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Lisa caminaba con calma por la acera de la transitada calle. Era temprano y no tenía prisa alguna, menos en tener que desesperarse para llegar puntual.

Saludó a un pequeño grupo que conversaba fuera de la universidad y sin más, se adentró para seguir su camino hacia los casilleros.

Una preciosa sonrisa se dibujó en su rostro al notar que justamente ahí, ya estaba parada su mejor amiga, Rosé, una alegre y sociable alfa de brillante sonrisa.

ㅡ¡Hola Lili! —saludó emocionada, esperando a que la omega se acercara para poder abrazarla con cariño.

ㅡHola Rosie —contestó de igual forma.

ㅡ¿Cómo estuvo tu fin de semana? ㅡpreguntó la más alta mientras sacaba los cuadernos de la primera clase.

ㅡ¡Me la pasé bien! ㅡsonrió ampliamente—. La casa de campo de mis papás es hermosa y me divertí mucho.

ㅡAh, me alegra tanto —respondió.

ㅡ¿Y tú?

Rosé bajó levemente la mirada.

—Pues estuve conversando con la omega que te conté.

ㅡ¿Esa linda y escurridiza Unnie? —la australiana sonrió levemente.

ㅡSí, sobre esa linda omega.

ㅡ¡Qué bien, Rosie! ㅡaplaudió, emocionada—. Ustedes van a hacer una hermosa pareja.

ㅡAlto ahí, que apenas y somos amigas. Me falta mucho para eso, pero en verdad lo anhelo. Ella me gusta mucho.

Lisa la miró enternecida, y es que la alfa se veía adorable con las mejillas sonrosadas. Cuánto daría la omega por ver si quiera al menos una vez así a cierta pelinaranja. A cierta alfa pelinaranja de carita perfecta y labios esponjosos.

ㅡAy no —el quejido fastidiado de Rosé logró sacarla de su tranceㅡ. Ahí viene esa.

—¡Rosé, no le diga así~! —le reprochó infantilmente, haciendo de su boquita un lindo puchero.

ㅡAgh, cierto, me olvidé que hablaba de tu alfa —canturreó, sonriendo al ver como el rostro de Lisa se sonrojaba efusivamente—. Lamento decirte que no me cae casi nada, Lili.

ㅡPero casi nunca has socializado con ella. No la juzgues sin conocerla antes —explicó suavemente, con aquella tersa y dulce voz que poseía.

ㅡNah, no es como si quisiera hablar con ella de todos modos —se encogió de hombros.

ㅡ¡Unnie, se ve muy hermosa! ㅡuna voz chillona se hizo presente, haciendo que la tailandesa formara una mueca por tan estruendoso grito.

Tanto Lisa como Rosé fueron testigos de cómo Jennie era rodeada por varias y varios omegas, unos más escandalosos que otros. Todos sacando un gesto de molestia y desagrado en la alfa.

ㅡNo me toques —gruñó, advirtiendo a los omegas que querían sobrepasarse.

ㅡ¡Noona! ¿Almorzará hoy conmigo? Por favor~

ㅡNi siquiera te conozco —frunció el labio, poniendo su brazo frente suyo, como escudo de protección.

ㅡ¡Hoy se ve muy lindaa! ㅡexclamó una pelirroja.

Jennie solo rodó los ojos cansada. ¿Por qué no la dejaban tranquila?

Kim hacía un esfuerzo enorme por no usar su voz de mando y hacer que todos se quitaran de su camino. No soportaba a tantas personas, le colmaban la paciencia.

ㅡ¿Lo ves? Es una amargada de primera —murmuró Rosé.

ㅡQuizás solo le gusta su soledad.

ㅡ¿Qué persona quiere estar sola por tanto tiempo? —preguntó, incrédulaㅡ. Kim sobrepasa los límites.

ㅡPero no es mala persona.

ㅡNo hables como si la conocieras —repitió firmemente—. Casi nadie sabe de ella, pero aun así están tirados a sus pies.

ㅡEs muy linda —suspiró tal cual enamorada.

ㅡLo que tiene de eso lo tiene de cruel. ¿Sabes cuántos corazones rompió y cuántas declaraciones rechazó de una horrible manera?

Ante la pregunta, la omega se encogió levemente. Aquel era su mayor temor.

A veces, Lisa pensaba tanto en decirle a la pelinaranja cuánto le gustaba, decirle cuántas noches soñaba con que fuera su alfa y que le diera muchos mimos. No obstante, la idea pasaba a segundo plano al ser consciente que los omegas que se atrevieron a hacer dicha osadía salieron lastimados y profundamente rechazados.

No, Lisa no quería sufrir algo tan feo como eso. Estaba segura que tanto como su loba y su frágil corazoncito no lo soportarían.

—¿Te das cuenta? Ha de ser por eso que sigue sola. Lo que aun no entiendo es por qué los demás se empeñan en insistir —la alfa hizo un mohín—. Alguien como Kim es muy complicada.

ㅡYo quisiera hacerlo —musitó bajito, recostándose en los casilleros al notar que Jennie -siendo rodeada por varias personas- caminaba por el mismo pasillo, sin atreverse a mirar a la rubia o a Rosé siquiera una sola vez—. Pero tengo más que claro, que yo no existo para ella.

La más alta sonrió con desgana, viendo el leve cambio de ánimo de la preciosa omega. Sin dudarlo, se apegó a ella y la rodeó por sobre su pequeño hombro.

ㅡYa verás que encontrarás al alfa perfecto para ti —le ánimo, sacándole una tímida sonrisa—. Solo es cuestión de esperar.

ㅡPero yo en verdad, en verdad, quisiera intentar algo con Jennie —habló con voz baja, arrastrando cada palabra con mucha sinceridad y anhelo—. Pero ella es toda una princesa y no se fijará en nadie, menos en mí.

ㅡ¡Nada de eso! Tú eres demasiado para un corazón tan vacío y frío como el de ella. ¿Entendido? Vamos Lili, no te pongas así.

ㅡ¿No debería hacerme ilusiones verdad? ㅡsusurró, con la mirada fija en Jennie que estaba junto a una de sus amigas no muy lejos suyo.

Rosé hizo un pequeño mohín, callando en absoluto.

ㅡYa me respondiste, Rosie —sonrió con cierta tristeza—. Es algo imposible.

La mencionada le dio una suave caricia en la mejilla.

—Mejor vamos al salón, de paso compramos la cajita de jugo de durazno. ¿Qué dices?

ㅡGracias —la abrazó por la cintura, pegando su rostro al pecho de la chica.

Ambas soltaron una leve risa y juntas decidieron ir, no sin antes llevar sus respectivos cuadernos para la siguiente clase.

Estaban tan sumidas en su trivial conversación que no se percataron que cierta alfa pelinaranja, en vez de escuchar lo que sus amigas le decían, ladeó su cabeza al percibir un suave, cálido y dulce aroma. Un aroma que hizo que su loba saltara con emoción.

"¿Qué diablos pasa?", se recriminó así misma, no viendo a nadie merodeando cerca.

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