System of a Down - Aerials

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Aerials in the sky

When you lose small mind, you free your life

Aerials, so up high

When you free your eyes, eternal prize

Aerials in the sky

When you lose small mind, you free your life

Aerials, so up high

When you free your eyes, eternal prize

La grabación del sencillo había salido bien, eso mantenía muy tranquila a Rebecca ya que, de esa manera, los jefes de disquera no iban a estar molestándola a ella o a sus chicos, podrían tener tiempo para ellos.

La canción que habían sacado era muy buena, llegando a los primeros lugares de las playlist de muchas radiodifusoras lo cual les estaba ayudando mucho más a Sk8 & Dreams para poder lograr su cometido del mes, llegar mínimo a las quinientas mil reproducciones de Spotify, algo que con regocijo lograron cinco días después de haber promocionado la melodía.

Por ende, los chicos querían salir a celebrar su nuevo triunfo, y habían convencido a Rebecca de ir con ellos, para que todo el equipo pudiera disfrutar de un momento relajante.

Habían optado por ir a un bar un tanto famoso de los Ángeles, en la zona centro, y el ambiente ya estaba muy prendido, todos tomando o incluso drogándose, a excepción de Becca y Fabían, que eran los que más se controlaban de toda la banda. Esto por obviedad ponía un poco de malas a la rubia porque, en menos de dos horas, Christopher ya estaba ebrio y en medio de la pista de baile restregándose a una modelo alternativa un poco famosa en "Instagram".

Esa era una de las razones por las que la chica no le gustaba salir con la banda a beber, siempre terminaba viendo como el vocalista acababa metiéndole mano a una chica a la mitad de la pista de baile, lo cual la ponía un poco mal, sentía muchos celos de verlo así, no debería, pero no podía evitarlo.

Ella y Christopher mantenían un trato de solo amigos, mejores amigos, pero con derechos.

La manager no sabía en qué momento lo había aceptado y mucho menos por que lo había dicho que si, sin embargo, jamás podía negarse aquellos ojos negros de Christopher, la derretían en cualquier momento, eran tan expresivos y a la vez muy apagados.

Ella entendía que todo esto de la farándula lo movía mucho, siempre busco empujarse más allá de sus posibilidades, algo que siempre lo hizo destacar en todo lo que se proponía, siendo la música, sobre todo su voz, de lo que más estaba orgulloso de.

Sin embargo, eso había hecho que el azabache desarrollara cierto estrés y ansiedad cuando algo no le salía bien, y era ella, Becca, su mejor amiga la que mejor sabía cómo controlarlo.

No se medicaba, pero si buscaba Becca que estuviera lo más tranquilo posible, evitando que él fuera a las reuniones con los inversionistas y lideres de la disquera, las cuales eran una pesadilla para ella, siempre insinuándosele esos rabos verdes.

Estaba en la barra del bar junto a Fabian, el tecladista de la banda; se llevaba muy bien con él, eran muy cercanos y les gustaban cosas muy similares, siendo que el joven era muy culto, le gustaba leer.

—Entonces ¿Nos fue bien esta semana con las reproducciones verdad Rebe? —preguntaba Fabian, usando el apodo que siempre le daba a la chica.

—En lo que cabe sí, logre sacar un adelanto del pago de ello de los viejos esos, les debió de haber caído doscientos mil dólares hoy en la tarde a su cuenta —señalaba la rubia mientras tomaba el mojito que estaba en su mano.

Fabian le daba un sorbo a su cerveza, dejando salir un suspiro, él sabía muy bien como llegaban a tratar a su amiga en dichas reuniones, habiendo el casi llegado a los golpes con el señor White, quien era uno de los peces gordos de la compañía, un hombre regordete de ojos cafés lodoso, de estatura mediana y con un bigote que te hacia recordar al personaje del juego de mesa "Monopoly".

—Si me llego el dinero, le deposite una parte a mi mamá para la universidad de Linda —señalaba el músico, siendo que él le ayudaba a su madre con los pagos de la escuela de su hermana menor

—¿Cómo le está yendo en la universidad? —sorbía un poco de su bebida Becca.

—Va muy bien, es muy inteligente me dice mamá —, decía Fabian. —Se está aplicando mucho y con la ayuda que les mando, no le hace falta nada a ellas dos, que era lo que buscaba desde un inicio.

—Me alegro mucho, lo poco que llegue hablar con ella se me hizo una chica muy brillante, ¡debes de estar orgulloso de ella! —exclamaba la manager.

—Ella siempre fue el cerebrito de la familia, yo era muy malo en cuestiones de la escuela, pero amaba la música, mi madre siempre se desvivió para que pudiéramos hacer lo que nos gusta a ambos, jamás me puso una traba.

—Eso es genial Fabian, tu mamá también es un amor de persona, muy educada —señalaba Rebecca a la par de que pedía otro mojito.

Le gustaba mucho platicar con Fabian, siempre eran temas triviales, ya sea los gustos de ambos siendo que a Rebecca le fascinaba la cultura japonesa, las épocas de los samuráis, de los emperadores, todo el periodo feudal del país del sol naciente, al igual que el anime y demás, siempre le gustaba escucharla hablar de ello.

En ese momento llegaba otra persona con ellos, los dos volteaban a ver que era Christopher, quien ya estaba un poco ebrio.

El corazón se le estaba saliendo a Rebecca, lo había visto bailar con aquella chica y se sentía triste, pero no le decía nada no quería pelear con él, ni echarle a perder la noche a los chicos.

—¿Qué hacen que no bailen? —preguntó Christopher—. Están pasando buena música.

—¿Para qué? ¡Si ya acaparaste toda la pista bro! —decía riendo Sanders viendo a uno de sus mejores amigos.

—No seas exagerado Fabian, hay mucha pista para todos —reía el azabache mientras le quitaba la bebida a Becca y le daba un gran sorbo haciéndola rodar los ojos.

—A este Fabián no le gusta bailar tampoco, eso lo sabes Chris —respondía la rubia un poco sonrojada.

—Si eso también —comentaba el tecladista.

Si embargo el alcohol ya estaba haciendo estragos en la mente de la chica, y sin meditarlo se disculpaba con Fabián y tomaba la mano de Christopher dirigiéndose a la pista de baile.

El chico se dejaba guiar por la joven, sin poderle quitar la mirada de su trasero, que era una de las partes del cuerpo que más le gustaban de Becca, se mordía el labio de solo recordar todas las veces que la había tenido ya sea debajo de él o encima, y quería hacerlo nuevamente, más al verla con esa falda de cuero rojo corta y el top del mismo color que lo estaba volviendo loco.

Por más chicas con las que el estuviera, siempre había pensado que su mejor amante era aquella rubia, estaba muy en sincronía con ella.

Al llegar al centro la volteaba y la pegaba a él para que se comenzaran a mover pegando su trasero a su regazo, algo que lo estaba excitando mucho, más al oler la manzanilla del champú de la chica, era uno de sus olores favoritos, siempre lo tranquilizaba y desde que tenía memoria ese olor estaba cerca de él, calmándolo.

La muchacha seguía restregándose a su mejor amigo, sintiendo con las fuertes manos del mismo la pegaban más a su regazo, eso la estaba excitando y era terreno peligroso, si bien intimaba mucho con él, siempre salía lastimada de dichos encuentros, al no sentirse valorada por Christopher, aunque él siempre se lo había dicho.

«Sin sentimientos ni besos»

Recordaba siempre esa frase que le decía el joven a cada rato.

Christopher estaba muy excitado, sentía la protuberancia en sus pantalones y sin meditarlo se acercaba al oído de Becca.

—¿Quieres ir a un lugar más privado? —mordía el lóbulo de su oreja, esto hacía que la piel se le erizará a la rubia y sólo asentía.

El chico tomaba su mano y la guiaba a través de la pista llena de personas, con dirección al baño del lugar, los dos estaban añorando el uno por el otro, siempre pasaba cuando estaban más de cuatro o cinco días sin intimar entre ellos, hasta se notaba el mal humor de los dos.

Habían bautizado mil y un baños juntos, era una experiencia que les fascinaba.

Al ingresar al sanitario, Chirstopher cerraba la puerta detrás de él con seguro y no espero más de dos segundos para atacar el cuello desnudo de su mejor amiga, besando y mordiendo mientras que con sus manos comenzaba a recorrer el cuerpo de la misma quien dejaba salir unos cuantos suspiros.

Becca por su parte estaba demasiado excitada, lo necesitaba en ella, no sabía por qué, pero él era único hombre que la ponía así, había tenido varias parejas sexuales y ninguna había logrado lo que Christopher hacia con ella.

—Así que la otra chica no te hizo caso ¿verdad? —le preguntaba de la nada Becca a Christopher mientras ella movía su mano hacia el bulto entre sus pantalones, comenzando a tocarlo por encima de la tela ganándose un gruñido por parte del joven.

—Cállate y disfruta el momento Rebecca —movía su mano quitando la de ella, para que posteriormente alzará la falda de su acompañante y rosara su mente venus por encima de la ropa íntima que traía, haciendo que el aliento se le escapará a la jovencita quien intentaba no gemir de una manera fuerte.

—¿Te gusta gatita? —cuestionaba Christopher usando el apodo que siempre le decía a Becca cuando estaban solos.

Esto hacía que mil y un choques eléctricos surcaran el cuerpo de la manager quien no podía evitar añorar tenerlo adentro

Sentía como los dedos de su amante iban de su interior hacia afuera de su feminidad, haciéndola arquear la espalda, se sentía en el cielo la rubia.

—Veo que, si te gusta, estas muy mojada —sacaba sus dedos de ella y se los mostraba haciéndola sonrojar.

—Eso es lo que tu ocasionas en mi Christopher...eso y más —susurraba y armándose de valor se intentaba acercar sus labios a los de él, buscaba sentirlos por primera vez en toda su vida, pero él se movía, evadiendo el beso.

—Sin besos Becca, esa es nuestra regla —decía de manera severa el guitarrista con su ceño fruncido.

—¿O sea me coges siempre que quieres, pero no puedo besarte? —se escuchaba la frustración en las palabras de la manager mientras se le cristalizaban los ojos.

—Esa es nuestra regla más, no somos más que mejores amigos que se follan —reía por debajo el azabache. —Tú estuviste de acuerdo con ello, recuérdalo.

Rebecca lo empujaba lejos de ella bajándose la falda.

—Eres un imbécil, ¿puedes besar a medio mundo, pero no a la chica que se muere por ti desde que tiene memoria? —le gritaba con mucha frustración.

—Las cosas cómo son, a las otras chicas no las volveré a ver, a ti si y sería muy bochornoso eso —decía de manera fría Christopher.

—No sé qué veo en ti Christopher no sé qué me hace enamorarme de ti siempre que te veo o cuando te escucho cantar, si eres un completo imbécil conmigo —la voz de Becca se estaba quebrando, —perdóname por no ser lo que buscas en una chica, discúlpame por estar enferma, sé que es lo que más añoras en este mundo, pero sabemos que tal vez jamás te lo pueda dar,

Salía de ahí con lágrimas en sus ojos y el corazón hecho trizas.

Christopher veía hacia el espejo y dejaba salir un suspiro, siempre era lo mismo con Rebecca, por más que lo intentaba no podía alejarse de ella, era adicto a esa pequeña chica rubia, detestaba eso, no quería enamorarse; tenía mucho miedo de volver a ser lastimado quería evitarlo a toda costa, pero si de algo estaba seguro es que...a la única que veía en su futuro...era a Becca, pero no se sentía digno de ella, merecía algo mejor.

La jovencita salía disparada del lugar, tomando su bolso sin despedirse de Fabian y yéndose del establecimiento, sus ojos empañados en lágrimas y sus sentimientos lastimados.

Extrañaba al chico lindo que había sido siempre Christopher, aquel que mostraba sus sentimientos y no sólo se dejaba manejar por sus instintos sexuales, pero había cambiado mucho por la banda, se creía un rockstar, y no se daba cuenta cómo eso la lastimaba, la estaba destrozando.

¿Por qué a pesar de todo lo amaba tanto?

Ella tenía esperanza de que el hermoso niño que había conocido hace años en el parque siguiera adentro, escondido, pero aún ahí.

No se rendiría tan fácil, quería verlo de nuevo. 

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