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Nunca antes había discutido con él. Observé cómo, al igual que todas las otras veces, hurgaba en el bolsillo de su saco y extraía un frasco de medicina luego de una buena riña. Era cilíndrico, de vidrio negro y no medía más de ocho centímetros de alto. Con gestos ansiosos lo abrió y deslizó de su interior una pastilla redonda, chata y blanca.

La engulló, la tragó y me miró.

—Sé que quieres volver a la tierra de los vivos, Asher.

Ahora era yo él que no sabía qué decir, a los demonios le gustaba hablar, así que era mejor guardar silencio.

—Cada vez que se abre un portal tratas de saltar como un conejo borracho. Lo noté porque la anterior vez casi te caes sobre él. Bueno, casi no, te caíste —Inclinó la cabeza hacia un costado—. No te gustará ir al mundo de los vivos, allí serías como aire, no se ve, no se oye, no se siente. Tal vez te olvidaste de dónde vienes, pero allá también hay dolor y egoísmo y torturas ¡Además todavía existen terraplanistas!

—No me importa, no quiero regresar, no sé de lo que hablas —Me crucé de brazos y meneé la cabeza.

—Te convertirías en un alma buscando cuerpo, pero todos los cuerpos ya están ocupados. Si quieres vengarte de tu tío Jordán porque te asesinó y antes él te vi...

—Cállate.

—Te informo que ya se murió —explicó Leviatán sin emoción en la voz, estaba siendo verdaderamente sincero.

Abrí enormemente los ojos. No podía ser cierto. Lamenté no haberlo presenciado, pero rápidamente cambié de idea porque si había fallecido significaba... Tragué saliva.

De repente supe que le tenía miedo a tío Jordán, porque me aterró la idea de saber que estaba encerrado para la eternidad en el mismo lugar que él.

—Fue al rincón de asesinos y violadores, tranquilo, no lo verás a no ser que demos un show en ese lugar —explicó mientras esquivaba los patos, se dirigía a la cocina y se preparaba un café, obviamente lo seguí—. Así que ir al mundo de los vivos no te ayudaría en nada. Es más, si te atrapan queriéndote escarpar, te llevaran a C.M.T. La Cámara Máxima de Tortura, allá van los que no obedecen.

Fue la primera vez que escuché de ese lugar así que permanecí atento, supe inmediatamente que algún día terminaría ahí; como si estuviera conectado a toda la oscuridad que habitaba en el universo.

Jesús sabía que sería traicionado, Noé sabía que caería un diluvio, yo sabía que para a la hora de conseguir suertes y fortunas siempre me apropiaba de la peor.

Leviatán agarró una galleta de arroz inflado y la untó con mermelada de ciruela, sin duda era un ser diabólico.

—Allí van las personas que no siguen las reglas del infierno y es lo peor de lo peor. Las personas que salen de la Cámara Máxima de Tortura no vuelven a ser las mismas. Es un destino nefasto, aún peor que morir o sufrir —se me acercó, se puso de puntillas y me sostuvo la mirada mientras se chupaba los dedos y provocaba un ruido irritante—, es peor de todo lo que se te pueda imaginar. No escapes. Punto.

Las mejores historias empiezan después de un punto.

Él mordió la tostada y sonrió burlonamente como diciendo: «Te dejé sin palabras, eh muchachito».

Me escapé por la puerta.

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