Capítulo 4 - la carta

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 Sin saber que habia ocurrido después, solo podía recordar a mi padre cargándome hacia mi habitación, sentía como mi estomago se retorcía, cada vez que abría  los ojos solo miraba  por pocos  segundos- eran imagenes fugaces de su mirada angustiada , del tacto de mi padre acariciando mi cabello, aquella  puerta abriendo y cerrando con  fuerza,   allí se quedo con laa señora lee mientras me curaba y me limpiaba con un pañuelo  humedo para bajar mí fiebre- sentía sus manitos arrugadas limpiarme el  rostro mientras mi padre fumaba de un lado a otro-

-—patrick.. Patrick..—- decía entre delirios, mi mente aún divagando solo pensaba en él... 

Escuchaba la voz de mi padre balbuceando algo, y no tenía  idea de lo que decía  pero se escuchaba  molesto por algún motivo.


—¡Sólo quiero que me dejen sola!—-le rogué casi exigiendolo en una orden, mi pecho me dolía y más aún mi cuerpo— Por favor—rogaba en un hilo  de voz y mire a mi padre con los ojos enrojecidos. 

Él ni siquiera me miraba, era incapaz de posar su mirada sobre mi,  estaba lo suficientemente avergonzado, mucho mas de lo que yo estaba en este momento.

 -¡¡¡ largo!!!— Grite molesta mientras golpeaba  con la mano furiosa la cama, él Se llevo a la señora Lee de la habitación  rápidamente dejándome sola, respiré  profundamente para calmarme, calmar la impotencia  que sentía en este momento. 
Me quede dormida de nuevo teniendo pesadillas una y otra vez, estaba de mal humor, me desperté con la sensación de humedad sobre mi cuerpo, aquello era una toalla húmeda que se   paseaba, por mi rostro sintiendo que me limpiaban las lagrimas y el sudor de mi rostro, haciéndome sacudir para apartarlo.  
- señora Lee déjeme- ¡¡vete!! Shu shu— le alejé con unos silbidos que apenas podía pronunciar con la voz entre cortada.
- soy yo..—dijo una voz masculina.

 Lo reconocí inmediatamente.


- ¿señor Kim?— Abri mas mis ojos y lo mire frente a mi y me sonrió con amabilidad. 
- vete, escóndete mi padre está...— le dije preocupada por lo que sucedería. 

- Tranquila señorita daphne, la señora Lee se fue y tu padre se fue de la casa- ¿Qué ocurrió anoche ?¿ y por qué tienes tantas hematomas? ¿ Tuviste un accidente?— Preguntó preocupado. Y yo solo sonreí para no mostrar mis lágrimas. 

 -si. Me cai por las escaleras y comi algo en mal estado.— Respondi sonriendo. Él no se trago la mentira pero Seguia cuidándome cuando estaba sola. 

(...)

 Me sentí mejor físicamente en unos cuantos días despues  pero aún estaba de mal humor, luego de cinco  días  sumergida en la verguenza, yo solo me levanté de la cama,  esa mañana me desperté para ir a clases y tratar de reorganizar mi vida. Con mi uniforme y mi bolso lleno de libros, al  bajar para irme  me di cuenta que aún estaba mi padre en el comedor a la expectativa al verme bajar por las escaleras. 
- desayuna conmigo hija,  ha pasado tiempo...— dijo apartando el diario a un lado, yo lo mire tratando de mantenerme calmada 
- esta bien padre.. —suspiré mientras me sentaba en la mesa.
- veamos... Como te pregunto...— agregó dando vueltas al asunto.

Yo solo lo miraba dudosa, acaso,  ¿quería decirme algo? rascando sus manos me miro fijamente decidido  y soltó la pregunta que realmente no esperaba recibir... tan pronto. 

—¿Quién es Patrick? Te he dado suficiente confianza para dejarte sola y me sales con un "Patrick"—  dijo molestó.
- querido padre.. Acaso... ¿quieres preguntar algo respecto a mi vida? Después de todo lo que ha pasado. Lo que nos ha pasado.— respondi irónica-. Manteniendose  en silencio y yo lo mire furiosa por esa clase de pregunta  no podia soportar  un minuto mas a su lado. — Adiós padre, se me quito el apetito— le respondí  arrojando la servilleta  a un lado y levantándome  de la mesa furiosa. 

Salí de la casa con tanta prisa que no quería hablar con él, corriendo entre las personas a mi alrededor, cruzando el mercado y escuchando los gritos de los vendedores en japones sobre las ofertas del día. 

(...) 

De camino al colegio aún me sentía molesta,  al llegar todo paso cómo de costumbre en mi vida, las clases y mis  compañeras  jugando a mi alrededor. Cómo si lo que hubiera pasado noches atras hubiera quedado en el olvido para mi y para mi padre. 

Pero mí cuerpo no lo olvidaba. 

Al llegar a casa mire que mi padre no estaba en el estudio ni en la sala  y subí  a mi habitación,  toque la puerta del escaparate alertando al señor Kim, este salió y me observó  aún todo pensativo con su mirada  inquieta sobre mi,  aquella  inquietud  me perturba ¿ había  ocurrido algo en mi ausencia que lo alertó? 

- señorita Daphne.. Tengo, que preguntarle—- Dijo el señor Kim mientras jugueteaba con sus manos. El tono en su voz era bastante serio,  yo lo mire y tragué en seco, esperaba que no fuera lo del incidente de los dias anteriores- 


- dime.— contesté sin importancia tratando de verme natural.
- ¿puedes ir al mercado?—Preguntó y Yo asentí, no era lo que esperaba pero al menos esto me consolaba.

—¿Que necesitas? —Pregunté curiosa haciendo que  él se pusiera más incomodo y negó  con la cabeza dudoso, lo veía  dar vueltas pero no entendía  lo que ocurría  ¿ era común  en este lugar eso o solo estaba nervioso. 
—¿Tu puedes llevar este mensaje?— Propuso mientras me daba Un sobre amarillo. Se veía como si yo era su última oportunidad  y no había decidido mudarme al tomarlo en mi mano lo vi extrañada. 

¿un sobre?

Yo lo mire tratando de ver su contenido  por la luz y levanté  la mirada. 

- ¿ De que trata? — viendo que estaba sellado y al momento  de abrirlo me fulminó  con la mirada.
- clasificado—respondió  interrunpiendome.
—Puedo entregarte si quieres, no tengo porblema pero necesito saber que hay en este sobre: Así que dime porque ya  sabes donde guardo la escopeta— .respondi desafiandolo.

Patrick  me miró sonriendo — son los informes de la misión y de una nueva..-— respondió  con sinceridad. 
- ya veo— respondí " algo" satisfecha por la respuesta- busqué un bolso de mano  y la coloque al fondo.
- este va para la verdulería. Tienes que preguntar si tiene piñas de temporada.. Luego, entregas la cesta y ella hace todo. Es una niña como de 10 años junto a su abuela—. Yo asentí por las indicaciones  y fui a la misión emocionada.

¿De verdad ocurriría todo como me había descrito? 

Me sentía súper importante, nadie se imaginaba que la pequeña extranjera conspiraba en contra del gobierno, era una especie de espía  nacional, segun yo imaginaba en mi camino al mercado, observaba a los guardias a la gente, me sentía como si fuera a ser atrapada en algún momento. Al llegar al puesto vi todo como lo había dicho el señor Kim. 

Entregue la cesta y ellos los llenaron de frutas y me despedí camino hacia la casa sintiendome como una Mata Hari española en Corea, pero seguía viva y con una estrella en mi mente por mi éxito en la misión, y al pasar de los días tuve otra misión que era mucho más riesgosa que la anterior. 


- tendrás que ir como si estuvieras perdida a este lugar–.. Dijo señalando el mapa de la ciudad
- ¿un bar? ¿No quedaba por esa zona?—Le pregunté  curiosa  haciendo memoria de los pocos negocios que conocía, para mi solo el mercado era lo habitual, donde conseguir fruta y la lavandería eran los negocios que más frecuentaba  con regularidad. 

 - si.. Entraras como si estuvieras perdida. Pedirás un agua en la barra y harás como si nada hubiera pasado. Entonces veras a un grupo de hombres en una mesa hacia la ventana.—dijo rapidamente. 

Extrañada por aquel relato yo arrugue la nariz...


- ya va.. un momento—le señale deteniendolo—¿ Y todo estará igual a como lo relatas?— Pregúnte sospechando que demasiadas perfección  era imposible y me sonrió con seguridad.

-todo es igual. -  respondió  convencido, me sentía confiada con él,  pero no sabía que tramaba el señor Kim... o si solo era una jugada peligrosa. 

Yo asentia con la cabeza  siguiendo sus indicaciones y fui a colocarme  una yutana  de color azul, pero el señor kim me convenció que mejor me cambiara con mi ropa occidental, ya que no me quedaba muy bien usar kimonos  o yutanas debido a la forma de mi cuerpo, llamaba más la atención vestida así que con mis vestidos modernos,  yo suspire y con una mueca  asentía  buscando algo que elegir de mi armario, tomando en mis manos algunos vestidos y decidí por vestirme  con un vestido verde esmeralda y un abrigo marrón de piel.

 Fui hacia el lugar como habíamos planeado, comprando algunas cosas para la casa, di vueltas y  vi varios soldados que me miraban, tal vez ser una occidental en esos lugares levantaba sospechas, cuando me acercaba mucho a un grupo sonreía y decía que iba donde trabajaba mi padre y ellos solo refunfuñaban. 

 Todos los occidentales eran iguales para el pueblo oriental pero también nosotros pensábamos eso de los japoneses, al entrar a la taberna todos me quedaron mirando sorprendidos, Yo hice una reverencia nerviosa, había muchos hombres reunidos y  algunos vestidos de militares al fondo, no había nada que la hiciera sobresalir de los demás negocios en quiebra  de la zona, algunas mesas sucias y el suelo encharcado,  podía percibir el olor a sudor masculino mezclado con el soju en el ambiente,  ninguna mujer aparte de mi en ese lugar, siquiera una prostituta cortejando a algún soldado: solo hombres. Fui con el cantinero y observé a mi alrededor. 

Nerviosa sin saber que hacer o que decir levante la mirada y con un Japonés bastante magullado  pedí agua, el cantinero arrugó el rostro como si me burlaba de este y fue a servirme en una taza grande agua del grifo, mientras esto ocurría yo me giraba mirando a mi alrededor y encontraba aquella mesa donde me había dicho Patrick que estarían reunidos los 6 hombres, todos usaban lentes y tenían en la mesa algunos libros y asi como los habia relatado, asi estaban sentados con naturalidad, el cantinero me extendió el vaso y dejé algunos centavos en la barra, levantandome de la silla fui hacia aquella mesa; tratando de no verme apurada o nerviosa,  me acerque a uno de ellos.


- oh Señor Jun, mi padre lo solicita—. Dije haciendo una reverencia.
- señorita, esta equivocada. - respondió  el muchacho con un acento extraño.
- me apena señor Jun, pero mi padre Patrick White dice que necesita que le manda el dinero del trabajo de chófer. Pero, puede ir a hablar con él—. Agregué dándole el sobre y el hombre me miró aun sin comprender lo que hacía ¿me habia equivocado  acaso? Era mi segunda misión  y ya la había  arruinado al ver la expresión en su rostro. 

- el señor guait? —Preguntó con un Inglés bastante afincado  y yo afirme con la cabeza, el joven  inspeccionandome desde los zapatos  hasta el último  rizo y los hombres que estaban a su alrededor me veían  aún sospechando de mi, yo sonrei con naturalidad mientras entregaba el sobre.


-señorita guait espere para que la acompañe hasta su hogar su padre... Estará molesto si no la llevo a salvo. —Dijo siguiendome el juego y yo asentí sonriendo.

El señor  Jun me hizo señas con el dedo  que me sentara en la mesa y nerviosa mire a mi alrededor. 

- - oh.. estoy mareada.  — dije en voz alta sentandome en la mesa mirando a mi alrededor incomoda  por los nervios. 

Tenia que verme natural aquella acción de estar una señorita en un bar junto a varios hombres sudados, sentándome mientras me abanicaba  con las manos  ellos me miraron como si fuera algo extraño que aparecía  frente a ellos y si estaban en lo correcto, una joven pelirroja occidental ayudando a unos coreanos rebeldes  no era algo muy comun en el lugar. 

Como si no existiera hablaron susurrando entre ellos, y el señor Jun cuyo nombre no sabia cual era, terminaba de tomar la bebida y dejo el vaso a un lado. 

Ellos me miraron sospechando  como si tratarán  de averiguar quien yo y porque estaba  alli, mientras  que el joven leía  el contenido  de la carta se lo entrego al grupo y dijo algunas cosas en una mezcla de japones y coreano,  menos tensos se levantó y me hizo señas con la mano. Levantándome con torpeza de la mesa y con una reverencia me despedi del grupo, haciendo que recobraba el aire en una mala actuación que solo yo podía ofrecer, me despedí incluso  del cantinero que me miraba en el fondo aún estupefacto  por ver una pelirroja en su vida. 

El hombre me acompaño a la salida mientras nos seguía la mirada unos japoneses que estaban en otra mesa al otro extremo  del bar. Yo les sonreía con coquetería para salir del lugar con  vida y ellos bajaron la mirada incomodos y salimos rápidamente. 
- ¿señor Jun?;— le susurre nerviosa al ver que saliamos del bar. 
- me llamo Park in-joo —dijo susurrándome en coreano, él era un como de unos 25 años, no era mucho mas guapo que Patrick, un muchacho  que era normal- un hombre común y corriente- vestido de traje occidental color caqui, yo lo mire  sonriendole mas en confianza.

‐—me llamo Daphne— me presenté  nerviosa con una sonrisa, él me observó  y respondió  diciendo unas cosas que no entendí en coreano y al ver mi rostro sonriendo sin entender nada de lo que había  dicho se llevo la mano a la frente.

— yo lo siento— se disculpo en japonés,— yo soy  de las montañas al Sur,¿ sabes? Por eso mi acento.  — se explicó - soy amigo su amigo.. de Patrick. Él es como mi hermano, cuando desapareció del incidente.. Pensé que lo habían matado, pero... gracias me dijo mi madre que llegaría una occidental para darme la noticia—.agregaba de forma lenta e intercalada de las palabras. 

— ¿- tu eres hijo de la señora del mercado? —Pregunte  y él asintió 

— gracias por ayudarnos, y ocultarlo, no sabemos como pagartelo.

- la verdad, yo.. —Dije nerviosa— No tengo a quien preguntarle.. pero .. Quiero saber más del señor kim- agregué sonrojada. 
- bueno, no entiendo porque te refieres a él de esa forma . Somos  casi de la misma edad.— di riéndose. 
- yo tengo dieciséis 

Al decirle ese me observo  orprendido y con discreción  bajo su mirada hacia mis pechos  que sobresalían  del traje y miro mi rostro procesando  mi edad.

—disculpa — se disculpo haciendo una reverencia con las mejillas enrojecidas. 
- tranquilo — conteste sonriendo, esto era bastante común,  todos asociaban mi cuerpo al de una mujer  adulta cuando apenas era una niña según yo. 


- bueno, él tenía una hermana, aun seguimos buscándola, creemos que fue vendida como doncella, sus padres murieron y la familia de su madre se repartió el dinero que tenían ellos aquí. Son colaboradores... pro- japoneses
- y él... ¿Estaba casado? —Pregunté curiosa.


- ¿ te interesa?— Pregunto riéndose al ver mi interés sobre este. 

No podía  afirmarlo, ya que aún no podía decir que me interesaba... ¿o hablaba de interesarme como persona o hombre? 

Aquella pregunta me hizo detener en la acera,  con el señor Park esperando una respuesta simplemente continúe  con una sonrisa y negué.   No estaba satisfecho pero era obvio que mis mejillas decían lo contrario. 

- él nunca comento nada de eso. siempre está solo, no habla mucho de su vida antes de lo que paso al llegar aqui. La verdad no conozco de su vida antes de irse al extranjero—- me respondió  el muchacho mientras guardaba sus manos a los bolsillos. 

- ya veo..— Dije sonrojada, 

Ya en la calle principal le di las gracias a señor Park por acompañarme  y fui hasta la casa, en un camino corto y de poco que pensar mis pie me llevabab de forma automática. Al llegar vi a mi padre yendo de un lado a otro fumando ansioso me sorprendió. Deje mi bolso en la entrada y me acerque hacia él. 
- ¿paso algo?— Pregunté curiosa.


—El Comandante, se ira de viaje un tiempo, tenemos que conocer al nuevo comandante que estará aquí, tenemos que realizar una fiesta, todo en tan poco tiempo y no he podido ir a hacer reservación en el hotel, estoy en problemas y todo lo que hicimos durante este tiempo  se irá  a la basura.

Mi padre confesó angustiado mientras el cigarrillo  manchaba todo el suelo, suspire y me acerqué  hacia él  para tranquilizarlo. 

- tranquilo padre- yo te ayudare— contesté. Sonriendo nerviosa para hacerlo sentir mejor, él levanto  la mirada esperanzado y yo fui a abrazarlo, nestra vida estaba en riesgo...

Y yo solo quería vivir unos años más. 

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