Capítulo 51

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Capítulo 51

Mis amigos parecían tranquilos, o al menos tuve esa impresión. Berta tomó una silla y se sentó al revés, apoyado su cabeza en el respaldo.

—Tengo entrenamiento de balonmano —se quejó—, no puedo quedarme mucho tiempo. Lo siento, Anne.

—No pasa nada. Será mejor que vaya al grano, entonces.

Me miraban, expectantes. Yo me puse en pie y recorrí nuestra pequeña aula hasta llegar a la enorme colección de revistas del instituto desde su fundación. Yo solamente había sido parte del boletín desde hacía treinta y seis ediciones, pero para mí era suficiente: mi huella iba a quedar para siempre en la historia del Hollyrood High School.

Agarré la revista de agosto del año anterior y la abrí justamente por la página en la que estaba el artículo que se había publicado en mi nombre.

—Chicos. Sé que había dejado este tema pasar, lo he hecho durante varios meses. Pero quiero llegar al fondo de esto: hay alguien tratando de arruinarme la vida en el instituto y tengo que encontrarla antes de que lo consiga.

Tatti, mi amiga, frunció el ceño.

—¿Quieres que te ayudemos a hacerlo?

—Sí, eso me gustaría —contesté—, pero lo más difícil de todo es que... chicos, sé que ha sido uno de vosotros.

Esta vez sí se sorprendieron. Traté de observar sus expresiones una por una, intentando averiguar si alguno de ellos fingía sorpresa o indignación. Archie parecía querer cavar un agujero en el que esconderse, incómodo.

—Sé que tú no has sido, Archie. No te preocupes por eso. Tú no formabas parte de la revista cuando esto sucedió.

—Pero ayudé a esa persona a llevar a cabo el plan que tiene contra ti.

Andrew abrió la boca, de tan sorprendido que estaba al oír esas palabras. Casi pude imaginármelo agarrando su bloc de notas para ponerse a escribir sobre cualquier información jugosa que pudiera sacar de eso. Con seguridad, ya estaba planeando entrevistar al pobre Archie para arrancarle todos los detalles. Lo corté en seco:

—No, Andrew. Todo lo que hablemos hoy es confidencial, no vamos a publicarlo en la revista, ¿de acuerdo?

La más pura desilusión se reflejó en su rostro.

—Por supuesto, queremos ayudarte —convino Tatti y después se dirigió al resto de mis compañeros, que se habían quedado callados, mirándose unos a otros—. Eh, ¿qué os pasa? ¡Vamos! Decidle a Anne que haremos lo posible por... ¿qué sucede?

Supe que me escondían algo. Solamente por sus reacciones, eliminé de mi lista a Archie y a Tatti. Tan solo me quedaban... todos los demás.

—Yo no tengo ni idea de nada de esto —dijo Lisa, alzando las manos—. Y, además, me parece fatal que nos acuses de sabotearte. Tú misma dijiste que quizás hubieras publicado el artículo sin darte cuenta.

Sus palabras me enfadaron.

—Lo hice, sí. Pero, ¿cómo explicarías, entonces, todo lo que me ha pasado después? Mi taquilla llena de... ¡ay, ni siquiera sé qué era!, alguien repartiendo documentos insultándome, ese estúpido mensaje recorriendo los teléfonos de todo el instituto, diciendo que yo me había acostado con dos chicos en una fiesta. ¿Cómo explicas eso, Lisa?

Supe que estaba a punto de perder los nervios, pero, decidme. ¿Qué más formas había de llegar al fondo de ese asunto?

La encargada de libros y películas se encogió de hombros, impasible.

—A lo mejor ha sido la cuenta de Instagram de @HHSsays —opinó.

—No. No han sido ellos —intercedió Andrew rápidamente.

Chasqueé la lengua.

—¿Sabéis? Empiezo a estar bastante harta de que todo el mundo lo sepa todo en este instituto... menos yo, que no me entero de nada. Andrew, si sabes quién o quiénes son los propietarios de ese Instagram, te agradecería que me lo dijeras.

El chico entornó sus ojos claros, dudando un momento. Finalmente negó con la cabeza.

—No puedo. Me matarían. Acabarían con mi carrera en el periódico. Anne, te aprecio mucho, pero... no puedo dejar que hagan eso. @HHSsays se mete en sus asuntos y yo me meto en los míos, es el trato que tenemos desde hace años.

Gruñí.

—Al menos, por favor, decidme quién demonios publicó el artículo de entre vosotros.

Silencio una vez más. Eso era desesperante. Sentía un nudo en la garganta, estaba ante las únicas personas que yo había considerado mis amigos de verdad en el instituto, incluso antes de que Richard se marchara a la universidad. Y para ellos yo no parecía ser muy importante, precisamente. Con rabia arrojé la revista contra el suelo, lanzándola al otro lado de la habitación.

—Ya está bien, perfecto. Lo has conseguido... quien quiera que seas. Me marcho, dejo la revista.

—¿Qué? ¡No! —gritó Berta.

—¡No! —Se unió la voz de Archie en un aullido.

—No puedes irte —protestó Tatti—, eres la redactora jefa.

—Y, claramente, soy una auténtica mierda en ese cargo. Así que dimito.

Andrew se puso en pie.

—A ver, Anne, cálmate... no puedes irte, piensa un poco en todo: en nosotros, en los artículos que aún te quedan por escribir. Nunca habíamos vendido tantos ejemplares como ahora, estamos en nuestro mejor momento.

—Me importan un rábano las ventas. Preferiría no vender ni un solo ejemplar, pero que al menos, mi equipo contara conmigo.

Y, por fin, alguien se levantó y dio un paso adelante. Por una parte, la persona que yo esperaba: Damien.

—¿Damien? —susurré.

—No sé qué decir, Anne. —Se giró hacia Andrew y Berta—. Pero creo que deberíamos ser sinceros contigo. O al menos intentarlo.

Mi corazón se paró. ¿Habían sido ellos?

—No puede ser —murmuré. Podría haber desconfiado de uno de ellos, pero jamás de tres a la vez.

—No fuimos nosotros —se adelantó Andrew.

—Pero quisimos hacerlo, no vamos a mentir —aportó Berta—. Nosotros encontramos esa carta que habías escrito, hablando sobre Ryan. Andrew y yo nos topamos con ella.

Andrew se llevó la mano a la cabeza, como si él aún fuera a seguir quitándose tanta culpa como le fuera posible, pero Berta se lo estaba poniendo muy difícil.

—¿Y no la publicasteis?

Andrew negó con la cabeza, admitiendo su derrota, al fin.

—Damien entró al aula y nos obligó a no hacerlo. Intentábamos publicarlo en su ordenador, como si fuéramos él.

—Sois unos auténticos... —gruñó Damien—, qué sepáis que aún nos he perdonado por eso.

—¡Pero lo importante es que no fuimos nosotros! —exclamó Andrew, como si eso fuera suficiente excusa.

—Yo estoy alucinando. A-lu-ci-nan-do —murmuró Tatti, junto a mí, llevándose una mano a la cabeza y mirándolos con furia contenida.

—¿Entonces quién fue?

Damien apretó los labios.

—¿No puedes, solo, contentarte con eso, Anne? Ya sabes que no fue ninguno de nosotros, ¿no te vale?

Me lo pregunté. ¿Era suficiente? No. Ni siquiera tenía dudas al respecto, quería saber quién.

—Quiero la verdad, Damien. Eso quiero.

Y, para mí sorpresa, mi amigo negó con la cabeza y caminó hasta la puerta del aula. La abrió y salió por ella. Yo lo perseguí al momento.

—¡Damien! —grité a su espalda—. No, ¡espera!

Él me ignoró. Siguió caminando por los pasillos, cada vez más rápido, y yo no pude hacer otra cosa más que seguirlo. En ese instante sabía que no había sido Damien, pero no me cupo la menor duda de que él sabía quién había publicado eso. Quién era el causante de que todo eso se hubiera desencadenado.

Corrí tras él, esquivando a decenas de alumnos que se arremolinaban a mi alrededor y parecían preguntarse qué estaba haciendo, por qué me encontraba en medio de una persecución con Damien. Choqué contra alguien, alguien que me agarró del brazo con fuerza.

—¡Eh! —exclamó Jessica, deteniéndome—. ¿Qué te pasa? ¿A dónde vas como una loca? —Después se alzó de puntillas para otear por encima de la gente, tratando de averiguar qué me pasaba—. ¿Estás siguiendo a alguien? ¡Voy contigo!

Me aparté de ella unos centímetros, azorada.

—Necesito hablar con Damien, Jess. Creo que ya casi he encontrado a la persona que publicó el artículo en la revista —expliqué tan rápidamente como me fue posible—, y, aunque aún no sé quién es, me queda muy claro que Damien lo está protegiendo. Así que debe de ser alguien muy...

Ahí mismo. Ni antes, ni después; justamente en ese instante, lo comprendí.

Todo.

Los ojos azules de Jessica me miraban con naturalidad, como si nada sucediera. Era una buena actriz, aunque yo lo estuviera descubriendo en esos momentos. Esa fue la primera vez que, a pesar de toda la tensión que ya había sentido con anterioridad, también sentí tristeza y dolor. ¿De verdad? ¿Jessica? Si ella era mi amiga, era mi amiga de verdad. Pero era la opción lógica: Damien la protegía porque era su novia y, además, tenía acceso al aula de la revista del instituto, a través de Damien. Ella era la única opción que quedaba, la última pieza del puzle.

Jessica supo que la había descubierto cuando, al acercarse a mí, yo me eché a llorar.


¿A alguien más se la ha roto un poco el corazón?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro