17. Me querés solo en el plano astral

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Estamos en el estudio de la radio, pero la atmósfera es distinta. Las paredes, las sillas, la mesa y los micrófonos, todo emite un brillo propio, opacado por una niebla suspendida en el lugar.

Karina, Tobías y yo recorremos el espacio en nuestros cuerpos astrales. En cada esquina del ambiente hay una estrella que parpadea con diferentes intensidades. Mis compañeros las examinan una a una, muy concentrados.

—¿Así es la radio en el plano astral? —pregunto.

—Sí, aunque específicamente esto se llama plano etérico. Es el reflejo del mundo material en el espiritual. Donde deambulan las almas que no salen de la Tierra. Cada vez que ves a un fantasma, estás viendo esta dimensión —me cuenta Tobías—. Acá hay portales que nos conectan con los planos astrales, que son el conjunto de dimensiones espirituales que están más allá de los mundos sólidos. A veces, el plano material y el plano etérico se conectan y podemos percibir a los espíritus que nos rodean.

Tobías señala hacia los micrófonos y la niebla se despeja, dejando una burbuja de aire libre. En ella, todos los objetos, como la mesa y las sillas, disminuyen su brillo. Puedo ver a Guadalupe, una de las locutoras del turno trasnoche, sentada delante de un micrófono.

La imagen es tan clara que me parece estar observándola despierto desde mi cuerpo físico. Guada tiene los auriculares puestos y se los saca al terminar de leer algo de un papel. Luego gira hacia nosotros y abre bien los ojos. Sacude la cabeza.

—¿Estás bien, Guada? —escucho una voz y la niebla se despeja a unos centímetros de ella para revelar a Fernando, su compañero.

—Sí... Me pareció ver unas sombras. Tengo mucho sueño, debe ser por eso.

Se desvanecen enseguida. La mesa vuele a estar vacía y cubierta de neblina.

—Desde acá podemos espiar a otras personas. —Tobías me guiña un ojo.

—Genial.

—Es lo que creemos que estuvo haciendo Jonathan —comenta Karina, mientras traza símbolos con una varita de energía amarilla frente a una de las estrellas—. La protección está bastante estable. Las criaturas la debilitaron un poco para poder atacarte, pero... —Se lleva una mano al mentón y bufa, frustrada—. Creo que no funciona del todo con ellas.

—¿Por qué? No tienen tanto poder —pregunta Tobi.

—No sé...

—Chicos, ya que estamos acá deberíamos revisar el portal de la terraza, ¿no? Quizás descubrimos algo más —sugiero.

Giran hacia mí.

—No. No estoy lista para enfrentar algo así —dice Karina.

—Vas a ir con nosotros...

Pone los ojos en blanco.

—Menos mal que dos hombres me protegen... —Se lleva la mano a la frente, en un gesto exagerado—. Hablando en serio. Es un portal, Fran. No tenemos idea de lo que pueda salir de ahí. Prefiero que vayamos con Gustavo.

—Ah, ¿ahora te cae bien el demonio? —Tobías se burla.

—Si algo llega a atravesar el portal cuando estemos ahí prefiero tener a un lagarto gigante del Infierno defendiéndonos.

—¿Me llamaron? —escuchamos y giramos hacia la puerta del estudio.

Gustavo, en su forma reptil, entra seguido por Nicolás.

Siento un escalofrío al ver a la bestia escamosa y panzona, que avanza sacudiendo la cola con escamas. Observo de costado a Karina, que tiembla. Cuando Tobías va hacia él para darle un beso, aparto la mirada, impresionado.

—¿Estás consciente esta vez? —le pregunto a Nico con un suspiro.

Me abraza con fuerza.

—¡Te extrañé tanto!

Los demás se ríen. Lo separo rápido de mí.

—No podés extrañarme. Nos vimos hace un rato en la radio, antes de dormir.

—Lo encontré de camino hacia acá, dando vueltas por el bajo astral —explica Gustavo. Una luz lo cubre y vuelve a su forma humana—. Tienen que hablar con él, no puede seguir huyendo de lo que les está pasando.

—¿"Nos" está pasando...? —pregunto—. ¿Qué querés decir?

—¿Sabés algo más de todo esto? —Karina se cruza de brazos.

—No necesito saber nada —afirma Gustavo—. Es evidente que hay alguna razón espiritual por la que están viviendo esto y para resolverla, tienen que asumirla todos. Hablen con Nicolás cuando esté consciente. —Su tono serio no deja dudas—. Ahora, vamos a ver ese portal.

Gustavo hace un gesto en el aire en dirección a una pared y surge una puerta de luz blanca. La atraviesa junto a Tobías.

Nicolás está distraído tocando una de las estrellas de las esquinas. Cada vez que lo hace, una electricidad lo recorre y se ríe, entretenido. Lo tomo del brazo.

—Vení, Nico. Tenemos que investigar algo.

—¿Vamos de aventuras? ¡Qué emoción!

Pongo los ojos en blanco y apresuro la marcha hacia el portal. La atravesamos seguidos por Karina y aparecemos en la terraza con los demás. Un vendaval nos sacude, casi arrojándonos a Nico y a mí contra Gustavo, que fue detrás nuestro a cerrar la puerta de luz.

Arriba, a más o menos cien metros de distancia, vemos un ciclón inmenso de nubes oscuras. Este succiona corrientes de energía de distintos colores. Parece un agujero negro que estuviera tragando las bandas de color de un arcoíris.

—Es más grande que antes —comento—. ¿De dónde carajo vino eso? ¿Acaso Jonathan es capaz de hacer algo así?

—Quizás... pero es muy difícil. Debería ser un mago oscuro de alto nivel —dice Gustavo—. Y le llevaría tiempo, porque es un portal con una energía muy antigua, ancestral... Debe haber aparecido cuando empecé a tener esos extraños dolores de cabeza. Poco después de que vos entraste a la radio. —Me clava la mirada. Los demás giran hacia mí.

—¿Decís que es mi culpa?

—No, pero... creo que se activó cuando viniste. Alguna fuerza que estaba dormida, esperando.

Escuchamos chillidos, provenientes del portal. A través de él se asoma una punta inmensa, que luego se revela como un gorro... debajo de este surge una cabeza con pelo de paja, piel de tela, mirada de fuego. ¡Es un espantapájaros gigante!

Gritamos, horrorizados, mientras saca los brazos del portal y desciende hacia nosotros, seguido de una bandada de cuervos hechos de sombras.

Manifestamos nuestras armas enseguida, justo cuando Gustavo se convierte en reptil. Esta vez, su espada violeta se enciende en llamas del mismo color.

Tiro de la cuerda y disparo múltiples flechas encendidas en fuego magenta al espantapájaros. Gustavo mueve su espada en el aire y le arroja una ola de llamaradas.

El monstruo termina encendido de pies a cabeza cuando Karina le arroja su martillo envuelto en fuego dorado, que le atraviesa la cabeza.

Nico trata de hacer aparecer su arma y su campo de fuerza, pero no lo logra, a pesar de concentrarse con fuerza.

Los cuervos descienden sobre nosotros y nos arañan. Extiendo mi campo de fuerza magenta hacia Nico para protegerlo también. Al instante, escucho que alguien canta una melodía sin letra, muy dulce. Los cuervos se alejan, siguiendo las ondas de sonido que viajan como una marea azulada por el aire. Provienen de Tobías, él es quien está cantando.

En sus lanzas azules brillan unas letras de un alfabeto que desconozco, talladas sobre la madera. No se parecen a nada humano, pero me transmiten paz.

Tobías chasquea los dedos y una luz blanca aparece sobre su cabeza. Los cuervos entran en ella, uno por uno, hasta el último, y esta desaparece. Tras eso, mi ex deja de cantar.

Del espantapájaros gigante solo queda una montaña de fuego y cenizas, que se esparcen por el aire. Miramos hacia arriba, donde sigue girando el portal. Retrocedemos, al ver que salen otros espíritus, estos de tamaño normal. Dos brujas y un hombre de metal. Nos miran y sonríen con maldad; me preparo para que nos ataquen, pero es en vano: escapan volando por túneles de energía, hacia lo lejos.

—No podemos hacer nada por el momento —dice Gustavo—. Ya vamos a encontrar la manera de cerrarlo. Mejor volvamos a nuestros cuerpos antes de que nos perciba otra cosa más complicada del otro lado y venga a molestarnos.

—Tenés razón. —Tobías suspira—. Pero aunque sea pongamos un sello de protección angelical. Lo va a contener un poco.

Gustavo asiente. Los dos se ponen lado a lado y extienden las manos hacia adelante. Por un instante, surge una geometría hecha de luz blanca, que se expande por el lugar, antes de disolverse.

—También puedo hacer un pequeño hechizo... —Karina susurra algo, con los ojos cerrados. Aparece su varita de luz amarilla en su mano, con la que traza un pentáculo—. Listo.

—Es mejor que sigamos mañana —sugiere Tobi—. Podemos tratar de consultar con alguien del alto astral. Al menos ya sabemos que los espíritus salen de acá.

Asiento.

Gustavo hace aparecer otra puerta de luz y la atravesamos. Esta vez, un tubo de energía nos lleva hasta nuestro hogar astral. Tobías nos indica que nos quedemos unos instantes en la plataforma. Los cristales en el piso brillan con múltiples colores. Su luz se expande por nuestros cuerpos espirituales y nos limpia de la negatividad que absorbimos en el viaje.

Me preparo para volver a mi cuerpo. Antes de que cierre los ojos, Nicolás me toma de la mano.

—Salí conmigo un día, hablame de esto. Quiero poder recordar, ser consciente y ayudarlos. Lo necesito para poder convocar mi arma espiritual con facilidad. Por favor...

Su mirada me provoca una ternura inmensa.

—Está bien, Nico. —Le doy un beso en el cachete—. Ahora volvé a tu cuerpo.

Asiente. Se separa de mí y surge una luz violeta que lo traslada por el cielo. Karina, Tobías y Gustavo vuelan detrás de él. Casa, quiero volver a casa, pienso. Me concentro y aparece un tornado de luz magenta, que me lleva a toda velocidad a través de las nubes. Luego baja hacia la tierra y se dirige al edificio donde vivo.

Siento el colchón a mis espaldas. También el peso de mi cuerpo material. Abro los ojos.

Me levanto y miro el celular. Sonrío al encontrar un mensaje de Paula.

Hice match con ella en una aplicación, el sábado. Hablamos sin parar, incluso el domingo. Es muy linda. Bajita, de pelo enrulado hasta los hombros y sonrisa dulce.

Empiezo a excitarme de solo mirar su escote en sus fotos de perfil. Lo bueno es que me sacó la depresión del domingo, que fue el cumple de Jony. Ya me veía tirado en el sillón todo el día, tomando cerveza en calzones. Cosa que hice, pero al menos no estaba llorando y tenía a quien seducir por mensaje de texto.

Le respondo el saludo con buena onda y después me baño, le pongo comida a la gata y salgo al café de la esquina. Me pido un sánguche.

Casi siempre cocino en casa, porque todo está cada vez más caro. Pensar que en una época almorzaba afuera casi a diario... Este gobierno nos está liquidando. Si las cosas no dejan de aumentar, no sé si el año que viene voy a poder seguir sosteniendo el alquiler. Por suerte en octubre, hay elecciones presidenciales. Espero que pierda este presidente de mierda.

Termino de comer y me encamino hacia la radio. Una vez que llego, encuentro a los chicos reunidos. Los saludo y conversamos sobre lo que vamos a hacer en el programa. Paula me manda un par de mensajes tiernos y le respondo con un GIF de un oso que le da un beso a un conejo.

—Fran, ¿me prestás atención? —exclama Nicolás, poniendo los brazos en jarra—. Estamos trabajando.

—Te estoy prestando atención...

—A ver... ¿qué te dije que venía después del ranking de canciones para superar a tus ex?

—Eh... no me acuerdo —Levanto la mirada del celular y me encuentro con sus ojos furiosos.

—Francisco, me quedé preparando el programa hasta la madrugada, poniendo todo lo que pediste. ¿Podés mirar la grilla en tu celular en vez de distraerte con lo que sea que te estés distrayendo?

—Conozco esa mirada... —Karina entrecierra los ojos antes de dar unos sorbos de café—. Conociste a alguien.

Silencio. Tobías abre bien los ojos, Nicolás está pálido. Karina sonríe de brazos cruzados, la maldad brilla en sus ojos.

—Sí. Hice match por una app. Nada, mañana me voy a tomar un café con ella.

Karina pega un grito de felicidad. Tobías se ríe.

—¡Felicitaciones, Fran! Por fin. Así se te va a pasar la mala onda que tenés siempre...

—Callate, tarada.

—Estoy contento por vos. —Tobías me sonríe, tiene los ojos húmedos—. ¿Es linda?

—Sí, mirá. —Le paso el celular.

—¡Es re linda! —exclama, emocionado.

—¡Yo también quiero verla! —Insiste Karina y Tobías le pasa el celular.

—Se parece a vos, Karina —le dice, riéndose.

Le respondemos al unísono:

—¡No se parece a mí!

—¡No se parece a ella!

Nos miramos durante menos de un segundo y nos reímos.

—Es rubia, como vos —insiste Tobi.

—¡Tiene el pelo ondulado! —señala Kari—. Y sus facciones son distintas.

Tobías pone los ojos en blanco.

Nicolás sigue sin decir nada, pero nos observa atento. Tiene la cara blanca, inexpresiva. De pronto, extiende la mano hacia mí.

—Yo también quiero verla...

Su voz es un susurro apagado. Tan triste que me estruja el corazón. No quiero hacerle esto. Pero no puedo negarme enfrente de todos, sería peor...

—Sí, tomá... —le saco el celular a Karina y se lo paso.

Nicolás la observa en silencio. Tarda en darme el celular. Tobías y Karina pasan sus ojos de él hacia mí, atentos. No vuela una mosca en el lugar.

Nico se despabila y me devuelve el aparato.

—Te felicito. —Carraspea y junta sus papeles del escritorio—. Bueno, ya saben cómo viene el programa de hoy, lo tienen en la nube. Me voy a arreglar unas cosas con la operadora. Cualquier cosa me dicen.

Se aleja y sube las escaleras a toda velocidad. Tobías y Karina giran hacia mí.

—No podés ser tan perra —me dice Karina.

—Perra, ¿yo?

—Karina tiene razón. Le rompiste el corazón en pedazos.

—¡Ah, justo a él que tiene novia! Además, vos sacaste el tema de si me estaba viendo con alguien. —Señalo a Karina—. Y ambos querían ver su foto. ¿Desde cuándo son expertos en amor, ustedes?

—¿Amor? —Karina se ríe—. Se ve que Nico te gusta en serio.

—¡No me gusta Nicolás! Y no quise decir amor de verdad. Me refería a... las relaciones. No des vuelta las cosas, Karina. No conozco a Nico. No me importa. ¿Y desde cuándo estás al tanto del tema? ¿Vos también ves las auras?

—No tanto. Es que son demasiado obvios en el plano astral.

—Él es obvio, yo no.

—Además, todos sabemos lo que pasó en la fiesta. Media radio los vio bailando juntos —agrega.

Me quedo con la mandíbula abierta.

—Me voy a la sala de locutores. Los veo en el estudio a la hora del programa.

Subo las escaleras a toda velocidad. En el piso ocho, me cruzo a Nicolás, que está en el pasillo hablando con Carolina. Nos miramos durante un instante. Me mantengo inexpresivo y apuro el paso. Me encierro de un portazo.

Harto. Me tienen harto. Todes. Necesito una vida fuera de esta radio embrujada, la concha de la lora. Me arrojo al sillón y abro el celular. Sigo charlando con Paula por mensaje hasta que se hace la hora del programa.

Entro al estudio y encuentro a Tobías. Me sonríe con timidez y se queda en silencio. Después llega Karina. Se sienta frente al micrófono y me alcanza un chocolate.

—Perdón.

—Todo bien, ya se me pasó el enojo. —Me guardo la golosina en el bolsillo.

—Chicos, eh... —Nicolás entra al estudio, con la cara completamente roja. Carolina viene detrás de él, mirando su celular y riéndose a carcajadas—. ¿Ya vieron las redes del programa?

—No, ¿qué pasó? —pregunta Tobi.

—A ver...

Abro el navegador en la computadora.

—Hay unas imágenes... que hizo el fan ese que dibuja bien —empieza a explicar Nico—. Y otros, también. Después del escándalo con Jonathan, hicieron...

—¡Te dibujaron cogiéndote a Nicolás! —grita Carolina y me pasa su celular.

Veo un dibujo estilo animé, explícito, de nosotros dos. Estoy arriba de Nicolás... Me hicieron con el pecho peludo, con mi panza grande, aplastándolo contra un colchón. Mis ojos brillan con lujuria mientras él, que está boca abajo, transpira con el rostro acalorado y una expresión de placer.

Siento fuego en todo mi cuerpo... Unas gotas de transpiración fría corren por mi cuello y mi espalda.

Le alcanzo el celular a Carolina en silencio. Me quedo mirando la pantalla de mi computadora.

—Empecemos el programa, por favor —digo, con la voz seria.

Carolina deja de reírse. El resto no dice nada. Me doy cuenta de que Tobi y Kari ya vieron la imagen en sus computadoras, por la expresión entre escandalizada e incómoda de sus rostros. Tobías se aguanta la risa.

—Salimos en veinte segundos, Fran —dice Nico, con la voz quebrada. Carraspea y gira para encaminarse hacia el control, seguido por la operadora—. Lo que me faltaba. Mi novia me va a matar cuando lo vea. —Escucho que comenta, antes de que se cierre la puerta.

"Mi novia, mi novia, mi novia". Es un tarado. Un cagón que nunca va a admitir nada. Menos mal que voy a conocer a Paula... Y si no es con esta mina, saldré con otra, o con un tipo nuevo. Lo mejor que puedo hacer es olvidarme del histérico este... a pesar de que se haga el cariñoso conmigo en el astral.

El único problema es que prometí ayudarlo a asumir nuestros poderes espirituales. Espero que no le resulte tan difícil como le está siendo hacerse cargo de su sexualidad...

¿Podrían ayudarlo Karina o Tobías en el plano astral? No. Nicolás me lo pidió a mí. Solo demostró confianza conmigo en su forma espiritual.

Ya fue, voy a encontrar la forma de verlo afuera de la radio, tal vez logro que vayamos a tomar un café y le saco el tema. Tengo que convencerlo de que nos ayude a enfrentar a los espíritus y cerrar el portal.

Abro el programa y presento a Tobi y a Kari. Cuando pasamos a un tema musical, me levanto de la silla, decidido a invitar de nuevo a Nico a tomar un café. Justo en ese instante, entra al estudio.

—Chicos, tengo que pedirles un favor —dice con los ojos vidriosos.

—¿Cuál? —Karina frunce el ceño.

—Eh... traje unas entradas para la muestra del taller de comedia musical de mi hermanita. —Nico muestra un manojo de tickets. Al verlo, Karina pone los ojos en blanco—. Es este sábado. Quiere que la ayude a venderlas, lo necesita para pagar el alquiler de la sala.

—¿Una muestra a esta altura del año? —pregunta Tobi—. Es abril.

—Hizo un curso de verano, que se extendió. ¿No querés una entrada, Karina?

—Ni se te ocurra. —La rubia se cruza de brazos—. Ya te acompañé a las muestras de Florencia cuando salíamos. Cualquiera sea el karma que compartimos de una vida pasada, estoy segura de que ya cumplí el que tengo con vos después de sufrir esas torturas.

—Karina, por favor... —Nicolás mira hacia el piso—. Es la muestra de mi hermanita... Tengo que ayudarla. Decidió hacer una canción de Disney para mí porque sabe que soy fan.

—¿Cuánto salen? —pregunto.

—Quinientos pesos.

—Dame dos, que tal vez convenzo a Gustavo de ir. —Tobías le alcanza la plata—. Le gustan los musicales.

—Gracias por comprarlas. Traten de venir. —Nico suspira—. Así no tengo que soportar a mi familia solo. Ninguno de mis amigos me quiere acompañar...

—Pobre tu novia, es una santa por bancarte en esto —le digo.

Chocamos las manos con Karina, riendo.

—Mi novia no va. Esto tampoco le gusta...

—Ah.

Silencio.

—Yo te acompaño. —Le clavo la mirada, cruzado de brazos—. ¿Querés? Pero me invitás a tomar algo después.

Parpadea unos instantes. Tobi y Kari se quedan en silencio, expectantes.

Nico sonríe.

—Te invito la comida... siempre cenamos después de las muestras. Te vas a tener que bancar a mi familia un rato más...

—Dale.

—Okey. —Nico me da la espalda y da unos pasos, alejándose.

—Esperá, te tengo que comprar la entrada.

—Ah, sí... qué tonto, me olvidé.

Me la alcanza y le paso el dinero. No me mira a los ojos, tiene una vena de la frente hinchada y todo el rostro colorado.

—Bueno, sigamos con el programa —dice y se aleja hacia el control con una sonrisa inmensa.

Los chicos se ríen.

—Basta. Es solo una salida a una muestra de mierda. ¿Qué puede pasar?

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