Epílogo

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No es tan necesario que lean el epílogo (si no lo quieren leer) y pueden pasar directo a las curiosidades. Aquí solo se dará a saber como fue que empezó la vida de Melías Demon y su manía de contratos, así de como se originó LSDD.

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El origen de: La Señora de Demon.

[70 años atrás]

Desolado y sus pies arrastrando, la toga negra ondulaba con sus pasos desanimados y el birrete en la mano a su costado. Cabizbajo entrando a esa soledad de casa donde nunca jamás volvería a escuchar los regaños de su madre, los consejos de su padre, los sermones de su abuela ni los gritos juguetones de sus hermanas. ¿Cómo fue que sucedió esto?

Apretó los ojos dejando que sus ojos negros lloraran, resbalando por sus mejillas rosadas. Pasó su antebrazo para limpiar su llanto; ni con todos esos lujos rodeándolo recuperaría a su familia. Maldita sea la hora en que se mostró más exigente por una sola vez en su vida. Solo quería que su familia se reuniera y aplaudieran su logro al terminar a tan corta edad su licenciatura en contabilidad comercial, pero no fue así.

Todo lo perdió: su familia lo era todo. Era.

—Melías... — sus ojos llorosos voltearon a ver con un respingo a su mejor amigo, un singular chico de cabello verde y ojos profundos. —Lo siento mucho lo que pasó. — esbozó una sonrisa pobre que apenas se podía mantener de pie.

—Está bien Chandler...— tragó grueso. —Estaré bien. — Ni él mismo se lo creía, todo ese imperio que perduró en su familia se derrumbó cuando un pilar tumbó a otro y sucesivamente hasta dejarlo a él solo con los escombros, sosteniendo lo poco que podía mantener a flote.

Su padre estaba más que orgulloso de verlo seguir en su pequeña compañía comercial que poco a poco prosperaba, su madre alardeaba a sus conocidos lo afortunada que se sentía de tener un dotado y bien educado, su abuela siempre lo mantuvo cerca de sus relatos y sermones, sus amadas hermanas, esas traviesas con las que tenía oportunidad de sentirse aún un niño pese a su edad de 19 años. Él estaba más que contento esperando a que escucharan aquel discurso que daría en su ceremonia de graduación, pero su decepción fue al no verlos ahí y enterarse que, por culpa de un alcohólico en la carretera, su padre perdió en control llevando a más de uno a estrellarse, Una carambola que se llevó a decenas de heridos graves y acabó con al menos veinte vidas, incluyendo las de su familia.

—La empresa de tu padre... — murmuró a lo que el de ojos negros apretó los labios. — ¿qué pasará con ella? — negó soltando un carraspeo. Era joven aún para hacerse cargo y, aunque la empresa apenas comenzaba a ser conocida por el país, no era algo que él pudiese seguir manteniendo en pie; sin embargo...

—Tengo que hacerme responsable. Por políticas soy el nuevo director general. — lo peor, tenía que presentarse al día siguiente puntual. Todos los noticieros transmitieron el terrible accidente, todos verían que entre ellos murió su progenitor, el que aún tenía potencial por delante.

—Creí que no te interesaba. — chistó en bajo dando un último respingo antes de poner una dura mirada serena.

—Y no lo hago, pero... — soltó un aire dándole la espalda a su compañero. Retiró esa molesta toga negra y lo dejó en un lugar cercano junto a su titulado, reconocimiento y birrete. —No puedo dejarla a su suerte.

Pero jamás imaginó que solo era la grieta que desplegó ese colosal iceberg. 

[...]

Se las vio muy difíciles e impenetrables de comprender como un concepto básico, pero las miradas arrogantes y serenas le causaban un sudor en frío que apenas podía mantener quieto su tic nervioso de las manos a sus espaldas.

La mirada oscura de Demon titubeaba como preguntarse si realmente existía un gato negro dentro un cuarto oscuro. Los hombres que doblaban más de su edad se miraron sobre ellos y con eso, el que encabezaba la mesa directiva le miro sobre los lentes con lo que era un testamento previo y el contrato con el que empezó esa pequeña compañía entre gigantes.

—Lo siento niño, pero hemos hablado esto y... — miradas que se burlaban, eso era... aún un jovencito. —Creemos que eres muy joven para dirigir una empresa por tu cuenta. Haremos esto democráticamente, escogeremos un líder hasta que puedas valerte por la empresa. — sabía que eso tardaría años, inclusive jamás podría recuperar el mando, pero que más daba.

Era inteligente y un buen partidario para negocios, pero era muy iluso y temeroso a los errores que no dudo en dejarse rodear por seres más astutos y codiciosos.

—Lo más que podemos ofrecerte es gerente o coordinador. — comenzó entre ellos él más benevolente, que no podía permitir dejarlo a su suerte ni de que sostenerse. —Con los años que tomes experiencia podrás subir de puesto.

—D-De acuerdo, no tengo nada en contra de lo que decidan. — se encogió de hombros sin más objeciones. —Yo... Me retiro, con permiso.

—Propio. — una vez fuera del ambiente no dudaron en mostrar sus amplias y ruidosas sonrisas triunfadoras. —Ese niño es muy ingenuo y tonto... — con pulcritud se levantó con un chirrido de la silla terminando por acomodar su corbata como nuevo líder. —Es todo señores, esta empresa de porquería quedará liquidada del mapa.

—Demon ha sido muy estúpido si cree que este intento de empresa iba a prosperar. Con suerte lograremos vender esta propiedad y las pocas sucursales. — hombres sin decencia aplaudieron su plan hecho un éxito, solo era cuestión de tiempo para comenzar a dividirlo y venderlo.

[...]

—Pero Melías, en el testamento dice que la empresa... — renegó de nuevo mientras comenzaba a familiarizarse con los papeles en lo que fue la oficina de su padre.

—No me pertenece, no soy capaz de dirigir ningún negocio. — soltó las hojas con frustración, solo quería desaparecer y no continuar. No superaba tan inmensurable dolor de perder a los que amaba, pero ser incapaz de hacer nada era mucho peor. —Soy inútil Chandler, siempre lo fui.

No esperó más y solo quería salir del pequeño edificio en un intento desesperado que el ruido contaminante de la ciudad lo mantuviera distraído del martirio silencioso de la empresa.

Demon no sabía ni a donde iba, pero sabía que todo esto lo perdería de un momento a otro si no hacía algo al respecto, pero ¿qué? El solo quería tener un logro en el exterior y comenzar con grandes inversionistas veteranos para volver con experiencia y ayudar a su padre a levantar su negocio familiar; sin embargo, estaba estancado en un cero.

—¡Ay! — en su descuido por las puertas, no se percató de la distraída jovencita peli plateada aferrada al teléfono, que ahora estaba en el suelo.

—L-Lo siento señorita, no me fije por donde caminaba, ¿estás bien? — extendió su mano para ayudar a levantarla, encontrándose con unos hermosos ojos dorados casi tan arcaicos como místicos.

—Vaya forma de empezar el día. También anda algo distraída, es que... ¡estoy algo nerviosa! — soltó una pequeña risilla que erizo su piel; mujer tan linda y de ojos persuasivos.

—Uh, esto... — a la mujer le pareció manera tan peculiar para ser un chico bien vestido y tímido. —Lo siento, de nuevo, yo...

—Un placer, Isabel Goddess. — interrumpió antes de que este pudiese escapar de su espacio.

—M-Melías Demon. — aquellos orbes brillaron con cierto entusiasmo vociferando un jadeo.

—¿Eres el dueño? — cabizbajo y apenado negó.

—No. — aclaró un poco su garganta con aires alterados por esa expectante mirada intacta. —Pero puedo atenderte sin problemas. — simplemente asintió tanteando sus caderas siguiendo a aquel rubio. —Lamento mi inseguridad, pero soy nuevo en esto de los negocios. — comenzó guiándola por los pasillos casi vacíos por la falta de personal.

—No hay problema, ya somos dos. — tal vez no lo dijo en voz alta, pero por la sonrisa y el sonrojo en el rostro de Demon, esa mujer de apellido tan divino le cautivo con su amabilidad.

Estaba perdido en sus pensamientos, la manera tan correcta de hablar y aunque apenas era una estudiante promedio, su entusiasmo por empezar a familiarizarse con los negocios era algo admirable para una mujer tan hermosa; una hermosa aguja entre el pajar difícil de encontrar sin antes de salir lastimado.

Con su barbilla posada en la mano, soltó un suspiro perdido en su mente. De poco a poco con un poco de esfuerzo y asesorando a la Goddess durante los meses, ella no solo logro impregnarse en su cabeza si no que su corazón vacilaba dando paso para un amor y dejando atrás el dolor de perder a su familia que ahora recordaba entre sonrisas.

—Lo digo de verdad Chandler, ella es tan hermosa e inteligente... —, pero el de cabellos verdes se mantenía algo pensativo respecto a la mujer de ojos prisioneros de una ambición. Se había dado cuenta, ella parecía más que nada estudiar la empresa y saber todo lo que conllevaba; sin embargo, Melías era un terco.

—¿Seguro?, me da una mala espina. — mordió el bolígrafo en su mano analizando la extraña ascendencia en las cifras de la mitad de la empresa.

—Solo porque a ti no te caiga bien, no significa que sea mala. — musitó algo agobiado volviendo a su trabajo. —¡Ya sé!, le pediré una salida. — no perdió tiempo y tomo su teléfono buscando el contacto de la peli plata.

[...]

Se encontró nervioso, pero tomó el valor de llegar puntual a su punto de reunión que no era nada más y nada menos que el parque central. Al menos tendrían más tiempo de conocerse y hablar fuera del ámbito laboral; sin embargo, subestimó los encantos de aquella mujer. Un simple as tramposo bajo la manga, tomando presa fácil a quien poseía al menos la mitad de las acciones de tan pobre empresa que su familia codiciaba, pero si debía sacrificarse al menos a sí misma, lo haría.

Un hermoso cuerpo esculpido por las diosas, manos tan gallardas y armoniosas, su voz elocuente que erizaba, mirada dorada vivaz como el mismo sol egocéntrico brindando un calor del que puedes salir quemado; y él, un ingenuo e inocente para portar su apellido. La astucia de la mujer pudo más que su inteligencia, su tanteo pudo más que su caballerosidad, sus intenciones fueron más rápidas que ya lo tenían aprisionado en contra de una de las paredes de la habitación con una brillante mirada lujuriosa y curiosos labios duraznos rozado su aliento.

—Oye Meli... — sus dedos tantearon su corbata carmín logrando aflojarse en contra de su voluntad. —He pensado que hay una forma de beneficiarnos los dos. — estaba nervioso, su corazón frenético fue el motor que encendió sus mejillas pálidas y ciertamente la mujer de larga cabellera en plata le fascinaba tenerlo bajo su voluntad. —Nosotros te patrocinamos y tu empresa volverá a crecer. — era tan tentador y buena propuesta como acceder a sus aires seductores.

—D- ¿De verdad? — los negros combatieron con la luz del dorado que solo vaciló en el caluroso momento.

—Solo confía en mí. — esas cuatro palabras fueron suficientes para que el primer tropiezo de Melías Demon marcara su dinastía.

[...]

—Me estoy preocupando... — comenzó el director sosteniendo las gráficas de los últimos dos meses. —... nuestras cifras están declinándose cada vez más, las acciones ya no nos pertenecen según los contadores; es como si alguien más estuviera apropiándose del lugar. — a Melías no se le hizo de extrañar esto, pero lo extraño eran las pérdidas comerciales y financieras.

—No debería, vendí mis acciones y...

—Espera, ¡¿qué?! — el hombre hiperventilo buscando desesperadamente su inhalador, pero ¿qué se podía esperar de un fumador asmático?

—Vendí la mitad de mis acciones a Goddess, así las masas se regularían y... — el forcejo del senil se hizo más constante y pesado.

—Eres idiota Demon. ¡Te estafaron! — pestañeo un par de veces, si firmó un contrato, no debía de existir un problema. —Tú y tu intento de negocio resultó en fraude que llevó a la bancarrota este lugar.

—¿Qué?, es imposible. — negó totalmente incrédulo, Isabel fue muy precisa al respecto, a menos que... —Firmé un contrato de alianza.

Tan pronto como dejó a los hombres mal parados sobre sus planes de derrumbar el lugar, sin saber que, en vez de generales ganancias tentativas, fue su karma al perder millones por montón. No tuvo de otra que acudir a su fiel compañero de confianza que no hacía más que buscar descubrir que fue lo que salió mal; pero el contrato estaba impecable.

—¿Seguro lo leíste? — cuestionó Chandler casi con lupa en mano buscando entre las letras pequeñas mientras el Demon como animal enjaulado caminaba de un lado a otro.

—Me explicó todo que no creí necesario hacerlo. — admitió avergonzado a lo que el de cabello verde negó golpeando su frente.

—Gracias a tu torpeza, hemos caído en la miseria. Mierda. Ya decía yo que esa sinvergüenza tenía algo escondido, bajó del cielo a traer miserias. — soltó un bufido. Tenía sentido, comenzó todo tan maravilloso que tenía todas de ganar y con ello su cariño, pero desde que notó la primera declinación, ella comenzó a ser distante hasta perder contacto con ella. —¿Hay algo que hacer?

—No. Nos están quitando todo. — musito sin saber de la mujer de cabello negro y ojos tan cristalinos en turquesa que perdida llegó a sus espaldas.

—Oh vaya. — imprudente dejando su curiosidad andar, se acercó a los hombres para apreciar el contrato. —Sabes, el problema con los contratos es que son inválidos a menos que la persona lo considere así, en pocas palabras, son imposible de romper si no tienes estrategias. — sus labios carmines se alzaron en una sonrisa que pronto borro al ver la mirada negra confusa. —Lo siento, ¿fui muy grosera? Perséfone.

—Melías. — respondió a secas y confuso. —¿Sabes de actas jurídicas? — la mujer solamente tomó las hojas engrapadas comenzando por revisarlas con una extraña manía de muecas.

—Ya veo, ese fue el problema. — comenzó señalando el simple título. —No debes cuidarte tanto de las letras pequeñas, incluso el título lo dice todo. — soltó una risilla divertida por la mirada del rubio. —"Beneficios con Goddess". Tal vez no lo veas ofensivo, pero claramente parece más una advertencia que la empresa será más exitosa si pertenece a Goddess. En pocas palabras, te borraran del camino.

Definitivamente era su fin, debió imaginar que era demasiado bueno para ser verdad una mujer intrépida con un pobre diablo sin dignidad.

—¿Qué importa?, siempre lo hacen. ¿Qué más da? — ya lo veía cerca su futuro inserto vagando triste bajo la lluvia en el peor y dramático de los casos.

La mujer apenas lo veía y no creía su versión, más como un hombre desafortunado sin puertas abiertas. Ella escapó de su propio linaje para buscar una oportunidad de demostrar que podía ser más que una simple secretaria como su padre machista tanto le recordaba.

—Eres muy pesimista, pero aun así me pareces interesante. — respondió la azabache. —¿Me creerías sí te digo que puedo ayudarte a recuperar la empresa con todas sus acciones y sacar aquellos que se adueñaron de lo que es tuyo? — la mujer estaba exagerando, pero nunca le enseñaron a subestimar.

Había una clara diferencia entre Isabel y Perséfone; una usaba ojos para persuadir, esta desconocida tenía una audaz sonrisa. ¿Cómo acceder? Solo lo hizo, literalmente ya no tenía nada que perder.

[...]

Perséfone se convirtió con el tiempo más que una secretaria o asistente fiel, ella era asombrosamente su mano derecha. Logró mantener gracias a ella retener sus ingresos y balanceó impuestos para evitar las grandes pérdidas en la compañía. Sin embargo, su ambición y curiosidad creció hasta que consiguió lo que Chandler le negaba: el testamento de Demon.

Había más de lo que simples letras decían, rotundamente atrayente como metal al imán la manera en que Demon se mantenía misterioso y ella deseaba solamente ser parte de ello. Mujer como ninguna otra que no deseaba el dinero que fácilmente impresionaba a los envidiosos, solo deseaba el poder de crearlo y ¿qué mejor que beneficiar a Demon para lograrlo?

—Según este testamento, la empresa pasa a tus manos hasta la edad de 23 años y aún falta un año para eso... — mordió ligeramente su labio inferior. —Bien, gracias a la estupidez de vender mitad de tus acciones, el directo ya no tuvo oportunidad de vender la compañía; eso es bueno. La desventaja es que sigue siendo el dueño.

—¿Qué propones? — volvió a sonreír.

—Recuperar tus acciones y romper con Goddess; será difícil, llevará meses, pero valdrá la pena. Solo debes ganarte la confianza de todos y al final les das la apuñalada por la espalda con sus propias armas. — el rubio tembló. Era el equivalente a un fraude y él era tan idiota como para lograrlo.

—No creo que... — la mujer palmeo ambas manos sobre su escritorio mirándole con predomínate turquesa que daba miedo. Haría todo para elevar de nuevo la empresa, daría a conocer el apellido y quitaría a cualquiera del camino.

—¿Quieres recuperar lo que te quitaron? Puedes confiar en mí, pero para eso hagamos un trato. — tragó en grueso, la última vez que hizo trato con una fémina él salió perdiendo más de lo que debía.

—¿Cuál? — arrogante, mostró un contrato de extraño titular "La Señora de Demon"

—Necesitas una esposa para que se te sean entregados tus bienes, pero veo que no estás dispuesto a volver a amar. — hizo breve pausa antes de continuar. — Es sencillo, yo te ayudo a recuperar tus beneficios y tú me das a conocer. 

—Q- ¿Quieres decir que...?

—En pocas palabras, quiero ser tu señora.

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Esto no es todo, para saber detalles de la segunda temporada, nos vemos en las curiosidades ;3

Sin más, gracias por leer.

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