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—Jen, deja de hacer e-eso —la suave voz de la omega se coló por sus oídos, sin embargo, la pelinaranja pareció inmutarse.

—¿Por qué debería de hacerlo? —sonrió con cierto ápice, divertida, reposando su mentón en una de sus manos para seguir viendo el precioso rostro de Lisa—. Tú eres la culpable, no puedo quitarte la vista de encima.

—¡Hey! —se quejó apenada, no le gustaba sonrojarse y más aún cuando la alfa la miraba con mucha fijeza.

—Eres inexplicable —susurró suave, pero con un sentimiento profundo que empezaba a envolverla. Sus ojos la miraban con tan dulzura y concentración, apreciándola como toda una perfecta obra de arte.

Lisa la miró algo descolocada, aquella frase se había sentido tan cálida en su corazón que hasta su linda loba albina empezaba a regocijarse con felicidad.

—No hagas eso —comentó avergonzada, mordiendo levemente su labio inferior.

—¿Por qué no? Solo soy sincera —un suspiro salió de sus carnosos labios sin apartar su mirada de aquel rostro níveo.

La omega respiró con algo de dificultad. ¿Acaso ese era un sueño de esos que siempre quiso que se hicieran realidad? No estaba entendiéndolo.

—¿Sincera? —se atrevió a hablar con más seguridad—. Pero tú no eres de esas que dicen palabras b-bonitas —sus mejillas se ruborizaron notoriamente—. Todos te conocen y te han vis- —la más baja la interrumpió.

—¿Me conocen? ¿Estás segura de ello?

—Bueno...

—La gente habla solo lo que le conviene, Lis —se reincorporó en la silla, poniéndose más cerca de la menor—. Sí, tal vez todos vieron como soy respecto a las personas que intentan llamar mi atención, pero en realidad es porque invaden mi espacio personal, ellos no me conocen y no saben mis razones, o bueno, tal vez no quieren entenderlas. Solo insisten y me sofocan, no me dan otra opción.

La extranjera le escuchaba con suma atención, queriendo comprender el porqué de repente la trataba de manera linda siendo ella una omega tan común que ni siquiera fue vista antes por Jennie.

¿Por qué ahora sí?

—Y respecto a lo que te digo a ti —prosiguió—, es muy sincera. Solo digo lo que pienso en cuando te veo.

—Pero...

—Y quiero seguir haciéndolo —volvió a cortar las palabras contrarias—. Quiero demostrarte todo lo que estoy sintiendo y por supuesto que quiero seguir mirándote, hablándote y conociéndote cada día un poco más.

El corazón de Lisa se arremetió en una carrera rápida y constante. Inevitablemente toda su carita se coloreó de un sutil tono palo rosa y sus pequeños dedos se juntaron entre sí.

—¿Qué dices? —insistió la alfa con cierta emoción cubriendo sus sistema, realmente estaba ansiosa de una respuesta positiva—. ¿Me permites acercarme a ti de una manera lenta, pero firme?

Aquellas preguntas resonaron en la cabeza de la omega de manera sorpresiva.

—¿Q-Qué tratas de decir?

Jennie sonrió ampliamente al verla sonrojada y con una mirada brillando en curiosidad, pareciéndose a una cachorra a la cual le narran mágicos cuentos.

—No quiero mentirte, Lis, realmente quiero ser algo más que tu amiga —los bellos ojitos de la mencionada se expandieron—. Pero tranquila, no quiero apresurar las cosas, quiero conocerte y quiero que tú también me conozcas a mí —sonrió leve, llevando sus manos para rodar las de Lisa. Jennie no iba a negar que tenía algo de nervios ante las probabilidades que pudieran suceder, sin embargo, quería esforzarse y hacer el intento—. ¿Me permites estar a tu lado?

La pelinegra tragó saliva con dificultad. Realmente no sabía qué de bueno había hecho en su vida pasada para estar viviendo aquel momento junto a esa hermosa alfa.

—Solo confía en mí —musitó suavemente, transmitiéndole otra vez esa sensación de confianza y seguridad a ella y a su muy emocionada loba.

—Está bien, y-yo estoy dispuesta a conocerte más —aclaró la omega, alzando su vista para chocarla con aquellos relucientes orbes almendrados.

La alfa sintió a su loba aullar con energía y alegría genuina, sacudiéndola en una cálida bruma de sentimientos nuevos pero agradables a la vez.

Era realmente perfecto.

—¡Gracias, Lis! —incluso su voz estaba cargada de felicidad, no se contuvo más y acortó la poca distancia para abrazarla con ternura y fuerza medida—. Te prometo que haré un gran esfuerzo por ti.

Y Lisa no podía creerlo aún. ¿Cómo es que todo eso estaba pasando de manera tan repentina, pero maravillosa?

Sacudió débilmente su cabeza para dejar de pensar un poco y empezar a sentir con plenitud. Sus manos se posaron en el pecho de la mayor y escondió su rostro en la curvatura del cuello contrario, notando como ella hacía lo mismo. Ambas embriagándose con sus aromas, la calidez y las nuevas emociones que se habían creado en ese mismo instante.

Una nueva etapa estaba por empezar, una salida que daba a conocer el gran camino que tenían por recorrer y conocer. Así, tímidamente juntas, pero íntimamente unidas por un lazo especial que se les había sido otorgado por la Diosa Luna.

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