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Jennie mantuvo la mirada fija en la linda rubia, pero el llamado de Hyunjin la interrumpió y rápidamente tomó la bandeja en sus manos para llevarlo a la mesa indicada.

"¿Qué mierda?" Sacudió levemente su cabeza y con una sonrisa amable dejó el pedido a la pareja que estaba cómodamente sentada.

Su pie golpeaba el piso con ansiedad y casi sin pensarlo mucho, se apresuró a acercarse hacia Lisa. Estuvo tan cerca de haberlas atendido sino fuera porque Nayeon se movió con rapidez y terminó ganando el puesto. La pelinaranja se controló para no gruñir y fingió no haberlas visto.

Volvió a la mesa de cubiertos y dejó la bandeja junto a las demás. Su mirada fue a parar inevitablemente hacia donde estaba esa omega. Deleitándose con lo suave de sus facciones y sobre todo aquella pequeña y tímida sonrisa.

Un suspiró salió de sus labios. No pudo controlarlo.

Carraspeó tratando de concentrarse cuando notó que Im se acercaba a ella. Su mejor amiga le sonrió y después dejó el papelito en la pequeña ventana donde preparaban lo solicitado.

Nayeon se volteó y vio los gestos de Jennie. Su mandíbula estaba rígida, su entrecejo medio fruncido y ahora su mirada estaba fijamente puesta en un punto en específico.

La castaña no dudó en seguir aquella dirección con sus ojos y, de pronto, un pequeño puñado de esperanza se instaló en su pecho. Nayeon en verdad que no quería emocionarse pero, ¡vamos! Jennie jamás se dignaba a ver a alguien por más de diez segundos y menos cuando era una omega.

Carraspeó con suavidad, intentando llamar su atención. Sin embargo, esta ni se inmutó por estar sumida o hasta quizás perdida en las acciones que la adorable omega rubia hacía.

Im sonrió con diversión, deslizando su lengua por el interior de su mejilla. Vaya que ver algo como eso era sumamente alocado y gracioso a la vez.

"¡Lo sabía! No estarás sola toda tu vida como dijiste", pensó con un gran ánimo. Moría por ver a la chica con alguien más. ¿Y qué mejor que la muchachita de piel blanca y brillante?

—Nayeon, el pedido está listo —la mencionada asintió y rápidamente tomó la bandeja, una fugaz idea cruzó por su cabeza.

—Oh, Jennie-ssi... —la llamó con dulzura y un tono melódico.

***

—Rosé, no quiero estar aquí. ¿Podemos ir a otro lugar? —se apresuró a decir mientras volteaba disimuladamente a ver a la alfa.

—¿Qué, qué pasó? —contestó la mayor, tomando las manos de la chica por sobre la mesa. Notó hacia donde veía su tierna mejor amiga, y pudo comprenderla—. ¿Kim trabajaba aquí? — cuestionó extrañada, ladeando levemente su cabeza.

—No lo sé, p-pero ni bien entré me miró de una manera muy profunda. Me siento extraña.

— ¿Y por qué extraña? Vamos, puedes confiar en mí.

—Creo que no solo mi lado racional es así cada vez que lo veo —suspiró—. Mi loba aulló enérgica y se removió de un lado al otro. ¿Por qué hizo eso? — sus bellos ojitos se movían de un lado al otro con nerviosismo—. A-además, puedo notar que me mira mucho. ¿E-eso es malo o bueno? —un pequeño puchero sobresalió de su lindo rostro al preguntar.

—Oh —la australiana mostró una sonrisa amplia—. Ya estoy entendiendo.

— ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Por qué sonríes? —se alarmó inevitablemente.

— Ay, Lis, no tienes por qué asustarte. Es más, yo creo que es algo increíble, pero antes, contéstame algo —la omega asintió varias veces—. ¿Jennie solo tiene aroma a menta?

La menor frunció el ceño.

—¿Por qué preguntas eso?

—Solo responde.

Lisa soltó un suspiro en rendición.

—No, no... Jennie huele a menta y canela —sus mejillas tomaron un leve color carmín al recordar el reconfortante y agradable aroma de la alfa. ¿Sería algún día posible tener impregnada su suave fragancia?

Rosé soltó leves risitas, todo esto la estaba haciendo emocionarse.

—Ah, sabía que tenía razón.

—¿Razón? ¿Razón de qué?

—Pues escucha mi- —fue interrumpido por una tercera voz.

—Disculpen.

Lisa abrió desmesuradamente sus ojitos. ¿Cómo es que Jennie estaba parada justo al lado de ellas? ¿Dónde estaba la otra chica?

Kim las miró a ambas con neutralidad, deteniéndose al ver las manos entrelazadas que las dos tenían. Resopló, mandando a la mierda la regla de ser noble y alegre con el cliente, para poner la fuente en el centro de la mesa, haciendo que por inercia, Lisa se soltara del agarre de Rosé.

Una vez separadas, Jennie dejó cada taza y pequeño plato a su respectivo dueño, para poder al fin sacar la bandeja y pegarla a su pecho.

—Que lo disfruten —se controló increíblemente para no gruñir con molestia hacia Park.

Lisa, percibiendo el cargado aroma de enojo de la pelinaranja, solo optó por bajar la mirada hacia sus manos. Y es que la alfa transmitía un aura demasiado dominante y a ella no le estaba gustando para nada.

Por el contrario, Roseanne alzó la vista y le sonrió de manera ladina, en claro acto de cordialidad y sinceridad.

—Muchas gracias —fue lo único que dijo.

Jennie viró los ojos -creyendo no ser vista- y se alejó rápidamente. Ni que fuera tonta para seguir viendo como esa estúpida alfa trataba a la omega.

"Mi omega", insistió su loba.

—¿Notaste eso? —preguntó Rosé apenas la otra se fue.

—¿Qué cosa? —por fin la levantó la mirada, entrando en confianza con su mejor amiga.

—¡Se puso celosa! —exclamó animada.

—¡No seas ruidosa! —le golpeó levemente la mano—. ¿Por qué ella estaría celosa? Ya, Rosie, no juegues con ese tema.

—Pf —rodó los ojos— ¿Acaso eres ciega? ¡No! De seguro te caíste cuando eras bebé —chasqueó la lengua.

—¡Rosé! —refunfuñó, tal cual como un gatito berrinchudo y mimado.

—Sabes que te adoro —sonrió, contagiándola instante.

Creando un agradable momento sin ser conscientes de una muy fija y seria mirada.

—¿Qué tanto las ves, eh? —habló Nayeon, sonriendo al notar que su amiga tenía el rostro tenso, los brazos cruzados y la postura firme—. Si las miradas mataran, esa alfa ya estaría más que muerta —bromeó, siendo completamente ignoranda por Jennie.

La pelinaranja no podía dejar de mirarlas. ¿Por qué la tonta muchacha trataba a la omega de esa manera?

El problema era notorio, tanto Rosé como Nayeon a cierta lejanía, podían sentir que Kim podía explotar de tensión y celos en cualquier momento.

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