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Jem sabía exactamente qué camino tomar, se guío con el olfato en busca del aroma de su amigo, Rowen iba a lado suyo con su daga preparada para apuñalar lo que se atreviera a aparecer. Llegaron a la cabaña, y entraron. Era exactamente igual como Jem la recordaba, excepto que su visita anterior no había visto el patio trasero, Rowen fue la primera en salir, Jem fue tras ella. Asombrado por lo encontrado. Una encrucijada, dos caminos que toman direcciones opuestas.

—Bueno, busca su aroma —pidió Rowen.

Jem activo sus sentidos sobrenaturales, mientras era humano eran casi tan potentes como cuando era coyote. No percibía nada, en el camino izquierdo solo notaban algunos animales pequeños, el olor a árboles y flores. Mientras que el derecho, olía a naturaleza y a...

—¡Encontré algo! —grito Jem.

En ese mismo instante alguien más gritó.
«¡Rowen, ayúdame!» se escuchó.
La voz venía del lado izquierdo, y era claramente la voz de Dakota.
Rowen comenzó a correr. Jem intentó detenerla, pero le llevaba bastante ventaja. Fue tras ella.

Corrieron aproximadamente unos dos minutos, Jem sacó sus garras y su amiga preparada con su daga, se escuchó un grito de nuevo, Jem buscó un aroma pero...

—¿Encontraste su aroma? —preguntó Rowen
—No, es algo más —dijo Jem confundió —huele a podrido...
—Soy yo, amigos míos —se escuchó la voz de Dakota —sigan un poco más.
Rowen paró, miró a los alrededores, por primera vez preguntándose a dónde iban.

El camino terminaba dónde el bosque iniciaba, una figura comenzó a tomar forma. Era grande y musculoso, así que Jem y Rowen supusieron enseguida que era su amigo, pero estaban equivocados. Era aún más grande que Dakota, su cabeza estaba un poco deformada y su piel llena de quemaduras estremeció a Jem. Dio un paso adelante y logró identificar a la criatura. Su ojo en el centro lo aclaró todo.

—¿Qué es eso? —preguntó Rowen, levantando su daga
—¿No es claro, Rowen? —dijo la criatura con la voz de Dakota
—Es un cíclope —respondió Jem —uno pequeño, al parecer.

El cíclope hizo una reverencia, presentándose.

—Así es, James. Tu me has ayudado a divertirme un poco con tus paseos nocturnos. No fueron muy útiles después de todo, pero ayudó a confundir a algunas personas —dijo, con su voz rasposa y tal vez guiñó el ojo a Rowen, pero era difícil deducirlo.

—No queremos problemas, solo hemos venido en busca de nuestro amigo. Lo encontraremos y nos iremos —dijo Rowen —después podrás hacer lo que quieras
—el problema es —comenzó el cíclope, rascándose la barriga. Dió otro paso y el suelo bajo Jem tembló —que quiero hacer esto ¿Ustedes me detendrán?

Era un reto, Jem y Rowen intercambiaron miradas. Su amiga atacó primero, la daga fue a parar a la pierna del monstruo dándole tiempo a Jem en transformarse. En unos segundos Jem era completamente animal y fue tras el cíclope.

Rowen esquivó un puñetazo y retrocedió, su daga rasgó la horrible piel del pequeño cíclope. Mientras tanto Jem atacaba por el otro lado, mordía y rasguñaba, con bastante asco mordió uno de sus regordetes dedos del pie, desequilibrando a la criatura. Rowen lo empujó con toda su fuerza, intentando tirarlo completamente al suelo, pero el cíclope fue más rápido. Se detuvo con una mano para recuperar el equilibrio, rodó e intentó ganar terreno. Jem gruñó y corrió tras él, en el momento adecuado brincó para ir tras su gigantesco ojo, Rowen le advirtió pero fue demasiado tarde, el cíclope con un golpe hizo volar el cuerpo de coyote y chocó con una roca, Jem sintió como algo dentro se rompió. Rowen cedió terreno, y el cíclope sonrió.

—Un coyote y una repulsiva humana no podrían contra mí ni en su mejor momento.

Jem se sentía cansado, sus ojos pesaban y su corazón latía deprisa, miró a su amiga, tenía razón el cíclope, una humana no podría con él, pero Rowen no era solo una humana. A pesar de que Jem quería echarse una siesta y no volver a despertar nunca, no podía dejar a su amiga y a Dakota y parecía que Rowen no tenía ni idea. Jem se levantó con mucho esfuerzo, empezó a sangrar, no sabía si iba a sobrevivir pero lo tenía que intentar.

Le avisó a Rowen que retrocediera, y así lo hizo. Cómo humano de nuevo, se colocó a su lado, con las garras y colmillos de afuera.

—Rowen, grita —le ordenó Jem
—¿QUÉ? —preguntó su amiga —No voy a gritar, no le daré el gusto a este monstruo.

Jem se sentía cada vez más cansado, tropezó y casi cae al suelo. Tosió. El cíclope parecía divertido, pero Jem intentaba convencer a su amiga.

—Rowen, tienes que gritar ¿Recuerdas tu sueño? No era eso, no eres humana —dijo Jem —Si no gritas, se volverá real una parte.

Jem olió el aroma del miedo, tenía un plan. Lamentablemente no era seguro que viviera.

—¡GRITA, ROWEN, GRITA!

Y así lo hizo, Rowen gritó como jamás lo había hecho. Jem se tapó un oído con su mano izquierda, y con la derecha preparada con sus garras aprovechó la desorientación del cíclope, atacó y fue directo a su ojo. Lo rasguñó y le clavó las garras, no supo cuando Rowen calló, pero la vio junto a él con su daga clavando en el punto donde debía de estar su corazón, para después ponerlo en su ojo.

Jem se volvió cayó, viendo como el cuerpo de un cíclope era masacrado por Rowen y su daga. El cuerpo desnudo de Jem tocó la tierra, la boca se le llenó al sabor del cobre, su vista se comenzaba a nublar. Él sabía que el cíclope había muerto, Rowen podría encontrar fácilmente a Dakota.
Su amiga pareció notar a Jem, tirado sobre la tierra del bosque y se acercó a él, soltó la daga a un lado y recogió su cabeza.

—¿Qué te ocurre, Jem? —preguntó con lágrimas en los ojos —¿Cómo has sabido eso? ¿Por qué tuve que gritar?
Difícilmente Jem intentó tragar saliva, en cambio tosió sangre.
—Tu sueño no fue eso... —dijo con dificultad —Eres una banshee...tú sabes quién morirá. No es Dakota, seré yo.
—No morirás Jem —intentó Rowen — Tal vez... Tal vez la muerte era la del cíclope

Una lágrima recorrió la mejilla de Jem, no lograba seguir con vida, estaba tan cansado. No quería levantarse, no quería dar otro respiro. Cerró los ojos unos segundos y Rowen chilló.

Jem estaba a punto de rendirse, pero aún no habían encontrado a Rowen. Así que abrió los ojos de nuevo, yendo en contra de todo lo que su cuerpo le pedía.

—Intentaré seguir todo lo que pueda, Ro...
—Está bien, no hables.

Rowen lo ayudó a levantarse, Jem se apoyó en ella y señaló a dónde lo llevaba el aroma de Dakota. Caminaron con dificultad, Jem cayó varias veces, pero encontraron a Dakota. Lo encontraron.

—¿Y qué pasó, Mamá?
—Jem no lo logró, Dakota intentó todo lo que pudo, toda la magia de hada que podía hacer en ese momento. Tu abuela era solo una banshee, así que tampoco pudo hacer nada.

Los niños frente a la chimenea se movieron nerviosos, uno de ellos, la más joven abrazó su peluche. El otro se perdió en las brasas del fuego.

—¿Qué pasó con Rowen y Dakota? —preguntó el niño
—Eso ya lo sabes —apuntó la señora —Después de hacer la despedida adecuada a Jem, dieron a relucir todo a las autoridades. Rowen y Dakota se casaron algunos años después, tuvieron algunos hijos y a mi, claro.

Una puerta se abrió, todos los presentes voltearon y vieron a una anciana con tez muy blanca acompañada de un hombre viejo, que en algún momento fue hermoso.

—¿Otra vez le estás contando la historia de Jem? —dijo la anciana
—Es una historia conmovedora, Jem me salvó —dijo Dakota
—Abuela ¿Pensabas que eras solo una humana antes de lo ocurrido? —dijo la niña.

Rowen se sentó en el sillón más cercano.

—Así es, Jem fue un hombre estupendo y mi hermano.
Dakota abrazó a Rowen, su hija presente se unió atrayendo a sus propios hijos, convirtiéndolo en un abrazo grupal.

Un coyote se escuchó a lo lejos, lo que hizo que una lágrima recorriera la mejilla de Rowen, recordando aquel día.

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