Capítulo 1

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Eyra POV

Tras casi cinco años de haber escapado de las garras de mi padre y hermanos, vivo, digo vivimos una vida tranquila y holgada; Dania la madre de mi mejor amiga me adoptaron, en esta ciudad somos madre e hijas. Creta y yo continuamos nuestros estudios de secundaria, aquí hay una universidad, ambas aplicamos para ingresar y lo logramos, obviamente con una beca, no es muy alta, sin embargo, ayuda. Trabajamos por las noche y algunos fines de semana y cubrir otros gastos.

No nos va mal, de hecho, Creta es tiene un buen promedio, los chico nos tientan con invitaciones que no aceptamos, ya sabemos de lo que van esas citas.

Un día saliendo de la universidad de regreso a casa vi el viejo auto de mi padre, comencé a temblar como hoja al viento.

-¡Eyra! ¡Eyra! -Creta me llamaba, pero mi atención estaba en ese auto y el hombre que se bajó de él. Señalé en dirección al auto.

-¡Mierda, Eyra! Tenemos que irnos por otro lado – Ella me tomo de la mano y salimos en dirección contraria tirando de mí; mi estado de shock no me lo permitía.

Al llegar a casa me senté en el salón, desplomándome en el sillón. Me habían encontrado, era tan fácil como mostrar una de mis fotografías y cualquiera les podía dar la dirección donde vivimos.

-Cálmate Eyra. No creo que alguien les de nuestra dirección. Ellos son desconocidos. Todos creen que de verdad que somos hermanas, así que no debemos preocuparnos, nadie dará nuestra dirección a unos desconocidos -Dijo Creta con una convicción que le creí hasta que el timbre de la casa sonó. Saltamos del susto. No quería acercarme a la puerta y mucho menos abrir. Dania tenía sus llaves.

-Voy a ver por la mirilla -Dijo Creta. Me hace una seña para que haga silencio.

Se asoma por la mirilla; niega, retrocede en silencio y temblando. Ella y su madre saben a de que son capaces de hacer los que una vez debieron ser mi protectores.

-Es tu padre, Eyra – Se da la vuelta y lágrimas corren de sus ojos igual que los míos.

-Ya no soy una niña. Soy una mujer adulta. No puede llevarme con ellos -Le digo temblando.

Oímos un auto marcharse, corro a la puerta, miro por la mirilla. Ya no hay nadie, abro la puerta y logro ver la parte trasera del auto de mi parde.

-¿Qué quería? Él debe de saber que no puede obligarte a regresar -Me encojo de hombros.

-Él me dijo en muchas ocasiones que tendría que pagarle la muerte de mi madre hasta el último día de su vida. Ellos siempre me han culpado de su muerte. Lo más es que desean seguir haciendo de mi vida un infierno -Me senté con mi rostro enterrado entre mis manos, negando.

-Me han culpado de algo de lo que no era consciente. Debió haberme dado en adopción o simplemente dejarme en el hospital y ya -Lloré como hace tiempo no lo hacía.

-Mamá dice que nunca superará su perdida. Solo busca a quien culpar por su dolor -Comentó mi ahora hermana.

Los días pasaron mi cumpleaños número veintiuno había llegado. No quería celebrarlo. Esta fecha para mí era un recuerdo de años de malos tratos. Este día en especial mi padre y hermanos se daban a la tarea de recordarme la culpa de la muerte de la mujer que me dio la vida. Así que no tenía nada que celebrar, no obstante, no les quité esa gentileza conmigo y tuve que aceptar la celebración.

Dania me hizo un pastel de vainilla con cobertura de fresa le puso candelas con figuras de números, mi edad, veintiún años. La puerta sonó, mientras ambas me cantaban una canción, mi madre fue a ver quién llamaba a la puerta, cuando fue a abrir la misma se abrió de golpe enviándola al suelo, vi con horror como el hombre que me dio la vida golpeaba a la única mujer ha sido mi madre, la dejó inconsciente; mis idiotas hermanos entraron como si de su casa se tratara.

-Creíste que nos habíamos olvidado de ti, no. Esperamos este día, tienes una cuenta que pagar -Dijo mi padre.

-No, no te la llevarás. Es mayor y no tienes derecho sobre ella. Irán a la cárcel por invadir nuestra casa y golpear a nuestra madre -Dijo Creta que temblaba, los tres nos miraban con odio.

-Tu zorra, cállate -Dijo mi hermano mayor. De repente ambos se lanzaron contra Creta inmovilizándola.

-Chicos denle una lección a la zorra, de cómo ser obediente cuando un hombre habla. Ambos sonrieron con suficiencia mientras mi padre me daba un puñetazo en el estómago. Sacándome el aire, aprovechó para sacarme a rastras mientras los dos degenerados golpeaban a mi hermana, Ella gritaba y trataba de defenderse, al pasar al lado de mi madre, el hijo de puta le dio una patada en la cabeza a mi madre.

-Ojalá, muera. Me haría feliz. Pero no tengo tiempo de asegurarme -Mientras lloraba vi como salían mis hermanos limpiándose las manos de sangre. La sangre de Creta.

-Pa, nos dio pelea la perra -Ambos sonreían. Rezaba internamente para que una patrulla pasara por la zona, usualmente pasaban. Hoy no era mi día de suerte.

-Hoy será la cancelación de tu deuda -Dijo el hombre que una vez quise y ahora odio con todo mi ser. Me dio un golpe en la cabeza y ya no supe de mí, ni de ellas.

Mientras vagaba entre la conciencia y la inconsciencia, en mi mente vi a un hombre guapo y fornido, me extrañó ver detrás de él una sombra oscura, como de alas, sonreí, porque el golpe que había recibido era muy fuerte. El hombre gruñía como un animal enojado. Él tenía entre sus manos el cuello de mi padre. En un solo apretón lo dejo sin vida. Los cuerpos de mis hermanos a cada lado, sus cuerpos desgarrados.

-Mi, reina, mi amor, mi pareja destinada. Te han hecho daño y lo han pagado con su sangre. Te llevaré a nuestro hogar –Lo vi tomarme con mucho cuidado hasta que...

Algo frío, húmedo golpeo y recorrió mi cuerpo, de pronto desperté con un dolor de cabeza insoportable y estar colgando de los pies no ayudaba, traté de enfocar mi vista, para darme cuenta de que era de noche y estaba en el bosque, el agua helada recorría mi cuerpo.

- ¿Qué haremos? La policía nos está buscando, alguien nos ha visto-Hablaba uno de mis hermanos.

-¡Matémosla! –Habló fuere mi otro hermano.

-Sí, pa. De todos modos, siempre ha sido molesta. Nos quitó a mamá –Mis lágrimas se acumularon en mis ojos, nunca entenderé porque me culpan, yo no pedí venir al mundo. ¿Por qué no me abandonaron en el hospital? Así, no les hubiese recordado la muerte de una mujer que nunca conocí. Había momentos que la odiaba al igual que a ellos. Pero hoy no me defendería, ni correría, no es que pudiera. Lo que lamentaba era que matarán a Dania y a Creta ellas habían sido mi única familia, ellas siempre estuvieron para mí y yo le traje la muerte. Solo espero que un día sus almas me perdonen.

-¡HAZLO! –Le grite a mi padre.

-Crees que será rápido. Te equivocas. Tu madre sufrió por días, tú también lo harás –Su boca se torció en una mueca. Suspire con resignación. Mi mente analizando lo que debería soportar hasta que decidieran terminar con mi suplicio.

El primer golpe llego sin que lo esperara, así llego uno tras otro hasta que mi cuerpo adormecido dejo de sentir, mi cerebro se desconectó en algún momento de la noche.

Volví a sentir el golpe frío y húmedo que me despertó en cierta forma. Apenas pude notar que solo estaba mi padre, mis hermanos no los pude ver. Me había lanzado un recipiente con agua fría al igual que la vez anterior.

-Despierta no estas en un campamento -Me golpeo en el estómago sacándome el aire. Como pretendía que le dijera algo si me golpea y así lo hizo repetidas veces. Cerca de donde estábamos había un río, me dejo caer de golpe, haciéndome perder la consciencia nuevamente.

Me desperté no sé cuanto tiempo después mientras me arrastraba por el suelo. Las ramas y piedras me cortaban la piel de la cara. Llegamos a un claro cerca de la orilla del rio, el hombre miro su reloj.

-Esos vagos de mierda ya se han retrasado mucho, tendré que hacerlo sin ellos. Bueno -Suspiro con hastió.

-Tus hermanos se perderán lo mejor. Espero que no te encuentres con tu madre, que vallas al infierno por quitarme el amor de mi vida -Dijo mirándome a los ojos. Le sostuve la mirada. Ya no le tenía miedo y más bien lo vi como un alivio a todo mi sufrimiento, me habían quitado a las únicas dos personas que me habían amado.

Mientras amarraba unas piedras a las cuerdas que me sujetaban cerré los ojos para darme tranquilidad, al fin esta mierda iba a terminar. Esperé con mis ojos cerrados, sin embargo, un ruido llamó mi atención, agudicé mi oído, sin tener claro el sonido, mi padre me tomo para lanzarme al rio. Mi cuerpo se calentó, una sensación que nunca había sentido era extraño, pero me reconfortaba. Imaginé que es lo que se siente cuando uno va a morir. Me lanzó al agua y las piedras me enviaron al fondo, mientras me hundía escuché gritos, ya no me importaba.

Mientras me entregaba a la oscuridad sentí unos brazos rodear mi cuerpo, era caliente y muy grande.

-Tranquila mi reina, te llevare a casa, ahí estarás a salvo -La voz masculina me dio confort y tranquilidad. No sabía quien era, solo que me había salvado. De ahí me entregué a la oscuridad.

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