¿Que yo soy qué?

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Finalmente se encontraba sola en una cómoda habitación. Tenía una cama matrimonial con aire acondicionado y un baño privado. Se recostó sobre la cama y apoyó el bolso a su costado. Con tanta inquietud le era imposible dormir, aunque consideraba la posibilidad de descansar para luego despertar de lo que probablemente era un sueño, o más bien, una pesadilla.


¡Pero no! Era tiempo de tratar de averiguar lo que le ocurría. Karina vació todo el contenido de su morral sobre la cama. Su vista se acentuó sobre la biblia. De vuelta a su pregunta inicial: "¿Por qué tengo una biblia?," se cuestionó. Pero decidió hacer a un lado su interrogante ya que probablemente había sido un regalo de esta desconocida, pero muy amable familia. ¿Quién sabe?, Además, allí no encontraría respuestas de su propio paradero.


Seguidamente, tomó su celular.


—Si reviso mis mensajes de texto o correo, con seguridad recordaré muchas cosas que he olvidado —pensó en voz alta.


Agarró su celular, sacó el cargador de su bolso y lo conectó al tomacorriente.


Encendió.


Para su sorpresa, otra información más abrumadora que le llenó de temor, la fecha. 25 de marzo del 2016.


—¡Tiene que haber un error! —su voz comenzó a quebrarse— ....Mi iPhone se volvió loco —dijo desesperada mientras agitaba su celular, abriendo con prisa un buscador de Internet—. ¡Google!.... Google —dijo alterada—, allí demostraré que mi celular tiene una falla.


Al notar la fecha en un periódico que escogió al azar, su corazón se desmoronó. "¡He perdido un año de mi vida!," exclamó con amargura.


Las lágrimas empezaron a correr por sus ojos. Toda su perspectiva había cambiado. Era soportable pensar que quizás había perdido una semana, quizás hasta un mes de su memoria, pero, ¿un año completo?. El escenario era aterrador para Karina, y el desconsuelo llenaba su alma. Simplemente no sabía qué hacer.


Minutos mas tarde, ya un tanto más calmada, Karina accedió a los mensajes de texto de su celular. Allí vio el último mensaje como borrador, el cuál no llegó a enviar. Estaba dirigido a Andrés, el chico que salió a su encuentro con un beso y abrazo. El mensaje leía así:


Mi amor, tenemos que hablar. Durante la vigilia El Señor me mostró una visión. No es nada fácil lo que vi, pero Él es infinitamente sabio en lo que hace. Necesitaré de tu ayuda y comprensi...



"Creo que en ese momento mi celular se quedó sin batería," dedujo. "No es típico en mí el dejar las palabras incompletas."


Su mente se volcó en las palabras vigilia y El Señor. "Eso es vocabulario de evangélicos," recordó mientras pensaba en su abuela quién era de esa religión. Doña Carmen, su abuela, era una mujer dulce y afectuosa. Karina le tenía mucho cariño y aunque no le emocionaba cuándo le contaba historias de la bi- blia, aún así le quería muchísimo. Lamentablemente, Doña Carmen había fallecido hace un año. Corrección. Hace dos años, considerando que ahora era el 2016.


Su mente volvió al hecho de que no tenía memoria del tiempo transcurrido desde hacía un año. Enseguida, tomó una libreta y un bolígrafo que estaban entre sus pertenencias. La libreta era prácticamente nueva, aunque se podía notar que al menos tres hojas habían sido arrancadas. Allí empezó a escribir una de las últimas cosas que recordaba antes de su inexplicable amnesia.


Fue tarea difícil traer a memoria exactamente lo último que recordaba. Recientemente se había graduado de la uni- versidad. Había estudiado Psicología y estaba en búsqueda de trabajo. También podía recordar que su mamá, Alicia, había empezado a asistir a la iglesia evangélica dónde asistía su abuela. Karina supuso que su mamá había tomado esa decisión porque se sentía triste por la muerte de Doña Carmen. Sin embargo, Karina ignoraba las invitaciones de su madre de que le acompañara a la iglesia, ya que ella se sentía cómoda con su manera de tener a Dios en su vida: Con una prudente distancia. Su papá, Enrique, era un médico muy exitoso y trabajador. Él siempre había querido que Karina estudiara medicina, pero ella finalmente decidió irse por la psicología, ya que el analizar a las personas y estudiar su comportamiento es un interés latente en Karina. Además de ser muy observadora, también es bastante introspectiva. Más o menos éste era el resumen de los más recientes acontecimientos de su vida, de lo último que recordaba.


De repente, una sensación de incomodidad le abordó. Era un sentir de pesadez en el ambiente. No sabía explicarlo, aunque se lo atribuía a su desorientada condición. Ella había estudiado acerca de esto en su carrera, pero ella sabía bien que no era nada objetivo estudiarse a sí misma; aún así consideraba las posibles alternativas. La primera, era que quizás había estado en un accidente; resultando en un fuerte trauma en su cabeza. La segunda posible explicación sería que tuvo un shock fuerte emocional que le había hecho olvidar como mecanismo de defensa; más olvidar un año entero de su vida le parecía un tanto drástico. La tercera es que tal vez tenía una condición genética hereditaria de demencia o alzheimer precoz, pero ella no estaba al tanto de que en su familia existiese tal condición.


Perturbada por sus inquietantes pensamientos y de la sensación de pesadez en su habitación, se movió bruscamente sobre su cama, empujando así accidentalmente la biblia, la cuál cayó al piso abierta de par en par.


Cuándo se levantó a recogerla, notó que había una nota doblada entre las páginas. La hoja era del mismo diseño y color de la libreta dónde había hecho las respectivas anotaciones de sus recuerdos. Karina levantó del piso tanto la biblia como la nota. Se apresuró a desdoblar la hoja y enseguida pudo notar que era su letra.



Karina:


Me escribo a mí misma, es decir, a ti. Puedo suponer cómo te debes sentir en estos momentos. Confundida. Atribulada. Desesperada. Cómo yo soy tú, ya puedo imaginarme lo que estás pensando. Te estás preguntando cómo supe que tendría que escribirme esta carta a mí misma; lo que significa que tuve que haber advertido lo que había de acontecer. Para aclarar tu pregunta, sí, lo sabía. ¿Cómo lo supe? Esta es la parte que será difícil de explicar, o más bien, difícil para ti de entender. Ya te habrás enterado que estás siendo hospedada en casa de la familia Gómez. Has estado en una campaña misionera en el Edo. Apure esta última semana. ¿Qué es una campaña misionera? Pues, para explicarte debes entender otras cosas antes. Aunque no lo puedas creer, desde alrededor de 10 meses has seguido a Cristo. Sí, eres cristiana, aunque no lo creas o recuer- des. Soy, eres... ¡somos!, una hija de Dios. Eres cristiana porque pusiste tu fe en Jesucristo, el hijo unigénito de Dios. ¿Te es difícil de creer? Examina por ti misma, ¿te mentirías? Sabes bien que esto no es una farsa. Examina tu/mi letra, tal cómo observas, te digo la verdad.


Anoche, durante una vigilia de oración (de seguro recuerdas que la abuela hablaba de ellas), el Señor me mostró una visión y me explicó muchas cosas que habrían de acontecer. A su momento sabrás exactamente lo que vi en esta visión, pero no es el tiempo de que lo sepas. Allí tienes la biblia, lee Juan 16:12-14. No porfíes, léelo. Estás perdida y confundida, no te queda de otra. Sé que lo harás.


De seguro ya conociste a Andrés. Puedo imaginarme cómo te saludó. Lo extraño. Tengo un mes sin verlo. Él fue asignado a otro grupo misionero en Maracay y ha manejado hasta aquí para verme... Para verte.


Cuándo lo conozcas de nuevo, te enamorarás de él otra vez, así como yo ya lo hice. Él es súper especial, una bendición de parte del Señor. Me ayudó mucho cuándo... Bueno, de nuevo cito Juan 16:12. El Señor me prometió que cuándo te enteres de todo lo que ha pasado, te ayudará a aceptar y te llenará de paz. Andrés es cristiano también. Sé lo que piensas. Tú misma, yo misma, me había prometido que jamás saldría con un cristiano fanático, pero como verás, Dios es quién ha ordenado nuestros pasos. Además, lo que tú consideras como fanatismo es una simple apreciación equivocada de lo desconocido.


Andrés te va a ayudar porque te ama y porque eres su hermana en Cristo. Dentro de las páginas de la biblia, hay otra carta para él. Entrégala cuándo decidas decirle la verdad; no demores mucho, mira que tú lo necesitas en este momento. Entre las páginas dónde encontrarás la nota que dice "para Andrés", te subrayé un texto para que lo leas; es un pasaje que el Señor me dio durante la visión. Por favor, permite que Andrés lea su carta. No seas curiosa, él compartirá su contenido contigo, pero es mejor que él lo lea para sí, de esta forma él te podrá expli- car mejor. Confío en que respetarás mi petición y dejarás que él la lea. Considérame una paciente que te pide confidencialidad, sé que no querrás quebrantar tu ética cómo profesional.


Sí, tal cuál leíste en Juan 16:12, tengo mucho más que decirte, pero en este momento no lo entenderás. Sé que pon- drás resistencia, pero necesitas empezar a leer la biblia por ti misma. Fue difícil al principio entender por qué Dios permitiría que esto pasara, pero Él tiene un propósito mayor, y esa ver- dad me llenó de paz. Sé que tú también podrás experimentarlo.


Descansa. Te espera un largo día. No olvides leer las citas que te dí. Dios te ama y tiene un plan maravilloso para nuestra vida.


Karina Jiménez Al leer esta carta escrita para sí se sintió como el protagonista de una película dónde debía de seguir una serie de


pistas para así poder recobrar su identidad y memoria.


Si antes estaba confundida, pues ahora se había incrementado. Lo que la llevó a razonar, "¿Cómo es que yo soy cristiana? ¿Desde cuándo he tenido interés o necesidad de Dios?" "No voy a cuestionar la existencia de un ser divino, pero que yo necesite o busque a un ser invisible para darle sentido a mi vida no cabe en mi científica cabeza", debatió consigo.


¡En fin! Ya había perdido un año de su vida y filosofar la existencia de la humanidad y atribuirla a un Dios Todopoderoso no estaba en su lista de prioridades. Sin embargo, si en alguien podía confiar, aunque por muy diferente que se percibiera, era en sí misma. Esa letra era innegablemente suya. Su lenguaje y manera de enunciar las oraciones tenían los rasgos de su propia personalidad. Lo único que aún no podía com- prender era su decisión de buscar de Dios, ya que nunca le había hecho falta.


Nuevamente tomó la carta y buscó las citas bíblicas que ella, antes de perder la memoria, había escrito. Debido a que tenía años sin leer una biblia; exceptuando cuándo su abuela insistentemente le hacía leer con ella, no recordaba la ubicación de libro del evangelio de Juan, así que tuvo que buscarlo en el índice. De inmediato le encontró como el cuarto evangelio en el Nuevo Testamento.


De una forma u otra, la textura de las hojas y su carac- terístico olor le trajo memoria sensorial de su compartir junto con su abuela. La última vez que le había permitido leerle la biblia tendría alrededor de 16 años.


Karina era una chica de tez blanca y contextura delgada, con cabello de rulos de color castaño, ojos café y de dulce mirada; rasgos que había heredado de su abuela y madre. Doña Carmen siempre cargaba dentro de su biblia una foto de sus años de juventud cuándo era una joven madre. En la foto se le podía ver cargando a su hija, la mamá de Karina cuándo tan sólo era una niña de 4 años. Por tres generaciones los mismos atributos físicos habían sido transmitidos. Tanto Carmen, Alicia como Karina eran muy parecidas. Nadie podría negar que eran familia.


Finalmente se pudo concentrar en la búsqueda de la cita. Su abuela le había enseñado muy bien. El pasaje era Juan 16:12-14. El primer par de números que preceden a los dos puntos representan el capítulo. Éste siempre se identifica fácilmente porque aparecen en números grandes. Los otros nú- meros que le siguen representan el versículo; y si era una cita de varios versículos, siempre tendría un guión que indicaría su rango. Con facilidad se halló en la página indicada, y con su dedo sobre la cita siguió la lectura que leía así:


12 Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. 14 El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.


Las letras estaban impresas en color rojo, lo cual signifi- caba que eran palabras dichas por Jesús. Eso también se lo habían enseñado. Las palabras resonaron en su cabeza. Entendió que había mucho que decir, pero que no lo podía sobrellevar. "Sobrellevar," meditó. ¿Quizás significaba aceptar o soportar? Ella misma quería decirse muchas cosas en esa carta, pero sa- bía que no lo podría soportar, al menos no aún. La parte que hablaba del Espíritu de verdad no lo entendió muy bien, pero la frase "y os hará saber las cosas que habrán de venir" le hizo entender que de una forma u otra Karina, es decir, ella misma, había tenido una especie de epifanía. Su abuela siempre usaba la palabra revelación. Frecuentemente le escuchaba decir, "Dios me reveló..." De seguro esto era una revelación del futuro, porque ¿cómo pudo ella misma saber que habría de perder la memoria con tal certeza de hasta escribirse a sí misma una carta de advertencia?


Inmediatamente recordó la mención de la otra carta que estaba entre las páginas de la biblia. Fue fácil de ubicar ya que hacía función de marca-libro. Karina notó otra cita que estaba resaltada con marcador de color amarillo fosforescente. Era la única cita acentuada con resaltador. Estaba en un libro del Antiguo Testamento llamado Isaías, específicamente Isaías 43:18-19:


18 No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas.19 He aquí que yo hagocosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.


"¿No os acordéis de las cosas pasadas?," se preguntó. "¿No os acordéis?," recalcó su interrogante. "¡Todo lo que quie- ro es recordar y aquí me dicen que olvide, que no traiga a mi memoria cosas antiguas. ¡Pero necesito entender mi pasado para entender mi presente y ni siquiera puedo recordarlo! Aunque bien me convendría olvidarme de todo este desastre de que ahora soy 'cristiana'... mira a dónde me ha llevado, con amnesia y prácticamente demente."


Ahora tenía mucha curiosidad en lo que estaría escrito en la nota para Andrés. "¿Qué le pudo haber dicho a este mu- chacho que no me pudo haber dicho a mí, si yo soy ella?," se cuestionó. Se sentía impetuosa por averiguarlo, más sin embargo, ella recordó sus propias palabras dónde se recalcaba su ética profesional. Si hay algo que define a Karina es que ella es muy correcta en su proceder, en especial en su área laboral.

Esa carta no estaba dirigida a ella, sino a su... aparente novio. Aún eso no estaba claro. Era otra cuestión más por definir.

De una forma u otra el ser un caso de estudio le intrigaba. Siempre había deseado el descubrir lo más oculto de una persona para así poder ayudarle a sanar mental y emocional- mente, aunque jamás se hubiese imaginado que ella estaría en la posición de paciente.

El cansancio le consumía, y extrañamente las palabras que había leído en la biblia le habían quitado la sensación de angustia y pesadez que sentía en la habitación. Aunque con muchas interrogantes, Karina ya se sentía con suficiente paz como para al menos descansar por un par de horas. Recogió todas sus pertenencias y las guardó en su bolso. Le tomó unos segundos el guardar la biblia, la cuál observaba con detenimiento, pero finalmente la metió en el morral con el resto de sus cosas, apoyándolo sobre una silla que estaba en su habitación. Al lado de la silla se encontraba una maleta la cuál reconoció como suya. Tras abrirla, encontró sus pijamas y rápidamente se las puso. Se sentía con un delicioso cansancio. Increíblemente, a pesar del día que había tenido, sentía que iba a poder tener un sereno descanso. Ya recostada sobre su cama, se cubrió con una cobija y finalmente cedió a su sueño.

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