6. Y la justicia no prevalecerá

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"Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos."

Juan 15:13

Una semana después.

— ¡Él me estaba tirando del brasier! Le pedí que parase, le pedí siete veces a que se detuviera, pero no lo hizo, lo aparté varías veces de un manotazo pero siguió, finalmente lo rompió y entre en pánico, y lo golpeé, ¡Pero él me estaba acosando! ¡Y no solo es él! También sus amigos que se creen Chayanne me están molestando.

Christian miraba al suelo con el rostro lleno de moretones y con líneas de sangre cayendo por su cara, no eran heridas graves pero era más la herida en su orgullo que en su cuerpo. Aunque lo quisieran negar, Haza era una guerrera nata, su madre le había enseñado lo básico de defensa personal, gracias a su entrenamiento en el ejército lo aprendió, lo ejecuto y la forma en que lo había pateado y humillado era memorable. Pero el director no creía eso.

— Escúcheme, Fierro, lo que hizo es imperdonable, ¡Lastimó de gravedad a su compañero! — y lo hubiera matado si la situación lo ameritaba.

La muchacha humedeció sus labios, tratando de mantener la compostura, no quería ser grosera, pero sentía la rabia recorriendo su cuerpo, como si en lugar de sangre en las venas tuviera clavos.

— ¿Y qué debía hacer? — la indignación vibraba en el cuerpo de la muchacha, incluso Christian lo estaba, al menos él si aceptaba y hasta deseaba el castigo por su comportamiento. El director trago saliva, no podía darle un castigo, no siendo un alumno de Kevin, sus próximas vacaciones dependían de las generosas donaciones del joven profesor y lastimar a uno de sus protegidos no era una buena forma de obtener un incentivo —. Escuché, ESO fue defensa propia, ¿Entonces que debería haber hecho? — Haza se levantó y encaró al hombre frente a ella — ¿Dejar que uno me viole y el otro solo mire sin hacer nada? — Haza apretó las manos recordando cómo mientras Christian la molestaba muchos de los alumnos no hacían nada.

— Fue un reto...— respondió Christian avergonzado.

— ¿Y quién te puso ese reto? — exigió saber Haza.

Christian levantó un poco la mirada, parecía genuinamente arrepentido, pero la chica tenía sed de sangre y no pararía hasta verlo rogando perdón.

— Dijo que me pagaría por hacerlo, fue Kev...

— Lo que digo es que... tanta violencia no fue necesaria — interrumpió el director, nervioso por su falta de argumentos —. Usted es una señorita, debería estar acostumbrada y hasta halagada porque uno de sus compañeros — el director hizo una breve pausa observando a Christian —, increíblemente guapos, si me permite decirlo, está interesado en usted...

— ¡Vaya al punto! — exigió la enojada muchacha. Esa conversación no tenía sentido.

— ¡Lo que quiero decir es...! Usted es mujer.

Eso la desarmó, debía ser una broma demasiado elaborada.

— ¿Disculpe?

— No será ni la primera o última vez que sea observada por el género contrarío, ¡Mírese! — él solo la señaló — ¡Es una joven hermosa!, Toda esa atención la debería hacer feliz, usted no puede pasársela actuando así con sus pretendientes...

— ¿Ósea que debo dejar que me violen cada vez que un imbécil me toque donde yo no quiera solo por ser..."bonita"? — y el hombre supo que era una batalla perdida.

— ¿Y qué va hacer? — ahora era él quien alzaba la voz —. ¿¡Golpear a todo aquel que la toque!? ¡Si mal no recuerdo usted es cristiana! Y en su Biblia dice claramente que la mujer debe someterse a los deseos de un hombre.

Haza abrió los ojos impactada, "¡Alerta, extremista, alerta, extremista!" pensó con la sangre hirviendo.
Haza observó un poco alrededor en la oficina y rápidamente noto la razón del comportamiento tan horrible de su director: era un miembro de Un Mundo Libre; vio algunas estatuillas que los miembros tenían, también cuadros de representación gráfica de sus dioses estaban colocados de forma en la que era difícil verlos, al menos los cuadros, si familia de Haza no hubiera sufrido en carne propia la crueldad de los miembros de Un Mundo Libre Haza no habría reconocido las estatuillas; Haza suspiro, ¿Qué se podía esperar de una persona cuya religión exaltaba las violaciones y la pedofilia? De repente Haza ya no se sentía tan tranquila, su nuevo director era parte de la misma secta que acabó con la vida de su hermana, pero no iba a darse para atrás, no iba a dejar que otro de esos extremistas la hiciera sentir mal.

— Dios creo a la mujer de la costilla del hombre: no de los pies para ser pisoteada ni de la cabeza para ser mayor, sino del costado para ser igualitaria y protegida — Haza inhaló profundo, calmándose, si seguía así le daría un paro cardíaco —, y cerca del corazón para ser amada. Claro que según sus palabras usted estaría desautorizando a su diosa principal, ¿No? La Benevolente, sino me equivoco — el hombre palideció —. Escuche y escúcheme bien, sino castiga a este chico, me encargaré de que está historia se difunda y su reputación desaparezca — Haza se agachó y se acercó a él rostro del director —, su escuela desaparecerá y usted... — el hombre retrocedió ante la cercanía — se quedará en la quiebra — Haza se apartó antes que los viejos y depravados labios del director profanaran los suyos —. Me imagino que quiere una demanda, porque eso obtendrá sino imparte justicia — Haza se apartó y empezó a juguetear con su cabello, de forma inocente —. Sería una pena que todos se enteraran de que usted es parte de una religión que usa a niños para rituales orgiásticos, ¿quién permitiría que un hombre con tales creencias administre una escuela? — tomó sus pertenencias y salió de la oficina, dejando en silencio al director.

Le hizo una señal a Christian para que se fuera, una vez solo contuvo una risa, ¿Quién se creía esa niña? Incluso si intentara hacer lo que decía nadie le creería. No después de lo que hizo.

Los ojos de Blue estaban fijos en Haza, los rumores volaban pero en su mente no cabía que alguien tan inocente y aparentemente "perfecta" fuera capaz de amenazar a una autoridad superior a ella. Parecía la clase de chica que rompía a llorar cuando le hablaban mal.

— ¿En qué piensas? — preguntó Dafne recostándose en el hombro de Blue.

— En ella — Blue señaló a Haza.

— ¿Por qué? — Dafne se volteó y la miró fijamente — ¿Ha hecho algo malo? — entrecerró los ojos ligeramente — ¿O acaso te gusta? — Blue negó.

— No es mi tipo — murmuro molesta.

— No estás así por lo de Christian, ¿O sí? — Blue bajó la mirada —. ¡Vamos, Blue! ¡Eres feminista! Sabes que lo que hizo Christian estuvo mal.

— Claro que estuvo mal, no puedo creer que haya hecho eso solo por dinero, es un imbécil, pero...— Blue se lamió los labios impaciente —, no me imagino a la chica cristiana defendiéndose.

Dafne ahogó una risa, aún no conocía por completo a Haza, pero sí sabía que en ella había más que una creyente, mucho más. De todas formas los abuelos de Haza, en especial Evangelista había sido un coronel de alto rango, muy conocido en la ciudad, era obvio que algo de entrenamiento militar tuvo que recibir la chica y aunque era pequeña Dafne pudo comprender que ella sabía usar su fuerza.

— Tengo que ir a clase — la mirada de Blue seguía fija en Haza —. Oye — Dafne movió frenéticamente sus manos frente a la cara de Blue hasta captar su atención —, no le hagas nada ¿Sí? Tan solo se defendió y sabes que las personas suelen exagerar las cosas, a lo mejor y ni siquiera paso todo eso que dicen — le era imposible imaginarse a una chica tan pequeña golpeando sin piedad a un chico del triple de su tamaño.

— Sí, sí, como sea.

— Bien, nos vemos Pitufina — ambas se despidieron de un beso en la mejilla y Dafne se fue, pero para Blue aún faltaba mucho para su clase. Metió las manos en sus bolsillos, palpando el encendedor y la navaja, si ella resultaba demasiado molesta tenía opciones para lidiar con ella.

—Me imaginó que crees que eres perfecta, ¿No? — hablaba con burla mientras se acercaba por detrás, no temía el regresar al reformatorio por pelearse a golpes con una compañera de clase, de todas formas sabía que más temprano que tarde terminaría de regreso —. Que eres superior simplemente por ser de otra religión ¿Verdad? Que tu deidad invisible te va a salvar te da derecho de hacer un berrinche como el que hiciste al saltar del auto el primer día — Haza suspiró, no era la primera vez que estaba en una situación así.

— No, no lo creó, nadie es superior a nadie, Dios nos dio talento a todos, de una u otra forma todos seremos mejores que alguien en algo, pero siempre habrá alguien mejor o peor que nosotros, por eso es equitativo, somos iguales — Blue sonrió.

— Lamento romper tu burbuja, pero tú y yo no somos iguales — se recostó contra la silla contraria, mirándola de reojo —. Exactamente, dime, ¿qué es lo que pretendes? A parte de demostrar lo loca que estás — Haza se puso de pie, mirando extrañada a la chica de cabello azul, ¿qué le había hecho para que la tratará así? Intento recordar, pero no se le ocurrió nada.

— ¿Pretender?

— Sí, loca desgraciada, ¿qué pretendes? — esas palabras hicieron que todas las alarmas se encendieran en la mente de la chica. Blue se enderezo, era más alta que Haza, tanto que la regordeta chica apenas le llegaba a los hombros —. Saltaste de un auto en movimiento el primer día de clases, ahora metes en problemas a mi hermano que tuvo la generosidad de regalarte un montón de latas de pintura, ¿Y así le pagas, zorra pretenciosa?

— ¿Hermano? — estudio el rostro de la chica, ¿era su hermana? No se parecía en nada, quizás si tuviera el tinte de un color más natural podría ver el parecido.

— Sí, hermano — comenzó a avanzar hacia ella, de brazos cruzados y Haza tuvo el instinto de retroceder. Una sonrisa se formó en el rostro de Blue al verla tan asustada, era mejor que sintiera miedo ahora y no cuando él la dejará sin nada ni nadie a quien acudir, quiso sacar su encendedor y quemarle esos ojos de cachorro asustado, pero pensó que quizás sería demasiado —. Pero eso no importa, Christian es un imbécil hormonal — se encogió de hombros —, por mí puedes golpearlo hasta morir, pero lo que quiero saber es realmente, ¿Por qué estas cerca de los O'Riley? — Haza siguió retrocediendo, no sabía por qué, pero esa mirada en los ojos, ese odio impreso en esos ojos marrones la hizo sentir un temor que hacia tanto tiempo no sentía, era la clase de rabia que solo había visto en los ojos de...él.

En esos ojos azules que creyó conocer.

— Yo...— intento defenderse, pero las palabras se negaron a salir. La sonrisa de Blue se borró y Haza cerro los ojos cuando vio sus manos estamparse con fuerza al lado de su cabeza, ahogo un chillido mientras ella se presionaba cada vez más cerca de su rostro.

— Aléjate de Josh, ¿Te quedo claro? — grito mientras sus uñas de colores se clavaron en los mechones negros de la muchacha, pudo sentir como se enterraban en su cuero cabelludo, Haza escucho su cráneo traquear por la forma en la que Blue la apretaba, casi sintió como si le estuvieran aplastando la cabeza —. Mantente lejos de él — la rabia en sus ojos desapareció y su agarre se aflojo, sus manos descendieron hasta acunar las mejillas de la muchacha, parecía casi triste y cansada, muy cansada —, es por tu propio bien — se inclinó más hacia ella, Haza pudo sentir su aliento cálido y mentolado acariciando su rostro, cerró los ojos, rígida por el miedo, esperando a que la golpeara y sus dientes salieran libres de su boca o que tirará de su cabello hasta arrancarle el cuero cabelludo pero al abrirlos estaba sola.

Miro a su alrededor buscando a la chica de cabello azul, pero ella no estaba por ninguna parte.

— Hacía mucho que no venía por aquí — dijo Haza sentada en la cama —. Aún tu habitación huele a ti, a ese perfume de caramelo que después de un par de horas provoca un terrible dolor de cabeza — Haza sonrió con melancolía —, no he dejado de orar por ti, por tu salvación, para poder verte en el cielo cuando sea la segunda venida, mis oraciones están contigo, están en verte resurgir de entre los muertos junto con los redimidos de los siglos...verte ir la nueva Jerusalén.

Haza se limpió las lágrimas y observo en silencio la habitación: estaba tal y como Katherina la había dejado, todo estaba intacto, era como si la habitación hubiera sido congelada en el tiempo, incluso la pañoleta de Guías Mayores que Katherina había olvidado por las prisas para el campamento seguía colgando de la punta de uno de sus cajones, al borde de caer pero nunca cayendo; la Biblia de Katherina seguía abierta en su escritorio, con un versículo subrayado; <<Entonces Jesús le dijo: —Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?>> Juan 11:25-26. Era una horrible ironía. Pasaron casi dos meses de la muerte de Katherina cuando la familia se animó a entrar en su habitación, entrar en la habitación era como aceptar que ella jamás regresaría, fue Aidan quien leyó el versículo y al hacerlo cayó al suelo llorando, luego Owen y Evangeline vieron el contenido, se llevaron a Aidan consigo, sin poder respirar por las lágrimas, Ada por otra parte no entendía nada, ¿Cómo podría? Aún era muy joven como para comprender algunas cosas, pero al ver a todos tan deprimidos decidió irse, igual que sus padres huyó de la habitación, presa del llanto. Desde entonces la muchacha iba en busca de paz, en busca de recordar tiempos mejores y en busca de un refugio cuando la vida se volvía demasiado dolorosa como para soportar, y ese era uno de esos días, todavía seguía aturdida por su encuentro con Blue.

Haza se puso de pie y caminó hacia el escritorio de Katherina, su corazón se hundió al leer "Si, creo, confió en ti, Jesús" escrito con lapicero violeta a un lado del versículo, era la letra de Katherina.

Por primera vez desde que Katherina murió Haza decidió revisar sus cosas, quería encontrar algo, lo que fuera, que pudiera usar para sentirla más cerca y calmarse a sí misma, Haza tenía en su mira una matutina que Katherina adoraba: era un libro de tapa dura, sobre consejos femeninos, historias y versículos de la Biblia, en su portada tenía varias rosas y esa había sido la razón principal por la cual Katherina lo compro, le encantaban las rosas.
Haza revisó en los libros de la biblioteca al lado del escritorio, pero no encontró nada, luego entre los cajones y tampoco encontró el libro, finalmente se dirigió a su tocador, y abrió los cajones de madera blanca. Y allí estaba, era lógico que estaría allí, su hermana solía leerlo mientras se arreglaba para la universidad o la iglesia, a veces incluso solo se sentaba frente al tocador y veía sus expresiones en el espejo mientras leía, su tocador era su lugar favorito, su pequeño santuario, allí guardaba las cosas que más le gustaba: fotos de su familia, dibujos que Aidan y Ada le habían dado, poemas que Haza escribió para ella, medallas, rosas y flores secas, pegatinas de gel, maquillaje y sus libros favoritos, incluso allí tenía una Biblia de mándalas que obtuvo en su graduación. Para Katherina había sido una lucha estudiar, al terminar el bachillerato a los dieciocho años tuvo que tomarse un año sabático, debido a que la vida decidió sacarles el dedo de en medio a todos los miembros de la familia. La salud de Owen estaba mal, muy mal, tanto que incluso Ada, la más pequeña de la familia, ya se había preparado para lo que parecía una inminente muerte. Katherina puso en pausa sus estudios para cuidar de su padre y aligerar la carga de su madre.

— Estabas tan emocionada en ir a la universidad — Haza tomó el libro en sus manos, estaba muy frio, eso le rompió el corazón, ya no tenía la calidez de las manos de Katherina.

Dos años pasan muy rápido, dos años sin Katherina.

Haza abrazo el libro en su pecho, conteniendo sus lágrimas, ya no sentía la calidez de su hermana, poco a poco Katherina estaba desapareciendo, poco a poco dejaba de existir.
Haza se limpió las lágrimas, estaba cansada de llorar. Cualquiera pensaría que después de dos años el dolor habría menguado, pero no era asi, no cuando tu joven y bella hermana fue asesinada junto con otros niños en una masacre orquestada por una secta, no cuando ella murió frente a ti, no cuando todos, incluidos tu hermana pequeña la vieron morir, no cuando los efectos colaterales de la pérdida seguían vigentes en sus vidas. No cuando la muerte de tu hermana y la destrucción de tu hermano es tu culpa.

Haza lo sabía, era su culpa.

Haza acarició el libro y se dispuso a cerrar el cajón, pero al hacerlo vio un pequeño cuaderno de cuero, con dibujos hechos por Katherina, Haza lo tomó en sus manos y lo abrió.

— Diario personal de Katherina, nadie más que Katherina Fierro Morales puede leerlo, yo y solo yo lo leeré, quien no esté autorizado para leerlo será vendido como esclavo. Queda advertido — leyó Haza en voz alta y sonriendo.

La muchacha tomó elcuaderno y el libro, deseando saber, no, recordar un poco más de su hermanamayor.


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