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Las primeras veces...

Ella siempre ha estado expectante de las primeras veces: la primera vez que vió el mar, la primera vez que consiguió contar hasta diez sin trabarse, su primer premio, su primer examen, su graduación, su primera vez en un parque de atracciones, su primera vez montando en avión, conduciendo, hablando con un desconocido a las tantas de la madrugada...

Pero le parece curioso que nadie se acuerda de las segundas, quintas o vigésimas veces. Ella tampoco. Podría cerrar los ojos y describir a la perfección la primera vez que vio una estrella fugaz, la sensación de tocar la arena con los dedos mojados, pero no se acuerda de la última vez que dio un abrazo, de cuándo se permitió llorar, sentarse y simplememte dejar la mente en blanco.

Con el tiempo ha aprendido a dejar de esperar esas primeras veces. Puede que por la experiencia, madurez o cambio pero ya no le entusiasma la idea de probar cosas nuevas. No quiere sentir más primeras veces. Cuando eres niño es todo nuevo: sales de un lugar seguro dentro del útero de una madre donde has pasado nueve meses cálido y sin preocupaciones y te lanzan a un mundo lleno de colores. La primera amiga, la primera fiesta de pijamas, el primer sobresaliente, el primer suspenso, la primera vez en la que elije su ropa...

Pero, cuando creces, hay primeras veces emocionantes: primeros amores, besos, ilusiones pero bastantes más primeras veces malas como desilusiones, la primera vez en la que te das cuenta que no sabes a dónde vas, la primera ruptura, el primer corazón roto, la primera vez que te ves en un espejo y no consigues encontrarte, la primera vez que pasas unas Navidades sin ilusión, la primera vez en la que te enfrentas a los prejuicios sola.

Hay muchas primeras veces. Pero a ella no le asustan tanto las malas porque cree que la vida se trata de eso, de caerse, levantarse y seguir adelante por mucho que haya dolido la caída. A veces desde el suelo la vida adquiere una perspectiva distinta. No. A ella lo que le atemoriza es no cumplir esas primeras veces: no dar su primer beso, no enamorarse, no casarse, no tener su primer hijo, no conseguir su primer empleo, no hacer un primer amigo de verdad, no ir a un concierto...

Asusta ver pasar el tiempo y que oportunidades se escurran de tus dedos. A veces hay que elegir un camino que adquiere una bifurcación, escoges mal la dirección y no hay marcha atrás. Dejas por el camino tantas primeras veces que ya no vas a recuperar. Eso es lo que la inquieta. 

Porque hay tanta variedad de cosas que elegir que la abruma equivocarse. ¿Cómo es eso de seguir tu corazón? Ella nunca ha sentido inclinación por nada en concreto, no sobresale, no le interesan muchas cosas  así que cuando la vida le hace elegir se siente pequeñita entre un millón de enormes opciones.

Cuando elige le atemoriza dar un paso atrás y borrar esa elección. Teme arrepentirse por no haber elegido otra cosa, por no haberse lanzado por eso tan difícil, por no haberse esforzado más en lograr ascender.

Aspirar a más...Una frase que le repetirían sus monstruos. Parece ser que la conformidad es un pecado para esta sociedad: no te conformes con lo primero que estudies, no te quedes con esos amigos, aspira a llegar más alto en la empresa, no puede ser que no quieras más dinero, que no quieras un piso más grande en el centro, que no trates de comprarte un coche más nuevo y lujoso, que te asientes con lo que te hace feliz...

Primero nos inculcan a ser felices, luego que la felicidad no da de comer para después arremeter conque conformarse con poco es de débiles.

Ella se siente pérdida más veces de las que le gustaría. A veces, se tumba en la cama, apoya las manos sobre su vientre y trata de ordenar ese caos. A veces siente que lo está haciendo bien, aunque la gente la critique por no haber aspirado a lo más alto siendo inteligente y trabajadora, a veces se siente feliz, cree saber está en el lugar adecuado, pero otras, demasiadas, piensa que debería haber aceptado ese otro trabajo, que debería haber ido a la universidad antes, que debería haber elegido otras cosas que ahora son imposibles de borrar. Y llora de frustración porque todo es contradictorio. Todos la aplastan como a una cucaracha, nadie trata de entenderla.

¿Por qué elegió esa profesión a la que puede aspirar cualquiera? ¿Por qué no compró aquel billete a Francia que la hubiera abierto nuevas oportunidades? ¿Por qué no aceptó reunirse con aquel hombre importante?

La gente murmulla y niega con la cabeza. Lo que ninguno sabe es que ella nunca ha sido feliz y ha creído que, si llegaban a lo más alto de la sociedad lograría serlo, lograría ser vista y se encontró siendo dichosa en una pequeña tienda. La atemorizaba viajar sola a un país extraño, con un idioma que no quería aprender y sentía que esa decisión la estaban tomando otros por ella. No sé reunió con aquel hombre porque ya le había conocido, y era un ser repugnante que se burlaba y la insultaba a la mínima oportunidad.

Es fácil quedarse en la superficie. Es cómodo no probar otras primeras veces. Pero siempre hay que callarse los juicios de valor hacia otra persona. No sabes el daño que puede hacer, lo destructivo de una opinión que nadie te ha pedido.

¿Y tú qué opinas? ¿Cuál ha sido tu priemera vez más bonita?

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