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Después de esos dos días en la playa, ellas regresaron a sus rutinas diarias.

En este momento Lisa se encontraba sentada en una banca que estaba por la entrada de la universidad, esperando a Jisoo.

Hace tiempo no la esperaba para irse juntas, ya que desde que empezó a trabajar, saliendo de su última clase se iba directo a casa de Jennie.

Estaba viendo algo en el celular para distraerse y no aburrirse en aquella espera.

Unos quince minutos después apareció Jisoo de la mano de Rosé.

—¿Traes cosas para quedarte hoy en la casa? —preguntó Jisoo una vez estuvo a su lado.

—Sí, las dejé en el carro de Rosé —le contó.

—Bueno, vamos que mi mamá está súper emocionada por verte —caminaron hasta el estacionamiento.

—Está bien.

—¿Cómo te está yendo en el trabajo, Lis?

—No me quejo. La verdad no lo considero como un trabajo en tal, pues Jennie se concentra más en el trabajo y solo me queda contarle cómo van mis días y así —les explicó.

—¿Te gusta ese trabajo? —le preguntó Jisoo mientras se subían al auto de la alfa.

—¿Tú no escuchas, verdad? —le responde con otra pregunta Lisa.

—Y tú no me contestes con otra pregunta, Lalisa Manoban —vio por la ventana.

—Es que estoy diciendo que no me quejo, pero siento que por la paga es mucho para un trabajo donde no se haga algo especial —murmuró.

—Si Jennie no te pone mucho trabajo es porque no sabe qué ponerte a hacer, pero acuérdate por cuál razón te contrataron — le recordó.

—Lo sé, pero es mucho dinero para un trabajo como ese —repitió.

—Estás cuidando una vida, es mucha responsabilidad y más si cuidas la de una empresaria que en cualquier momento puede morir.

—Ella no va a morir —negó rápidamente—. Ella todavía tiene que vivir mucho.

—Eso no lo sabes y mucho menos si ella se niega a romper el lazo.

—Solo tiene miedo de que le pase algo —murmuró jugando con los dedos de sus manos.

—Mejor cambiemos de tema —interrumpió Jisoo.

Lisa ni Rosé se opusieron.

—Lisa —Jisoo volvió hablar.

—Dime...

—¿Te gusta?

—¿Quién? —preguntó confundida.

—Jennie —la miró por el retrovisor.

—No entiendo a qué viene esa pregunta.

—¿Te gusta? —cuestionó otra vez.

—Ella es linda, me gusta su sonrisa, sus ojos, aunque reflejan tristeza y miedo, pero sé que en el fondo esos ojos brillan tanto que se puede ver el universo —pensó la mirada gatuna de la delta—. Me gusta cuando arruga su nariz, su risa y sobre todo que siempre a sido muy respetuosa conmigo.

—Le gusta —Rosé afirmó.

—No me gusta.

—Yo digo que sí —dijo Jisoo—. Nunca has hablado así de alguien, tus propios ojos brillan cada que la mencionas y más ese suspiro que soltaste recién cuando pensabas en ella.

—Bueno, da igual, si me gustara... ella nunca me aceptaría tampoco.

—Nunca digas nunca —comentó Rosé.

—Creo que tienen que intentarlo —la alentó Kim—. No pierdes nada.

Lisa se quedó pensando.

¿No perdería nada? Sabía que sí, ella perdería su trabajo y una amistad solo por gustar de Jennie.

No podía decirle y mucho menos ahora que solo faltaba poco para terminar de juntar dinero para un departamento.

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