Un recuerdo

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Golpeaba sin parar su escritorio con su rodilla, una y otra vez moviendo su pierna inquieta sin señales de que se iba a tranquilizar en algún momento y es que estaba ansioso. No podía parar de ojear su reloj de pared mientras intentaba hacer su tarea, aunque estaba más que claro de que no había podido avanzar nada desde hacía un buen tiempo.

Sus ojos se movían de una esquina a otra, de su cuaderno al reloj, del reloj a su cuaderno y del cuaderno al reloj como un bucle a la espera de que la manecilla apuntara el número 4.

El viento soplaba en su habitación colándose por su balcón, haciendo bailar las cortinas y sus cabellos sueltos por lo que debía colocarlos detrás de su oreja para que no le estorbasen su vista pero aún así uno que otro mechón travieso se soltaba y volvía a jugar con aquel viento.

Entonces dieron las cuatro en punto y él se paró de su asiento rápidamente, dejando en el olvido su cuaderno extendido en la mesa para correr escaleras abajo.

–¡Ya me voy Tío! —gritó sabiendo que el hombre le iba a escuchar.

–¿Tus tareas? —le gritó devuelta desde el comedor donde se encontraba puliendo una pequeña estatua de delfín hecha de madera, fabricada con sus propias manos.

–¡Cuando vuelva la termino, solo me falta una! —se acercó a la puerta sacando sus tenis favoritos de el mueble para colocárselos rápidamente.

–¡De acuerdo, que te vaya bien!

–¡Nos vemos! —dijo por último antes de salir de la casa.

Iba tan rápido como podía pedalear en su bicicleta, saludaba a una que otra persona que se topaba en su camino con una radiante sonrisa, todos reconociendo al chico azabache de inmediato. Era una pueblo un poco pequeño y él había hecho incontables veces la misma ruta por lo que era normal reconocer a la mayoría.

Debía apresurarse, esta vez se había atrasado dos horas ya que su tío le había reclamado que se la pasaba mucho fuera de casa y siempre terminaba haciendo sus tareas hasta noche a veces a penas cenando un ramen instantáneo sin tener apetito realmente por estar más concentrado en terminar todo provocando que se desvelara y terminase durmiendo en clases, por lo que fue sentenciado a no poder salir hasta las 4 de la tarde con al menos la mayoría de sus deberes hechos.

Su tío no era realmente estricto, tampoco era precisamente un hombre de palabra pero de vez en cuando intentaba poner orden y hacer algunas reglas las cuales terminaban por desvanecerse al cabo de unos días.

A Hyunjin en realidad nunca le importó tener que desvelarse y dormir en clase menos, de todas formas tenía buenas calificaciones y siempre entregaba todo. No le veía exactamente el problema, en especial si hacía todo eso con tal de ir a verle a él.

Por fin pudo llegar a su destino, se bajó de su bicicleta exhausto con sus piernas temblándole por haber pedaleado tanto y tan rápido, se quedó parado un momento para poder recuperar un poco de aliento y descansar su cuerpo, no acostumbraba a ir a prisa usualmente iba a su ritmo cuando viajaba en su bicicleta pero hoy iba extremadamente tarde, temía que no tuviese mucho tiempo.

Después de unos momentos donde su respiración se reguló y ya no le pesaba tanto el cuerpo caminó hacia la orilla de el camino donde comenzaban unas gradas cuesta abajo que llevaban hacia un lago gigante y hermoso. El lugar donde él se dirigía.

Bajó las escaleras como pudo aún llevando su bicicleta con él apoyada en su espalda para que le fuese más fácil cargarla, aún después de haber hecho eso incontables veces seguía siendo muy cansado para él y estaba considerando seriamente en ir caminando en lugar de llevar su estorbosa bici aunque eso significase tener que correr. No, pensándolo mejor no era buena idea.

Levantó la vista hacia la laguna cuando le faltaban un par de escalones que bajar, topando su vista con una conocida silueta que chapoteaba a la orilla del agua.

–Tardaste mucho Jinnie, creí que no vendrías y me puse muy triste. —habló un joven de oscuros cabellos castaños sin voltear a verle.

–No pareces muy triste ahora. —replicó el azabache terminando de bajar las escaleras y tirando su bicicleta a un costado.

—el chico sonrió aún sin voltear a verle, jugando con sus pies bajo el agua— Eso es porque ya estás aquí, ¿no es obvio? —finalmente volteó a verle con una sonrisa de encillas— Hola Hyunjin.

El azabache no pudo hacer otra cosa más que acercarse a paso ligero igualmente con una sonrisa adornando su rostro, feliz de haber podido alcanzar a verle una vez más.

–Hola, Hannie.

Ambos se observaron unos momentos, el cielo estaba teñido de un hermoso color celeste con toques de naranja suave anunciando que dentro de poco el sol se iría a dormir para darle paso a la luna, el viento seguía juguetón como siempre revolviendo ambos cabellos y acariciando las pieles.

Jisung extendió sus manos sin apartar su mirada, invitando al más alto a que se le una junto al agua quien no dudó ni un segundo en quitarse los zapatos junto con sus calcetines sin preocuparse por sus pantalones ya que ese día estaba usando shorts, luego se adentró sin pensarlo a la laguna alcanzando las manos ajenas anhelante por sentir el contacto y cuando sus dedos se tocaron una corriente de felicidad genuina les inundó a ambos.

–¿Qué te tomó tanto tiempo en venir?, en serio creí que no llegarías. —rompió el silencio el castaño mientras balanceaba sus manos unidas.

–Mi tío quería que terminase todas mis tareas, le llamaron la atención otra vez los de la escuela porque sigo durmiéndome en clases. —explicó haciendo una mueca— Otros compañeros también se duermen y a ellos no veo que les digan nada.

–Oh, el pequeño Hyunjin está molesto. —soltó una risita molestando al contrario— No te martiries por eso, tampoco les hagas caso verás que después esto te parecerá una nimiedad. No lo hacen precisamente para molestar.

–Pareciera que si. —replicó bufando, realmente le molestaba la falsa preocupación.

–Pero no es así. —jaló del chico para que ambos se adentraran un poco más al agua llegando esta vez más arriba de sus pantorrillas— ¿Cómo está tu tío?

Ambos comenzaron a caminar esta vez recto aún en la orilla de la laguna soltando únicamente una mano pero manteniendo la otra unida para poder caminar mejor, las balanceaban tranquilamente con un aura tan serena rodeándolos a ambos. Cualquiera que los viese en ese momento probablemente pensaría que ese era uno hermoso y muy íntimo, como siempre pasaba cuando ellos se reunian.

–Él está bien, últimamente tiene una pequeña obsesión con los delfines. Hasta se hizo su propia escultura pequeña de delfín, creo que ya llegó a una etapa rara en su vida no lo sé.

Han soltó una pequeña risa al escuchar lo último. A el azabache en realidad no le molestaba la extraña y repentina obsesión de su tío con esos animales, si le hacía feliz ¿quién era él para juzgar?, solo era un poco extraño cómo de un día para otro le emocionase cada cosa que veía con forma de delfín.

En todos los años que había vivido con él jamás lo había visto tan emocionado por algo, supuso que simplemente eran cosas que pasaban.

–A mi me parece adorable. —opinó el chico— Imagino lo feliz que se pone con tan solo ver uno.

–Muy feliz. —afirma el más alto.

–Eso es adorable. —asintió con la cabeza dándose a sí mismo la razón— Ver a alguien feliz en si es adorable.

–Tú eres adorable.

Soltó de la nada el azabache haciendo que su acompañante se quedara callado por unos momentos al no esperarse esa respuesta. Tardó unos segundos en voltear a verle y parar su andar para descubrir que el contrario ya estaba mirándolo fijamente con un deje de sonrisa pintada en sus labios.

No dijeron nada después de eso, era de esos momentos donde sentían que si decían alguna otra cosa arruinaría el momento y el ambiente que se había creado. Decidieron disfrutar en silencio los minutos que pasaban jugando con el agua entre sus pies, existiendo uno al lado del otro mientras el sol bajaba y se iba poniendo cada vez más oscuro el cielo.

A veces hacían eso, solo se juntaban para poder verse sin necesidad de cruzar muchas palabras para evitar vacíos incómodos, ellos nunca tendrían un vacío incómodo. Desde que se conocieron, cuando eran a penas unos niños traviesos que les gustaba chapotear en una vieja laguna de su pueblo, no hubo espacio para las incomodidades todo fue tan natural y progresivo que tampoco había espacio para dudas de nada. Tenían la certeza de que se conocieron porque así estaba decidido a ser y no había otra explicación.

No fue hasta que Jisung rompió el silencio que esa burbuja de fantasía se rompió.

–Hyunjin. —le llamó con voz queda.

–¿Mm? —contestó en respuesta, ahora ambos estaban sentados en la orilla de la laguna aún con sus pies tocando ligeramente el agua de ésta.

–Hay algo que debo decirte pero es algo que no querrás oír.

Jisung jugaba con los dedos de la mano ajena, apretaba el puño de éste, estiraba los dedos, los contaba, los separaba, masajeaba la palma y acariciaba su dorso una y mil veces sin un orden alguno. Hyunjin por su parte volteó a verle al escuchar las palabras antes dichas, sus ojos pasearon por todo el rostro perfilado por lo último de la luz del sol del castaño.

–Dímelo de todos modos. —animó— Si debes decirlo debo escucharlo, aunque no quiera.

Un suspiro salió de sus labios al mismo tiempo que entrelazó sus dedos con los del azabache, quizás resignándose a soltar lo que debía decir porque quizás él tampoco quería ser escuchado.

—dirigió su mirada hasta chocar con la contraria y la comisura de sus labios se elevaron ligeramente, casi imperceptible, mientras el viento movía los cabellos de ambos— Hoy será la última vez que nos veamos. —soltó despacio— Ya no podré volver más.

-¿Qué? -dijo confundido el azabache, comenzando a tener un sentimiento amargo en su pecho— ¿Qué estás diciendo?, ¿por qué?

–Hyunjin, creo que ambos sabemos perfectamente porqué. —apretó sus labios dirigiendo esta vez su mirada a sus manos entrelazadas y sonrió más grande— Es bueno que hayas podido venir, en serio había creído que no iba a poder despedirme de ti. Me hubiese destruido el corazón.

–Pe-pero, pero no puedes. —jaló levemente su mano para que nuevamente le viese intentando encontrar respuestas, intentando evitar lo inevitable— Aún tenemos muchas cosas que hacer, no puedes no volver. Se supone que íbamos a andar en bote por la laguna y bucear e-en el mar cuando pudiésemos ir, que íbamos a comprar una casa y-y a vivir juntos y-y íbamos a irnos de aquí...muy lejos ¿lo recuerdas?. Teníamos muchas cosas planeadas, n-no puedes irte.

La voz del más alto se entrecortaba, hablaba rápido y pensativo, afligido por una noticia tan dura que se le acaba de ser dada. Jisung por su parte intentaba calmarlo, sobaba su mano repetidas veces asintiendo a cada cosa que decía el azabache esperando a que terminase de soltar palabras y acomodase sus ideas, luego de unos momentos Jisung decidió que ya era suficiente y soltando la mano ajena acunó en las suyas el rostro de Hyunjin apretando sus mejillas.

–Jin. —le llamó haciendo que parase de hablar— Sabes que yo no puedo hacer todo eso. —sus labios se estiraron dolorosa y melancólicamente— Tú y yo sabíamos que este momento iba a llegar tarde o temprano. Ya no me corresponde vivir todo eso contigo desde hace mucho tiempo, tienes que seguir.

Sin notarlo, sin saber en qué momento, Hyunjin tenía lágrimas silenciosas rodando por sus mejillas hasta terminar en su barbilla donde caían en la grama bajo suyo. Su corazón estaba estrujado y no podía hacer nada más que respirar profundo para no hacer que la laguna se inundase.

–Lo siento. —se disculpó quien le sostenía su rostro con tanto cariño— Tendrás que seguir sin mi aquí, pero hey. —acercó ambas frentes juntándolas creando una barrera mucho más íntima a la que ya estaban— Nunca olvides que a pesar de que no puedas verme siempre estaré contigo. Que no esté físicamente contigo no significa que te haya abandonado Jinnie. —soltó una mejilla para poder colocar su mano en el pecho contrario, justo donde está el corazón— Significa que estaré en otra parte pensando en ti, acompañándote aquí. —apretó ligeramente donde reposaba su mano para viajar esta vez a la cabeza del azabache posándola en la coronilla— Y aquí. Nunca olvides eso y por favor...nunca me olvides a mi.

Los sollozos eran audibles ahora, ¿qué más podría hacer que deshacerse en los brazos de quien ya no iba a ver nunca más?. El dolor que sentía en su pecho era extremadamente fuerte, como si le estuviesen arrancando un pedazo de él y precisamente quizás eso era lo que estaba ocurriendo.

Jisung no dijo nada más, se dedicó a acariciar los negros cabellos de aquel chico destrozado y él mismo soltaba de vez en cuando pequeñas lágrimas que rápido secaba, para él también era muy doloroso a pesar de saber que era inevitable y a pesar de haber sabido muy de antemano que ese día llegaría. Uno nunca estará listo para una despedida, ya sea que esta fuese repentina, forzada o premeditada, las despedidas siempre serán dolorosas si albergas aunque sea un rayo de cariño hacia quien o que te despides y ellos dos albergaban demasiado.

"...si yo encontrara un alma como la mía
cuántas cosas secretas le contaría.
Un alma que al mirarme sin decir nada, me lo dijese todo con la mirada."

Dieron entonces las seis cuarenta de la noche y su infinito abrazo cargado de mil cosas se terminó. Han apartó al mayor con suavidad como si pudiese desplomarse realmente en cualquier momento y posó sus ojos en su rostro buscando su mirada, mirada que encontró sin mucho problema pero que estaba llena de agua y penas.

Realmente no necesitaban decir mucho, ellos comprendían cualquier cosa a través de esos ojos. Ellos se entendían y con eso bastaba para que Hyunjin respirase profundo y asintiera dejándo así ir todo, sin embargo el castaño a pesar de haberle transmitido todo cuanto pudiese con sus pupilas dilatadas aún sentía que faltaba algo.

–Te quiero. —dijo.

Hyunjin le miró por un par de segundos, quizás queriendo capturar ese momento quizás para siempre y tenerlo guardado en lo más profundo de sí para cuando sintiese que lo olvidase.

–También te quiero. —correspondió entonces.

Jisung se acercó y con cuidado y con tiempo le besó haciendo que una paz embriagante los envolviera a ambos, asegurando con sus labios que ellos habían sido real y que ni el tiempo ni el espacio podría negarlos seguramente dejando marcado en el libro del universo lo que ellos alguna vez fueron y lo que significaron para este mundo, aunque se trate de dos humanos inexpertose insignificantes entre miles y millones de ellos. Para ellos el saber que el otro existió en la misma línea temporal ya era suficiente.

Se dejaron llevar entre la danza de sus labios chocando con los del otro, sintiendo todo al mismo tiempo, queriendo impregnarse en la esencia del contrario. Después de unos minutos Jisung se separó cuando sintió que era suficiente o que al menos era lo necesario, porque nunca es suficiente, para pasar sus dedos por las ebras negras acariciando con paciencia.

"...un alma que embriagase con suave aliento.
Que al besarme sintiera lo que yo siento."

–Debes irte, ya es tarde.

–No, puedo quedarme un momento más. —renegó no queriendo irse, nunca queriendo irse.

–Debes ir Hyunjin, se está haciendo muy tarde. —insistió parándose del césped él mismo porque sabía que si se quedaba sentado iba a ceder y no podía.

–Un momento más, por favor solo un momento más. —se paró de igual forma atrapando las manos ajenas con las suyas— Aún no estoy listo.

Jisung inhaló profundamente para luego soltarlo de un solo, entonces jaló a al azabache en un abrazo sosteniéndolo lo más fuerte que podía, Hyunjin no se quedó atrás y de igual forma lo apretujó entre sus brazos esperando que el tiempo se parase para poder quedárse así por el resto de la eternidad sin nunca poder salir. Esperaba que se congelara ese momento hasta que el mundo se acabase y él pudiese irse en paz.

Esperaba que Jisung y él fueran eternos.

–Lo sé. —dijo, su voz sonando un poco amortiguada por tener su rostro en el cuello del más alto— Yo tampoco lo estoy.

Por último el castaño plantó un pequeño beso en la mejilla de Hyunjin antes de separarse nuevamente y caminar dos pasos en retroceso adentrándose un poco más a la laguna.

–Pero es hora.

El viento sopló con un poco más de fuerza golpeando sus rostros. Ya no había nada más que decir y ambos lo sabían, Jisung comenzó a adentrarse un poco más a la laguna aún sin depegar su vista de Hyunjin mientras este hacia lo mismo pero en cambio se acercaba a su bicicleta. Una vez estuvo a la par de ella ambos se detuvieron, Hyunjin se agachó para recogerla, se la echó a la espalda y comenzó a subir las gradas con paciencia, extrañamente esta vez no sentía el peso de ésta ni un leve cansancio para cuando al fin llegó al último escalón. Colocó la bici en el suelo y volteó a ver al chico que dejó atrás.

Jisung estaba en la laguna, el agua le llegaba hasta las rodillas y el cielo se reflejaba como un espejo viéndose oscuro con tonos rosáseos. Se despedía con su mano haciendo movimientos ligeros y tranquilos, por inercia Hyunjin alzó su mano moviéndola igual al zon de la despedida y antes de comenzara su partida exclamó.

–¡Te guardaré aquí, en la laguna de los recuerdos!

Y sin más comenzó a pedalear para alejarse del lugar dejándo atrás a un chico de regordetas mejillas y castaños cabellos, su tesoro más preciado.

"Y a veces me pregunto, que pasaría si yo encontrara un alma como la mía."

https://www.youtube.com/watch?v=F0myjtutGvs

Hyunjin llegó a su casa un poco más tarde de lo usual, al llegar pudo oler en el aire la cena que su tío probablemente estaba cocinando en ese momento y se dejó guiar por ello hasta la cocina donde precisamente lo encontró moviendo las caderas y cantando al compás de una canción que sonaba en la radio.

–Mi corazón no me entiende y por más que le aconsejo, errante lo que él lleva se deja por una falsa ilusión~ —cantaba alegre el hombre mientras batía unos huevos.

—no pudo evitar sonreír amplamente al verlo así contangiándose un poco con la energía de su tío— Tenía tiempo de no escuchar esa canción. —habló asustando al hombre mayor por su repentina voz, casi botando los huevos al suelo.

–¡Ay, cielos!. ¡Hyunjin!, no me asustes así caramba. —regañó llevándose una mano al pecho— Se avisa hijo, se avisa.

—soltó una ligera risa juntando sus manos e inclinándose— Lo siento, lo siento. Creí que me habías escuchado llegar.

–No te escuché, estaba ocupado aquí y con la música no se escucha. —siguió batiendo los huevos mientras se apoyaba en la mesada— Llegaste tarde hoy, ¿qué te entretuvo?

–Lo siento, no me di cuenta realmente de la hora. El agua de la laguna estaba increíble hoy como para irme tan pronto.

–¿Te mojaste mucho?, deberías irte a cambiar y tomar una ducha caliente o te resfriarás.

–Lo sé, lo sé. Solo venía a saludar y a preguntarte algo.

–Si, dime. —dejó el cuenco donde batia en la mesada y comenzó a ponerle diferentes especias.

–¿Sabes dónde está mi vieja cámara?, tengo días que no la veo.

–Ah si, búscala en mi oficina. Yo la quise usar para llevarla al viaje de campo pero se me olvidó y ahí la dejé, perdona.

–Descuida, está bien. Iré a buscarla, bajo en unos momentos. —dijo dirigiéndose hacia las escaleras para comenzar a subirlas.

–¡No se te olvide tomar una ducha caliente!

Hyunjin buscó en el despacho de su tío hasta que al fin la encontró en el estante más alto de la librera junto con la caja donde la guardaba llena de fotos. Su vieja cámara, la tenía desde los 10 años porque a él siempre le gustó la fotografía y su abuela no dudó en regalarle una para su cumpleaños. Desde entonces aún a sus 17 años cada que podía le sacaba una foto a todo lo que le pareciese hermoso, interesante o digno de ser fotografiado y daba la casualidad de que en la caja tenía miles de fotos de un cierto castaño.

Se sentó en el suelo colocando la caja entre sus piernas y comenzó a ojear las fotos que allí se encontraban. Recuerda que la primera foto que sacó fue de la laguna, la segunda fue Jisung.

Tenía muchas fotos de el castaño, en la laguna, en sus casas, cuando iban a diferentes partes del pueblo, fotos casuales así como fotos planeadas donde Hyunjin le pedía de vez en cuando que posara y Jisung avergonzado y tímido lo hacía.

Tenía meses de no haber tomado más fotos, un año quizás, dejándo guardada su cámara en la caja en algún lado de su cuarto intentando ignorar su existencia. ¿Cómo podía tomar más fotos si su musa principal...ya no estaba?, ¿cómo podría tomar más fotos si ya no podía tomarle fotos a él?, Hyunjin se rehusó a creer eso así que se rehusaba a capturar momentos donde sabía que él ya no podía ser parte pero ahora tenía claro que ya no podía quedarse estancado y dejar algo que tanto amaba. A Jisung no le hubiese gustado eso.

Entre todas las fotos que estaban, soterrada entre estas, pudo al fin encontrar la última que había tomado un año atrás. Era Jisung en la laguna, el agua llegándole hasta las rodillas, el cielo celeste de fondo, el viento danzando con los cabellos castaños, él con su típica y maravillosa sonrisa de corazón volteando hacia atrás viendo la cámara. No pudo evitar acunar la foto en sus manos y llevarla hacia su pecho, donde latía su corazón, tampoco pudo evitar la pequeña lágrima que resbaló por su mejilla ni la pequeña sonrisa que se dibujó en sus labios.

Miró por última vez aquella foto con ojos melancólicos y llenos de amor antes de volver a guardarlo con todo lo demás en la caja. Se levantó del suelo para salir de la oficina y adentrarse a su cuarto donde se dirigió a su armario, arrastró la silla de su escritorio para poder pararse en ella ya que a pesar de ser alguien alto aún no alcanzaba del todo bien la parte de más arriba de su armario donde colocó hasta el fondo su caja de recuerdos valiosos, ahí descansarían y los guardaría por el resto de su vida al igual que en aquella laguna.

Dicen los lugareños que la laguna del pueblo está llena de recuerdos, ahí a lo largo de los años y aún hoy en día van a visitarla miles de personas al rededor de todo el mundo a depositarlos para poder desprenderce de ellos o poder darles un fin; y en lo más profundo de sus aguas tranquilas y a la vez inquietas Hyunjin guardó a Jisung como su recuerdo más preciado.

©_prayBluesoul_

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