~Capítulo 4~

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—¡No me lo puedo creer! —exclamó Asha—. ¡Aún tiene la suficiente cara para ir a hablar contigo! ¡Voy a matarlo!

—Asha, cálmate. Puede que fuera yo la que malinterpretara sus intenciones. Puede que me imaginara todo.

—¡No, Bastet! Algo ha debido de pasar.

—No creo —contestó Bastet.

—¿Y que vas a hacer? ¿Vas a ir a la boda?

—No lo s ... Ahora no tengo la cabeza para pensar. Necesito deprimir un poco para pensar.

La verdad, Rhaegar solía ayudarle a pensar. Y su difunto hermano mayor pocas veces se equivocaba.

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Soñó que estaba en la boda de su hermana. De repente, Khal Drogo apareció y empezó a ponerla en evidencia. Le dijo que prefería a su hermana antes que a ella. Todos se reían de ella. Luego llegó Viserys y...

Y entonces se despertó con un largo escalofrío.

«Solo ha sido un sueño», pensó aún con la vergüenza en el cuerpo.

Miró por la ventana.

Las calles de Pentos estaban tranquilas. La luna brillaba en todo su esplendor en la cúpula celeste. Bastet se quedó mirando a la luna. Se preguntó si la noche de su nacimiento el cielo estaría igual. Viserys le había contado que cuando nació brillaba la luna con una claridad nunca vista.

Intentó volver a dormir. Esta vez su sueños eran distintos.

Estaba en un prado precioso. Allí estaba alguien al que solo conocía en sueños, pero que le era muy cercano.

—Buenas noches, hermanita. Creo que me necesitas —le dijo aquel hombre con una sonrisa dulce en la cara.

Ambos se parecían mucho. Bastet a veces se preguntaba si en caso de haber vivido habrían sido tan similares.

Ella solo comía aquella versión juvenil, un fantasma que se aparecía en sueños.

—Sí, te necesito —le contestó Bastet—,te necesito, Rhaegar.

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Rhaegar Targaryen, príncipe de Dragonstone fue el primogénito del rey Aerys y de su hermana-esposa, Rhaella.

Su nacimiento se produjo durante la tragedia de Refugio Estival.

Rhaegar creció siendo un niño serio porque, según el pueblo llano, le afectaba lo ocurrido en su nacimiento. Al joven príncipe le encantaba pasar el tiempo en las ruinas del antiguo castillo, pero a la vez se sentía triste por lo ocurrido. Cuando volvía de su excursiones cantaba composiciones que hubieran conmovido al más serio lord.

Creció sin mostrar demasiado interés por las armas. Su gusto por la lectura y la música era la desesperación de su padre y la comidilla del pueblo. Pero en su adolescencia algo cambió en él: un día salió de la biblioteca real diciendo que necesitaba convertirse en un gran guerrero. Y lo fue.

Al crecer se convirtió en un hombre atractivo y se caso con Elia Martell. Ambos tuvieron dos hijos, un niño y un niña.

La vida de su hermano acabó por mano de Robert Baratheon en la batalla del Tridente, aunque no del todo. Rhaegar se le empezó a aparecer en sueños a Bastet para aliviar su vida y aconsejarla.

—Rhaegar, ¿has visto lo qué pasó hoy? —preguntó Bastet al único hermano que aún quería.

—Sí, hermanita, por eso estoy aquí— contestó Rhaegar.

—No sé qué hacer, hermano.

—Bastet, eres de la sangre del dragón, por tus venas corre la sangre de la Antigua Valyria. No debes dejar que se crean más que tú. Eres un dragón, y un dragón lo se asusta.

Las palabras de su hermano le llegaron al corazón. El hermano que no había conocido le importaba más que los vivos.

—¿Alguna vez te has sentido pequeño comparado con el resto del mundo?

Él sonrió con tristeza.

—Todos los días de mi infancia. Nuestro padre esperaba mucho más de mí. Todo fue mejor cuando me di cuenta de que tenía que cambiar, y solo mejoró cuando conocí a mi Estrella de la Mañana. Pero todo tiene su fin. Lo aprendí tarde.

Nunca había escuchado a sus hermano hablar así.

—Gracias, hermano. Tienes razón. Soy de la sangre de Aegon el Conquistador, no debo dejarme empequeñecer por nadie.

—Bien dicho, hermanita. Ya llegó el momento de despedirnos,ya sale el sol y la luna se esconde —se despidió su hermano.

—Adiós y gracias, hermano —le dijo sonriendo Bastet.

Y se despertó.

En el desayuno le dijo a Asha que tenía algo importante que decirle.

—¿Qué es, Bastet? —preguntó Asha soñalienta.

—Voy a la boda.

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