"이 모래성에 난 날 매었어"

El viejo castillo en la colina al que nadie nunca iba, ese que las madres ocupaban para asustar a los niños.
Si, ese castillo al que nadie entraba y todos le temían. Aquel que juraban, estaba embrujado y era custodiado por el más temible de los monstruos. Por una bestia.

Un monstruo vivía ahí. Un monstruo solitario. Un monstruo, que se ahogaba en su tristeza, en su amargura y fealdad.
Un monstruo que no era como los demás. Uno que no tenía familia, ni un apellido que lucir.
Monstruo, que no tenía un pasado para presumir ni un presente que gozar.
Una bestia que no sabía de dónde venía ni a donde se dirigía. Un monstruo que no recuerda cómo fue que llegó a ese castillo, pero tampoco es como que importe mucho, porque no tenía a alguien que se preocupase por él.

No tenía ningún sentimiento. Un monstruo, que no conocía nada que no fuera la tristeza.
Un monstruo, que no sabía nada acerca del amor, y ese monstruo, era yo.

Solo desde que mi memoria me permite recordar, sin nadie a mí alrededor.
Y es lo que me merezco. Es lo único que alguien como yo se merece.

Soy tan feo que no hay un nombre por el cual puedan llamarme.
Soy aquel brote de maleza que hay en el jardín, en este jardín lleno de soledad y espinas.

Soy un monstruo, pero por eso, uso una máscara, para que ni siquiera las bellas flores que nacen en este jardín me observen. No quiero que me vean porque tengo miedo. Tengo tanto miedo de que ellas al igual que todos me abandonen.

Estoy tan asustado, así que una vez más, me escondo en este castillo de arena.