En esa habitación de hospital.

Mirándome atentamente mamá llegó a la conclusión de que anhelaba protegerme de todo el mal que había en el mundo. Digo, yo era todo lo que había querido, era hermoso, prometía talento, era su familia y bla, bla, bla. Tenía que hacer todo lo posible para alejarme del dolor.

Pero había un lugar donde ella dejaría de ser mi mamá y no podría ayudarme y ese lugar era el final de todo. Quiero decir que ella, por primera vez en su vida, tuvo miedo y notó que no podría protegerme en el más allá.

Y lo peor de todo, no sabía a ciencia cierta cuál de todas las religiones estaban en lo cierto al hablar de "Más allá".

Tuvo una psicosis con delirio místico que no iba a desaprovechar, así que se puso manos a la obra.

Aunque acababa de parir esa misma noche y estaba con un pijama de hospital, me agarró en brazos como si fuera una pelota de fútbol americano, se levantó de un brinco de la cama y corrió por los pasillos del hospital.

Incluso tacleó a una enfermera que trató de sentarla en la cama, saltó a un hombre en silla de ruedas, empujo a un niño que jugaba en el pasillo y esquivó una camilla con la gracilidad de un criminal fugitivo.

Salió del hospital descalza y corrió con todas las fuerzas posibles, los autos tuvieron que frenar repentinamente para no atropellarnos. Pero ella no se detuvo hasta irrumpir en una iglesia, donde se celebraba un casamiento.

Si creen que el cura del lugar la reprendió por interrumpir irrespetuosamente, le dijo que esperara y siguió con los votos matrimoniales, entonces se equivocan. El cura detuvo todo, tiró la biblia sobre su hombro y le dio la espalda para correr por un bidón de agua y bendecirme.

Hablo en serio.

La gente dice que el amor es ciego y lo dicen porque jamás pensaron en la fe.

La fe... digamos que no tiene sentidos. Ni sentido.