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 Como ella no sabía qué religión era la verdadera se aseguraría de que perteneciera a cada una de ellas para así salvarme de todos los infiernos, de cada fin del mundo, de todos los finales, limbos y cualquier cosa que pudiera otorgarme dolor.

Mi papá no tenía muchas opiniones así que aceptó su propuesta; muchos creerán que papá es un dominado, otros dirán que es un conformista. A veces llego a la conclusión de que él creía que todo era buena idea, o al revés, todo le parecía mala idea y pensaba que no valía la pena cambiarlo porque cualquier resultado era igual de desastroso. Él seguía los planes de mamá sin dudarlo.

Papá era el tipo de persona que cuando es verano espera el invierno y cuando es invierno extraña el verano.

Mi infancia estuvo colmada de capillas, templos, oraciones, dioses, congregaciones, salones de adoración y escrituras sagradas.

Yo no lo veía extraño, pero sí vergonzoso. Lo hacía de todos modos, me veía forzado a adorar para poner a mis padres felices. Ellos me lo exigían cuando era niño.

En algunas religiones tenía que mentir sobre mi origen, por ejemplo, los judíos, musulmanes y testigos de Jehová no les agradaba que estuviera involucrado con otras iglesias, pero me las arreglaba para ocultar mi secreto.

Así que mientras otros niños iban a clases de fútbol, teatro o pintura, yo pasaba las horas en lugares religiosos.

Precisamente fue eso lo que me envió al infierno. Se supone que es la mayor ofensa a Dios o algo así. Se supone que soy el único en la historia de la humanidad que lo ha hecho. Pero no vamos a adelantarnos a los detalles.

Porque para ir al infierno primero hay que morir o en mi caso, ser violentamente asesinado y, según el demonio que me tocó para torturarme, dijo que un poco influyó que siempre en secreto me gustaron las canciones de Justin Bieber.

En fin, supongo que cada uno carga con su cruz.

Y mi cruz fue trasportada de Consuelo Cornamonta, a mi madre, luego a mí y más tarde se la cedí a mi sobrino.

¿Que qué pasó con Consuelo? Bueno, nuestros caminos se distanciaron, pero no separaron.

Estaba destinado a encontrármela una segunda vez.

En esta vida o en otra.

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