50. Atrapada.

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"Y todas estas cosas son solo el principio de dolores. Entonces os entregarán para ser afligidos y os matarán; y seréis aborrecidos por todas las naciones por causa de mi nombre.  Y muchos  tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán."

Mateo 24: 8-10

Günther.

Como odiaba ese nombre.

Aunque ya hubiera pasado una semana no había más forma de explicarlo que odio, odio por aquel tipo que había asesinado a su hermana, odio por el hombre que había dañado a su hermano, golpeado a su madre y traumado a Ada, el mismo hombre que le había provocado un bloqueó psicológico tan grave que la hizo olvidar al perpetrador de tal masacre.

Tantas vidas arruinadas.

Tanto dolor y sufrimiento.

¿Y para qué? ¿Sólo por querer intimidar a la chica que amaba? No, Günther no sabía que era amar, ni siquiera lo hizo por Katherina, todo lo que hizo fue debido a su asqueroso deseo con Aidan, todo eso con tal de poder violar a un niño. A Haza no le gustaba pensar que hubiera pasado si la policía no hubiera llegado cinco minutos después de que Katherina cayó llena de balas, quizás Günther se habría llevado a Aidan y hubieran matado al resto, si no fuera porque un miembro del personal del hotel logró llamar a la policía antes de ser asesinado todo podría haber terminado diferente y todas esas posibilidades eran igual de aterradoras, ojalá Harper no hubiera dicho nada, ojalá no hubiera hablado, pero no se podía cambiar el pasado, aunque ciertamente el suicidio de Harper fue un evento desafortunado Haza no pudo sentir nada al respecto, no sintió nada cuando vio el cuerpo de Harper colgando de la ventana en la carretera, nadie de su familia lo hizo, nadie, ni siquiera Ada lloró, Aidan estaba dormido, cortesía de los calmantes que le dieron y lo cierto es que se sintieron casi decepcionados de que ella hubiera escogido ese camino, querían que pagara, querían verla en la cárcel, no muerta.

Haza había pasado casi dos años culpandose por la muerte de su hermana, su prima y la violación de Aidan, dos años en los que todos en la ciudad la culparon, dos años en los que Imogen la trato como la mayor escoria del mundo, Harper lo supo desde el principio, pero decidió guardar silencio todo ese tiempo y dejarla cargar con la culpa. Haza aún se sentía un poco culpable, pero al menos ya no tanto, después de todo Haza los había incitado a volver a estar juntos, esta vez de forma romántica, recordaba a la perfección el día en que los junto: Katherina con su mirada curiosa y tranquila, y él, completamente encantado con aquella sencilla y dulce joven. Al principio su relación era como un cuento de hadas: perfecta, él la consentía, le daba tantos regalos y tantas muestras de afecto que Haza llegó a sentir celos por Katherina, ella quería eso, sentirse amada, deseada, pero después de descubrirlo todo no pudo evitar sentir asco por ser tan ciega y no ver el monstruo que era en realidad. Haza no iba a mentir, sentía cierto resentimiento hacía Harper por dejarla creer que era su culpa la muerte de todas esas personas, pero ahora que estaba muerta...no valía la pena guardar dichos sentimientos.

A la muchacha ya no le sorprendía despertar y tenerlo a su lado, la primera vez había entrado en pánico al pensar que había abusado de ella, pero al encontrarse vestida y sin una sola señal inusual en su cuerpo se tranquilizó un poco, claro que aún desconfiaba, aunque para intentar ganar su confianza Günther le había dado acceso a las cámaras de seguridad para verificar que lo único que había hecho era acostarse a su lado y dormir.

Todavía le resultaba sorprendente a la chica como Günther había logrado hacerse pasar por otra persona y como se aprovecho de la situación, ahora entendía la razón por la cual desaparecía cuando Evangeline o algún otro miembro de su familia estaba cerca, todo con tal de evitar que lo reconocieran y arruinaran su plan. Haza se odio a sí misma por no recordarlo, por dejarlo acercarse a ella, ese día en el río había sido casi mágico para ella...se sentía feliz, se sentía amada, querida, deseada...lo único que recordaba después de eso fue caminar descalza y empapada por la calle, cuando una camioneta negra la jalo en su interior, sentir un golpe en la nuca, un pinchazo en su brazo y todo se volvió negro.

Pero allí, acostada, con el asesino de su hermana y violador de su hermano empezó a hacer memoria, temerosa de haber olvidado algo que Günther pudiera usar en su contra.

El detonante de la relación entre Katherina y Günther fue simple: un golpe.

Los abusos verbales ya eran algo común, Kevin/Günther jamás lo hacía con algún adulto cerca y si lo hacía en presencia de Haza o Aidan siempre lo hacía parecer un juego, haciendo que ambos acabarán de su lado, siempre hacía parecer a Katherina como la mala: diciendo cosas como que aludían a un comportamiento malo; iba desde decir que su vestimenta era reveladora, que había mentido, que la había visto en una actitud muy coqueta con otro hombre, luego pasó a cosas más graves; robaba cosas de la casa y las dejaba en lugares en donde Katherina era la culpable evidente; el dinero del diezmo bajo la almohada, unos aretes escondidos en la ropa, cigarrillos en los calcetines y droga en los libros de geometría.
Lo increíble era que Katherina siempre lo admitía, tanto que hasta ella empezó a creerlo.

Günther había hecho hasta lo imposible por ganarse los corazones de todos en la familia: regalos por aquí, un cumplido por allá y así tenía a todos depositando toda su confianza, depositando a Katherina en sus manos. Haza recordaba ese día es especial; ella estaba sentada en su cama junto con Günther, con Aidan recostado en el regazo de Günther, mirando una película — aquella escena le parecía inocente en ese entonces, pero ahora...le producía asco de solo imaginar a su hermano cerca de ese depravado, a lo mejor Günther estaba disfrutando mucho de tenerlo en sus brazos —, Katherina apareció sonriente y tranquila como siempre, saludándolos a todos; tenía un bonito vestido azul claro, uno de esos que llegan hasta los tobillos pero que son ajustados en la cintura y sin mangas.

¿A dónde vas? — preguntó Günther notando la belleza con la que Katherina contaba aquél día.

Me reuniré con unos compañeros de clase, haremos un proyecto sobre las celebraciones paganas que fueron usadas por los católicos en un intento de convertir a las personas.

— ¿Y... habrán chicos?

Katherina sonrió.

Claro tontito, Emet y Claudio estarán allí.

Eso fue suficiente como para hacer que una mueca de desagrado llenará el rostro del chico.

¿Y vas a ir así como así?

Las banderas de alerta sonaron en la cabeza de los tres hermanos. Katherina pareció desconcertada.

Sí, por...¿Tengo algo malo? — Katherina inspeccionó su cuerpo en búsqueda de algo que ameritará ese comportamiento — ¿Por qué dices eso?

Günther bufó, sonriendo con falsa simpatía, empujando suavemente el cuerpo de Aidan sobre el colchón, sentándose en el borde de la cama y mirando expectante a Katherina, como si esperará que alguna señal obvia le llegará. Haza notó el pánico crecer en Katherina, apretando los bordes de su vestido, su bello rostro llenándose con una mueca.

¿Cómo pretendes ir? ¿No te parece incorrecto?

— ¿Incorrecto?

Katherina tembló con lágrimas asomando su rostro, sin decir nada tomó su bolso que reposaba en la mesilla de noche al lado de la puerta y corrió, se podían escuchar sus pasos apresurados bajando por las escaleras casi al instante Günther salto de la cama y corrió tras ella luego se escuchó el fuerte impacto, los gemelos simplemente se miraron con la boca abierta sin creerlo, sin creer lo que acababan de ver, mucho menos sin creer lo que acababan de escuchar, con suma lentitud Aidan se levantó y caminó lentamente hacía la puerta, encontrándose con una horripilante escena:

Él la sujetaba de la cabeza.

Günther tiraba del cabello de Katherina, golpeándola contra la pared.

Eso explicaba mucho, porque no había sido la primera vez, esos moretones que Katherina había excusado con su práctica de fútbol, los rasguños atribuidos al gato del vecino y todas las otras heridas...lo peor fue que lo negó, ella suplicaba ante sus padres diciendo que él era inocente.

Excusa tras excusa finalmente la verdad fue revelada.

Todos estaban horrorizados ante la verdad de aquella relación que todos creían perfecta, de seguro si Haza y Aidan no hubieran sido testigos de tal acontecimiento aquella relación tan tóxica hubieran continuando, llegando incluso al matrimonio.
La madre de Katherina la forzó a terminar la relación, aunque Owen estuviera en coma, sabía que esa era la decisión que él hubiera tomado, la enviaron a terapia y no la dejaron sola ni un instante, finalmente lo aceptó, aceptó que esa relación sólo hubiera terminado con la vida de ella.

Y ahora Haza estaba en esa situación. Forzada a estar con aquél desquiciado que tanto dolor provocó.

— ¿Acaso no tienes hambre, querida? — preguntó Günther con una sonrisa de comercial gravada en su rostro.

Haza dejó caer el tenedor sobre el plato revuelto de comida.

— No, digamos que cuando estás secuestrada el apetito desaparece.

Haza sonrió con insuficiencia sin saber de dónde había sacado el valor para hablarle así, Günther apretó la copa de vino en su mano, sin dejar de sonreírle a Haza.

— Lo entiendo, quizás puedas comer algo más, ya llevas tres días sin comer bien.

Haza apuñaló un tomate en su plató.

— ¿Y eso desde cuándo te importa?

Günther alzó las cejas.

— Desde siempre — el chico de ojos azules se levantó, caminando elegantemente por la sala —, si mal no recuerdo tu sueño era convertirte en levantadora de pesas, si pierdes peso no podrás hacerlo — Haza lo observó asustada al no saber que iba a hacer — ¿Recuerdas los regalos que te daba? — Haza apretó el mango del tenedor, con su sonrisa desapareciendo de su rostro —. Aún recuerdo tú rostro — Günther se acercó a Haza, quedando a pocos centímetros de ella —, te veías tan radiante, tan feliz...— Günther tomó la mano derecha de Haza, acariciándola con suavidad — y yo puedo darte nuevamente esa felicidad — sus labios calientes y suaves besaron la piel de su mano —, lo prometo.

Haza apartó la mano mirando hacía otro lado. Günther  suspiro, colocándose detrás de ella, acariciando sus hombros desnudos gracias al vestido rojo que él la había forzado a usar.

— ¿Acaso vas a negarme que no te sentiste feliz cuando estuvimos juntos en el río? — Haza asintió y Günther sonrío esperanzado.

— Me sentí feliz, me sentí plena...sentí que...no podría volver a llorar nunca más...o al menos así fue hasta que me entere de quién eres y qué eres.

 — ¿Y qué soy? — preguntó Günther sin dejar esa sonrisa bobalicona en su rostro.

— Un asesino, un pederasta, un violador, un secuestrador, ¿Quieres que siga? La lista es muy larga — Günther suspiro decepcionado.

— ¿Crees que haya perdón para alguien como yo? — eso hizo tensar a Haza, con su piel poniéndose de gallina —. Me refiero a: ¿Tú Dios perdona a las personas como yo?

Haza suspiro, aguantando el dolor y el vacío en su estómago, realmente tenía hambre, pero nadie le aseguraba que Günther no le hubiera puesto alguna droga a la comida.

— Tendrás que rendir cuentas ante el Altísimo, Dios es el único que tendrá una última palabra sobre ti, yo no sé nada.

Günther acarició sus hombros y su cuello, haciéndola estremecer.

— ¿Y qué hay de tí? — el chico de ojos azules oscuros caminó hasta quedar frente a ella, poniéndose de rodillas para quedar más cerca.

— ¿A qué te refieres?

— A tú perdón — Günther tomó nuevamente la mano de Haza, la muchacha quiso apartarla pero él la sostuvo con fuerza —. Ustedes los cristianos se la pasan profesando de la misericordia divina y el perdón, deberían dar el ejemplo, ¿No? ¿Tú me perdonaste?

Haza cerró los ojos, esas emociones la consumían, decir la verdad sería más fácil que una mentira piadosa, no quería ni pretendía agradarle.

— Estuve a punto de hacerlo...— Günther abrió los ojos asombrado y tomó a Haza por las mejillas, acercándola a su rostro.

— ¿Lo hiciste? ¿Realmente lo hiciste?

Ella abrió los ojos.

— Lo hice, te perdone, pero ahora...

Günther sujeto con fuerza la cabeza de Haza, temblando de impotencia.

— ¿Qué? ¿Qué? ¿"Pero" qué?

— Pero luego tú volviste y lo arruinaste todo, todo.

Günther apretó con más fuerza su cabeza, apretando sus mejillas, estaba rojo de irá, estaba temblando, Haza pensó que iba a azotar su cabeza contra la mesa pero en vez de eso la soltó de forma brusca, alejándose de ella, lanzando con fuerza un florero que al impactar se fragmentó en cientos de trozos.

— ¡Pero lo hiciste! — una sonrisa llena de maldad se extendió por su rostro — ¡Me perdonaste! ¡Aún hay una oportunidad para nosotros!

Haza se levantó bruscamente enfadada.

— ¿"Nosotros"?

Günther se abalanzó sobre ella, sujetándola con fuerza, con una mirada maníaca en sus ojos.

— ¡Sí, sí! ¡Nosotros! — Günther sujetó sus mejillas, agachándose para quedar a su altura — ¡Aún hay una oportunidad!

— ¡No existe ningún "nosotros"!

Haza lo empujó con fuerza, haciendo que retrocediera un poco.

Günther soltó una carcajada, si tan solo Haza supiera que ese <<Nosotros>> no se refería a ella y Günther, se refería al chico de ojos azules claros como el cielo y con mejillas rojas cual manzas.

— Más te vale que lo haya, debe haber un "nosotros", cariño.

Haza se cruzó de brazos con la impotencia recorriendo su cuerpo, haciendo que se manifestará en lágrimas que penosamente se asomaban por sus ojos.

— ¿"Más me vale"? ¡Dios! ¿Qué esperabas? ¿Qué ignorara todo lo que me hiciste y me casará contigo, adoptáramos un perrito y fuéramos felices?

— ¡Ja! Sí algo por el estilo.

El descaro en su voz hizo a Haza temblar de irá, tanto que clavó sus uñas en sus codos, sino fuera por las cadenas en sus tobillos ya lo habría intentado apuñalar con un tenedor en el cuello.

— Entiende algo, mí amor, yo te haré jodidamente feliz, de la misma forma en la que hubiera hecho a Katherina si ustedes no se hubieran ido de bocones con sus padres — Günther camino hacía ella, haciendo a Haza retroceder en su asiento lentamente —. Lo admito, mí vida perfecta hubiera sido solo con Aidan, tenerlo a mi lado para siempre, ser feliz con él, que él sea mío y solo mío, pero intente ser bueno con los tres, no lo negaré Katherina era preciosa pero algo sosa, en cambio tú y Aidan, ¡Rayos! ¡Como me encantaría haberlo hecho mío! Claro...que a Aidan ya lo probe, diablos...era tan dulce, aún es perfecto, admito que si tuviera que elegir solo a uno lo escogería a él, tan inocente, dulce, amable y...apretado.

Haza sintió las arcadas en su garganta, su pecho se contrajo y ella no tuvo más remedio que cubrir su boca con sus manos.

— Estás enfermo...

— Quizás, pero enfermo de amor.

Haza sintió la sangre cristalizarse en sus venas, quemando y provocando un dolor agobiante en su cuerpo, sus piernas dejaron de responder y ella cayó al suelo, en un nítido eco de piel abriéndose y los jadeos de la chica. Ese enfermo le acababa de revelar sus máximos y perversos deseos, lo decía con tanta naturalidad que la hizo desear estar muerta, el asco y la desesperación la invadió, ¿Qué clase de ser humano era así de perverso?

— Mirá, bombón — Günther la sujetó con fuerza de la mandíbula, forzando a que sus ojos fríos se conectarán con el alma aturdida de ella —, o aceptas esto y somos la feliz familia que debimos ser o...— su sonrisa desapareció, como si algo se quebrará en su interior — iré tras Aidan — Haza dejó escapar su respiración, sintiendo un pitido en sus oídos, sin creer lo que oía —. Pienso ser feliz, Hazael y lo voy hacer, seré feliz cueste lo que me cueste, fueron ustedes tres los que se acercaron a mí, sino aceptas tú papel iré tras Aidan y acabaré lo que empecé, lo haré muy feliz, Hazael, no seria nada dificil tener a Aidan, él me hace feliz, pero me contengo por amor a él, ahora lidien con eso, son míos, Katherina es mía, Aidan es mío, TÚ eres mía.

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