La Rebelión De Los Niños Granola

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Mi querido hijo:

Bienvenido al mundo adulto cariño. Estamos felices de que el día de hoy cumplas 18 años y te integres al mundo adulto, donde te apoyaremos en tu camino, pero al que te enfrentaras tu solo en general. Bienvenido al mundo donde todo es guerra. ¿No me crees? Déjame contarte una historia.

Cuando tenía 15 años conocí a un chico taciturno al que le gustaba leer mucho y mezclar cosas en el laboratorio de química. En ese entonces, yo también tenía 15 años y ver a ese chico me daba curiosidad.

Tarde tiempo en darme cuenta de que mi curiosidad era algo más que eso. Bien dicen que la curiosidad mato al gato y aquel chico me descubrió mientras lo observaba. No fue una buena respuesta de parte suya, pero ¿Cómo hubiera reaccionado yo si hubiera sido él quién me espiara? Probablemente le hubiera roto la nariz. Él solo corrió como si tuviera en mis manos un machete goteando sangre.

Luego de disculparme y explicarme, este chico finalmente acepto mis disculpas y conforme pasaron los días, me hice su amigo. Severus Snape se convirtió en mi mejor amigo a mis 15 años.

Tres años pasaron de amistad y donde iba uno, iba el otro. Siempre éramos Harry Potter y Severus Snape, amigos del alma.

Fuimos a la misma universidad y a la misma carrera (diseño) y fue cuando nos dimos cuenta de que el mundo siempre estaba en guerra.

Éramos jóvenes pacifistas que buscaban la hermandad en la humanidad y nos unimos a un club que se llamaba "Los niños Granola". El club lo habían iniciado dos chicas que eran hijas de Hippies, ¿Te imaginas ahora el tipo de ropa y comida que gustaban? Nada de eso, sencillamente eran chicas normales, como nosotros, que amaban comer y usar cosas que otros consideraban extrañas, pero cuando las probamos, entendimos porque les gustaban.

Hermione Granger y Luna Lovegood eran las fundadoras y tenían un año más que nosotros y se convirtieron en nuestras mejores amigas de la universidad. Luego conocimos más a Draco Malfoy, Neville Longbottom, a Ron Weasley y sus 6 hermanos más. Su hermana Ginny era especialmente molesta por que quería estar mucho con nosotros, pero cuando había problemas, era la primera en estar a tu lado.

Ese es el tipo de personas que nos rodeaban y éramos jóvenes felices e inocentes del mundo.

Severus y yo, bueno, éramos el tipo de personas que son cariñosas y siempre íbamos tomados de la mano. Nuestros amigos sabían que éramos los mejores amigos del mundo y jamás pensaron nada más, pero esta profesora de la escuela pensó otra cosa y nos amonesto por dar un "espectáculo público de indecencia".

Yo estaba francamente indignado igual que Severus y ambos apelamos ante el consejo universitario que la profesora estaba exagerando y excediéndose en sus funciones. Para sorpresa nuestra, nos indicaron que ir tomados de la mano podía malinterpretarse y nos "recomendaban" no hacerlo más.

¿Cómo podían malinterpretar que fuéramos de la mano? ¡Nuestras amigas lo hacían todo el tiempo y no estaban en pareja! Hermione era novia de Ron, Luna era novia de Neville y la única que no sabíamos con quién andaba era Ginny, pero sus hermanos unos estaban solteros y otros con novia. ¡Ron también iba de la mano con Neville a veces!

Los únicos obtusos eran el consejo. Eso pensamos... pero no fue así.

Mis padres, tus abuelos, pensaron que el hecho de que Severus y yo fuéramos tan unidos era, digamos, algo sospechoso. ¡Pensaron que Severus y yo éramos pareja! Nada más lejos de la verdad y se los explique. Aun así, pensaron que quizás debíamos hacer lo que nos decía el consejo.

Pero no quise escuchar.

Hablé con Severus por teléfono esa noche y le conté lo que me dijeron mis padres y él me conto que algo similar paso con los suyos.

En este punto, ambos no sabíamos qué hacer cuando tanto nuestros padres como el consejo universitario estaba de acuerdo en que tomarnos de las manos podía malinterpretarse. Al final, no hicimos nada. Dejamos de tomarnos las manos y nos sentíamos miserables por haber cedido ante lo que pensamos, era estúpido.

Todo hubiera seguido así por años y años, de no ser porque un par de semanas después de nuestra primer pelea con el "sistema", nos topamos con dos chicos siendo golpeados por otros chicos. Severus y yo saltamos a ayudarlos y a pesar de haber terminado con moretones y un ojo morado cada quién, nunca nos arrepentimos de haber parado aquella pelea.

Eran Draco y otro chico que solo sabíamos que se llamaba Blaise. Ambos se escondieron detrás de un árbol para darse un beso y un grupo de chicos los vio y empezó a golpearlos. Ellos por la sorpresa no pudieron defenderse.

Pensamos que siendo Draco la victima de la golpiza, esta vez el consejo haría algo, pero solo les dieron una amonestación menor a los golpeadores y a Draco una larga reprimenda sobre su comportamiento "lascivo y antinatural".

Severus estaba furioso, yo estaba furioso y Draco se puso furioso. Un poco por el consejo, pero más que nada por su padre que, básicamente, promovió como solución al comportamiento "irreflexivo" de su hijo que transfirieran a Blaise a otro campus.

La transferencia fue aceptada y Draco enfrento a su padre quién se limitó a darle una bofetada y decirle que había enlodado el apellido Malfoy con sus niñerías, que debía crecer y empezar a ser un adulto.

Blaise, se decidió por los adultos más grandes, sería transferido al final del semestre.

Ahora todo el club estaba indignado. Todos nuestros amigos estaban más allá de la furia por lo injusto de la situación, pero lo que llevó al punto máximo de inflexión fue cuando alguien acuchillo a Blaise dos días después y apenas sobrevivió al "intento de asalto", pero que todos sospechábamos era solo el pretexto para desaparecer "al novio gay" del heredero de la noble casa Malfoy.

El día que Blaise fue acuchillado, Draco se fue de casa con todo el dinero que le pertenecía por ley y rentó un pequeño departamento cerca del hospital donde estaba Blaise.

Algo se rompió en nosotros ese día. Nos dimos cuenta de que éramos niños aun, que el mundo se encargaba de enseñarnos nuestro lugar y cuando quise tomar la mano de Severus en busca de consuelo, este tuvo que voltear primero a todos lados antes de tomarla.

Fue demasiado para mí y grite. Grite como loco. Grite de furia, de rabia, de enojo. Dejé que la ira guiara mi voz en un grito que en ese momento sentí desgarro mi alma. No, esto no podía ser así. No podíamos dejar que el mundo nos devorara, nos uniformara y tomara nuestra luz y la convirtiera... en lo que fuera que quería que fuéramos.

Quería poder tomar la mano de mi mejor amigo sin que nos acusaran de que era "antinatural", quería que Draco y Blaise pudieran besarse o a quien quisieran. Quería que las cosas fueran simples. Quería que fuéramos nosotros mismos.

Mis amigos se asustaron de aquel grito y corrí lejos de ellos hasta que llegué a casa. No hable con mis padres e ignore todo intento de conversación que hicieron. No quería hablarles porque ellos mismos aceptaban esta situación como "crecer". Esto no era crecer, esto era dejarse morir lentamente.

Rompí mis alcancías, saque todo el dinero que tenía en mis escondites y busque por todos los sobres que mis abuelos me habían dado de dinero. Junté todo y salí otra vez a la calle sin escuchar a mis padres que me gritaban, preguntándome a donde iba.

Regresé a casa con una caja llena de cosas y volví a encerrarme en mi habitación.

Estoy seguro de que tus abuelos estaban asustados pero yo estaba sintiendo un ansia de justicia que recorría mis venas y me impulsaba a seguir.

Al día siguiente, llegué a la universidad vestido con una playera psicodélica de algodón, pancartas con consignas de "amor es amor", "libertad de expresión", "libertad de actuar", muchas barras de granola, un garrafón de agua y mi botella de agua favorita, y mi pieza de resistencia, un megáfono con el que empecé a gritar lo injusto de la universidad, lo injusto de la decisión sobre Blaise, lo injusto que nos trataban a todos por no adaptarnos a lo esperado.

Primero me tacharon de loco y me ignoraron, pero un par de horas después llegó la seguridad del campus e intentaron sacarme a la fuerza de la entrada. Severus, quién me había estado viendo de lejos, intento pararlos y luego se sumaron nuestros amigos.

Al final no pudieron moverme y mis amigos tomaron una pancarta y empezaron a gritar "Los niños granola se rebelan, no nos moverán".

Cuando los guardias se fueron, Severus me abrazó y sollozo diciéndome lo asustado que estaba cuando vio a los guardias. Pensó que me cansaría de gritar y nunca imagino que mandarían a seguridad por mí. Entonces me di cuenta de lo mal que estaba todo. Estaban dispuestos a callarnos y sentí más que nunca, que debíamos ganar esta guerra o pereceríamos en silencio.

Apagarían la llama que nos hacía lo que somos.

No, no podía permitirme ser aplastado sin luchar y eso fue lo que dije. No estaba peleando solo por mi derecho a comportarme como quisiera, sino por el derecho de Draco, de Blaise, de Luna, Hermione, Neville, Ron, Fred, George, Ginny, Bill, Charlie, Percy, por todos los alumnos que aún no conocíamos y los que nunca conoceríamos. Si dejábamos que siguieran decidiendo lo que estaba bien y mal por nosotros, nuestra voz nunca sería escuchada.

Severus me abrazo una vez más y me tomo de la mano, sin soltarla. Volteó hacia nuestros amigos y me apoyo. Los demás vieron lo que estaba diciendo, a lo que Severus acababa de sumarse completamente: lucharíamos una guerra contra la universidad.

No te diré hijo como paso todo porque esta carta sería larga y tediosa, pero te diré esto, fueron los peores meses de mi vida universitaria y los mejores a la vez.

Fueron los peores porque tus abuelos me corrieron de casa, igual que a Severus los suyos, pero fueron los mejores porque nos fuimos a vivir con Draco y entre los tres nos apoyábamos. Encontré otra familia en mis amigos.

Éramos libres en ese pequeño departamento donde solo había dos habitaciones, en una dormía Draco y en la otra nosotros.

Vivir juntos también nos develó otra cosa. Éramos mejores amigos, pero algo se había dado entre los dos. No sabíamos que era pero estaba más consciente de la presencia de Severus en mi vida. Era consciente de cosas como su sonrisa, la forma en que se concentraba al leer una receta, como fruncía el ceño cuando algo lo impactaba o intrigaba. Pequeñas cosas y detalles se hicieron patentes y tomar su mano se convirtió en una tortura muy ansiada.

No sé cómo ni cuándo, pero me di cuenta de que lo que sentía por Severus no era solo amistad. Tampoco quería perder a mi amigo si él no podía corresponderme, así que no dije nada.

No me di cuenta de que igual que yo diseccionaba cada pequeña cosa de Severus, él hacía lo mismo conmigo. Y tampoco quería arriesgarse y ser rechazado, además de perderme como su mejor amigo.

Nuestras protestas siguieron escalando y Hermione terminó aceptando a Neville en su casa, ya que sus padres eran como los de Draco, nobles que vivían para su apellido y Neville se negó a dejar su puesto en nuestra protesta. Los padres de Hermione le dieron la bienvenida mientras le decían lo orgullosos que estaban de que un amigo de su hija tuviera el espíritu de lucha que ellos probaron y alimentaron en su juventud.

Los padres de Hermione y los de Luna se unieron a nuestra protesta una semana después de que Neville se mudó. Los padres de los Weasley también se unieron poco después de ellos, y al final, los padres de Blaise se turnaban para manifestarse con nosotros (alguien tenía que cuidar a Blaise), mientras también exigían verdadera justicia para su hijo, víctima de un crimen de odio.

Vinieron incluso de la televisión a filmarnos y fue cuando algo horrible paso. Ese día vino un grupo de gente con macanas y atacaron nuestra manifestación. Nunca consideraron que los padres no permitirían que se acercaran a nosotros y aunque no bloquearon el ataque por completo, marcó un antes y después en la protesta.

Otros estudiantes y varios vecinos se unieron. Padres de nuestros nuevos compañeros disidentes también se unieron y mientras Severus me atendía las pequeñas heridas que me hice ese día, nos besamos.

Fue el primer beso de muchos y nos pareció tan natural como respirar.

Entendimos por que tomarnos de la mano era una necesidad para nosotros, porque nos indignó tanto las reglas homofóbicas de la universidad. También nos dimos cuenta de que toda la vida, alguien intentaría cambiarnos, destruirnos, aplastarnos, por no ser lo que se esperaba.

Al final del semestre, Blaise fue dado de alta y sus padres se lo llevaron a su casa. Draco pensó que le prohibirían verlo pero los padres de su novio lo abrazaron y le dijeron que le agradecían amar a su hijo con esa devoción e intensidad. Ese día vimos a Draco llorar en los brazos de su suegra.

En la noche que llegó, tenía los ojos hinchados, los labios rojos y muchos tuppers llenos de comida casera, cortesía de su suegra, Lucrecia Zabini.

Fue la cena más divertida que tuvimos juntos hasta ese momento.

Cuando inicio el nuevo semestre, por fin tuvimos un avance con el consejo de la universidad. Quizás tuvo que ver que nuestra protesta que empezó solo con el club, termino siendo una verdadera protesta de miles de personas, desde jóvenes adolescentes hasta personas mayores que exigían libertad para las nuevas generaciones.

El consejo tuvo que disculparse con Blaise e iniciar una verdadera investigación contra sus agresores. También tuvieron que abolir las reglas contra "comportamiento lascivo e inapropiado" y definir que si era realmente lascivo e inapropiado.

Nuestros padres nos ofrecieron regresar a casa, pero ambos rechazamos la oferta, tomados de la mano, sabiendo que nunca nos aceptarían como pareja.

Vivimos con Draco y Blaise en su casa, nos repartimos los gastos y los 4 decidimos cambiar nuestra carrera y convertirnos en abogados.

Fueron años de trabajo duro y penurias, pero también de alegrías y momentos irremplazables.

Luego de graduarnos, los 4 nos fuimos de vacaciones a Canadá junto con nuestro club, y nadie supo que estábamos casados, Severus conmigo y Draco con Blaise, hasta que estuvimos de vuelta en Inglaterra.

Eventualmente hicimos las paces con nuestros padres, incluso Draco volvió a estar en términos civiles con los suyos, pero todos sabíamos que ya no podíamos volver a ser esas familias perfectas de portada de revista. Nuestra realidad era más compleja y habría nuevas guerras que pelear. Ellos no siempre podrían acompañarnos y no podríamos volver a confiar en que no nos abandonarían de nuevo.

Pero los seguíamos amando y queriendo y eso no lo cambiaria nada.

Por eso Tristán, es que te escribo esta carta el día que llegaste a nuestras vidas, esperando sellada hasta que cumpliste los 18. Tu tía Hermione aceptó llevarte en su barriga, a ti y a tu hermano Galahad hasta que pudiéramos tenerlos en nuestros brazos. Esa fue una guerra que ella nos ayudó a sobrellevar y por lo que le estaremos eternamente agradecidos.

A veces hijo, pelearas solo, otras veces te acompañaremos, otras veces no te entenderemos y otras más tendrás amigos que serán tu soporte. Pero cada guerra que ganes te traerá un nuevo y valiente mundo en que crecer, en que vivir con libertad, siendo tú.

Te amamos hijo. Tu padre Severus y yo, te amamos.

Tu padre Harry, un tonto sentimental.

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Tristán Snape-Potter releía la carta que su padre le diera en su cumpleaños número 18. La releía cada que algo en su vida era difícil, horrible o doloroso.

Esta ocasión, su guerra era una operación a su esposa luego de que un accidente de auto la pusiera en estado crítico. Los doctores dijeron que si la operación fallaba, ella podría quedar paralizada de la cintura para abajo.

Fueron horas de agonía antes de que el médico saliera a decirle que la operación fue un éxito y que fuera de la rehabilitación, su esposa estaría bien.

Le llamó primero a sus hijos quienes gritaron de alegría, luego a sus padres y suegros. Finalmente, Tristán se sentó a llorar de alivio, soltando gruesas lagrimas mientras sonreía feliz.

Habían ganado esta guerra.

La guerra se ha ganado

Es un mundo nuevo y valiente

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