PRÓLOGO

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Hace cien años que se realizaron y aprobaron los acuerdos entre las especies de "Cazadores" y "Presas", en pro de asegurar la convivencia pacífica de ambos grupos de animales cambiaformas.

Se formó, en base a esto, un tratado que tenía como finalidad la abolición total de la cacería entre animales que transmutan, hecho ocurrido después de una larga revolución iniciada por las propias Presas, hartas de ser tratadas como menos por los Cazadores carnívoros y de que estos se creyeran con el derecho de decidir si su vida valía la pena o no.

Entre las prohibiciones del conocido "Tratado Anti-Caza" se veía incluido el canibalismo y el asesinato en cualquier instancia, a excepción de las disputas territoriales ocurridas con regularidad en la zona "Salvaje", entre tantas nuevas leyes de protección para las Presas que querían disfrutar de una vida larga y plena. Así mismo, el tratado recitaba que las únicas presas que se podían cazar para el alimento eran aquellos animales incapaces de transmutar en seres humanos, conocidos en ese entonces como "el primer error de la naturaleza". A estos seres sin humanidad se les otorgó el nombre de "Neo-animales"; entes que habían habitado la tierra desde hace más tiempo que los cambiaformas y que habían sido ignorados por siglos debido su sabor no tan placentero, con ojos color blanco aperlado y que sólo se veían impulsados por sus instintos más puros; sin inteligencia o emoción más que la necesidad de reproducirse y sobrevivir.

A pesar de que su existencia precedía a la de los cambiaformas, luego de la creación del tratado, se les agregó el prefijo "Neo" para categorizarlos como algo "nuevo" y sustentable, acción que los colocó de manera permanente como parte de la cadena alimenticia y única opción para los carnívoros. Muchos de estos animales no estuvieron de acuerdo al principio, repudiando la idea del cambio de dieta y de reglas, usando el miedo y la fuerza bruta para lanzar abajo cualquier idea de revolución que tuvieran las Presas en su contra. Sin embargo, el tratado prometía salvar cientos de miles de vidas que se perdían con las guerras, así como detener las confrontaciones de una vez por todas. Buscaba la paz, no sólo de las Presas, sino del mundo de los cambiaformas. Cuando pudieron entender esto, los Cazadores aceptaron con respeto a las Presas valientes y luchadoras, bajaron la cabeza ante sus oponentes con admiración, y la paz comenzó a desarrollarse para todos por igual.

Sin embargo, un siglo después, la existencia de quienes están en desacuerdo con este milagroso tratado sigue retumbando en las zonas salvajes y urbanas, manchando de sangre lugares destinados a ser pacíficos y llenos de dicha. Estos animales no creen que merezca la pena darle la palabra a las indefensas y deliciosas Presas, corrompidos por sus deseos más impulsivos y salvajes, extasiados por el sabor de sus pares. Se les llama "Rebeldes", animales con los que no querías toparte, animales que se busca erradicar por atentar contra la paz creadas por el tratado, animales sin especie ni tamaño definido porque podría ser cualquiera; desde un pequeño y escurridizo hurón, hasta una gran y aterradora pantera negra.

Kim NamJoon, un lobo alfa de veintiséis años residente de la zona salvaje alejada de la gran capital, había vivido intrigado por la historia que precedía su vida, convirtiéndolo en un hombre enamorado de las páginas de los libros de historia y cultura que impulsaban su curiosidad al límite. Había leído cada libro que le llamaba la atención desde los catorce años, acumulándolos en su pequeño hogar ubicado dentro de los enormes bosques de Corea y, al ser el hijo menor del Gran Alfa de su manada, era un líder nato. 

Su posición en la manada y la presencia que llevaba consigo era la de un lobo aventurero y culto, fuerte y valiente, sin miedo a atravesar los oscuros bosques o de pelear contra un oso si era necesario, por lo que era altamente tomado en cuenta a la hora de liderar algún grupo de caza para traerle comida a la manada.

Es por todo esto que, cuando se encontró con el cadáver destrozado de una liebre omega tirada cerca de su territorio, supo que había sido obra de Rebeldes.

Kim NamJoon siempre apoyó la idea de que los seres más pequeños e indefensos tenían los mismos derechos que ellos como Cazadores, que su asesinato era una tragedia y una atrocidad, que merecían vivir vidas plenas y no ser sólo un plato de comida para los "más fuertes". Nunca dudó de ese pensamiento, nunca creyó que alguien de verdad fuera capaz de matar por ello, y quizás fue por esto mismo que encontrar ese cadáver fue una revelación para él, una que le gritaba que el mundo estaba un poco más jodido de lo que él creía.

Fue decepcionante.

Sin embargo, lo que el hombre menos esperaba conseguir entre las piezas de aquel escenario rojo escarlata cargado de vísceras y carne, fue un pequeño cachorro de liebre cubierto de sangre, asustado y temblando, acurrucado al lado de su madre en su forma animal mientras sus pequeñas patas cubrían sus ojos, preso del pánico.

Desde ese momento, Kim NamJoon fue incapaz de dejarlo solo. 

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