Parte 3

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<<Haza cásate conmigo y adoptemos a cinco perritos, no, Joshua, no puedes pedirle matrimonio por varias razones: primero todavía tiene 15 y tu 16, segundo; ni siquiera son pareja todavía>> razonó el muchacho aferrándose a la caja de regalo como si su vida dependiera de ello. Esa era la noche, esa noche declararía su amor ante la loca que cambio su vida, iniciarían una relación y si era la voluntad de Dios su noviazgo culminaría en matrimonio, si no sería humillado públicamente y tendría una grabación de ello para recordarlo hasta el final de sus días, Joshua prefería tirarse de un puente si la segunda opción se volvía una realidad.

— Pasen, bienvenidos — ya había estado en esa casa antes, pero nunca con dichas intenciones.

Su madre y padre saludaron a Owen, y Evangeline con gran felicidad, podía ver las miradas cómplices entre los progenitores, todos sabían que algo pasaba entre ambos adolescentes, entre aquél par de inexpertos y hormonales niños, no obstante no entendían lo complejo de esos sentimientos, ¿era amor? ¿O solo era un efecto colateral de haber sobrevivido a múltiples experiencias traumáticas juntos? ¿Tal vez solo era atracción física? ¿Amistad? ¿, Complicidad? No, Haza era algo más que un rostro lindo y un trauma sin resolver, era mucho más que un centro de rehabilitación emocional, ella era la chica con la que Joshua quería pasar el resto de su vida, incluso si eso significaba morir a manos de una secta pagana.

El chico fue incapaz de mirar a los padres de Haza a los ojos, no quería hacerlo sin tener la certeza de poder culminar la noche llamándolos "suegros" con total libertad.

— Hola, cuñado.

Un aire fresco lleno cada rincón del angustiado cuerpo de Joshua, Aidan era el responsable de tal alivio. Su rostro tan parecido pero diferente al de su amada le compartía una sonrisa contagiosa, su cabello estaba peinado hacía atrás y una linda corbata roja de esferas navideñas adornaba su pecho.
Joshua suspiró profundamente, rogándole a Dios que dichas palabras se volvieran una realidad, de todo corazón anhelaba ser el cuñado de Aidan.

— ¡Son muchos regalos! — exclamó Ada, incapaz de contener la sorpresa que tantos presentes le provocaban.

El chico estaba a punto de alardear de los fabulosos regalos que contenían aquellas cajas con estampados raros y moños descomunales cuando danzando por los escalones, y con la gracia de la reina Esther su amada descendió por la escalera principal, ondeando su púrpura vestido, pero ni todo ese terciopelo de la falda llegaba a opacar lo rojo de sus mejillas, sus rizos besando la curvatura perfecta de su cuello, el rojo brillante de sus labios y las cortinas negras de sus pestañas que mantenían bajo resguardo los zafiros de sus ojos.

— ¡Joshua! ¡Joshua! ¿Te gusta mi vestido? — pregunto Haza dando una vuelta sobre si misma para que el joven pudiera apreciar en su totalidad la belleza de la prenda.

El vestido era de un púrpura oscuro con rosas doradas difuminadas, mangas de princesa, una cintura ajustada y una falda larga, voluminosa y con la falda cubierta por trazos de velo violeta asemejandose a la forma de pequeños humeantes listones, salpicando lo ancho y basto del vestido con brillos dorados. Era lindo, pero quien lo portaba con tanta elegancia e ilusión lo hacía hermoso, Joshua apretó la caja entre sus manos, temía que su regalo no fuera lo suficientemente hermoso como aquél que ya lucía su amada.

— Hermosa, pero tendrás que cambiarte

— ¿Por qué? — la radiante alegría de Haza se desvaneció más rápido que la fé del pueblo de Israel a penas salió de Egipto, apenada la chica miró a todas partes, buscando alguna mancha o error que estropeará el encanto de la prenda — ¿Hay algo mal con mi vestido?

— No, solo que... — había pensado en revelar el contenido de la caja durante la cena, justo cuando sirvieran la clasica ensalada de manzana dulce con piña, pero algo en su interior le decía que ese era el momento indicado — pensé que este te quedaría mejor — Joshua le quitó la tapa blanca a la caja finamente decorada y con timidez Haza descubrió su contenido.

Joshua supo que valió la pena gastar sus ahorros de todo un año en ese vestido cuando ese lindo rostro se iluminó y con sus delicadas manos capaces de cargar a un chico malherido libero la suave tela de la prisión de cartón que era la caja.

— ¡Es azul! Joshua, ¡Es hermoso! ¡Me encanta! — como si fuera una bandera la muchacha ondeo el vestido por los aires, permitiendo que los presentes admiraran algo que posiblemente querrían pero que nunca tendrían, porque ese pedazo de tela azul pastel con corset y falda que se transforma en el mismísimo océano no era solo un vestido, era una promesa, <<Estoy para ti, Haza, ¿Estás tú para mí?>>

Sí, Joshua, estoy para ti.

— Enserio me encanta — la sonrisa ladeada de Haza sumado a su nariz peligrosamente roja le reveló a Joshua que estaba a punto de llorar, fueron sus ojos rodeados por agua cual pecera lo que confirmo su teoría.

Estuvo a punto de abrazarla y llenar de besos su rizado cabello negro que por alguna razón siempre olía fascinante, como a yogurt, al dar el primer paso para envolver su robusto cuerpo entre sus brazos llenos de cicatrices ella retrocedió, lo que Haza quería en realidad era abalanzarse sobre Joshua y abrazarlo hasta que dejará de moverse o por defecto acurrucarse entre esos músculos que conformaban en cuerpo de su amado, abrazar y dejarse abrazar, permitirse olvidarlo todo y a todos, aunque fuera por una hora, una noche, un día o una vida, juntos, estar juntos eso era todo lo que deseaba.
Lástima que hubieran demasiados testigos y que uno de ellos fuera su hermanita menor mundialmente conocida por ser insoportable, y capaz de hacer llorar a cualquiera mientras da un discurso sobre valorar la vida. Haza no permitiría que Ada hiciera fiestas con sus sentimientos y luego los destrozara de la manera más brutal, molestándola hasta hacerla llorar todo mientras empezaba con su diatriba de <<¡Pero la vida es así!>>, gracias a su deseo de preservar si dignidad y sentimientos intactos fue que la chica se desvaneció escaleras arriba para poder cambiarse y poner sobre su cuerpo aquél regalo que se veía tan bien.

— ¿Va a cambiarse el vestido por el cual pasamos ahorrando todo el año? — Evangeline estaba desconcertada, esperaba que su hija agradeciera por el vestido y ya, no que fuera a cambiarse despreciando por completo su regalo.

— Dejala, amor — intercedió Owen notando la frustración de su esposa — ¡Es un regalo de su enamorado! Mirá lo feliz y linda que se ve.

— ¿Nos darán un reembolso por el vestido?

— Supongo que no, Haza le cortó todas las etiquetas, ya sabes como es ella, odia cualquier cosa que no sea cómoda.

Es parte de crecer, un día adoras a tus padres como si fueran las personas más maravillosas del universo y al otro los reemplazas por un vestido azul exageradamente caro.

— ¿No se supone que el vestido era rojo? — cuestiono Genevieve indignada.

— Ay, mamá, como si no conocieras lo mentiroso que es Joshi — respondió Dafne, tratando de calmarla, ante el engaño de su hijo Genevieve solo pudo aplaudir la facilidad con la que logró engañarla, aunque los motivos de tal engaño fueran desconocidos.

— Laia, Tate, ¿Por qué no van a jugar con Ada? Así se conocerán mejor — sugirió Finley, sin saber en el monstruo competitivo que se convertían sus dos hijos ante cualquier clase de competencia, no tendrían piedad ni siquiera por una niña.

— Te cuidado, Josh — la sonrisa burlona de Aidan resultaba anormalmente adorable a los ojos de Joshua — o mi hermana te reemplazará por un pitufo.

Joshua tardó unos segundos en entender la broma y cuando lo hizo sintió un punzada de desagradó, odiaba esos duendes satánicos azules que posiblemente representaban los 7 pecados capitales.

— Pasen, la cena está servida — Evangeline hizo un gesto sobre actuado señalando hacia el comedor.

— Espero que no te moleste, pero traje algunas cosas para la cena — Finley chasqueo los dedos y como si de un mago se tratase sus tres hijos restantes (Dafne, Laia y Tate) extendieron diversos recipientes con aromas tan peculiares y jugosos que un eco de movimientos estomacales rebotó por toda la inmensidad de la casa.

— Por supuesto... gracias — Evangeline apretó sus manos contra su estómago sin poder ocultar un río de saliva del hambre que le provocaban tan exquisitas fragancias.

— Vayan ustedes, me quedaré un rato esperando a Tyline — Aidan no se iba a despegar de esa puerta, no sin Tyline.

Los demás siguieron a Evangeline hacía el comedor principal, la mujer alzó sus manos con orgullo de poder decirle a sus invitados que tan lindo lugar era suyo, por fin. Años de envidiar a su hermana y de mendigar migajas habían culminado, al fin, Evangeline siempre pensó que debía bajar la cabeza, al menos frente a su hermana, pensaba que era lo justo, necesitaba inclinar la cabeza y hacer oídos sordos ante las provocaciones, pero eso había terminado. Todos esos años solo sonriendo mientras aguantaba las lágrimas valieron la pena, no sabía dónde estaba Imogen ni le importaba, solo esperaba que se retorciera de dolor mientras recordaba como su mocosa fue cómplice de una masacre y de una violación.

Imaginar a su hermana sentada en algún sillón lujoso con la cara hinchada por las lágrimas y su canoso cabello revuelto mientras se debatía en usar o no el revólver oculto en su oficina le causaba un gran placer a la mujer, casi tanto placer como ver tantos manjares le provocaban.

— Bien, ¿Quién dirije las oraciones? Les advierto que soy una gran oradora y me puedo extiendo por muchas horas — Genevieve contempló los rostros sonrientes de su familia y amigos, a la espera de que Joshua sacará el anillo o cualquier objeto que fuera a usar para confesar su amor por una de las habitantes de esa casa.

— Por favor, Eve, guianos en oración — pidió Evangeline.

Con una sonrisa de comercial de dentífrico todos se tomaron de las manos, la rubia miró expectante a su hijo, ojalá que abandonar a su hermana melliza mientras estaba de parto valiera la pena.

— Dios, te damos gracias por...

— Feliz navidad, familia — la oración fue interrumpida por la voz sombría de Tyline, la sonriente pero misteriosa chica  llegó al comedor tomada de la mano con Aidan, aferrándose a él como si temiera que alguien se lo fuera a robar, otra vez.

— Toma asiento, Tyline, come todo lo que quieras — con gentileza Owen sirvió una gran porción de comida en el plato de la chica —. Espero que tengas hambre porque no te dejaré ponerte de pie hasta que lo acabes todo.

— Descuiden, Aidan ya me dijo que me creen anoréxica y esta noche les demostrare que mi flacura no es por falta de calorías— el mencionado palideceo y todos guardaron un desagradable silencio mientras Tyline tranquilamente se sentaba y comenzaba a devorar todo lo que Owen había puesto en su plato.

Tyline parecía agradable, pero no lo suficiente como para quererla, la chica que por alguna razón soñaba con ser un mapache (cortesía de su rímel exagerado) se aferró con tenacidad a la mano de Aidan, negándose a soltarlo. Joshua cerró los ojos y continuó la oración, pero su mente divago en todas las posibilidades de las respuestas que podría obtener de Haza, solo quería un <<¡Sí!>> Un mísero <<¡Sí!>> Pero si seguido de ese mísero Sí venía un <<Te amo para siempre, quiero pasar el resto de mi vida contigo levantando pesas y jugando con lindos perritos>> Joshua no se quejaría. Aquella ilusión proporcionada por su imaginación le causo una sonrisa. Misma sonrisa que se evaporó cuando al abrir sus ojos el puesto a su lado — el puesto designado a su dulce cachetona loca — estaba ocupado por cierta chica vestida de negro cuyas mallas rotas asesinaban todo espíritu navideño posible.

— ¿Y cómo estás, Tyline?

— Bien, agradecida por ser invitada a esta cena.

<<Tan agradecida que te sentaste en un puesto que obviamente no es para ti>> debía idear una forma de hacer sentar a Haza a su lado, quería tenerla cerca, necesitaba tenerla cerca. A la izquierda estaba sentado su posible futuro suegro y a la derecha la usurpadora vestida de negro que devoraba con la mirada los carnosos labios de su futuro cuñado, el único puesto que quedaba libre estaba frente a él, demasiado lejos para su gusto.
El gesto de decepción de Haza al llegar al comedor y encontrarse confinada a sentarse lejos de la persona que tanto apreciaba hizo que Joshua deseara abrazarla y besarla hasta perder el aliento, lo disimulo bajo una sonrisa y con orgullo desfiló su primer regalo, el primero pero no el último, Joshua planeaba colmarla de regalos.

El adolescente no presto atención durante toda la cena, sus ojos seguían fijos en Haza, analizando sus facciones, preguntándose cómo Dios podía crear a un ser tan lindo y gentil como ese, además de darle una fuerza que compensará su escasez de altura.

Cerca de la medianoche, cuando ya todos habían comido hasta la saciedad y Tyline seguía tan delgada como en un inicio pesé a haber dejado su plato completamente limpio, salieron al patio trasero, para admirar las fuegos artificiales de la ciudad, con un jardín tan grande como el de la mansión la vista de la ciudad a tan solo 30 minutos de distancia sería espectacular y romántico, sobretodo romántico.

El intrépido muchacho rodeo tímidamente con su mano la cintura de Haza y con la otra se dedicó a señalar las explosiones de luces de colores, como si su linda acompañante no tuviera ojos para admirar el espectáculo por si misma.
El cielo nocturno estaba siendo bombardeado por la pirotecnia de colores, con cada nueva explosión el rostro de su amada se iluminaba.

— ¿Cuánta contaminación generan esas explosiones? — pregunto Haza en voz alta, rodeando con su brazo el cuerpo del chico que tan loca la volvía.

— Las suficientes como para poder seguir jodiendo la atmósfera — Haza suspiro hondo y con temor a ser rechazada se giró sobre sus talones aferrándose al pecho del chico, en un penoso abrazo, con aún más temor al rechazo le dio un beso en la mejilla.

— Odio la navidad, ni siquiera Jesús nació en diciembre, todos saben que debió haber nacido en alguna época del año veraniega — Joshua deseo que ella le diera un beso un poco más centrado, de ser posible en sus labios.

Haza estaba rotundamente enloquecida por Joshua, condenadamente encantada y quizás un poco enamorada. Los sentimientos eran complejos, más viniendo de una adolescente cuya experiencia más íntima fue durante un secuestro. Aún tenía tiempo para descubrir sus sentimientos, no estaban en el viejo mundo, no tenía que tener la vida resulta antes de los 30, era una niña y podía disfrutar grácilmente de su niñez sin preocupaciones, no quería saltarse las etapas, por ahora quería descubrir sus verdaderos sentimientos, aunque sí Joshua se le declaraba con un anillo de un par de millones de quilates no se negaría, incluso si sólo se declaraba con una flor de plástico lo aceptaría. Así de loca estaba.

Por el rabillo de ojo el enamorado empedernido contempló a sus suegros a las distancia, todavía fusionado en un abrazo con la causante de sus emociones tan confusas pero a la vez gratificantes, absolutamente gratificantes y placenteras. 

— Disculpa, Haza, ahora regreso — separarse de ese abrazo fue más difícil de lo que pensó, pero esperaba que no se volviera a repetir, porque al finalizar esa noche, con la ayuda y bendición de Jehová no tendría que separarse de ella nunca más, sería su novia y él su fiel amante, su cariñoso y servicial novio, sería el hombre que siempre quiso ser, el cruel chico malo y adicto al sexo quedaría en el olvido, bienvenido nuevo Josh.

Joshua no quería ilusionarse pero ya resonaban en su cabeza las campanas de boda. Se casarían en una iglesia, obviamente, pero le preocupaba el tema del vestido, no era por desprestigiar a su amada Hazael pero era demasiado baja y no quería verla desaparecer entre un montón de tul blanco.

Armándose de valor Joshua se alejó de su familia y fue hacia el pequeño grupito que conformaban los padres de Haza, <<Es ahora o nunca. Señores Fierro Mora...digo, Evangeline, Owen, les pido permiso para salir formalmente con su hija, les juro que la haré la mujer más feliz del planeta, solo quiero la oportunidad de demostrarlo>> lleno de optimismo el joven se acercó hacía su único obstáculo entre él y un noviazgo funcional, saludable y rebosante de amor. En el peor de los casos Evangeline lo echaba a patadas por intentar cortejar a su hija y Genevieve iría en su rescate, culminando la noche con dos mujeres militares dominantes exterminandose entre sí, en el mejor obtendría la bendición paterna y materna, en un par de años estarían relatando su romance frente a los hijos de algunos amigos, no tendrían hijos propios, eso no estaba en discusión, Joshua no quería traer a niños a un mundo a sufrir lo que ellos habían sufrido, tenía la certeza que Haza pensaba lo mismo, no necesitaba preguntarle, sus gestos de repugnancia cada vez que un niño pequeño se le acercaba la delataba. Su vida matrimonial era un misterio, uno que Joshua se moría por revelar, pero antes del matrimonio venía el noviazgo y Joshua anhelaba sumergirse de cabeza en tan extraña aventura.

— ¿A dónde vas? — la voz de Tyline lo despertó de sus fantasías, intentó dedicarle una falsa sonrisa, todavía estaba disgustado con ella por robar el asiento en el comedor. Joshua no tenía tiempo que perder, cada segundo lejos de Haza le resultaba singularmente tortuoso, se desharía de ella con una charla banal, una simple charla superficial entre dos personas que claramente no se llevaban bien ni deseaban conocerse lo suficiente para cambiarlo, pero la forma en la que su mano de uñas negras le apretaba el hombro y lo empujaba hacia atrás le hizo saber que algo andaba mal.

— Voy a hablar con Owen y Evangeline. Es una charla privada e importante, entonces...

— ¡Que curioso! Yo planeó hacer exactamente lo mismo, así que...— Tyline se plantó como un árbol inamovible frente a Joshua, con su sonrisa sarcástica impidiéndole el paso — retrocede, por favor, Hazael y Aidan ya comparten cumpleaños, sería aterrador si comparten fecha de aniversario, ¿No crees? Aidan merece algo que sea solo de él, solo suyo y de nadie más  — Joshua no debió dejar de caminar, no debió quedarse quieto, tampoco dejarse engatusar por las palabras de falsa preocupación de ese mapache con cabello planchado, debió tomar a Tyline de los hombros y lanzarla lejos, correr como Forrest Gump tras su suegros y suplicar de rodillas por una oportunidad de llenar de alegría a la impactante jovencita de su hija —. Sabía que eras comprensivo  — y antes de que pudiera reaccionar ya era demasiado tarde, Tyline ya estaba charlando con Evangeline y Owen, haciendo todos los gestos que un empresario novato le haría su potencial inversor, presentándole una idea revolucionaria pero irreal, no obstante era algo que la chica sabía que no iban a rechazar.

No, no, no, no, ¡Esa era su declaración! Tyline no podía robarla, llevaba meses esperando la oportunidad correcta y ahora esa pequeña castaña charlaba animadamente con sus futuros suegros proponiéndoles que le vendieran a su hijo.
El corazón de Joshua se hundió cuando Tyline le dió un apretón de manos a Owen, como si acabarán de cerrar un trato, Evangeline intentó ocultar sin éxito una sonrisa, acababan de entregar a su único hijo en manos de una ladrona de declaraciones <<Ella ganó>> pensó Joshua disgustado, regresando lentamente al lado de Haza, de aquella chica que aún no no podría reclamar como suya.

— ¿Estás bien? ¿Qué pasó? Te ves...triste — Joshua envolvió en sus brazos el cuerpo de la joven, ocultando su rostro entre su cabellera negra.

— Estoy bien, Haza, solo el jugo de frutas me mareo un poco.

— ¿Enserio? Es jugo natural y sin azúcar más que dulce de panela, no pensé que fuera tan dulce. Disculpa.

Discúlpame tú a mí, no fue valiente y no luché por ti, perdí la batalla que apenas comenzó. Te prometo que eso no volverá a suceder.

— No te preocupes, todo está bien.

Nada estaba bien, se suponía que esa noche era para ellos, su noche especial y en vez de Joshua estar de rodillas, con una sonrisa tímida y las orejas rojas de la vergüenza se encontraba a un lado observando como la que estaba de rodillas era Tyline, la que sonreía tímidamente era ella, la que tenía las orejas rojas de la vergüenza era ella y la temía ser rechazada era ella.

— Aidan, dulce y gentil Aidan — el mencionado perdió al aliento al comprender lentamente lo que estaba pasando, todo color se evaporó de su rostro y Joshua juró que haría ayuno, y oración si llegaba a rechazar a Tyline —, desde que te vi supe que eras especial, pensé que eras mujer cuando te conocí pero — Tyline se rió tímidamente, admitiendo su error y su casi incursión en la bisexualidad, pero su intención, más allá de aliviar la incomodidad y tensión del momento era recordarle al dueño de su corazón su primer encuentro —...estoy tan feliz de haberte conocido, Aidan, desde que llegaste a mi vida he sentido un alivio indescriptible, me siento feliz, tan feliz que siento que voy a explotar y antes de explotar quiero pedirte algo — del interior de su falda extrajo una cajita negra, la cual abrió revelando la figurita de metal platino de lo que parecía ser un copo de nieve.

— Es...es el broche — exclamó Aidan, cuyos ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, lágrimas genuinas y felices.

— Sí, sé que lo querías y lo compré para ti.

— ¿Volviste a esa horrible ciudad solo por... mí? ¿Para comprar el broche? — para muchos aquél broche era solo eso, un pedazo de metal decorado con diamantes de plástico y pintado de plateado, para Aidan un recuerdo enfrascado en los bordes y curvas del brillante adorno, el recuerdo del último día antes de descubrir una verdad que jamás podría olvidar, sin importar cuanto lo deseara. 

Tyline estuvo ahí cuando la verdad de tan horrible secreto fue revelada, estuvo antes, durante y con el broche en sus manos, ofreciendolo como un tributo, la muchacha declaró que aún después de lo ocurrido seguiría allí para él, para abrazarlo durante sus ataques de pánico, para besar sus lágrimas cuando el recuerdo fuera demasiado para soportarlo y para amarlo incondicionalmente. 

<<Nunca estarás solo. No otra vez, estaré para limpiar tus lagrimas, besar tus sonrisas y alegrar tus días, no estás roto, no fue tu culpa, tu no pediste esto, yo sí, yo te pedí a ti, no dejaré que vuelvas a cortar tus venas o a romper tu cabeza, pedí por ti, cuidare de ti, asi como yo sé que tú cuidarás de mí. Aceptame, por favor, amame como yo sé que puedes hacerlo y nunca mires atrás, si no puedes creer en un futuro yo lo construiré para ti. Hagamos un  futuro juntos, Aidan.>>

— Iría al fin del mundo por ti — la chica extendió su temblorosa mano, rogando que Aidan la deleitará con el tacto de la suya y finalmente la aceptara como ella tanto deseaba — ¿Quieres unir tu vida con este desastre de chica? ¿Quieres ser mi novio, Aidan?

¡Di que no! ¡Di que no! ¡Di que no!

— Sí... sí, ¡Dios, sí! ¡Tyline! ¡Claro que sí!

Aidan se limpio velozmente las lágrimas y extendió su mano, tomando la de Tyline, aceptando su propuesta, convirtiéndose asi en pareja.
El amor es tierno, es bondadoso, no tiene porque doler, esa era la diferencia entre el "amor" de Günther y el amor de Tyline. Con ella nunca hubo nada forzado, nunca lo hizo sentir mal, cuando Aidan dijo <<Detente>> ella se detuvo y se disculpó por no haber obtenido un "Sí" explicitó con anterioridad, con Tyline nada era falso, podía decir lo que pensaba sin temer ser golpeado o violentamente violado y lo más importante: para Tyline él era una persona, un ser humano con sentimientos y deseos, no era un juguete sexual o algo similar; simplemente era una persona y eso era más que suficiente. Desde niño Aidan oraba por una esposa según la voluntad de Dios y en la calidez de los labios de Tyline encontró la respuesta a su oración.

Malvada, malvada, malvada, ¡Reverenda hija de Jezabel! Descendiente de Caín, aprendiz de Judas, ojalá que Aidan te abandoné ¡No, Joshua! No pienses así, ya no eres el mismo infeliz promiscuo que arruina la vida de cada desafortunada doncella que cae en sus garras, ya no... pero eso no le quita a Tyline lo maldita.

Pensó Joshua conteniendo la impotencia que sentía al ver a todos celebrando lo que debió ser su propuesta, incluso Haza estaba ahí, pero en vez de ser ella la que recibía los múltiples halagos y consejos de los mayores para su relación era ella quien daba buenos deseos, y amenazaba de forma pasiva agresiva con romperle el cuello a Tyline si se atrevía a lastimar a su hermano. Las cosas no debían ser así. Pavoneándose ante su victoria la chica de labios morados se acercó a Joshua, sosteniendo dos vasos de jugo, con una sonrisa triunfal en su petulante rostro.

— Perdona por robarte tú confesión — la pequeña pero astuta chica le extendió el vaso restante a Joshua, por cortesía lo acepto, pero vertió el líquido en un arbusto, no confiando en nada de lo que le diera aquella diabólica chica, le sorprendía lo descarada que era por admitir deliberadamente que lo había hecho aproposito —, pero entenderás que llevo esperando mucho tiempo — Tyline miró con amor a Aidan mientras él compartía las buenas nuevas de su relación y algunas anécdotas relacionadas con aquél broche plateado que con tanto orgullo portaba —, llevo esperando mucho más tiempo que tú, demasiado tiempo llevo esperando por él, la espera se volvió agónica, tenía que hacer algo o enloquecería.

— Esta noche era para mi y para Haza — protesto Joshua, pero la muchacha ni se inmutó.

— Sobrevivirás — respondió con increíble frialdad vaciando el contenido del vaso y dedicándole una sonrisa sarcástica al desconsolado muchacho —, feliz navidad, Josh.

Tyline regreso a la pequeña multitud que rodeaba a Aidan, todos felicitaban a la recién formada pareja, mientras Joshua intentaba contener su decepción en las sombras. Genevieve notó la actitud de su hijo y a la distancia entendió que no era la pérdida de la propuesta lo que tanto a su hijo ofuscaba, lo que tanta angustia provocaba en el joven chico era la idea de perderla. El tiempo tiene el poder de curar todas las heridas, pero también de apagar los sentimientos, ¿Y si cuando ya se declaraba era demasiado tarde? ¿Y si Haza ya no lo quería? A pasos lentos Joshua se unió al grupo, intentando lucir venturoso.

— Felicidades, Aidan, mereces toda la felicidad del mundo — el chico sonrió, abrazando a Joshua con gran entusiasmo.

— ¡Gracias, Josh! La verdad estoy algo sorprendido — ambos se separaron del abrazo y casi al instante Tyline llegó al lado de su recién reclamado novio —, nunca pensé que este día llegaría, creí que sería yo el que tendría que declararse primero.

— Primero llega Jesús por segunda vez antes de que tú te declares — Tyline beso la quijada de su amado, apretando su cuerpo, un cuerpo que albergaba un corazón del cual ella ya era dueña —, no podía esperar tanto.

Joshua tampoco, pero ahora estaba condenado a seguir esperando hasta que nuevamente llegará la oportunidad perfecta para declararse, aunque sólo Dios sabía cuándo llegaría ese momento. A la penumbra de la medianoche, cuando el reloj marcaba el inicio del 25 de diciembre los fuegos artificiales resurgieron con poder, iluminando con hermosos colores el cielo nocturno, entre risas y amargura el grupo de amigos contemplaron las fugaces luces brillantes.

— Lo lamento, hijo — susurro Genevieve, tomando la mano de su hijo.

— Yo también, madre, yo también.

Joshua se liberó del agarre de su progenitora, yendo en busca del amor de su vida. Hasta el momento Joshua tenía el derecho de casarse con alguna preciosa e hiper femenina chica que cumpliera todos sus caprichos y a la cual dejar descalza, y embarazada en menos de un año, pero en su lugar escogió a una joven con pánico al vello corporal y con una fascinación por levantar cosas pesadas, escogió a la más singular de las bellezas entre un océano de princesas de cristal y no se arrepentía de su elección, rogaba que Haza sintiera lo mismo. Ella tenía el derecho de casarse con algún ratón de biblioteca multimillonario que la llenará de regalos mientras contrataba a un guardaespaldas para vigilar que él fuera el único hombre en tocarla, en su lugar escogió a un chico con traumas y delirio de grandeza que se aferraba a un arduo proceso de cambio, ahora que Joshua lo pensaba mejor no entendía porque Haza lo quería, era un desastre en cuerpo de hombre.

— Feliz navidad, loca — dijo Joshua, tomando la mano de Haza entre sus dedos, comenzaba a entender a Tyline, esa sensación de poder perder a Haza, no era nada bonito.

— Feliz navidad, Joshua — respondió Haza recostando su cabeza sobre el hombro del muchacho, admirando la brillante pirotecnia.

Espérame Haza, algún día estaremos juntos, lo prometo.

Pensaba Joshua, con la vista fija en la recién declarada pareja, ojalá pronto fueran ellos dos los que se tomarán de las manos y se declararán tan públicamente su amor sin temor a burlas o represalias. La chica apartó sus ojos de los fuegos artificiales y observó al jovencito a su lado.

No sé lo que siento, Joshua, pero sea lo que sea te pido que esperes, aún no sé si me amas, no de la forma en la que yo lo hago. Espérame un poco, Josh, déjame madurar y crecer, quiero ser la mujer que tú necesitas y la mujer que yo quiero ser.

Haza apretó con más fuerza las manos de su amado, saboreando cada segundo a su lado, preguntándose cuánto podría soportar tenerlo a su lado sin hacerlo suyo, reclamarlo y poder desfilar tomados de la mano, haciéndole saber a toda entidad femenina que aquél adonis hecho varón era suyo, su novio y ella era suya. El mutualismo podía llegar a ser maravilloso. Las parpadeantes luces navideñas iluminaron los rostros penumbrosos de los jóvenes amantes, ya era hora de despedirse, un nuevo día comenzaba a asomarse tímidamente entre las montañas y una nueva cuenta regresiva hasta el próximo reencuentro comenzaba, pero la espera valdría la pena, en un mundo en el que Haza siempre fue olvidada, oculta tras la linda cabrita de su hermano, opacada por la majestuosidad de Katherina y usurpada por los rumores mal intencionados de Bri, en medio del mar de penumbra y dolor en el que poco a poco se ahogaba Joshua la salvó, tomó su amor y la ayudó a respirar una vez más, no importaba cuánto tuviera que esperar, la chica lo haría sin titubear, todo por aquél chico malo que de alguna manera morbosa logró robarle el corazón.

Una mirada rápida hacia su hermano y su recién autoproclamada novia hizo a Haza estallar en cólera, ¿Cuánto más tendría que esperar? ¿Un secuestro más? ¿O hasta que la secta decidiera reclamar su cabeza? Llenando sus pulmones de aire se forzó a calmarse, era su culpa, ella sola se había ilusionado, Joshua solo le regaló un vestido, ni siquiera sabía si acaso pensaba en declararse, sólo era un regalo de un amigo a una amiga, ojalá tuviera la belleza y gracilidad de su hermano, eso lo haría todo tan fácil, en su lugar se sentía como una vaca gorda incapaz de controlar su imaginativa mente, misma que la había jugado una mala pasada haciéndole creer que el día de formalizar su relación finalmente había llegado.

<<El amor es paciente>> se recordó a sí misma y en vez de llorar por lo que jamás pudo pasar decidió celebrar por lo logrado, despidiendo a Joshua y regresando al lado de su emocionado hermano, teniendo la certeza de que esperaría sin desesperar en el proceso, eso es el amor: el amor es lindo, se siente bien, no es egoísta y no fuerza a otros, es paciente y benigno; eso es el amor. Haza sentía amor por Joshua, Joshua sentía amor por Haza.

Solo un poco más, solo espera un poquito más y estaremos juntos, por siempre.

Prometió ella, viéndolo alejarse en su lujoso auto, una vez más.

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