qué tienes ahí, sobrino? —preguntó Bellatrix.

Draco se preguntó un instante a qué se estaba refiriendo y acto seguido recordó las cartas. Se agachó con rapidez y agarró de nuevo el paquete, después lo dejó también en el armario encantado, junto al resto de las cosas. Si venía de los Black, probablemente no sería algo bueno.

—Nada —dijo, aclarándose la garganta mientras cerraba el armario y escuchaba los mecanismos mágicos de la cerradura activándose—. No te he oído llegar, tía.

Ella se acercó a él esbozando su típica sonrisa burlona. Su cabello rizado y negro estaba muy despeinado, como siempre. Su ropa oscura sólo hacía que esa piel tan mortalmente pálida resplandeciera aún más y sus ojos oscuros y saltones se clavaron en él.

—Ya me conoces. —Volvió a sonreír, dejando ver sus dientes picados—. Aparezco... desaparezco...

Draco alzó la barbilla, tratando de mantenerse tan serio y frío como se esperaba de él.

—¿Has hablado con mi madre?

—Claro. —Una nueva sonrisa y otro escalofrío recorriendo la espina dorsal de Draco—. Te manda saludos... A mi hermanita no le ha gustado tener que dejar a su cachorro... —Se paseó por la habitación hasta llegar a Draco y entonces lo rodeó, provocando que el chico no se sintiera confiado en absoluto de que ella pasara por su espalda—. Qué tontería, ¿verdad? Ella tiene la suerte de estar con el Señor Tenebroso, ¿qué más se puede pedir?

—Ya.

La escueta respuesta de Draco hizo que su tía volviera a mirarlo y alzara una mano para acariciar su mejilla, arañándolo suavemente con sus largas uñas.

—Me ha pedido que cuide de ti y me asegure de que no te ocurra nada hasta que vuelvas a Hogwarts...

—No voy a volver allí —dijo Draco con determinación—, no pienso pasar ni un año más en esa estúpida escuela de...

—Shh. —Lo interrumpió Bellatrix y esta vez sus uñas sí se clavaron en su carne, pero no de una forma dolorosa, sino como una advertencia—. El Señor Tenebroso te ha encargado que vayas, ¿eres consciente de eso?

—Lo sé, pero no pienso hacerlo. No resultaré de ayuda para la causa estando allí.

Esta vez su tía soltó una carcajada de esas que realmente helaban la sangre. Cada vez que la veía, Bellatrix Lestrange daba la impresión de estar un poco loca que la vez anterior.

—Mi pobre mocoso —murmuró entre risas—. ¿Crees que serías de alguna utilidad luchando junto al resto de nosotros? Eres sólo un niño, Draco. Es más, eres uno de esos niños sin agallas... aún. —Bellatrix se apartó de pronto, hasta colocarse frente a su sobrino y se quedó quieta, mirándolo. Después tomó su mano izquierda y remangó su camisa poco a poco—. Aprenderás, Draco. Hasta entonces, limítate a hacer lo que tu señor te mande y mantente fiel a esto.

Mientras decía esas últimas palabras, Bellatrix dejó al descubierto el antebrazo izquierdo de Draco y con ello la Marca Tenebrosa que se dibujaba con tinta oscura en su piel. La marca pareció notar que Bellatrix la estaba tocando, puesto que Draco sintió que comenzaba a arderle, pero aun así no hizo ningún gesto que delatara que eso le estaba doliendo. Finalmente, su tía se cansó de atormentarlo y dejó caer su brazo pesadamente, dándose la vuelta.

—Irás a Hogwarts dentro de un par de días. Si el Señor Tenebroso quiere algo de ti, te reclamará.

Él asintió con la cabeza, manteniendo la mandíbula totalmente rígida y finalmente, con un remolino oscuro, su tía desapareció de allí.

Draco Malfoy volvió a quedarse solo y por primera vez esto lo hizo sentirse aliviado.

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