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Jared.

— ¡Corre!

El alarido emerge de mi boca como una gutural advertencia y la chica se incorpora con esfuerzo evidente. He soltado las cuerdas que la aprisionan pero sé que no imagina lo que está sucediendo por la forma incrédula que ha adoptado su rostro.

— ¡Ayúdame con esto! –me dice mientras señala la cuerda que le rodea los pies.

Se me ha olvidado, y no nos queda mucho tiempo.

El grito se alza por los enormes árboles de nuestro alrededor. Es un ruido espectral surgido de las mismas tinieblas que muy pronto nos cubrirá por completo. Así que debo ser rápido.

— ¡Mierda! –vocifero y tomo una apresurada decisión.

Le doy la lanza de cacería a la joven y haciendo acopio de mis fuerzas, la cargo sobre mis brazos... no hay tiempo que perder. Ella intenta protestar pero en el momento que decide hablar otro fantasmagórico sonido nos llega muy cerca...

Corro lo más rápido posible.

Conozco de cabo a rabo la isla y la zona boscosa puede ser sumamente peligrosa si no se descubren algunos atajos en sus más recónditas sendas. Mis piernas se mueven de forma automática y aunque el peso en mis brazos me agota y mis músculos empiezan a dolerme, sigo corriendo y girando entre la densa fortaleza boscosa.

Ella mira a todos lados sin comprender qué sucede. Los ruidos nos persiguen, cada vez más cercas y en medio del arrebato de adrenalina entiendo que cualquier error podría acarrear la muerte de ambos.

— ¡Detrás de ti! –me grita la chica con temor.

Yo acelero el paso y mis piernas comienzan a ceder rápidamente. Sin duda, ha llegado el fin de todo esto. Y entonces, cuando vislumbro el objetivo a varios metros delante de nosotros, la chica me rodea con el cuello y sus manos se entrelazan entre sí con fuerza. Mi cabeza se flexiona y pierdo el equilibrio de mi cuerpo... hasta que ambos caemos en el sólido suelo cubierto de hojas.

La extremidad de la criatura me roza la espalda en el momento que caigo encima de la chica y siento como por escasos centímetros casi me atraviesa. Giro con rapidez para vislumbrar el espectro pero la chica ha sido más rápido esta vez, lo cual me sorprende, y coge la lanza que ha caído a unos metros de nosotros. La criatura abre las fauces y sus afilados colmillos se expanden dejando caer gran cantidad de saliva negruzca.

Mi cuerpo ha quedado inmóvil.

Intento ponerme de pie pero no tengo las fuerzas necesarias para hacerlo. Sin embargo, cuando la criatura vuelve a tomar impulso para atacar, visualizo casi en cámara lenta como la chica blande la lanza en el aire y con un movimiento firme y audaz: atraviesa la desproporcionada cabeza de la criatura.

Un chorro negro como el alquitrán sale de la herida y a los pocos segundos la bestia cae hacia atrás, totalmente muerto.

Todo ha pasado tan rápido que no tengo respuesta alguna a lo que acaba de suceder ante mis ojos. La chica da unos pasos firmes y me observa con desdén, retira la lanza en un solo movimiento y limpia la punta ensangrentada con su corta minifalda.

— Mucho gusto, me llamo Ariadna. –

Y me otorga una mano para ayudarme a levantar del suelo.

***

Kyle, el asaltante.

El mar me ha traído directamente hasta esta extraña isla.

La cosa se ha salido de control y el plan se ha ido al demonio. El desastre en el yate ha acabado en lo peor y además, Héctor y Cecil han desaparecido lo que probablemente a estas alturas estén muertos.

Camino con dificultad por la arena. Noto como las heridas me cubren el tronco y parte del abdomen lo que permite que el dolor me imposibilite ir más rápido. Dando tumbos, me adentro en el bosque en busca de ayuda pero no hay rastro de nadie en este lugar.

— ¡Maldita sea! –grito.

Algunas aves emprenden el vuelo pero a los pocos segundos me doy cuenta que realmente no son aves sino mariposas. Enormes mariposas negras se elevan por encima de mi cabeza y revolotean lentamente de un lado a otro.

—Que cosa más extraña. –digo y mi eco se expande.

Sigo caminando pero las fuerzas van amainando con cada paso que doy, me duele la cabeza y sé que en pocos minutos voy a desmayarme.

Y cuando creo que voy a sucumbir ante el dolor, veo una figura delante de mí.

Permanece de espaldas y su piel es tan blanca como el cemento. Su cuerpo se mueve con leves espasmos y su cabeza gira hacia un lado y otro de forma irregular.

Comprendo que es una mala idea moverme, así que me detengo en el sitio donde me hallo.

Los árboles aquí son altos y frondosos. La escasa luz que entra por los espacios que dejan los largos troncos apenas ilumina el lugar.

Doy un lento paso hacia atrás tratando de provocar el menor ruido posible y entonces siento como algo asciende lentamente por mi pierna derecha. Al principio, siento una delicada sensación en la piel que eriza mis poros y luego cuando bajo la cabeza hacia el origen de aquella misteriosa sensación, observo como una enorme serpiente plateada asciende entre giros por mi pierna.

— ¡NO!

El grito sale de mi boca y caigo hacia atrás sobre los codos flexionados. Busco la mortífera serpiente pero ha desaparecido por completo; casi agradezco no verla pero la criatura se ha girado para verme directamente con unos enormes ojos carmesí. Mi corazón se acelera y ya no siento dolor en mi cuerpo, quiero correr y escapar pero la criatura se abalanza sobre mí y de un solo mordisco en el cuello, siento como se apaga la luz en mis ojos.

Lo último que puedo ver son las negruzcas mariposas rodearme y cubrirme por completo. 

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