Capítulo 60

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Capítulo 60


¿Una cita con Cuervonegro? Quiero decir... ¿Con Eddie? Eso no podía ir en serio. Caminé por el pasillo, con el móvil aún en la mano y, de pronto, me choqué con Ryan, dándonos un buen golpe el uno contra el otro.

—¿Qué te pasa? —preguntó él, entrecerrando los ojos—, ¿por qué estás tan distraída?

Y después de esos meses me percaté de que había desarrollado el superpoder de escuchar los cuchicheos sobre mí sin siquiera tener que prestarles atención. Agarré a Ryan de la chaqueta vaquera y ancha que llevaba y lo arrastré a un pasillo vacío en el que, menos mal, nadie nos veía. Le mostré la pantalla de mi teléfono y Ryan, para mi sorpresa, soltó una carcajada.

—No puede ser. Creía que @HHSsays dejaría todo el asunto de las citas ahora que... bueno... —Se quedó parado al decir eso y apartó la vista de mí, supe que se estaba sonrojando—. Ahora que, ya sabes, tú y yo...

O sea... ¿Que éramos algo oficial? No lo habíamos aclarado en ningún momento, a decir verdad, pero se sobreentendía... ¿no? Bueno, al parecer, no tanto como yo creía. Ryan y yo llevábamos algunos días yendo a clase juntos, dándonos la mano en público y todo ese tipo de cosas. Pero, en realidad, @HHSsays no había hecho ningún comentario directo al respecto.

—Bueno, son 10 citas, ¿no? —opiné—. Y aún me faltan dos para completarlas.

—¿Quieres decir que vas a tener dos citas más? —me preguntó, abriendo mucho los ojos—. ¿Y qué hay de nosotros?

—Ay, ¡Ryan! —me quejé—. No son citas en serio. Todo esto ha sido... no sé, como un juego. No pasará nada en ninguna de las citas y ya está, acabaré con todo esto.

—¿Igual que no pasó nada en la cita con Chris Zachary? —preguntó él. A pesar de lo grave de la pregunta, su tono de voz seguía siendo ligeramente bromista y eso era incluso más incómodo para mí.

Yo lo asesiné con la mirada, molesta.

—¿Y qué sabes tú de mi cita con Chris Zachary?

—Pues no mucho... pero sé que estuvisteis en Opium por la noche y que no lo pasasteis nada mal.

Levanté las manos con gesto inocente.

—Tú me habías dado calabazas, Ryan, así que...

Se acercó a mí con tono conciliador y posó sus manos sobre mis hombros, esbozando una sonrisa. Se inclinó hacia mí y me robó un pequeño beso, después se quedó mirándome a los ojos.

—Lo sé, lo sé —susurró—. Aun así, entiende que me resulte extraño que te vayas a ir a un restaurante a tener una cenita romántica con Cuervonegro... ¿Crees que sacrificará a un par de cabras para impresionarte?

Le golpeé el brazo, alejándome de él mientras Ryan se carcajeaba.

—¡No seas idiota, Ryan! —gruñí, sin poder contener la risa que pugnaba por salir de entre mis labios. Tuve que tomar aire un par de segundos antes de hablar de nuevo—. A ver, relajémonos, ¿de acuerdo? Voy a hablar con él. Y, para tu información, no se llama Cuervonegro, se llama Eddie. Y es un chico encantador.

—¿Más que yo? —preguntó él.

Yo le miré de reojo.

—En realidad sí, mucho más.

Y cuando Ryan se lanzó hacia mí y me cogió en brazos, riéndose sin parar y tratando de hacerme reír también con su comportamiento, supe que así era como quería verlo siempre: feliz e inocente, sin preocupaciones. Ese era el Ryan que yo quería. Me juré a mí misma que, mientras yo pudiera evitarlo, nadie más volvería a hacerle daño a Ryan.

***

Cuervonegro... ejem, quiero decir, Eddie. Eddie leía a solas en la biblioteca. Ya era hora de regresar a casa, las clases habían acabado, por lo que me resultó extraño verlo allí, pero al menos era conveniente para mí. No sabría dónde buscarlo si no, apenas lo conocía.

—Hola —saludé en voz baja.

A nuestro alrededor no había nadie, así que eso me relajó. Con cuidado tomé la silla contigua a la del muchacho.

—¿Te importa si me siento?

—Claro, adelante —respondió él con una sonrisa.

Se apartó ligeramente el cabello negro de los ojos, dejándome ver un poco su cara. Vestía como siempre: con una camiseta negra llena de agujeros y unos pantalones de cuero muy anchos. Demonios, ¿quién era su asesor de moda? ¿Marilyn Manson?

—¿Cómo estás, Eddie?

—Muy bien, ¿y tú, Anne? Me alegra verte.

Cerró el libro que estaba leyendo y lo dejó a un lado. Yo lo observé.

—Verás, Eddie... he estado mirando en Instagram y he visto que... bueno, pues que tú has pedido una cita conmigo a @HHSsays... ¿verdad?

Asintió con la cabeza, pero no dijo nada. Eso hacía más difícil aún esa conversación.

—Es decir... ¿que quieres tener una cita conmigo?

Volvió a ocultar su rostro tras su flequillo y se alejó de mí unos centímetros. No me habló al mirarme.

—Me lo pasé muy bien en tu fiesta, Anne. Disculpa si te he molestado, entiendo perfectamente que tú no quieras tener una cita con alguien como yo. Quiero decir... has salido con Malcolm Graham y con Chris Zachary, ¿por qué ibas a querer venir a una cita conmigo?

Me sentí fatal cuando le escuché decir eso. Debía de haber sido muy duro para Eddie ser el blanco de las burlas durante tantos años, pero él jamás se había doblegado: él seguía siendo quién él quería, sin importarle nadie más. Habría sido muy fácil para él ponerse ropa «normal» y cortarse el pelo, pero no lo había hecho.

—¿Por qué piensas eso? No es verdad, en absoluto. Tú eres igual de especial que ellos dos, tienes una personalidad fuerte y eres muy agradable.

Él esbozó una pequeña sonrisa tímida.

—Te he visto desde primer año, Anne. Antes... antes eras como yo, querías ser invisible, que la gente se olvidara de tu existencia. Pero, ahora, eres todo lo contrario: todos hablan de ti y a ti te importa un rábano.

—Eso no es verdad, me importa mucho lo que...

—... y ahora eres feliz —siguió diciendo él.

Guardé silencio. En eso tenía razón. A pesar de todo lo que había traído consigo ese año, yo jamás había sido tan feliz como lo era en ese momento. Y todo eso había sucedido porque yo había elegido romper el cascarón, en vez de esconderme.

—La verdad es que sí, lo soy.

—Me gustaría poder hacer lo mismo, Anne. Quedan menos de tres meses de clase y... después terminaremos el instituto. No quiero que esto acabe y sentir que jamás fui importante en estos seis años en el Hollyrood High School.

Sus palabras eran bastante dolorosas. Sentía empatía por él, yo había estado a punto de ser precisamente así: invisible durante demasiado tiempo. Pero ya no lo era.

Ser feliz en el instituto no significaba ser la más popular, ni que todo el mundo hablara de mí por los pasillos. Ser feliz en el instituto era... hacer todo aquello de lo que siempre había tenido ganas, no quedarme con nada en el tintero y disfrutar con ello.

—Pero... Eddie, sabes que yo estoy con Ryan, ¿no?

Él se encogió de hombros.

—No me importa. No quiero una cita romántica, solo quiero... poder venir al instituto y saludar a alguien por los pasillos, no sentarme solo en el comedor, poder hablar con alguien en clase... Tú eres la única persona que ha sido amable conmigo en meses, Anne.

No estoy llorando. No estoy llorando. No estoy llorando. ¡Se me ha metido un poco de eyeliner en el ojo y por eso me lagrimea! Ay, maldición, ¡de acuerdo! Estaba llorando. Se me escapó una pequeña lagrimita que supe controlar con rapidez cuando miré de nuevo a mi gótico nuevo amigo. Me esforcé en componer la sonrisa más brillante de todo mi repertorio y posé mi mano sobre la suya al hablar.

—Eddie. Vamos a tener la mejor cita del mundo, te lo prometo.

Y pude ver en sus ojos que esas palabras eran lo único que él había querido escuchar.


Me gusta mucho este capítulo, me parece muy importante a la hora de ver que, tristemente, siempre hay gente que se siente invisible a nuestro alrededor.

En los caps siguientes vamos a ver muchas cosas interesantes, ¡entre ellas nuestra nueva cita! ;)

Pd: Por si no lo habéis oído, he empezado a escribir un nuevo Dramione que está suuuper interesante. Lo encontráis en mi perfil, se titula "Nunca le hagas cosquillas a un Dragón herido". Si os gusta el Dramione, leedlo. Si no os gusta el Dramione, leedlo también. Si no sabéis lo que es el Dramione... ¡leedlo!

Mil besos <3

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