01. "La Cárcel".

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Me quedé toda la noche llorando por alguien que no merece mis lágrimas, qué inteligente que soy. ¿Qué más puede pasar? ¿Que un dinosaurio que no se extinguió me pise? Agh, mi exageración y yo.
-Te odio. -susurré a la oscuridad, abrazada a mi celular, como si alguien me iba a responder.
Mis lágrimas rodaban por mis mejillas hasta llegar a mi cuello.
Parecía un fantasma. Qué horror.
Los únicos fieles que siempre están pase lo que pase, son mis mascotas y mi celular.
Me quedé con el celular.
"Batería baja. Conectar cargador".
Genial, ¿ahora qué seguía? ¿Que mis padres me descubrieran?.
Miré la hora en mi celular. ¡6:00 AM! Oh Dios.
Conecté el cargador y me acosté con mi hermana, en su cama.
«Te llegas a despertar y te dejo inconsciente, pendeja» pensaba.
Tomé el celular hasta que escuché una alarma de un celular.
No era una alarma, ¡era un ruido insoportable, taladraba mis oídos!.
Con razón mis padres ponen esa alarma, parece un terremoto.
«Que apaguen esa cosa del demonio» pensaba, tapándome los oídos.
Escuché que apoyaban algo en una mesita de noche. Sí, mis padres se habían despertado. Ya era hora, parecían osos hibernando.
Escuché que se abrió la puerta, y era papá, por las pisadas fuertes de elefante.
Escuché que fue al baño con estridentes pisadas y cerró la puerta.
Apagué el celular, porque estoy con el celular y siempre entran a mi habitación, pero no estoy con el celular y nunca entran, parece que inconscientemente me llevan la contraria a todo.
Mamá minutos después se levantó, con leves pisadas, parecía que mamá caminaba sobre las nubes. Papá camina y parece que provoca un terremoto.
Mamá habló minutos con papá.
Al rato, escuché que alguien se acercaba, y por las pisadas era mamá.
Se abrió la puerta y vi a mamá, gracias a Dios vi a tiempo a mami y escondí el celular debajo de mí.
-¿Soledad? -preguntó mi mamá, con tono de enfado.
Oh, genial, me llaman por mi nombre completo. ¿Debo llorar? Digo, odio mi nombre completo.
-Eh, me dolía la cabeza y vine con Azul. -dije con voz adormecida, mirando a mi hermana con nerviosismo.
Tres cosas que podían ocurrir:
1. Que mamá encontrara mi celular.
2. Que mi hermana se despertara y lo arruinara todo.
3. Que mami me mande a dormir con la chancla voladora.
-Vas a despertarla. -suspiró mami-. Ve a la cama.
Mierda, ahora llegaba el problema, si me levantaba, ella vería mí celular.
-Eh... Me duele mucho. -fingí un gemido, con voz ronca.- Estoy nerviosa por la ejercitación de Matemática. -mentí.
-¡Ay, mi niña, ahí te traigo un Tafirol, ve a la cama! -dijo mamá.- Olvida esa ejercitación, Soledad. Va con nota pero ya hablamos de eso. -se puso seria.- Ahora ve a la cama.
Alta bipolaridad tenía mi madre.
Pensé algo rápido en ese momento.
Me senté en la cama, sobre mi celular y luego fingí que cubría a mi hermana con las sábanas.
¡Para algo fui a teatro, bitches!.
Me levanté y me acosté en mi cama.
-Ahora te traigo el Tafirol. -dijo mamá y fue a la cocina. Sólo escuché que hablaba con mi papá de que estaba nerviosa.
Genial, me iban a drogar con la pastilla que más odio. Claro que mamá no sabía que fingía, porque sé mentir excelentemente bien.
Volvió a mí habitación y me senté en la cama.
Tomé la pastilla y tomé agua del vaso que me había traído mamá.
«Oh, perfecto Lolín, te drogaste tú misma».
Cállate, subconsciente.
«Por decir la verdad, te enojas».
Sí, sí, como digas.
***
-¿Te quedarás durmiendo? -preguntó mamá.
Asentí con la cabeza.
-Está bien. -dijo, y salió lentamente de mi habitación, sin hacer ruido.
«Oh, sí, mamá, dormiré pero a la noche, ya es de día, no soy un vampiro para dormir de día» pensé, con una pícara sonrisa.
Esperé y esperé...
Decidí levantarme y fui al baño.
Tenía mi cabello más o menos rubio rizado, todo desordenado.
Tenía ojeras y los ojos rojos por llorar tanto.
-Me veo tan hermosa que hasta el rey más hermoso se enamoraría de mí. -dije, con ironía-. Parezco un sapo.
Mi aspecto era deplorable.
Fui a la cama de mis padres y me acosté.
Amo la cama de mis padres, porque puedo dormir en todas las posiciones que quiera, sin estar incómoda.
Mamá entró a la habitación.
¿¡ALGO MÁS QUE PUEDA PASARME?! Sí, encendió la luz y casi me quedo ciega.
-Bebita, ¿vas a dormir? -preguntó mi madre.
Demasiado amor para mí.
-No, voy a quedarme acostada como una tarada, ¿sabés? -dije, con ironía.
-Mi princesa, mi amor, mi vida... -dijo mamá.
Gruñí.
-Lástima que no todos los Virgo son fríos. -dije.
-Y luego te quejas de que no soy demostrativa. -dijo mamá, con mirada amenazante.- Pareces un perro rabioso cuando gruñes así.
-Te pasas de amor. -dije.- No soy un perro rabioso, estoy de mal humor.
-Tú siempre estás de mal humor. -dijo mamá y apagó la luz.
Ella no sabe distinguir entre mi humor bueno y malo, porque la verdad es que siempre tengo cara de "ODIO A TODOS, NO ME TOQUEN O LOS MATO CON MI CARPETA DE GATURRO".
Ella salió y cerró la puerta.
«Al fin paz» pensé.
Y la puerta se abrió de nuevo, chau hermosa y querida paz.
Vi que mamá volvió a encender la luz y gruñí, de nuevo.
Luego de decirme una y mil veces más todo lo que debía hacer en su ausencia, apagó la luz y al fin se fue.
Me quedé pensando cosas que duelen, que lastiman. Cerraba los ojos y trataba de pensar en la tarea de la escuela para amargarme más con eso que con todo lo demás.
Pero no, nada funcionaba.
Decidí ir al fin a mi habitación y busqué mi celular.
Fui a la habitación de mis padres y cerré la puerta.
Estuve así por un rato, haciendo estupideces, mirando vídeos o haciendo cualquier clase de cosa para olvidar todo lo que duele.
Hasta que...
-¡Mamii, quiero levantarme! -gritó mi hermanito.
Suspiré, irritada.
-¡Mamá no está, idiota, es re temprano, seguí durmiendo! -le grité.
Soy tan tierna con mis hermanos que cualquiera que me ve, le da diabetes. -que se note el sarcasmo, por favor-.
Yo odio levantarme y hablar, prefiero quedarme muda, mirando a un punto fijo hasta que me despabilo. Y eso de que me hablen cuando recién me levanto, lo detesto.
Me quedé con el celular por horas.
Hasta que me llegó mensaje de mamá y hablamos un ratito:


Me quedé otro rato más hasta que decidí levantarme.
Me levanté y comencé a llorar mientras leía cosas que dolían mucho.
-Eli-..Eliana... -susurré con voz completamente rota y débil.
Lloré tan fuerte que se podría escuchar por todo mi barrio, pero no me importaba, necesitaba ponerme masoquista.
Escribí hasta que pude, intentando desahogarme.
-¿Qué pasa, Sole? -preguntó mi hermana con ojos achicados por el sueño.
Llevaba su pijama verde, el cuál me encanta llamar "Pijama de mini ranita verde", y Azul se enfada y me hace reír.
Su cabello parecía un completo tornado, ¿se habrá peleado con la cama?.
-Nada. -dije mirándola con los ojos llorosos-. Es sólo que hace rato estoy con el celular y me arden los ojos por el brillo de la pantalla. -fingí una sonrisa perfecta.
Oh, claro, "era por el brillo de mi pantalla". No sé ni quién mierda se creería eso.
Pero mi hermana me creyó, y me quedé con ella, sentada escribiendo y de a ratos escuchábamos música.
Hasta que a las 12:15 llegaron mis padres.
Comimos, hablamos y todo.
Luego, me fui al baño, cepillé mis dientes, me cambié, y me puse el guardapolvo.
Me faltaba menos de un año para comenzar la secundaria y sería el doble de peor, sería más mierda que la Escuela.
Cuando ya estuvimos todos listos, fuimos al auto y subimos las mochilas y papá nos llevó a la Escuela.
Si hubiera estado como siempre, de seguro ya estaría nerviosa por llegar y ver que todos estaban formados en fila y yo no había llegado. Pero yo sólo tenía mi mirada perdida en el camino, y de a ratos conversaba con papá, pero me sentía vacía. No sufría, no sentía amor, ni odio, no sentía nada. Quizás era por llorar tanto.
Igual, eso no borraba el hecho de que iba camino a la cárcel: LA ESCUELA.
Por lo menos tenía a Alejo, mi mejor amigo, y de seguro me haría reír como siempre.

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