El Retratista Que Abandona

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La pintura que se mueve.

Ella fue pintada por un pintor, un hombre que estaba aburrido, que no tenía inspiración y solamente pinto lo primero que vio y le pareció más interesante.

Ella no sabe lo que era, no fue pintada de la forma correcta, ella lo sabe, pero no le importa, porque allí donde está ahora, las personas la miran.

Es un lugar grande, lleno de otras pinturas, pero ella sabe, sabe que se ensañan más con mirarla, no entiende porque, no le importa, sabe que no es más hermosa pero que si tiene su brillo, así que está bien.

Los ojos cada día la miran, la analizan, la señalan, todos los días unos ojos diferentes… pero luego se van. Ella quiere irse con ellos, cruzar esa gran puerta de madera que se cierra por las noches, pasarla y mirar ese mundo allí afuera, mundo que su pintor pinto en el cuadro del al lado, pero que nunca pudo ver.

Ella desea poder sacar su flaca y colorida mano por aquel papel, por aquel marco, y caminar hacia afuera, hacia aquel mundo que ella desconoce.

Y esa noche lo logra.

Esas personas vestidas de negro entran, no sabe por dónde, no pudo mirar, pero sabe que están aquí para sacarla en cuanto los ojos es ese hombre se fijan en ella y se acerca cautelosamente para pasar esa estúpida tela roja que impide a las personas tocarla. La pasa y la toma. La saca de su lugar en aquella pared, para ponerla debajo de su brazo.

No le importa estar de costado, ella puede ver más allá del frente que siempre vio.

Ella escucha los silenciosos murmullos de los humanos, que caminan cautelosamente y la sacan por una ventana.

Ella ve el hermoso y oscuro patio del lugar grande, del que nunca supo el nombre.

No es tan grandioso como pensó, simplemente era verde, con árboles en algunas partes, y grandes verjas que impiden entrar y salir. Aunque los hombres la cruzaron con facilidad, incluso con ella en brazos.

Afuera del patio verde tampoco era lindo. Calles de asfalto, botes de basura, lámparas altas que iluminaban tenuemente. La brisa de la noche movía levemente el papel donde fue pintada.
Quiere fruncir el ceño con molestia, nada era como ella pensó, tal vez, dentro del lugar grade y blanco, era más lindo que aquí, y por eso ella estaba allí. Piensa, antes de ser apoyada en algún lugar, y poder mirar el cielo nocturno.

Se enamora de él.

Las luces en los cielos, esos pequeños y hermosos puntos brillantes, la luna tan grande y redonda que iluminaba hermosamente.

Que bello era todo, quería ir al cielo, tal vez lo lograría algún día… Tal vez, si logra moverse más, logre hablar con estos hombres, tal vez la lleven a viajar por ese cielo estrellado.

Pero luego fue encerrada en un lugar oscuro, sin poder ver nada, pero sentir movimiento. Los hombres se la estaban llevando, pero no la dejaban ver… Tal vez la llevaban a ver un lugar mucho más hermoso que ese.

No fue así.

Luego de ese viaje molesto y con mucho movimiento rápido, fue sacada de aquel lugar oscuro, para luego ser llevada a otro lugar, donde había otras obras, donde había objetos que parecían de mucho valor, donde había otros cuadros. Donde estaba oscuro y no había más que una pequeña luz que no iluminaba ni una cuarta parte.

¿Por qué la habían dejado allí? ¿Qué tenía de especial esa habitación? ¿No habían ido al lugar blanco a sacarla por fin a ver el mundo?

Tal vez… tal vez la llevarían a su pintor nuevamente… Tal vez el entre por esa puerta en algún momento, y se la lleve por fin, para mostrarle todos esos lugares que alguna vez el mismo pinto.

Pero el no llego.

Sus esperanzas ya las creía inútiles, sabía, ella se dio cuenta, que había pasado mucho tiempo, tal vez días, tal vez semanas, tal vez meses.

No sabe, pero era mucho tiempo.
Se estaba sintiendo sola de nuevo, y esta vez no tenía a personas que admiraran su rareza como la cosa más hermosa.

Quiso llorar, llorar como había hecho ese niño aquella vez, frente a su retrato, pidiéndole a su madre una paleta.

¿Por qué ella no podía llorar y rogarle a su pintor que la sacara de allí?
Simple, su pintor no la quería, nunca la quiso, ella recuerda cuando él el dejo encerrado en un cuartucho hace muchos años, un cuartucho con otras pinturas, y no salió hasta que esos extraños la sacaron para llevarla al lugar blanco.

Ahora que lo piensa, que lo recuerda, se da cuenta… ella está de nuevo en un cuartucho, en una habitación con otros retratos abandonados. Esas personas hicieron lo que hizo su pintor, la abandonaron.

Las puertas se abrieron. Por fin se abrieron.

La luz fuerte ilumino los ojos, lo suficiente para encandilarla unos momentos hasta sentir que era tomada de nuevo.

¿Qué paso? se preguntó ¿Era rescatada nuevamente? ¿Su pintor la había ido a buscar? pensó, quería llorar de alegría, su pintor si la quería, su pintor la amaba los suficiente para rescatarla.

Pero no solo a ella, noto. Hombres de azul agarraban los otros objetos, los ojos retratos, y se iban.

Ese no era su pintor, noto cuando la puso en una cajuela parecida a la anterior. Esas no eran sus manos, ella reconocería las manos del retratista que la había creado.

¿A dónde eran conducidas esta vez? ¿Vinieron a llevarla al cielo estrellado? Esperaba que sí. Tenía esas esperanzas de poder estar con esas pequeñas luces que iluminaban la fría oscuridad.
Pero cuando menos se dio cuenta, estaba de nuevo allí, en ese lugar blanco, con ojos de personas sobre ella, admirándola de arriba abajo.

Quiso esconderse bajo una sábana blanca, como la que su pintor ponía sobre ella cuando la estaba dibujando.
Ya no disfrutaba de esas miradas.

Pensó, ella seguía anhelando ir a las estrellas, moverse sobre ellas, y ver al mundo como el mundo la miro a ella un vez… esperaba que algún día pasara, pero que no sean los mismos hombres de negro, no, que sea alguien que si quiera llevársela a conocer el mundo.

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